Rodar y rodar
Por fin he logrado retirarme a Piles y ya puedo volver a escribir aquí.
Conseguí llegar sano y salvo, nos trajeron a Anusca y a mí Eugenia y Alberto Olmos.
De momento aquí no han prohibido demasiadas cosas y es de agradecer, pues parece que han prohibido en Cataluña los toros, en nombre de… ¡los animales!
Toma castaña.
Es impensable prohibir el botellón de los jóvenes en nombre del derecho a dormir de los trabajadores, tampoco se puede prohibir el ruido en nombre del derecho a la tranquilidad de los demás, ni por supuesto prohibir la publicidad telefónica y que no te llamen sin parar para ofrecerte ahorros increíbles. Ahora bien, si se trata de los animales… ¡amigo, eso es otra cosa! Los animales, esos mismos que nos comemos y torturamos en mataderos, se lo merecen todo.
Según he oído, los catalanes tienen una propensión incurable a las prohibiciones. Aman los reglamentos. Les excitan las ordenanzas. Adoran las limitaciones. He oído que tienen leyes cuarteleras sobre casi todas las cosas concebibles, desde la rotulación de las tiendas al doblaje de las películas. Aquello debe de ser un paraíso hecho a medida de cabos furrieles. Todas esas leyendas de la mili, donde arrestaban a un escalón si se tropezaba en él un teniente, parecen hechas a la medida de Cataluña, donde las autoridades van a ofrecer trofeos deportivos a un pequeño tótem dizque de una virgen.
Aquí, en cambio, se está tranquilo y no hay casi nada prohibido.
El problmea es que, entre unas cosas y otras, me desbaraté la espalda.
El caso es que pasaron por Madrid unos amigos alemanes, Beate y Frank.
En 1986 yo vivía en Boston y allí los conocí, y ese verano nos fuimos juntos a recorrer Estados Unidos de costa a costa, de Boston a San Francisco, durante dos semanas en dos coches que teníamos que llevar hasta San Francisco.
Mi impresión del país fue que sobraba naturaleza, había demasiados bosques y demasiado grandes, animales para parar un tren, ríos caudalosos y sembrados inmensos, había insectos, mapaches, truchas, de todo en exceso, daba una sensación muy poco tranquilizadora, como si los asentamientos humanos fueran provisionales, poco duraderos y muy escasos. En cuanto salías de una de las poquísimas ciudades que hay allí, estabas en la vorágine, tronco, en plena naturaleza, en la manigua o así. En la mayor parte del país ni siquiera hay aceras, con eso te lo digo todo. Para echarse a temblar.
Cruzábamos desiertos, junglas y estepas, y de vez en cuando había un cartel que indicaba una «Reserva Natural», pero era imposible ver la diferencia entre el paisaje a uno y otro lado del cartel: ¡todo era maldita naturaleza depredadora e insaciable! ¡Todo era exuberancia casi cancerosa!
Recuerdo bien cómo se nos empañaron los ojos de lágrimas al bajar de la presa Hoover y ver, a lo lejos, en el horizonte tembloroso del desierto, un resplandor fulgurante… ¡Las Vegas! ¡Por fin un paisaje humano! Había prostitución, juego, alcohol, armas de fuego, tabaco, un apacible entorno artificial y con aire acondicionado, un ambiente rico en nicotina, ironía, retranca y escepticismo, y sin los sobrecogedores mosquitos mutantes.
Nos quedamos una semana, para recuperarnos de aquella indigestión de inhóspitos, desangelados, entristecedores espacios naturales.
Hace años, desde 1995, que no voy a ese país, pero confío en que por fin hayan conseguido poner coto a tanta naturaleza superflua, incómoda y monótona, espero que hayan hecho progresos y multiplicado los bares sórdidos, los estancos, los hoteles para encuentros clandestinos, las librerías, en fin, una vida humana de verdad.
Bueno, el caso es que Frank y Beate, veinticuatro años después, tienen tres hijos. Con eso no contaba yo.
