Todavía estamos terminando de creernos las barbaridades que dijo Ricky Gervais en la entrega de Los Globos de Oro, que tuvieron lugar en la noche del domingo al lunes. Para quien se lo perdiera, he aquí el vídeo de lo mejor en español. (Con la «increíble» risa de Natalie Portman, digna de la mejor empollona de Harvard, de postre.)
Hasta el diario El País se hace eco del asunto con todo detalle de referencias y pone en su titular que «Gervais no volverá a los globos de Oro». Su repertorio, que incluyó mofas a mujeres, cienciológos gays, solo gays, borrachos y ex convictos, a Cher, a las películas, a Tim Allen, a Ashton Kutcher, a la misma organización de la prensa extranjera que concede los premios, a Hugh Hefner y su joven prometida, condensó en pocos minutos una cantidad alucinante de chistes realmente crueles y en mi opinión, algo reaccionarios.
Por gracioso que resulte (y me encanta Gervais) abochornar a la gente por su religión (nos guste o no, cada uno tiene sus creencias y su derecho a expresarlas), por ser un borracho como Martin Sheen, por haberlo sido como Robert Downey Jr. o por las supuestas tendencias gays de Tom Cruise o John Travolta, es decir, reírse de la gente por su credo, por sus problemas de adicciones o por su orientación sexual son la clase de chistes que a la mayoría nos generaría vergüenza ajena oír en un lugar público. En mi opinión, la plataforma glamourosa de los Globos de Oro sólo magnifica la pifia.
No estoy diciendo que no se puedan hacer chistes de todo, pero creo que a Gervais se le ha ido la mano y que como casi todo es una cuestión de medida. Como ha dicho Buenafuente en su twitter,
«No estoy de acuerdo con lo de Gervais en los globo. No puedes ir a reventar, a morder, agrio y desagradable. Si odias al cliente, renúncia.»
Paradójicamente, a quienes más ha gustado ha sido a algunos miembros de la derecha americana, como cuenta el Hollywood Reporter. Mientras, Ricky dice en su blog que algunas reacciones casi le hicieron creer que había ido demasiado lejos, pero que gracias a sus fans sabe que no fue así y está muy orgulloso de su trabajo. También ha dicho que no piensa volver a hacerlo, que con dos veces ya basta. No creo que le inviten a tripitir, la verdad.
Independientemente de sí a uno le gusta o le parece adecuado o no hacer según qué chistes sobre según qué temas, ha habido varios humoristas que se han ido a pique por bocazas. Es el caso de Andrew Dice Clay, el mítico Ford Fairlane, que vio como su carrera se hundía después de intervenciones tan brillantes como ésta en CNN.
Otro contratiempo fueron este cruce de insultos racistas entre Michael Richards (Cosmo Kramer) y su público. Es un vídeo bastante lamentable, sobre todo para un cómico tan grande como él.
No quiero comparar estos dos casos con el de Gervais porque sólo tienen que ver el grado de incorrección política (llevado al límite en los casos de Richards y Clay): además estos dos vídeos no son monólogos guionizados, simplemente son idas de la olla que han perjudicado la carrera de Clay y Richards; sólo el tiempo dirá si el Ciudadano Gervais frecuentará con la misma frecuencia que hasta ahora Estados Unidos o si ha llegado demasiado lejos con sus chanzas. Lo que para mí sí es bastante evidente es que en EEUU cuando tachan a alguien lo hacen con ganas y eso podrían tener los tres en común si los cineastas de Hollywood no olvidan el rechazo generalizado que ahora sienten por su actuación.
¿Qué opináis? ¿Vale todo? ¿Se ha pasado? ¿El humor no tiene límites? Amenazo con una segunda parte, en la que cómo ya ha hecho mi amiga Esti en este post, pondré algunas fotos de las mejor y peor vestidas de la noche.