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miércoles, noviembre 29, 2006

Del mar espero barcos, peces, olas


Enrique Lihn (1929-1988)

Del mar espero barcos, peces, olas
del cielo nada más que sol y viento,
la lluvia, el arco iris y el aliento;
de la tierra no verme en ella a solas.
Espero de la tierra no hacer colas
ni así hormiguear buscando mi sustento;
quiero en todo ganar el mil por ciento
y pasármelo todo por las bolas.
No quiero nada más que lo imposible
yo que, modestia aparte, lleno el mundo:
el pez más grande y menos comestible:
hacer en paz la guerra a medio mundo
y a la otra mitad. Indestructible,
plaga del pobre, horror del vagabundo.

jueves, noviembre 23, 2006

Mariposas de Escher ¿o de Nabokov?

La metamorfosis
Por Vladimir Nabokov

Había un filósofo chino que toda su vida se preguntó si era un filósofo chino que soñaba que era una mariposa o una mariposa que soñaba que era un filósofo...La metamorfosis... La metamorfosis es algo extraordinario... Pienso sobre todo en la metamorfosis de las mariposas. Aunque sea algo maravilloso de observar, la transformación de la larva en crisálida, o de la crisálida en mariposa, no es una operación particularmente agradable para el sujeto en el que tiene lugar. Siempre llega un momento difícil en que la oruga se siente invadida por un extraño malestar. La sensación de estar apretado acá, al nivel del cuello, y también en otros lugares; y luego hay una picazón insoportable. Por supuesto, la oruga ya ha mutado varias veces, pero eso no era nada comparado con el cosquilleo y el hormigueo que siente ahora. Debe librarse de esa piel seca, demasiado estrecha, o morir. Lo han adivinado: debajo de esa piel se está formando la coraza de una crisálida, ¡y qué incómodo debe ser llevar una coraza debajo de la piel! Me refiero aquí especialmente a las mariposas con una ninfa dorada, cincelada, que se aferra a un soporte y se mantiene suspendida en el aire.La sensación llega a ser tan horrenda que la oruga debe hacer algo. Sale en busca de un emplazamiento adecuado. Lo encuentra: se trepa a un muro o a un tronco. Se fabrica una pequeña almohadilla de hilo de seda que adhiere por encima a su perchita. Se cuelga de ella con la extremidad de su cola o sus últimas patas traseras, de manera de quedar boca abajo, como un signo de interrogación al revés; y allí se plantea la pregunta: ¿cómo hará para deshacerse de su piel? Una contorsión, otra más... y la piel se desgarra de golpe a lo largo de toda la espalda, y he aquí a la oruga que se deshace de ella moviendo los hombros y las caderas, como quien se libera de una ropa ajustada. Y entonces llega el momento más crítico. Supongamos que estamos suspendidos cabeza abajo, colgados de nuestro último par de patas. El problema consiste en evacuar la piel entera, incluida la de esas dos patas que nos mantienen suspendidos... ¿Cómo haremos para no caer durante la operación?¿Y qué hace entonces ese animalito valiente y tenaz, ya medio despellejado? Muy meticulosamente empieza a liberar sus patas traseras retirándolas de la almohadillita de seda de la que cuelga invertida, y luego, con una sacudida y una torsión admirables, da una suerte de salto que le permite desprenderse de la almohadilla, al mismo tiempo que suelta un último chorro de hilo de seda y enseguida, en el mismo movimiento, vuelve a sujetarse con un ganchito ubicado bajo la piel que ya se ha quitado de encima, en el extremo de su cuerpo. Ahora, gracias a Dios, ha perdido toda su piel, y esa superficie desnuda, dura y reluciente es la ninfa, una suerte de bebé fajado agarrado a la ramita; y qué hermosa es esa crisálida toda tachonada de oro, con sus élitros blindados. Comienza entonces una fase que dura entre algunos días y algunos años. Recuerdo haber conservado en una caja, siendo niño, una ninfa de esfinge durante unos siete años, lo que significa que la cosa permaneció dormida durante todos mis estudios secundarios. Finalmente hizo eclosión, pero lamentablemente fue durante un viaje en tren. Un hermoso ejemplo de irracionalidad, después de todo ese tiempo... Pero volvamos a nuestra ninfa de mariposa.Después de dos o tres semanas, algo empieza a producirse. La ninfa está suspendida, absolutamente inmóvil, pero un día notamos un cambio: a través de los élitros, varias veces más pequeños que las alas de un insecto formado, bajo la textura córnea de cada uno de ellos, vemos cómo se transparentan las líneas en miniatura del ala que ha de nacer, el adorable rubor del fondo, un esbozo de contorno negro, un ocelo rudimentario. Uno o dos días más y la metamorfosis final tiene lugar. La ninfa se desgarra como se había desgarrado la oruga, en la gloria de una última mutación, y la mariposa se escabulle hacia el exterior y se queda suspendida de laramita para secarse. Al principio, toda húmeda y arrugada, no es muy linda que digamos. Pero esos accesorios fláccidos que liberó pronto empiezan a secarse, a crecer, sus vénulas se ramifican y endurecen, y en no más de veinte minutos la mariposa está lista para volar.(...) Se preguntarán ustedes qué se siente en el momento de la eclosión. Seguro que hay una ráfaga de pánico que sube a la cabeza, una extraña excitación que ahoga, pero luego los ojos se abren y ven, y en un aflujo de luz la mariposa ve el mundo, ve el rostro enorme y terrible del entomólogo boquiabierto.Ahora pasemos a la transformación de Jeckyll en Hyde.
Este texto es un fragmento redactado por Nabokov para uno de los célebres cursos que dio en Cornell y en Wellesley en los años 1940 y 1950. El curso, que debía versar sobre el libro de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde, nunca fue dictado.