Nos fuimos a dar unos paseos, montamos en Teleférico y al final, en una ladera del Parque del Oeste, a mí se me ocurrió echarme a rodar tumbado en la hierba. Los niños se apuntaron en el acto.
Tal que así.
Tras dos o tres rodadas, no sé qué me hice, pero no podía respirar, me dolían las costillas, me costaba tragar saliva e incluso whisky, y el tabaco había perdido parte de su sabor.
-Ya no estamos en edad de esto -me dijo Frank.
-Con lo que yo era: un campeón en rodar por laderas de hierba hasta sentir mareo…
-Quién te ha visto y quién te ve, Reig.
Recordamos pues los viejos tiempos, a nuestros amigos agentes de la CIA reclutados en la Fletcher School, los caprichos de aquella francesa, la sala de fumadores que entonces había en la civilizadísima universidad de Tufts, donde yo enseñaba, los whiskies en el Jumbo’s, los bares malvados de Combat Zone y las cervecerías de Quincy Market, la langosta del No Name’s, las partidas de ajedrez y aquellas noches en que fumábamos sin parar sobre la alarma de incendios para ver salir a las vecinas en camisón, siguiendo las instrucciones al pie de la letra (los norteamericanos, como los catalanes, no pueden evitar cumplir los reglamentos sin parar, debe de ser algo metabólico).
Cuando Frank y Beate siguieron viaje, aun convaleciente de mi obstinación en hacer el payaso, me vine a Piles.
Y aquí, de vuelta también a este blog.
«Según he oído, los catalanes tienen una propensión incurable a las prohibiciones». ¿Qué sandez es esa? Infórmate bien Rafael o demuéstralo. Lo de los toros, lo han propiciado personas en defensa de los animales. Si a ti te parece normal que torturen públicamente a un animal hasta la muerte en un espectáculo y lo llamen ‘fiesta’, háztelo mirar. Por mucho que no te gustaran la naturaleza y los animales de EEUU que, por cierto, a mí me parecieron sencillamente magníficos. Ya ves, para gustos colores.
«a mí se me ocurrió echarme a rodar tumbado en la hierba»
Con doble dativo de miracómomolo.
Un genio, Reig, es usted un genio.
Menos mal que has aparecido,creía que habías dejado el blog. Lo de la prohibición de los toros me parece muy bien ,ójala que no se mataran animales ni se torturaran en ningún lugar del planeta. Sería incapaz de tirarme rodando como vosotros pero debe ser muy divertido. Feliz verano. Me alegro de ver que sigues con el blog.
En efecto Reig,
«los catalanes tienen una propensión incurable a las prohibiciones».
Así somos. Nos encanta prohibir la barbarie, dejar al margen a las personas que disfrutan haciendo sufrir a los animales, sobre todo si son mamíferos superiores y sufren con los pinchazos exactamente igual que un humano. Y sobre todo si ese sufrimiento es gratuito y no tiene otro fin que satisfacer el particular capricho de un puñado de gente insensible, que maneja un concepto de arte discutible y discutido.
«Aman los reglamentos. Les excitan las ordenanzas».
En efecto, nos encantan los reglamentos que mantienen vivo y activo nuestro patrimonio lingüístico y cultural, nos excitan las ordenanzas que impiden que seamos fagocitados por el Estado Centralista Imperial.
«Adoran las limitaciones».
¡Y cómo no! Siempre hemos adorado que se limite a todos aquellos desalmados que se entregan con fruición a causar daños, afrentas y dolor a nobles animales. Por cierto que, como europeos civilizados, también adoramos limitar los ruidos que no dejan dormir ni descansar a los ciudadanos honestos.
«He oído que tienen leyes cuarteleras sobre casi todas las cosas concebibles».
Bueno, para el antisocial casi toda ley es «cuartelera» por definición; pero para leyes «cuarteleras» las del retrasado Estado español, único estado europeo, junto con Rusia, que persigue la libre por la fuerza de las armas los derechos a su propia identidad de los ciudadanos.
