Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Asomarse al interior

Ya no voy a terrazas. Me estoy quitando. Hay puñetazos para conseguir mesa, los pinchos que ponen son avarientos (kikos y cosas así) y, en cuanto te descuidas, aparece un escuadrón de acordeonistas desquiciados que no te deja hablar ni siquiera a gritos.

Las cañas en los bares no tienen exterior.

Este verano he optado por irme dentro, a la barra, donde hay aire acondicionado, te ponen pinchos contundentes y a la plancha, y a nadie se le ocurre interpretar habaneras con un acordeón.

El otro día íbamos Edu Vilas y yo a tomar una cerve cuando nos encontramos por la calle a Sofía.

Como guapa, estaba guapa.

Otrosí: iba con dos amigas y, por supuesto, las invitamos a tomar algo en menos tiempo del que se tarda en revolver un colacao.

¿Tú no habrías hecho lo mismo?

A mi chica, ni una palabra. Ella cree que me capturaron para una reunión en la que debatimos en profundidad un conjunto de intrincados problemas.

Nos metimos de cabeza en el interior de un bar.

En la foto está Sofía. Luego yo, poniendo cara de tonto, como de costumbre. Eduardo. Paula, chilena, abogada, que está de paso por Madrid. Su amiga Rosalía, también abogada, y… ¡motorista!

Rosalía me regañó por apoyar el casco boca abajo sobre la mesa.

–Se nota que no tienes moto. ¡Mi pobre casco boca abajo!

Total, que rescató su casco y le buscó mejor acomodo, entre sus muslos.

Parecía como si estuviera abrigándose las piernas con los faldones de una mesa camilla.

A mí me puede gustar una chica por las razones más disparatadas o sin ninguna razón: me sobran los motivos. Basta con que pilote una Vespa, a veces. O que tenga mirada atónita y un poco traviesa. O que se haya abrochado la camisa coja. A menudo me conmueven las clavículas o que sople hacia arriba para apartarse el flequilo de los ojos.

Siempre estoy dispuesto a dejarme convencer, ¿qué pasa?

Así que la imaginaba en su Vespa, con el casco rojo, atravesando mi barrio y mi vida en zig-zag, como un relámpago o un mal pensamiento, y me sentía feliz y acalorado: a salvo del cambio climático, protegido por un aumento constante de la temperatura corporal.

Luego le conté a mi chica que la discusión se había prolongado.

–Es que estamos rodeados de socialdemócratas, cariño. Es lo que dice Manolo Rico: ¡condenados socialdemócratas! Ha sido muy complicado…
–Ya. Sí. Claro. Socialdemócratas, ¿no? ¿Ahora las llamáis así, a las pilinguis?

(Sólo por decir «pilinguis» se me volcó el corazón de alegría y me salpicó por todas partes. ¿A que oír esa palabra enternece?)

–Malditos socialdemócratas. Ni te imaginas, amor, qué pesadilla. Menuda Weltanschauung que tienen, qué tíos, qué mentecatos…
–Anda, Rafita, que cómo me vienes…
–«La ideología no tiene exterior«, mi vida, ya sabes.
–Ven, tonto, ven aquí.

Cuando empiezo con Althusser, mi chica ya sabe que lo mejor es hacerme callar cueste lo que cueste. Es como una contraseña secreta.

En fin.

Por cierto, me reclama Marina una foto «en bañador y haciendo musculitos«. Qué peticiones del oyente tan extravagantes. Pero bueno, por complacerla a usted, aquí estoy tal y como me pide, para asombro del hijo de unos amigos.

El chico puede que se haya traumatizado: un tipo como yo haciendo abdominales es una visión atroz, no por cómica menos abominable.

Comments (19)

Camilo de Oryagosto 4th, 2007 at 7:11

Al decir usted lo de las chicas que soplan para apartarse el flequillo de los ojos, no he podido evitar pensar en un actor español que solía aparecer en las comedietas estudiantiles españolas de los sesenta, haciendo de tuno o de chico del PREU o en general de simpático gregario del joven galán que cortejaba a Marisol o a la Dúrcal, y que exhibía como mayor gancho interpretativo precisamente ése de peinarse el flequillo empleando la energía eólica. Casi nunca tenía más de dos o tres frases y no recuerdo cómo se llamaba, pero me caía muy bien y me consta que era el favorito de todos los niños.

