EEUU 2010: Nueva York

Lo que más me gusta de Nueva York es que es un lugar inabarcable y misterioso, casi imposible de comprender. Supongo que los neoyorquinos nativos o de adopción habrán llegado a hacerse una idea de lo que significa una ciudad tan compleja, pero a mí lo que me seduce es la sensación de que su realidad siempre me supera, siempre está más allá de las ideas preconcebidas que pueda tener o de las conclusiones que pueda extraer a partir de las visitas.

Está el Nueva York de «Sexo en Nueva York» y «Gossip Girl», el de «El Padrino» y el de «Atrapado por su pasado», y también el de «La Conversación.» Por supuesto el de «Manhattan» y «Annie Hall», el de «Seinfeld» y el de «Taxi Driver», «West Side Story» e innumerables ejemplos más. Todos son tan falsos como ciertos, y casi podría sentirse que la ciudad puede ser diferente según quien la observe e incluso su momento personal. Puede ser un lugar áspero, difícil, con una climatología complicada, donde desplazarse es arduo y relacionarse también, pero del mismo modo puede ser la puerta del éxito, el desfile del poder, el dinero y la cima del mundo. («If I can’t make it here I’ll make it anywere…») Yo me quedo con la visión incompleta y nunca definitiva, con la sensación de que detrás de cada pared ladrillo hay un enjambre de vidas latiendo, de idiomas trepando por las ventanas, un torbellino de historias, culturas y secretos que yo no puedo comprender, algo así como el Nueva York impenetrable e infinito de las novelas de Paul Auster.