Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

La (buena) conciencia de Muñoz Molina

Estaba en el bar de Antonio tomando un vino tinto cuando leí el titular de El País:

EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS PREMIA LA CONCIENCIA DE MU?OZ MOLINA

Lo primero que pensé fue: ¡enhorabuena!

Luego me quedé un poco perplejo: ¿la conciencia?

¿Le habían dado un premio a la conciencia de Muñoz Molina?

No a sus novelas, sino, en concreto, a su conciencia.

¡Atiza!

Cuando le dan un premio a un escritor, mi consejo es leer sus novelas.

A mí las de Muñoz Molina me gustan. De alguna incluso he escrito, porque me ha interesado mucho.

Pero, si el premio se lo dan a la conciencia, ya es harina de otro costal.

No sabía que los «codiciados galardones» se dirigieran a partes del cuerpo o facultades del alma.

La conciencia de Muñoz Molina suena a novela negra, como La conciencia de Zeno, pero con un fondo más turbio, música de jazz y armas automáticas.

Con otro vino, me incliné a darle la razón al periódico: los premios o «codiciados galardones», cuando son literarios, no se otorgan a lo que uno ha escrito, sino siempre a una parte de su cuerpo o de su espíritu, o a lo que no ha escrito.

 

Aquí estoy, en los barriles que Antonio ha puesto a la puerta para los humoristas (los que echamos humo), imaginando galardones y a qué habrían sido concedidos.

El Cervantes premia las malas tripas de Cela, una vez que el Nobel ya había premiado su mano izquierda.

El Planeta premia el riñón de Eduardo Mendoza. Ahora lo tiene bien cubierto.

El National Book Award reconoce los poderosos deltoides de John Irving.

La Fundación IDEAS recompensa el escote de Irene Zoe Alameda.

La próstata de Philip Roth galardonada con el Pulitzer.

El Nadal premia el diabético corazón de Rosa Regás. El jurado valora su exceso de azúcar en sangre.

La Academia premia las gónadas de Pérez Reverte. ¿Qué otra cosa podía premiar?

El premio Jaén reconoce la vesícula biliar de Patricio Pron.

El Cervantes premia el estómago y la capacidad de maniobra de Caballero-Bonald.

–Abre otra botella –le dije a Antonio, porque ya veía que se me iba a ir la mañana imaginando codiciados galardones a órganos y glándulas, y bebiendo a sorbitos, tan campante.

Luego me dirigí a mí mismo en tono conmnatorio: ponte serio, Rafita, ¡un premio a la conciencia! ¡Ahí queda eso!

¿El premio es a la mala conciencia o a la buena conciencia de Muñoz Molina? ¿O quizá a su conciencia de clase?

Descarté la última opción y decidí leer un artículo de José-Carlos Mainer para mejorar mi espíritu y entender el motivo del premio, tal y como lo explica una eminencia.

Cuenta el erudito que, en los ochenta, el camino estaba expedito «para la privatización de la literatura», que al parecer fue la tarea a la que se entregó el galardonado.

Suena bien. Y muy actual: la sanidad, la educación, la RENFE, las empresas públicas… y la literatura.

Para privatizar la literatura, afirma Mainer, se requería un cierto pasado de militancia, lecturas y «la convicción de que contar las cosas y preparar nuestro futuro en libertad empezaba por uno mismo».

Eso es la caridad bien entendida.

No me queda muy claro cómo, empezando por uno mismo, se prepara «nuestro futuro en libertad», pero allá penas, doctores tiene la Iglesia.

Luego habla de la «conquista del pasado», que según Mainer («no hay conocimiento sin adquisición») debe ser apropiación.

En resumen, según entiendo, dice Mainer que la conciencia de Muñoz Molina ha pasado a limpio el pasado histórico, no como conocimiento, sino en propiedad, para poder construir «nuestro futuro en libertad», empezando, claro está, por él mismo.

Nuestro Código Civil da un título muy atractivo a su Libro III: De los diferentes modos de adquirir la propiedad.

(Por cierto, estoy pensando en titular así la novela que intento escribir, ¿cómo lo ves? A mí me parece evocador y contundente).

La disposición preliminar establece, art. 609, que «la propiedad se adquiere por la ocupación».

O por la narración: contar algo es ocuparlo y adquirir la propiedad.

¡Entonces es un premio a la buena conciencia! Eso pensé: la elaboración del pasado que garantiza nuestra buena conciencia y la propiedad, esa es la tarea que recibe el premio. Porque, según afirma Mainer, Muñoz Molina «había descubierto que una novela es una virtualización del pasado».