Javieragosto 4th, 2007 at 7:43

A mí las chicas me encantan con dos orejas y una nariz. Si tienen dos narices y una oreja, enseguida pienso que hay algo raro, no sé por qué. Me acuerdo de aquello de la belleza picassiana, que fue oxímoron de moda en tiempos de Rosy de Palma, o más bien un eufemismo con un punto pedante para los cursis que no se atrevían a decir que la chica es fea de cojones.

Como si ser feo fuera algo malo. Yo creo que los feos tenéis también vuestro encanto…

Pero esto no se lo digas tú a Beatriz que si yo me pongo a hablar de Kierkegaard lo único que me cae de premio son collejas (sobre todo porque de Kierkegaard no sé si podría llegar a desviar el tema durante más de un minuto).

Un abrazo desde Galicia

Javier

Anonymousagosto 4th, 2007 at 7:46

Oiga señor Reig, si no fuera porque la motera está con usted
hubiese jurado que era del Opus.

Recuerdo a ese actor, señor Ory. También apareció en algunos capítulos de la serie «Canguros» del año de la polca, y conservaba intacto ese flequillo tan ligero.
Y si no recuerdo mal también doblaba voces para dibujos animados.

Napoleón Lasagabaster.

FVagosto 4th, 2007 at 8:09

El Tachuela (el actor del flequillo)

Antonio Piera. Madrid.agosto 4th, 2007 at 8:30

Recuerdo que en mi primera juventud yo también hacía lo de soplarme el flequillo y ligaba más que el chófer del Papa.
Estaba usted bien rodeado, como de costumbre, fiel a la escrita consigna que prometía el género dentro, por el calor.
En su caso, el género y el número, por cierto, ¡buen género! y no me refiero al suyo pese a la tablilla de planchar que nos muestra, más fruto de la pose que del esfuerzo. El alzamiento de vidrio no da para tanto.
Bonita entrada, por lo costumbrista y relajada, en estos tiempos de acritud que corren. Además, sin riesgo de despertar entre los lectores las bajas pasiones que otras sublevaron.

opción Cagosto 4th, 2007 at 9:37

¿Has dicho Althusser?. Me suena. Acabo de leer unos artículo suyos publiés dans La Pensée, por aquellos entonces. Lectura rapidita y traducción de andar por casa. Hasta ahí todo bien, pero no es suficiente. ¡Quién me mandaría a mí meterme en estas historias!. Y ahora, con la playa, las cervecitas en el interior y yo, pensando en la musarañas?. ¡ya me dirás!. El caso es que lo intento todos los días; me asomo a la mesa de estudio, toda dispuesta, pero cuando veo el tocho, termino diciendo: hoy no, Luís, cariño, me duele la cabeza.
Y, por supuesto Rafael, con equis también, ¡faltaría más!.

Besicos.

Robertoagosto 4th, 2007 at 9:43

Que se soplen el flequillo para apartarselo de la cara, cuando se colocan la tira de la sandalia que se ha salido en un trapies, cuando se les mete una pestaña en el ojo, cuando juegan a cojer un mechon de la melena y morderlo, la cara que ponen cuando entras a lavarte la cara cuando ellas hacen uso del cuarto de baño, los pantalocitos de las mañanas domingueras y las inumerables formas de decirte que no.

Más claro, aguaagosto 4th, 2007 at 10:46

A mí las chicas me gustan pilinguis, socialdemócratas, con vespa, con flequillo, con clavículas, con una cerveza en la mano… Y todo lo contrario…

El sentimiento no siempre es recíproco, lamentablemente.

Abrazos y Cruzcampo bien fría para este agosto tan merecido 🙂

Gustavoagosto 4th, 2007 at 12:42

Como dice mi amigo Antonio, tú siempre en buenas compañías. Te voy a nombrar Doctor honoris causa por la Universidad Wilson Picket

Marinaagosto 4th, 2007 at 14:53

¡Mil gracias!
La fotografía es perfecta para mi investigación.
Abrazo.

weininger zagosto 4th, 2007 at 15:16

¡Qué cojones,pero si está con Esther Koplowitz,menudo pájaro!