domingo, noviembre 19, 2006

arriba y abajo


El charco mostraba la capacidad para subvertir las imágenes através de una simetría basada en un eje vertical. Abundando en este aspecto Escher ofrece en Arriba y Abajo la posibilidad de abordar una escena desde dos puntos de vista relacionados pero distintos entre sí; por un lado el personaje sentado en la escalera, por otro, el asomado en la ventana. Esto se logra fijando la perspectiva a nivel del suelo y a nivel del techo.

La yuxtaposición de puntos de vista no es habitual en el arte, si bien en el siglo XX se comenzó a dar con más frecuencia. Así tenemos el relato Rashomon (y la película en que se basa) y numerosas escenas de películas de finales de los 60 y de los 70 en que en lugar de emplear el juego de plano-contraplano se simultanean ambos mediante una separación vertical en la pantalla.

Asimismo evoca una de las revoluciones científicas del siglo XX, la revisión del principio de relatividad de Galileo y de Newton por parte de Einstein y Lorentz.

Llama la atención en esta imagen la aparición, frecuente en muchas de las obras de Escher de la escalera. Estas escaleras son símbolo de la aspiración de mejora del artista, y que bajo la peculiar visión de Escher se convierte en un ascenso incierto, esto es, en un caso particular de cinta de Möebius.

domingo, noviembre 12, 2006

un charco


El charco de Escher es quizá una de sus obras más sencilllas, pero no por ello menos sugerente que otras. Contrasta el paso del hombre por el camino, con pisadas y huellas de rodadura, con lo natural y traslúcido del bosque invernal. Contrasta la horizontalidad del camino con la verticalidad de los árboles. El suelo y el cielo. De alguna forma el agua ocupa el espacio de los vestigios de nuestra memoria.

Recuerda a la conocida frase de Stendhal sobre que la novela es un espejo a lo largo de un camino, aunque es obvio que la intención es otra. No obstante el camino está ahí quizá un momento transitorio hasta que un nuevo coche o una nueva pisada altere esta composición fugaz. En este caso el espejo refleja lo eterno del cielo, pero a su vez es un espejo efímero y líquido. Intuimos que en este lugar no se reflejará ningún narciso, ni sea traspasado por Alicia alguna. Y es que aunque se diga que somos polvo en el fondo somos mayoritariamente agua, agua de mar.