«Leyes para la rotulación de las tiendas… el doblaje de las películas».
Efectivamente, nos encantan las leyes que defienden la pervivencia de nuestra lengua frente al invasivo castellano, lengua esta que cuenta con 400 millones de hablantes y no sufre el menor peligro, a pesar de lo mal, horrendamente que se habla en la metrópoli. (Hay que irse a Sudamérica para oír castellano hilado y que no dé dentera).
«Aquello debe de ser un paraíso hecho a medida de cabos furrieles.»
Pues no crea, es mucho más «paraíso de cabos» y chusqueros la militarista y golpista España, que pretende imponer nacionalidades a «machamartillo», o sea por la fuerza (de las armas, evidentemente). Porque en Catalunya nunca hemos pretendido que los manchegos o los zamoranos se sientan catalanes, ¿lo sabía? Ni que hablen catalá, ¿lo sabía? Mire por donde, ES AL REV?S.
«un pequeño tótem dizque de una virgen».
¿Totem de virgen, decía usted? Eche una ojeada a lo que hacen en Valladolid o en Sevilla en Semana Santa, porque me parece observar ciertas lagunas en su formación.
Se te echaba de menos.
No, Reig, en Cataluña no han prohibido los toros, sino torturarlos y matarlos para diversión de personajes como tú. Y si eres capaz de comparar la molestia de que de vez en cuando te llamen por teléfono de Movistar con el sufrimiento de miles de toros, es que el whisky ya te ha embotado el cerebelo. Lo mismo que matar para comer y matar para divertirse. Por lo menos tú no nos vienes con las tonterías del nacionalismo catalán metiéndose con España. Algo es algo.
«No hay aceras en la mayor parte del país», dice Reig. Algo de eso tengo oído alguna vez. Como no es posible que la mayor parte de un país (a no ser que se trate de Singapur o de Mónaco) sea zona urbana, entiendo que eso se refiere a que no hay aceras en donde debería de haberlas; es decir: en las áreas urbanizadas. Como eso me resulta un poco extraño pido aclaración sobre ello: ¿Es verdad que hacen las calles sin aceras? Si es así, ¿a qué se puede deberse esa falta de previsión?
Buenas tardes y felices vacaciones a todos. Parece mentira que a estas alturas algunos se dejen llevar por los desarreglos neuronales que provoca el calor y se dediquen a contestar con toda seriedad los sarcásticos e inofensivos comentarios de Rafael. Qué frases tan agudas, qué capacidad de raciocinio, qué chicos tan listos. Un bañito en la pisci y a relajarse, camaradas.
Y el Reig estará riéndose de todo el mundo en su apacible retiro vacacional. Qué categóricos se ponen los adalides de la libertad cuando uno se mete con su chiringuito armado sobre la propensión de actos normativos.
No se sulfuren amigos, sin duda los catalanes no sólo son un ejemplo a seguir, sino también una demostración de la aptitud que no tomar.
¿Si cierro con un «Yo soy español, español, español»; también seré considerado retrógado, misógino, borracho, pendenciero, torturador taurino y teniente coronel en potencia?
Relánjese compañeros, que todavía, para algunos como yo, es verano.
Un abrazo muy fuerte.
¿Libertad para ver toros, o derecho a prohibir el maltrato animal (se considere arte o no)?
¿Una cuestión de libertad para contemplar esta crueldad rayana con el sadismo, de quienes disfrutan viendo este ensañamiento (por mucha arte y poderío que tenga el torero), de libertad para decidir si contemplarlo o no (con la degradación moral que supone, a mi entender, tal espectáculo bochornoso); o una cuestión de equiparar el sufrimiento del toro por el que se pudiera afligir a una vaca o a un tigre, por poner algún ejemplo?
