CARTA DE UNA AMIGA DELINCUENTE (de Bloguionistas)

Queridos Bloguionistas:

Me llamo S. Soy una joven guionista que estudió en el TAI. Hace unas semanas fui al cine a ver la película de un amigo que también estudió allí. Han pasado varios años desde que ambos nos titulamos y a los dos nos ha costado muchísimo tiempo, sudor y esfuerzos conseguir materializar nuestras aspiraciones. Es por ello que cuando su película se estrenó fui al cine. Ya que era una pantalla enorme y la proyección era estupenda, decidí sacar una foto con mi teléfono para compartirla con mi amigo.  Era una sala enorme, fácilmente podía contar con 500 butacas, y había solo dos espectadores aparte de mi (era la primera sesión de un lunes). Solo pensé en que quizá molestase a esos otros dos solitarios seres, pero la ilusión que deseaba compartir con mi amigo y compañero de batallas era más grande que mi pudor.

Cual no fue mi sorpresa cuando apareció una vigilante de seguridad preguntándome que si estaba haciendo fotos. Yo, que soy de natural honrado, contesté:

-Si. Son para mi amigo, que ha trabajado en la peli.

-Salga conmigo, por favor.

-Si quiere le llamo y se lo paso.

Pero nada, la mujer se hizo a un lado mientras yo recogía mi foulard, mi bolso, mi mochila con el portátil y la botella de agua que estaba bebiendo y la seguí a la salida, donde intuí en la oscuridad el rostro avinagrado de la encargada y un hombre joven al que habían llamado, seguramente por si me resistía.

Salí con ellos de la sala al enorme vestíbulo, donde el rostro de la encargada se hacía aún más amargo y anguloso, como si fuera una peli expresionista alemana y ella fuera una especie de Nosferatu o la doctora Caligari. Tenía las comisuras de los labios apuntando hacia abajo, pero entendí que de una forma siniestra, aquella era su sonrisa.

-Estaba haciendo una foto de la peli en la que ha trabajado mi amigo. Es más, si miran los agradecimientos, me han dicho que estoy.

-Está terminantemente prohibido hacer fotos o grabar. Tenemos que avisar a la policía o antipiratería. ¿Estaba grabando?-dijo la encargada.

-No. Estaba haciendo una foto para enviársela a mi amigo-dije. 

-Está terminantemente prohibido hacer fotos o grabar. Tengo que llamar a la policía o antipiratería.

-Pues llama, hija, llama.-dije.-¿Puedo ir al baño por lo menos?-dije con una chulería inusitada para alguien tan tranquilo como yo.

-Sí, pero que te acompañe la de seguridad. Está terminantemente prohibido…

Así que me fui con todas mis pertenencias al baño, mientras la mujer de seguridad esperaba con los brazos cruzados en el exterior. Pensé en borrar las fotos en el baño, pero entonces me dije que eso sería tanto como admitir que había hecho algo malo, y yo me sentía (y me siento) inocente. Así que salí otra vez al vestíbulo acompañada por la vigilante. Me reuní con la siniestra y el matón que tenía a su lado.

-Hemos llamado a la policía directamente.-dijo Nosferatu.

-No sé si he comentado ya que la peli es de un amigo y…

-¿Me puede enseñar lo que ha grabado?

Le enseñé el par de fotos que había hecho, me ofrecí a borrarlas, le dije que podía inspeccionar el móvil para comprobar que no había nada grabado en su interior, pero rehusó mi ofrecimiento, es más, ni siquiera respondió. Le sonó el teléfono.

-Sí, estaba grabando con un móvil-dijo ese súcubo del infierno.

-No, no estaba grabando, he sacado dos fotos-dije, y eso que no me gusta mucho escuchar conversaciones ajenas.

Nosferatu volvió a alejarse. Yo pensé que tenía una clase de Yoga, y que igual no llegaba, pero que sí llegaba, que me hacía mucha falta. La encargada volvió, su rostro avinagrado contraído en una expresión de estreñimiento feroz.

-Puede marcharse.

-¿Entonces me puedo ir?-dije como una gallina clueca.

-Sí-dijo la encargada, con tanto asco que parecía que las dos letras se le enredaban en los dientes.-Y ahora por favor salga del cine.

