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jueves, agosto 23, 2007

Libro homenaje a Escher de Alfredo Espinosa

Agosto 8 de 2007. Fuente: Universidad de Chihuahua

El Dr. Alfredo Espinosa Aguirre, reconocido autor Chihuahuense presentó su libro de poesía visual, En el Corazón del Sinsentido, en homenaje a Maurits Cornelis Escher, el pasado 8 de agosto en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros.

Esta obra literaria es editada con el apoyo de nuestra Alma Mater dentro de la Colección Editorial Flor de Arena.

Esta edición dedicada a Escher, de origen holandés, que con su talento artístico retrató la forma realista del paisaje y la arquitectura que encontró a lo largo de su vida, fue presentada por el autor con gran éxito en el Encuentro Internacional de Poesía celebrado en el mes de junio en Sao Pablo, Brasil.

El rector C.P. Raúl Arturo Chávez Espinoza manifestó que con este hecho se avanza y a la vez se cumple con el propósito de la misión de difundir la cultura universitaria.

Por su parte, el doctor Espinosa Aguirre, informó que En el Corazón del Sinsentido, es un poema visual extenso, un libro de arte, una bella construcción poética con gran valor no solo por su riqueza estética, sino por su originalidad y carácter innovador.

Es tal vez el único poema visual de largo aliento publicado después del caligrama Li -Po, de José Juan Tablada en 1920.

De esta forma, Espinosa Aguirre, indicó que este poema es un homenaje a Maurits Comelis Escher, un extraordinario artista plástico holandés cuya obra se caracteriza por crear universos mágicos carentes de lógica, en el que las cosas se encuentran en una constante metamorfosis, donde el fin es el inicio, las muros son pisos, lo que sube baja, lo que se aleja se acerca y todo es parte de un complejo laberinto de perspectivas imposibles que confunde, asombra y ºdeslumbra.

Los presentadores del libro serán Martha Legarreta Rothe qien se hizo cargo de la dirección artística para esta obra de expresión literaria, así como Ángela Sequeiros y Daniel Castillo.

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viernes, agosto 10, 2007

MC Escher autorretrato



No me parece
ni el espacio
ni la posibilidad,
yo no sabía exactamente qué era,
y no experimentaba la necesidad de pensarlo;
eran palabras
inventadas para definir cosas
que existían
o no existían
frente a
la urgencia apremiante
de una necesidad:
la de suprimir la idea,
la idea y su mito
y de hacer reinar en su lugar
la manifestación trotante
de esta explosiva necesidad:
dilatar el cuerpo de mi noche interna,
de la nada interna
de mi yo
que es noche
nada,
irreflexión,
pero que es explosiva afirmación
de que hay
algo
a lo cual puede ceder lugar:
mi cuerpo.

(A. Artaud)

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domingo, agosto 05, 2007

Cabinas telefónicas - Richard Estes


Cabinas telefónicas, 1967-1968
Acrílico sobre masonite. 122 x 175,3 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Está expuesto en el Thyssen de Madrid, junto con una pequeña pero espléndida muestra de sus cuadros hasta el 16 de septiembre. Traemos a este artista realista, a propósito de su gusto por representar los reflejos y sus distorsiones, una obsesión artística que comparte con Escher. A continuación reproducimos la ficha de la exposición realizada por el Museo.

Richard Estes (Kewanee, Illinois, 1932) es conocido como uno de los fundadores del movimiento pictórico fotorrealista que nació en los Estados Unidos a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta del pasado siglo. El artista, sin embargo, no se siente identificado con esa etiqueta y prefiere ser considerado simplemente como un pintor en el sentido tradicional de la palabra. Su pintura no se agota en la alusión a la fotografía. Estes nunca se limita a calcar una proyección fotográfica, sino que construye una verdadera composición pictórica utilizando diversas tomas fotográficas como materiales auxiliares, pero acudiendo al mismo tiempo al dibujo, la perspectiva o el estudio de la luz.

Aunque haya pintado también paisajes de la naturaleza, Richard Estes es ante todo un pintor de ciudades: Chicago, París, Venecia, San Francisco, Praga, Barcelona, Londres, Córdoba, Florencia... y especialmente Nueva York, la urbe a la que ha dedicado una atención más temprana y más prolongada. Manhattan constituye la matriz de todas las ciudades que Estes ha pintado, como Central Park es el modelo de todos sus paisajes campestres, y la Bahía de Nueva York engendra todas sus vistas acuáticas, desde el Gran Canal hasta el Mar de Mármara. En las vistas de ciudades de Richard Estes hay infinidad de signos que nos hablan de un tiempo y un lugar: los modelos de automóviles, las vallas publicitarias, los escaparates, hasta la ropa que visten los peatones. Pero más allá de ese componente efímero, la ciudad, cada ciudad, se despliega en la obra de Estes como un cristal, como una estructura cristalina que tiene infinitas facetas y que reaparece siempre idéntica y siempre cambiante.

El realismo de Estes no es una reproducción pasiva de lo que vemos, sino más bien un cuestionamiento de lo visible. Ése es el sentido del uso casi obsesivo de los reflejos. Desde que en 1967 pintó el edificio Flatiron reflejado en la chapa de un automóvil, los reflejos aparecen por doquier en la obra de Estes: en la carrocería de los coches y los autobuses, en los cristales de los escaparates, en el agua. Estas superficies reflectantes no son lisas y uniformes; están llenas de olas y remolinos que alteran y deforman lo que se refleja en ellas. Al desplegarse sobre estas superficies, los objetos reales se convierten en monstruos fantásticos e irreconocibles, como los desnudos femeninos en las fotografías de André Kertesz. A veces, nuestra única percepción del mundo real en la pintura de Estes se da a través del reflejo, y en él, el mundo aparece invertido, fragmentado y distorsionado.

Otras veces el mundo se desdobla. Una pared de cristal atraviesa el espacio en profundidad y lo divide en dos mitades: dentro y fuera del autobús, dentro y fuera del escaparate. Durante una gran parte de su carrera, Estes se ha concentrado en explorar esa ambigüedad del cristal que a veces transparenta y a veces refleja y otras veces aun refleja y transparenta a la vez, confundiéndolo todo. Los escaparates son lugares mágicos, donde conviven reflejos y transparencias, donde se interpenetran exterior e interior. Todo esto recuerda al juego de Monet en sus tardíos jardines acuáticos: reflejos y reflejos de reflejos donde perdemos el sentido de la sustancia y hasta del arriba y el abajo. Richard Estes, en fin, no es un realista sin cabeza, sino un pintor que nos complica la visión de la realidad. Es un artista barroco que se complace perversamente en los trampantojos y los espejismos. Es un creador de laberintos donde lo natural y el artificio, la realidad y la apariencia, son invitados a un baile de máscaras.

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