¿Que el toro de lidia se extinguiría? Bastaría con que se gastaran en reservas naturales una cuarta parte de lo q hoy emplean en financiar la tortura animal para evitar tal drama? Bueno, ¿y por qué no toreamos entonces al lince ibérico? Ah, claro, es por el arte.. y el simbolismo patriotero, claro (no en tu caso, lo sé, pero sí de la mayoría). Eso es más importante.
En Cataluña, la ley de maltrato animal recoge a los toros de lidia como excepción. Si toreasen a una oveja, incurrirían en un delito penado con cárcel.
¿Una pelea igualada? No hay más que ver cómo suele quedar el marcador.
Si se trata de independentismo, ¿qué hace tanta gente en Madrid y en toda España manifestándose por abolir estas prácticas (artísticas y tradicionales, claro)?
¿Por qué no harán esos politicuchos uso de menos palabrería vacía e inocua, y más sentido común? ¿Tan esencial para este país es mantener esta tradición? Si hubiera, es un suponer, un referéndum nacional, ¿qué piensas que pasaría? Si en el fondo, todos lo sabemos.. Claro, pero es que se trata sólo de libertad. ¿Sí? ¿Es eso? ¿Al final tan sólo se trataba de la simplez y vulgaridad de atacar a la libertad de los demás? ¿De eso se trataba finalmente, sin más? La libertad: el argumento por excelencia (sin matices, sin atenerse a nada más). Libertad: la palabra que se come a todo argumento. La palabra con poderío, la que lo dice todo, la que lo justifica todo.
¡Libertad! ¿Así de simple?
Pues ni se imagina la cantidad de cosas que se me ocurren para pedir, qué pedir.. !exigir! esa libertad. Una lista interminable. Y que en caso de cumplirse, sí me sentiría orgulloso de cantar ese !Viva! o lo que venga al caso.
Los catalanes resulta que quieren y deciden no permitir excepcionalizar a la figura del toro en su legislación sobre el maltrato animal.
Bien, ¿y qué? ¿tan importante es para los demás que aquellos que asistían a esos espectáculos puedan seguir haciéndolo? ¿Tan justificable nuestra ira?
Oiga, y por qué no la reconducimos entonces hacia elementos mucho más importantes? ¿y patrióticos, dicho sea de paso, aunque no con tanto simbolismo?
¿Cuánta gente parada habría en estos momentos si hubiéramos tenido las condiciones precarias laborales (con facilidad de despido incluida) que nos quieren imponer? ¿6, 7 millones?
¿Es (sólo) nacionalismo catalán (algunos diputados habrán hecho uso del mismo para decidir, pero no me creo que la mayoría); o (también) entra a trapo el nacionalismo español en todo este embrollo y su reacción gigantesca de la que sigue siendo esa minoría protaurina? ¿Tan «peligroso» (si se puede calificar así) podría ser tanto lo uno como lo otro?
!Viva España! Y (con ello, o por ello) todo el simbolismo patriótico de nuestra tierra!
!Señor, sí, señor! Me identifico
!Libertad para la tauromaquia, para flexibilizar el despido, para incentivar la alternancia política a la alternativa… etc etc etc (es decir, ser un ser liberal), qué más da, sea lo que sea, todo mezclado si hace falta, el caso es justificarlo todo con ese magnífico y grandioso vocablo.
Sólo que la libertad acaba donde empieza la del otro, eso ya se nos olvida muy a menudo. (Y vaya que si animales incluidos.. haya arte alguno en denigrante espectáculo o no).
Sí, ya sé, ya sé, que mucho de lo que he dicho no va contigo, y que en tu caso no es por patriotismo ni por tradición, ni nada de eso, simplemente te gusta. Y aunque no fuera así, prefieres que el resto tenga libertad a asistir a estos espectáculos. Porque consideras más importantes otras cosas que andar prohibiendo todo lo que tenga q ver con el ecologismo y los derechos de los animales (¡porque el hombre aún no los ha consolidado ni para él mismo!).
Sí, okais, pero insisto. Una cosa no elimina la otra.