Entonces la de seguridad, Nosferatu y el matón me acompañaron a la salida.

-Esto saldrá en los papeles-dije. Bueno, no lo dije, pero lo pensé, y por eso escribo esta carta.

¿Acaso tiene algún sentido apoyar una industria que maltrata así a sus (escasos) espectadores? Yo como parte (aspirante) a formar parte de ella intento ir al cine todo lo que puedo, pero en casos como éste se me quitan las ganas. ¿Un lugar de ocio convertido en un estado policial? Yo desde luego no pienso volver.

¿Qué hariáis vosotros?

Atentamente,

S.

Querida amiga S:

Me decido a contestarte yo porque sé muy bien cómo te sientes. Hace un par de años me ocurrió algo lamentable en los cines Kinépolis. Fui a ver «Ángeles y Demonios». También había unos cuatro espectadores en la sala, incluyéndome a mí, y como la peli era bastante aburrida me quedé frita, y ahí es cuando empecé a disfrutar de la sala, que realmente era muy cómoda. A mitad de película, o eso calculé yo, alguien me zarandeó en la butaca. Pensé que se trataría de un incendio.

-¡¿Qué?¡-dije, y es que tengo mal despertar.

-¿Me puede enseñar su entrada, por favor?-dijo un vigilante de seguridad en la oscuridad.

Alucinada le tendí el billete.

-No puede estar sentada aquí, tiene que sentarse en su localidad.

Miré a mi alrededor. El océano de asientos vacíos que se extendía a mi alrededor, con dos o tres cabezas escondidas en la oscuridad de una superficie enorme.

-¿Y para eso me despiertas?-le dije.-¡Pero si no hay nadie!

-Siéntese en su localidad.-dijo.

De mala gana obedecí y terminé de ver el infame truño en mi sitio, jurándo en arameo que no volvería a aquella sala, y no he vuelto.

Amiga S., mi consejo es que sigas yendo al cine, porque a pesar de las pantallas diminutas, de la gestapo del cine, de las proyecciones lamentables, de las copias defectuosas, de los retrasos y el precio abusivo de las butacas, las botellas de agua y las palomitas gomosas, sigue siendo maravilloso vivir ese instante de mágica anticipación en el que las luces se apagan y crees que vas a pasar un rato magnífico. Vale, eso cada vez ocurre menos, pero sigue ocurriendo. Y en cuanto a los empleados de seguridad de algunos cines, quizá deberían dedicar sus energías a vigilar los párkings en los que, como en la sala Kinépolis, se roban vehículos con alarmante frecuencia (búsqueda simple en google «robos kinépolis» 74.300 resultados).

Y por supuesto, también deberías ir por tu amigo, porque alguien que no va al cine a ver tu película es lo puto peor.

Atentamente,

Ángela Armero

Por cierto, se me olvidaba comentar que el día 31 de Octubre empieza mi curso para la escritura de guiones de TV. Luego no digáis que no avisé. El que no avisa también es lo puto peor.

EL FINAL DE GEORGE SANDERS

 

George Sanders

Estoy leyendo «Hollywood Babilonia II«, de Kenneth Anger, y aunque no lo encuentro tan fascinante como el primero, sí que hay historias sorprendentes. Por ejemplo, el desenlace de George Sanders.

George Sanders fue uno de los grandes actores secundarios de la época dorada de Hollywood. La mayoría le recordaréis por su papel en «Eva al Desnudo», con el que ganó un ?scar  y también por su rol de Lord Henry Wotton en «El retrato de Dorian Gray». Nacido en San Petersburgo en 1906, emigró de Rusia con sus padres hacia Inglaterra para huir de la revolución bolchevique. Trabajó en una tabacalera argentina y pasó muchas horas en prostíbulos de Buenos Aires. Al volver a Londres, se convirtió en actor de cine y teatro, y poco después desembarcó en Hollywood, donde logró un contrato con la Fox. Pronto le encorsetaron en el prototipo de cínico, se casó con Zsa Zsa Gabor y luego con Magda, la hermana de ésta. Su carrrera comenzó a declinar.

George y Zsa Zsa.

