UN MONSTRUO VIENE A VERME

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Conociendo el argumento de «Un Monstruo Viene a Verme», dirigida por J.A. Bayona, me preguntaba ¿qué sentido tiene someterse a un viaje por los peores miedos que puede tener una persona? ¿merece la pena sumergirse en un sufrimiento ficticio que alude a trances que, en mayor o menor medida, todos (y más cuanto mayores nos hacemos) ya conocemos? Yo siento más resquemor ante las películas de personas enfermas que ante el más cruel de los slasher o de tragedias apocalípticas. Al final me decidí. Fui el último día de la Fiesta del Cine, y acabé en primera fila, en una sala llena a reventar, y por supuesto, en versión original.

Ya conocía la novela, publicada por Nube de Tinta, y me pareció en su día brutalmente triste y también hermosa. El autor de la novela, basada en una idea de Siobhan Dowd, Patrick Ness, es también el autor del guión. En cuanto a la adaptación, sin recordar los detalles, diré sencillamente que creo que no se puede hacer mejor. Parece algo sencillo y fácil, pero adaptar la propia novela seguramente es más difícil de lo parece, en cuanto la objetividad es casi imposible de lograr en tanto en cuanto se trata de transformar la propia obra a un lenguaje distinto.

Espoilers a continuación.

Al poco tiempo de comenzar la película mis temores se difuminaron porque me atrapó desde el primer plano. No solo por la tensión o por la narrativa, sino por la emoción, y fue así hasta el final. Admito que hubo momentos de «un soponcio viene a verme», pero me tranquilizaba que la mujer a mi lado, sollozaba con la misma contenida emoción que yo y estuve a punto de ofrecerle un kleenex; y que la experiencia compartida en la sala, quizá algo que las nuevas generaciones no sepan apreciar, es pura magia.

Pero al salir del cine y perderme en las calles, en ese momento de aturdimiento tan agradable, me quedé pensando en cuál era el significado fundamental de «Un Monstruo viene a verme». Muy obvia para algunos, para mí no resultaba tan claro, porque como pasa más a menudo en las novelas que en las pelis, hay más de un tema, más de una conclusión, más de una tecla que sigue haciendo música o a veces ruido cuando ya se ha abandonado la sala.

La conclusión que está más cercana a la superficie en «Un Monstruo…» , que emerge a través de las historias del monstruo y la historia final de Connor es que la realidad es engañosa, que las cosas no son lo que parecen; que hay que aprender a vivir en la incertidumbre y aprender a perdonarse para poder seguir viviendo.  El relato comienza en lo formal haciéndonos creer que lo que está en juego es la curación de la madre, cuando en realidad el objeto dramático es la curación del niño. El viaje de la ira de Connor (interpretado por Lewis Macdougall de forma sobrecogedora) hasta su aceptación es el recorrido de verdad, y el monstruo ejerce de psicólogo, lo cual no deja de ser una premisa original e interesante. El cierre de este tema en concreto tiene un epílogo (la madre también era «paciente» del mismo terapeuta) pero no aporta una conclusión feliz en el sentido clásico del término: aparece la paz donde antes hubo dolor, y con una historia así quizá el cese del sufrimiento, o el inicio de la curación, es la única conclusión posible.

Otro tema evidente es la fugacidad de la vida y lo frágiles son los materiales sobre los que construimos nuestros días. Es un tema sabido y universal, pero tan pronto lo sabemos como lo olvidamos. Quizá nuestra mala memoria forma parte de lo que tenemos que perdonar, de nuestra lucha inconsciente por la supervivencia y la adaptación a las circunstancias. ¿Realmente necesitamos que nos recuerden esto? En todas partes hay enfermedad, injusticia, dolor, muerte y aflicción. Pero la realidad no es la verdad. La ficción es la realidad sublimada, organizada de forma que hasta el daño tiene sentido, el viaje implica una lección. Sin embargo, la realidad en la historia de Connor y Lizzie es peor que la pesadilla. El monstruo es el amigo y la realidad es el monstruo. Aceptar y convivir con una realidad monstruosa es la maduración definitiva para cualquier niño y para cualquier persona. Se trata, también, de una verdad que emerge, como en los relatos del árbol; y esta verdad otorga perspectiva a todos los hechos que nos rodean… Por eso el monstruo habla continuamente del poco tiempo que tiene Connor. Él lo sabe.

