Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Autobuses que se cruzan

 

En estos días cientos de autobuses atraviesan la península cargados de niños con cantimploras.

Todos se van de campamento.

Los padres suponemos que «entran en contacto» con la naturaleza, y debe de ser cierto, porque vuelven llenos de picaduras de mosquitos, tábanos, arañas y otras especies sin el más mínimo peligro de extinción, al parecer.

Llegan a agotados y felices, todos han crecido durante esos días, y parece que se hayan vuelto tal y como se han negado a ser durante todo el curso: intentan hacerse la cama, ayudan a recoger, se comen lo que haya sin rechistar y te intentan sorprender con su nuevo repertorio de canciones obscenas y chistes verdes. De pronto el compañerismo es su lema y madrugar con entusiasmo el norte de su vida.

El efecto dura cuatro, cinco días máximo.

Al sexto, ya prorrumpen en alaridos ante unas simples judías verdes y amenazan con «gomitar» ipso facto (¡Otra vez verdura! ¡No! ¡Te lo suplico!), su armario adquiere interés arqueológico por las capas de ropa sucia superpuesta, bragas fósiles y camisetas hechas un burruño,  y la sugerencia de que lleven un plato al fregadero la reciben como una exhibición de sadismo paterno y crueldad inhumana.

Hay que buscar otro campamento, ¡rápido!

Los despedimos a pie de autobús, tal que así:

 

Cuando arranca, papás y mamás aplaudimos y nos abrazamos, incapaces de contener la alegría. Sollozamos de satisfacción y, tras restañarnos las lágrimas, nos lanzamos al primer bar disponible.

Soñadores, tal que así:

 

Algunos aprovechamos para saltar a otro autobús y hacer un viaje: ¡campamento de adultos, con nuestras cantimploras de whisky!

Recorremos la península a bordo del siempre maldecido Auto-Res, cruzándonos con autocares repletos de niños con cantimploras.

Viajamos tal que así, leyendo:

 

(Sí, es un libro de la colección La Esfinge. No la hubo mejor en novela negra y de espionaje. Mi madre la tenía completa (creo que la debe de tener mi hermana Maite ahora) y yo me los devoré uno por uno. El que lee Violeta se lo regaló Crescencio, nuestro librero, porque es de un autor amigo de ella (y mío) y vecino.

¿A que ya sabes qué estaba leyendo?)

Justo a tiempo, cuando aparece el autobús de vuelta de los niños, llegamos los mayores.

Volvemos agotados y felices, todos hemos engordado durante esos días y parece que nos hayamos vuelto tal y como nos hemos negado a ser el resto del curso: más cordiales, incapaces de hacernos daño el uno al otro, partidarios de la alegría y convencidos de que quién tiene más razón es algo sin ninguna importancia. Nos tratamos con cuidado y cariño, con pasión y precisión, con amabilidad deliberada y lujuria imprevista. Nos aceptamos el uno al otro tal y como somos y nos contamos al oído, sin desfigurarlos demasiado, esos recuerdos que nos hacen agachar la cabeza.

El efecto dura cuatro, cinco días máximo.

Al sexto, ya estamos decididos a recurrir a cualquier bajeza para imponernos, en todas las conversaciones hay trastienda, mar de fondo bien disimulado, pero con las peores intenciones; y el rencor se prolonga mucho más que la memoria del agravio: seguimos de mala leche, incluso cuándo ya no recordamos por qué.

Hay que buscar otro campamento, ¡rápido!

Así estamos: hijos y padres recorriendo grandes distancias a ver si nos reconciliamos con nosotros mismos.  

Damos vueltas y vueltas en autobuses de línea, como el que da vueltas en la cama, buscando una postura que nos permita, por fin, conciliar el sueño reparador.

El sueño de la alegría y la sencillez, el de la vida buena.

Como decía Antonio Machado:

Y no es verdad, dolor, yo te conozco:

tú eres nostalgia de la vida buena,

y soledad de corazón sombrío.

 

Eso es lo único que de verdad nos duele.

Que no sabemos vivir todo el año de acampada.

Comments (116)

elfuncionariocansadojulio 10th, 2009 at 8:19

Cada día me gusta más este blog. Es que no paro de reirme.
Perdone por lo que voy a decir, D. Rafael, pero en los últimos días entro a leerme directamente los comentarios, jajajajaja. Si es que como el gracejo y la ironía española no hay nada.

Homónimojulio 10th, 2009 at 8:58

Carlos, a mí tampoco me interesa la vida de Elke pero si me cuentan su historia, tal vez llegue a comprender mejor su actitud, más allá de la envidia, el resentimiento…
Si ha seguido el culebrón, habrá podido comprobar que el status al que se refiere se lo ha ganado el Sr. Reig a pulso, a base de buen humor y tolerancia. Por lo que no entiendo las posturas paternalistas y las voces implorando clemencia cuando aquí no hay caza ni linchamiento, métodos que, a lo mejor, son habituales en el entorno Elke.
Estoy convencido de que «Ya sé quién…» sabrá mantener el tono del blog como lo ha hecho hasta ahora. Así que no hay nada que temer, a lo hecho pecho.
Cuando quieras «Ya sé quién es Elke», ya he preparado la caja de clínex porque dice mi madre que después de la risa viene el llanto.

