Entrevista, Día 2 y Día 3

Honestamente, cuando escribí este cortometraje pensé en hacer algo ultrasencillo y ultrabarato. No ha sido ni barato ni sencillo. María la jefa de producción y yo nos las vimos y nos las deseamos para encontrar una localización adecuada. Es un despacho donde sucede una entrevista de trabajo y acertar con ese espacio era una de las claves. María se vió unas cuantas docenas y yo con ella, y al final dimos con el sitio perfecto (perfecto después de pasar por el arte de David Temprano.) Se podría haber hecho en muchos sitios, pero la idoneidad de ese sitio se pagó. Trabajar en plan coste cero seguramente te da mucha libertad, pero personalmente prefiero pensar que todo lo que ha requerido este corto lo hemos tenido. Y eso ha sido un lujo que hay que agradecer a la productora. Y en cuanto a la sencillez de un decorado principal y pocos actores… pues digamos que no es fácil sostener quince páginas con las mismas personas en el mismo sitio. No hay nada fácil. O al menos para mí, no lo hay.

Una vez llegamos al hotel, nos pusimos enseguida a trabajar con Luis Callejo y Juan Díaz. No sé qué puedo decir de estos dos. Son unos actores fantásticos, y me lo pasé pipa viéndoles trabajar (¿está demodé lo de pasárselo pipa?), igual que en los ensayos. Es bastante marciano ver cómo lo que has escrito cobra vida, a veces de la forma que te imaginabas, a veces mucho mejor. Ignacio el director de foto consiguió una atmósfera a mi entender maravillosa y de forma práctica y ultraeficiente. Y empezamos a quemar páginas de guión y pasárnoslo muy bien. A la hora de la comida nos sorprendió la noticia del fallecimiento de Luis García Berlanga y nos hizo recordarle el resto del día.

El sábado por la noche llegué a casa y me puse a ver la Noria, actividad de la que soy consciente que no es muy bueno alardear pero que me suele relajar (a pesar de los berridos.) La combinación de haber dormido poco, el mogollón del rodaje y la tensión, la excitación y el darse cuenta con una mezcla de adrenalina y temor de que quedaban aún dos días más casaba muy mal con ver la Noria, con el ambiente de sábado que se respiraba en las calles. Es otro mundo, el tiempo se dilata y se contrae continuamente y la percepción del resto del mundo en esos días se me hizo extrañísima. Será la falta de costumbre; el caso es que me pareció rarísimo estar allí sentada viendo un debate absurdo, como si fuera algo que antes entendiera y ahora ya no.

El domingo fue el día más difícil, pero no puedo contar por qué sin incurrir en spoilers así que no lo haré. Suele suceder que los días más duros son los días en los que más se aprende, aunque idealmente a nadie le gustaría repetirlos. Supongo que hacer cortometrajes es una forma muy cara o muy sofisticada de aprender a contar historias y por ello es normal encontrar importantes lecciones en los errores que uno comete; yo al menos espero que si hago otro corto cometer unos nuevos, no los que he podido cometer en este. Creo que lo más difícil de dirigir es tener una visión y protegerla. Al tiempo es un trabajo en equipo y hay que escuchar todo aquello que pueda enriquecer o mejorar la puesta en escena porque con frecuencia es mucho mejor que lo que una ha pensado. Creo que lograr el equilibrio entre escuchar y conservar las propias intenciones es lo más difícil de todo. Además creo que la visión jamás puede surgir en el rodaje. Para eso está la preparación. Luego surgen problemas y hay que adaptarse a ellos, y eso también es muy complicado. Qué trabajo más difícil, caramba.

Así que el domingo llegué a casa derrotada. Los problemas surgidos a lo largo del día me dejaron agotada y me preguntaba si tendría energía o claridad mental para finalizar con éxito el rodaje, y lo que es igual de importante, si sería capaz de disfrutar de ese último día. No lo averigüe hasta el día siguiente, el lunes 15 de Noviembre.

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