Y por último, está el tema que más me interesa: las historias como criaturas salvajes, capaces de desatar el caos cuando son liberadas de sus cadenas. Las historias pueden cambiar tu vida; las historias son fuerzas de la naturaleza y muchas veces escapan a nuestro control, incluso como creadores. Siempre las hemos necesitado y siempre las necesitaremos. Para Connor, la ficción funciona como un bálsamo, como la escucha de su angustia, como espejo que le consuela de un sufrimiento casi insoportable. La realidad, cuando muestra su rostro más crudo, deja pocos resquicios a la poesía y a la belleza. Por fortuna, el arte complementa nuestra visión, nos hace sentir más acompañados y, en ocasiones, nos ayuda a combatir el dolor.

En resumidas cuentas, ¿ha merecido la pena exponerse a vivir tantas emociones sola, en público y en primera fila? Sí, tanto que quizá repita.

 

LA CHICA DANESA

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Hace meses, cuando se estrenó, no sé donde leí que «La chica danesa», la peli de Tom Hooper, escrita por Lucinda Coxon, no merecía la pena. Ayer la vi y decididamente, muchas veces no compensa fiarse de cualquier opinión en redes sociales. Atraída por el tema y la época, antes de verla había leído el libro. Sin ser perfecto, me pareció maravillosamente escrito. Recrea una atmósfera mágica y artística, la de un joven matrimonio de pintores en Copenhague, en 1925, Einar Wegener y Greta Waud. Einar se va transformando en una sofisticada mujer llamada Lili, y Greta, lejos de rechazarle, Greta se mantiene a su lado durante todo el proceso. La historia se basa en la historia real de Lili Elbe, una de las primeras personas en resignar su sexo, que fue adaptada libremente por David Ebersshof en su novela.

El ambiente pictórico se refleja en la prosa, y es un placer leer la novela, en mi opinión, sobre todo las primeras cien páginas. En su parte media tiene un bajón del que se recupera al final. Aún así, es muy recomendable. Sentía curiosidad por ver su adaptación al cine, y aunque suene un poco blasfemo decir esto, creo que la película supera a la novela. Las imágenes son bellísimas. Muestra el aire sofisticado de la Europa de entreguerras, la bruma del puerto de Copenhague, los salones modernistas de las fiestas parisinas, y sobre todo, la complicidad entre Einar / Lili y Greta. La pareja, interpretada por Eddie Redmayne y Alicia Vikander, es creíble y su transformación se cuenta de forma más compacta y coherente en la película. En la novela, Greta apenas se inmuta ante el proceso y aunque esencialmente ocurre lo mismo, parece no conmoverse ante la vida, su vida, que está cambiando ante sus ojos. En cambio, en la película, muestra su humanidad y la complejidad de apoyar a su marido en el proceso de cambio que conlleva una autodestrucción. Redmayne está francamente bien, pero para mí es Alicia Vikander quien roba la película. (Para este papel fueron consideradas Charlize Theron, Marion Cotillard, Gwyneth Paltrow y Uma Thurman; Nicole Kidman quería interpretar a Einar / Lili. Como os podéis imaginar, el proyecto tardó varios años en materializarse.)

Hay otros aspectos, como el pasado de Einar y su recorrido biográfico, que creo que funcionan mejor en la novela. No sé si viendo únicamente la película se entiende la aparición de Hans Axgil, el primer amor de Einar, interpretado por Matthias Schonearts, ese actor estupendo, quizá el auténtico galán europeo (Suite Francesa, De óxido y hueso). Para terminar de hacer la obra una película hermosa en todos los sentidos, una banda sonora maravillosa del omnipresente Alexandre Desplat.

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Lo confieso: «La chica danesa» tiene un montón de ingredientes que me gustan, ya los he enumerado más arriba, y creo que tiene más emoción como peli que como novela. Aunque si hablamos de obras que abordan el tema de la transexualidad, me parece mucho más arriesgada e inteligente «Una nueva amiga», de François Ozon… y Romain Duris resulta mucho más creíble y perturbador como mujer que Lili, por muy divina que sea. ¿Las habéis visto? ¿Qué opináis?