Ya sé quien es Elke!!julio 10th, 2009 at 9:14

La semana que viene, sin falta, fin del culebrón. Y haces bien en preparar los clínex, porque la historia de Elke os va a dar más pena que risa. De hecho, parece sacada de un cuento de Dickens. Por eso a veces me da nosequé contarla: confieso que pensaba que la chica era una rastrera amargada con ínfulas de notoriedad. Y no es que no lo sea, pero tiene motivos poderosos – aunque sucios- para meterse con nuestro Reig.

La solución al enigma, en el próximo post.

susan sjulio 10th, 2009 at 12:50

Jo, la verdad es que ha sido facilísmo después de un par de pistas de entre los comentarios identificar a Elke, bueno, facilísimo identificar a la persona que ya no es de este mundo relacionada con Elke, pero no sé aún las peculiaridades personalísimas de la mísma. Quiero el fin del culebrón ya!!! Espero me sorprenda porque creo que ya sé casi todo de lo que va, igual hay sorpresa, que emoción!!!

John Long Silverjulio 10th, 2009 at 12:50

Y trabaja como segurata y es germano-española y su apellido empieza por B y tiene página web y en sus fotos se muestra con coletas?

Carlos VGjulio 10th, 2009 at 13:53

«Profe de lengua», lo de que «hagan lo que quieran» no lo decía ni como consejo ni como autorización, por supuesto, sino para dar a entender que, al respecto, he concluido y no voy a volver a pronunciarme sobre las maneras con que aquí se desenvuelvan. Sí me tomo la libertad de responder a quien (entiendo) responde a mi comentario.
A «Dios» no sé muy bien si lo he entendido (me pasa mucho con las deidades, los profetas y los anónimos). Pero sí me gustaría que quedara claro que no estoy a favor del amor fraterno y universal. Pero creo que mantener determinadas formas es el precio que hay que pagar por que los demás lo correspondan a uno.
«Homónimo», muy bien, entiendo lo que dice. De hecho, no he sido yo el que ha hablado de caza de brujas o linchamiento. Pero, primero, «el que juega con fuego se acaba quemando» sí me parece una frase con el tono de un ajuste de cuentas. Segundo, cierto que determinadas actitudes (como vd. dice) que enturbian el ambiente del blog. Precisamente por ello hay que guarecerlo de ellas.

Carlos VGjulio 10th, 2009 at 13:55

cierto que [hay] determinadas…

Profe de lenguajulio 10th, 2009 at 14:08

Para Carlos VG . ¿Eres tú el guarecelador del blog? Es que lo pareces

Anónimojulio 10th, 2009 at 14:13

Qué despistadilla estás, Susan. Y Elke ¿ande andará?
Ah, claro, está preparándonos una sorpresa. No, si al final no es tan fiero el león como lo pintan.

Para profes de lenguajulio 10th, 2009 at 16:55

¿Profe de lengua? ¿De cuál? ¿El turco? ¿El japonés? En español tu, adjetivo posesivo, se escribe sin acento.

Para profes de profesjulio 10th, 2009 at 17:53

No, «Para profes de lengua», no. Lee otra vez la frase, por favor.

Profe de lenguajulio 10th, 2009 at 22:55

Gracias a para profes de profes por decirle no al para profes de lengua de mi parte,profe de lengua. Ese tú ,es un pronombre personal,segunda persona del singular me parece que del pretérito pluscuamperfecto de villaconejos de arriba,tirando para gerundio de abajo.

Profe de lenguajulio 10th, 2009 at 23:01

El blog está desguardecido,quíén lo guardecerá, el guardecedor que lo guardezca buen guardecedor será.

Sra Maruja la porterajulio 11th, 2009 at 1:46

Hay señor ,que mala es la vejez ,yo ya no estoy para acampadas, si no si que iría ,aunque fuera para guisarle a ustedes y a mí Rafael unas buenas tortillas de patata y cebolla y prepararles unas sangrías bien fresquitas con trocitos de limón y de melocotones. Resulta que yo fuí novia del abuelo de Rafael allá por el siglo pasado,pero se cruzó su abuela y me lo quitó. Pero lo pasé muy bien con él y tengo muy buenos recuerdos. Rafael es igualico que el difunto de su abuelico por eso lo aprecio y lo quiero como a un nieto. Rafael que me tienes preocupada ,hace dias que no se de tí,cuidate,que aquí hay mucho lío y esa Elke puede ser peligrosa que las mujeres de ahora no son como las de antes y esta te tiene rabia no se por qué .Haz memoria a ver si le has hecho algo y no te acuerdas ,,y por eso te odia.Aunque se por experiencia que del amor al odio hay muy poco. Besos.

Profes de lenguajulio 11th, 2009 at 10:39

Leo la frase, colega: «tú opinión» (sic). ¿Dónde coño está el pronombre?

Profe de matejulio 11th, 2009 at 11:12

Pues supongo que en el de tu prima.

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