Las películas de Almodóvar y los cuadros de Barceló, por poner un ejemplo, por mucho que no le gusten a uno, no hacen daño a nadie (incluidos seres vivos animales) sino que es cultura que nos puede gustar a unos más y a otros menos. Y digo yo si tendrá que ver eso (por poner el caso) con el supuesto ?arte? (caso de que lo sea) de matar con tanto sufrimiento a un animal? ¿Se mezclan peras con manzanas?
¿Tendrá q ver el hecho, por ejemplo, de que seamos carnívoros (y matemos para alimentarnos) a que nos demos la licencia suprema de poder torturar al animal con el que queramos hacer ?arte? y no torturar al de otra especie? ¿o incluso ya puestos torturarlos cuando se caza? Si quieren organizar peleas de perros o gallos, o tirar con arco a los perros que van a sacrificar para establecerlo como deporte nacional, pues que nadie le diga lo contrario, porque la moral es muy particular y relativa: es que tienen libertad ¿verdad?
Sí, cierto es q los superecologistas y anti-taurinos que se manifiestan son acomodaticios, que hay pobreza y muerte q como no nos es cernana, la miramos como de lejos y van a por lo visual y contundente. Pero sin embargo prefiero esa opción a la de mantenerse impasibles para con todo. Lo más importante es eso: más importante, pero no quita que el resto de cosas las tengamos que olvidar por completo.
PD: Me alegra tu vuelta al blog: por un momento pensé que lo dejarías sólo por hacer lo contrario 🙂
Hombre, es que si además de tener que soportar a Camps, Fabra, Barberá y sus secuaces, se pusieran a prohibir cosas, Valencia daría miedo. Y nada más lejos;-)
Por lo demás, muy de acuerdo con el comentario de menda lerenda.
Jejeje, muy buena esta.
Lo más triste es de qué manera tan fácil se levantan la ampollas entre quienes se han convertido exactamente en lo que antes odiaban.
Ya verá como surge entre estos ??informados?? el que le da clases de historia de la… ??corona catalano-aragonesa?… Y es que algunos son únicos en los enrollarse una bandera, bendecir a su patria y buscar enemigos exteriores. Ya ve, aquí algún día hasta Chávez nos va a tener envidia.
Por cierto… No tome el sol a menos de 3 metros del mar. Multazo que te crió!!
Al menos se tiró para atrás lo de prohibir poner pancartas en los balcones… No sé de qué me quejo…
Hay quien necesita refrescarse en una piscina… Que no se haya construido por Ferrovial ni autorizada por el cacique del lugar, claro…
sr. McClure estoy haciendo la ola aquí con unos compañeros ante su testimonio, se puede escribir en letra más grande pero no más claro.
jajajajajajajajajajajajaja de descojono Rafael, y se nota que escribiste el artículo después de pasar lo del rodaje.
Los catalanes, na, como decía el Guerra: «Hay gente pa to».
Lo de la «naturaleza salvaje» completamente de acuerdo contigo, yo vivo en una pequeña aldea, en pleno campo, pero como caiga el internet o no llegue el bus-librería la liamos, y rezamos en invierno para que la temperatura baje al menos a -8 centígrados, para que mate las mas larvas posibles: de mosquitos y de lo que se ponga.
Y en los años que viví en Manhattan, fumándome el bosque y bebiéndome el mar, no veas el miedo que pasé con los caimanes que vivían el las cloacas.
Saludos y que te recuperes pronto.
La cabra tira al monte….y encima se descuerna.
Qué pena.
Jamás he hecho una cosa semejante; supongo que debería. Siempre es bueno hacerse el niño, ojalá eso me permita algún día escribir como usted ¡Un saludo!
Estas haciendo el mismo viaje que en su tiempo hicieron Martin Prieto, Gabriel Albiac, Albert Boadella, Jon Juaristi, y… el más grande: Pio Moa
O bien preparas la voz de un narrador para tu próxima novela. Ese es el tono. No ensayes más
¡salud!