 

 

Por supuesto

AÑOS DE WOODY ALLEN


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La anterior entrada de este blog fue escrita el 3 de Noviembre de 2014, hace casi dos años. El 5 de diciembre de ese año se estrenó «Magia a la luz de la luna». Después de la soberbia «Blue Jasmine», parecía una película aún más intrascendente. Ni siquiera el encanto de la época recreada, de Emma Stone y de Colin Firth la convirtió, a mi entender, en una película interesante. Pero por supuesto un mal Woody Allen siempre es mejor que muchas otras cosas. Como siempre, cada vez que Allen estrena una película, no faltaron quienes se quejaron de que haga una al año, como si fuera una abuela tediosa que nos obliga a ir a su casa a merendar aunque tengamos otras actividades mucho más urgentes. Para mí, lo más sorprendente de la película, aparte del fastuoso vestuario de Sonia Grande, fue ver por primera vez a Colin Firth como un hombre atractivo y no como un señor. Prueba evidente de que me estoy haciendo mayor y de que, estando embarazada como estaba en aquel entonces, ya me gustaban más los tipos con pinta de padre.

Del estreno de Irrational Man, el 25 de Septiembre de 2015, no me enteré. De hecho, descubrí su existencia varios meses más tarde, porque en aquel momento teníamos un bebé de pocas semanas en casa. La vi ayer y solo ahora, para escribir este post después de tanto tiempo, he buscado su fecha de estreno. Utiliza a un brillante y torturado profesor universitario, Abe Lucas, interpretado por Joaquin Phoenix, para navegar la genuina angustia del sentido de la vida a través de un acto radical. Sin ser ni de lejos tan buena como «Delitos y Faltas», mi favorita del director, me gustó bastante. Tiene un diálogo que retrata a Woody Allen: «Es aterrador cuando te quedas sin distracciones». Se entiende que lo de rodar una peli al año no lo hace por dinero… sino por miedo al vacío. Como dice el propio Lucas, «La ansiedad es el vértigo de la libertad.»

Menos de un año después se estrenó «Cafe Society». Dejé al padre en casa con el nene y me fui al cine, hábito que después de los primeros meses he logrado recuperar, aunque casi siempre sola y a horas en las que suelo estar prácticamente sola en la sala.  Disfruté mucho de la película, a pesar de un guión un tanto evanescente (especialmente en sus subtramas), que funcionaba como un gancho para hablar de la nostalgia y del sentido de la vida. Estéticamente maravillosa, y con una bellísima Kristen Stewart (que nunca me lo había parecido, todo el mundo gana con un vestuario estilo Hollywood clásico, supongo), la peli es una evocación del amor perdido que brilla en su sencillez, y que hace rememorar los momentos bellos de la vida que ya no van a volver; la juventud, una cierta ingenuidad a la hora de afrontar las relaciones. Sea por lo que fuere, en mi barrio, en un cine frecuentado en su mayoría por gente de la tercera edad, estuvo hasta hace poco en dos salas a cuatro sesiones al día por sala. ¿Es la nostalgia el gran tema de la gente mayor?

Y ahora, según imdb, Allen está filmando su próxima película, tras haber completado su serie para Amazon, «Crisis in six scenes», este es el trailer (sí, es Miley Cyrus):

En este tiempo, que a Woody Allen desde luego le ha cundido mucho (y digo lo mismo de mí, porque ahora solo me falta plantar un árbol), los blogs han perdido bastante fuelle. Aunque he seguido publicando en Bloguionistas, el microblogging, el opinamiento compulsivo en twitter y Facebook han matado el gusanillo de muchos por bloguear. Pero aquí estoy. Creo que es bueno tener un lugar que no sea binario, ni blanco ni negro, porque aborrezco la pose radical que levanta las reputaciones en twitter, porque me gusta sentarme a escribir y tardar más de dos minutos, y porque lo echaba de menos.

Hay ciertas rutinas que hacen que nuestra vida sea mejor. Escribir, leer, ver series, tomar un café con amigos… Y por supuesto, ver la última de Woody Allen. Anoche, después de ver «Irrational Man», me di cuenta de que mi hijo, si sale cinéfilo que espero que así sea, no podrá ver pasar el tiempo en películas de Woody Allen como lo hemos hecho nosotros toda nuestra vida; que será como el abuelo que alguna vez nos dio pereza visitar pero que forma parte, por suerte, de nuestros recuerdos y de nuestro amor por las películas.