Según escribe Anger, el 25 de Abril de 1972 se mató en Barcelona (según este artículo de «El País» el suceso tuvo lugar en un hotel en el pueblecito playero de Castelldefels) con cinco tubos de Nembutal. No se sabe si llegó a identificarse mucho con su prototipo de cínico o si realmente lo era, porque la nota que dejó en su despedida decía, entre otras cosas, ésta:

«Querido mundo:

Me marcho porque estoy aburrido.»

STEVE JOBS, 1955-2011

Michael Jackson y Steve Jobs deben estar haciendo algo realmente gordo ahí arriba.

Creo que a su manera, los dos eran grandes «entertainers».

Sé que hay mucha gente que detesta a Jobs y a Apple, pero a mí me da igual. Yo soy una admiradora convencida y desde hace muchos años. Incluso desde la época en la que realmente no era demasiado práctico tener un mac en vez de un Pc. Mi padre me regaló este ordenador (bueno, uno como éste) con 17 años y en esa máquina escribí mis primeros textos profesionales, también los de la escuela de cine.

En ese primer mac también pasé horas en el messenger (qué vintage), escribí emails trascendentales (para mí lo eran) y sobre todo, me conectaba a Internet a través del router telefónico que parecía emitir una ruta misteriosa de contraseñas guturales, distinta cada vez, un proceso que a veces fallaba, como si fuera el lanzamiento de un cohete especial. Casi quince años después, estar conectado es algo tan natural como respirar.

Con Steve Wozniak, cofundador de Apple.

A ese mac le han seguido varios. Unos han durado mucho tiempo, otros menos. Mi madre ha heredado uno que milagrosamente aún dura. Tengo un Ipod, tengo un Iphone y me regalaron un Ipad. En casa tengo dos ordenadores Mac. Supongo que ese inventario me convierte en una adicta, pero para un guionista un ordenador es un objeto con el que establecemos una relación muy íntima y más vale que te guste, si tienes que llevártelo a casa, llevártelo de viaje, vivir momentos de triunfo y otros de derrota.

Lo mejor que ha hecho Apple por mí es poder incorporar la belleza a mi vida diaria.

Y creo que eso no es algo superficial. De una forma o de otra, nos pasamos la vida persiguiéndola y a mí por ejemplo me disgusta bastante el Pc de la oficina. Porque es viejo, funciona mal, es feo, el ventilador no cesa nunca, sólo permite mantener dos ventanas abiertas en el navegador y se cuelga varias veces al día. Con esto no quiero decir que el sistema sea malo, ni que un PC moderno y bueno no pueda ser estupendo. Pero si puedo comprarme un mac, lo siento, no me lo voy a llevar a casa.

«Ese es uno de mis mantras: concreción y simplicidad. Lo simple puede ser más complejo: tienes que trabajar muy duro para depurar tu pensamiento y hacerlo simple. Pero merece la pena, porque una vez lo consigues, puedes mover montañas», dijo.

Aparte de lo que Apple ha hecho por mí (y pensándolo bien, lo que yo he hecho por la marca), Jobs también dio vida a Pixar, comprándosela a George Lucas cuando no era nada. Invirtió mucho en ella hasta convertirla en lo que es ahora.  Además, creo que Jobs era un magnífico orador, una persona capaz de inspirar y motivar a millones. Esta es una época cínica en la que se reverencia una forma de fama estúpida y pasajera. Evidentemente, Jobs es un icono del consumo pero también de la belleza y la innovación. Ya había visto su discurso de Stanford, pero me parece magnífico.

Decía cosas como éstas:

«No puedes conectar los puntos mirando hacia delante; sólo puedes hacerlo mirando hacia el pasado. Así que tienes que confiar en que los puntos, de algún modo, conectarán en el futuro. Tienes que confiar en algo- tus instintos, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque jamás me ha fallado y ha marcado una diferencia fundamental en mi vida.»

Este es el vídeo, que supongo que ya habréis visto, si no es así, lo recomiendo.

Requiere mucha valentía vivir obedeciendo a tu voz interior, y supongo que hacerlo sin cierta dosis de talento o de confianza ciega en uno mismo, o ambas cosas a la vez, es una temeridad. Pero es admirable que alguien pase en la tierra 56 años y haya cambiado e inspirado las vidas de tantas personas.