GOLPE MAESTRO DE LOS CATALANES CONTRA UN ESPECTÁCULO DEGRADANTE, «los toros». Como siempre, Catalunya pionera de europeísmo, cosmopolitismo y civilización.
Ante esto, ¿qué hace el atavismo ibérico despeñacabras, de boina y cejijunto?
Pues lo único que sabe: insultar con acometividad mediante un términ tonto, vacu y cacofónico: «catalufos». ¡Ah, que exhibición de erudición!
En ese «catalufos» encierran todo aquello que a los cejijuntos les mata de envidia: civilización, ilustración, europeísmo, independentismo, defensa de la cultura catalana y de la lengua, posicionamiento contra el atavismo de la iberia profunda…
Pues oiga, ¡que vivan los catalufos!
Y que no les quepa duda, señores cejijuntos: Catalunya entera quiere ser y VA A SER «catalufa»
Querido Murdock, las aptitudes no se toman, se tienen. Si cierras con un ??Yo soy español, español, español? yo te consideraré simplemente un español, algo capullo, pero español al fin. Si eso te hace sentir orgulloso y feliz por algo, mejor para ti, me alegro por tus complejos mecanismos de funcionamiento.
Lo de «retrógado, misógino, borracho, pendenciero, torturador taurino y teniente coronel en potencia» lo añades tú y no sé por qué. ¿De dónde sale esa asociación?
Desde el relajo, te manda un abrazo un catalufo, pesetero, antimonárquico, excluyente, soberbio y, venga va, feo y un poco deforme también.
Ante esta reiteración de prohibiciones, reglamentos y recomendaciones sólo puedo acordarme de Bananas, aquella película de Woody Allen cuando Woody Allen era Woody Allen. Como estaba prohibido ir sin ropa interior, había que llevarla por fuera. Genial. El maltrato animal está prohibido en el coso, no en la calle. Muy bueno. Viscan els correbous! Para darle los últimos óleos a una lengua, se prohibe la otra, la que habla la mayoría, gran idea. A más, a más, se «obliga» a los contribuyentes a usar el catalán. ¿Cómo se pude obligar a alguien ni siquiera a hablar? Puede permanecer en silencio, que es un derecho constitucional. A los que vivimos rodeados de guiris por todos lados no se nos ocurriría obligarles a hablar castellano u otra lengua peninsular. Si quieren algo de nosotros que lo digan. De hecho, a los jubilados ni les interesamos porque el dinero lo reciben en su lengua. Algunos hasta nos odian (bastantes) pero les encanta el país, o sea, España.
Para que los menguantes espectadores de salas de cines salgan definitivamente corriendo a descargarse las pelis, hay que obligar a doblar la mitad de las que se proyectan. No lo pide la gente por las cifras, pero ya hacía falta el desfibrilador. De primera.
Y, siendo consecuente, ¿por qué no obligar a todo el Movimiento Nacional Catalán a asumir los esfuerzos que ellos piden? No estaría de más, obligar a todos esos periódicos del movimiento que publicaron al unísono una declaración de adhesión iquebrantable, a que publicaran al menos la mitad de esos periódicos en ¡catalán! ¡qué menos, cony! Y además, que los obligaran. Y ya siguiendo la estela de las letras, a todas las editoriales que tienen sede en Barcelona obligarlas a publicar otro tanto en la nostra llengua. Pero es que unos son más iguales que otros.
Y reglamentos, tienen hasta para saber lo que cuesta echar un polvo en la playa, lo que supone ir sin camiseta por la ciudad, etc. etc. Pero, no nos equivoquemos, así la vida es mucho más fácil. Te ahorra tomar decisiones, pensar, equivocarte. Vamos, un chollo.
Qué bien escribe, Rafael, qué entretenido es, qué divertido.De verás.
Y en lo de la naturaleza y demás, que pasado está, ochentero o más atrás, no sé. No me gusta (me habrá brotado el alma verde esta noche), pero es divertido, refrescante. Me ánima a seguir con el tedio de Auster, con quien no levanto cabeza.