Rafael Reigagosto 4th, 2007 at 17:14

No recuerdo a ese actor, don Camilo. Mi infancia fue pasto de Locomotoro, el capitán Tan, Valentina y, luego, más mayor ya, don Cicuta. Abrazo.

Ser feo no es malo, en efecto, Javier. A mí al menos no me molesta ser feo. A Bea, ni una palabra, prometido. Un abrazo desde el tórrido foro.

¿Del Opus? Dios nos libre. Abrazo, Napoleón.

Todavía oí eso el otro día en un bar. «¿Y tu mujer?», preguntó un cliente al dueño. «Dentro. Por el calor», contestó castizamente, señalando la cocina. Mmmm, la tablilla de planchar, je, je. Es un efecto óptico, ya sabe, don Antonio. Y que usted lo diga, aunque lo del País Vasco es pescar en aguas fáciles: pican siempre. Un abrazo.

Ja, ja. Cuidado con Louis, Opción C, que ya sabemos todos como las gastaba con las chicas… Y sí, con equis. Besos grandes.

Todas cosas adorable, don Roberto.

O Mahou, también. Un abrazo, don Más claro.

Pues gracias por el doctorado, don Gustavo.

De nada, Marina. Beso.

Ja, ja…. me has pillado Weininger!!

ramon porsoisagosto 4th, 2007 at 18:41

Joder! m encanta como escribes, eso de invitarlas a tomar algo antes de lo que se tarda en remover un colacao me ha llegado al alma

Hay cosas que son así, inevitables, se hacen por que 2 y 2 son 4

jejejeje

me confieso adicto al blog, y eso en mi es bien raro.

un abrazo, sr rafael!

Heidiagosto 5th, 2007 at 11:02

Yo al que me imagino atravesando mi vida en Zig-zag, bajo, contrabajo o saxofón al hombro, es a Eduardo Vilas. Eso sí, a mi chico ni una palabra. También me lo imagino soplándose el flequillo para apartárselo de la cama. Ahí es donde compruebo que me tiene totalmente enamorada. Me lo imagino pasando por mi barrio, no en moto, sino en una especie de nube a lo Heidi. Asoma la mano justo donde mi portal y… fsssn. Desaparecemos. A mi chico ni una palabra, repito.

Carlos Añejoagosto 5th, 2007 at 14:40

Lo de no dejar el casco boca abajo será para que no se caguen, con perdón, los pájaros dentro.

Los moteros son gente extraña. Casi tan extraños como los escritores.

Un saludo.

Rafael Reigagosto 6th, 2007 at 5:19

Muchas gracias, don Ramón, y un abrazo.

Caramba, Heidi, pues nada, a por Eduardo, que yo te guardaré el secreto. Ni una palabra.

¿En el interior de un bar, don Carlos? ¿Hay pájaros sobrevolando el interior de los bares? No estaría mal.

Gracias a todos, abrazos, besos.

Anonymousagosto 6th, 2007 at 7:49

vale, yo haré como que no leo

Carlos Añejoagosto 6th, 2007 at 10:09

Por supuesto, Don Rafael. Podría decirle unos cuantos bares, tabernas, bodegas y demás lugares de mal vivir en los que unas cuantas pájaras, infinidad de buitres, multitud de cuervos, y algún que otro palomo cojo campan a sus anchas. Pero no lo voy a hacer porque seguro que usted ya los conoce.

Aunque si de lo que hablamos es de bípedos plumes los gorriones han empezado a invadir los sitios en los que nuestros mayores, que gustan de desmenuzar las magdalenas dejando con ello gran cantidad de migas sobre la mesa, toman su merienda.

Observe, verá como no miento.

Un saludo, y sepa usted que me tiene sorprendido con la frecuencia con la que actualiza su blog y, sobre todo, con la que amablemente contesta a sus lectores.

Anonymousseptiembre 22nd, 2008 at 14:31

leer esto:
http://www.nacionrolera.org/viewtopic.php?f=748&t=8665

Leave a comment

Your comment