–Ponme un Cutty con hielo, Antonio, que esto es difícil de entender –pedí ayuda.

¿Virtualización? ¿Del pasado?

Lo virtual es lo «que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivoreal«

Ah, vale, como en los videojuegos: el pasado se elige, un pasado virtual, en oposición al pasado efectivo o real.

Y virtuoso, claro está. ¡Premio a la buena conciencia entonces!

¿Quién va a premiar una literatura que promueva la mala conciencia?

No, desde luego, esa Fundación privada que premia a tipos como Fernando Alonso.

Termina Mainer diciendo que esa Fundación ha premiado a un español, «por lo que cabe felicitarse».

Felicitémonos, pues, ya que cabe.

Y añade que Muñoz Molina es «alguien cuya estirpe intelectual tiene mucho que ver con la de otros que lo han obtenido en fechas recientes: Philip Roth, Leonard Cohen, Margaret Atwood, Amos Oz, Claudio Magris o George Steiner verán en nuestro escritor a un meritísimo cofrade».

¡Y Fernando Alonso! ¡Mainer, tronco, te has dejado al piloto, otro meritísimo cofrade! ¿Y Al Gore qué? ¿Es que Al Gore no es otro meritísimo cofrade?

Con el último whisky llegué a una conclusión general: si te dan un premio, ruega a Dios para que nunca te enteres de por qué te lo han dado.

Y sobre todo, que no te lo explique Mainer.

Comments (16)

JCjunio 7th, 2013 at 10:11

Gracias, oh admirado Rafael, por dar sentido a algo que me tenía ofuscadillo. Se conoce que me faltó el Cutty. Fascinante el embrollo en que se mete, manierista, Mainer, para explicar lo al parecer inexplicable. Y no se meta con Alonso, hombre de Dios, que es paisano y tiene una novia que está muy rica, que de menos nos hizo Dios.

rafaelreigjunio 7th, 2013 at 10:23

El Cutty nunca sobra ni perjudica, amigo JC. Y tiene usted razón, no quería meterme con Alonso. Como se suele decir, mientras gane un paisano, aunque sea haciendo madreñes. Un abrazo

pedrojunio 7th, 2013 at 13:53

Lo de MM no me extraña, más lo de Mainer, que parece que haya sido él quien se ha tomado varios cuttys muy muy muy cargados

marcosjunio 7th, 2013 at 22:57

Dejémoslo sentado: cualquier premio que no me concedan es, por definición, injusto; basura comercial o, peor aun, soborno institucional, pago por servicios prestados. Se trata de un fenómeno parecido al de las mujeres que me ignoran, que o bien pertenecen a la ONCE o bien tienen preferencias homoeróticas. Tertium non datur.
Sin embargo, en esta ocasión me temo que se ha premiado al mejor novelista de la generación anterior a la nuestra, un tipo generoso y lúcido que, con «Todo lo que era sólido», nos brinda además una impresionante reflexión sobre lo que está pasando.
Yo creo que el Nobel caerá en el curso de esta década.
Abrazos.

rafaelreigjunio 8th, 2013 at 7:48

Sin duda, querido Marcos, presuponer que quien recibe un premio algo habrá hecho, es injusto y algo estúpido. Sin embargo, no menos injusta y estúpida es la presuposición que contiene tu razonamiento: que, si alguien tiene algo que decir sobre un premio que le dan a otro, será por envidia. ¿O no es la misma forma de «razonar»? Partamos la diferencia: acepto que tú creas que es merecidísimo y acepta tú que pueda yo poner en solfa la «exposición de motivos» de Mr. Mainer y que, a mí, pueda legítimamente parecerme farragosa, esotérica y endeble. Dicho lo cual, a mí me parece merecido el premio, pero espero que no sea por las razones que alega Mr. Mainer. Un gran abrazo

marcosjunio 8th, 2013 at 11:09

En el Retiro, esta mañana. Buscaremos un claro sin gente y elige tú sable o pistola.

Abrazo.

lupitajunio 8th, 2013 at 14:18

Pero que guapo está con sombrero, usted ya lleva el premio puesto. Besos.

Mainerjunio 8th, 2013 at 16:48

Vaya ocupando propiedades, y tal vez el próximo premio Príncipe de Asturias, se lo den

a usted, eso sí, con un buen enchufe, mejor vaya haciendo amigos. Abrazo.

Cleajunio 8th, 2013 at 18:46

¿El Nobel para Muñoz Molina? Por favor! Javier Tomeo, Tomeo for the Nobel!
Si, estás más mono con sombrero.
Clea, Kissssss

concienciajunio 8th, 2013 at 22:54

Soy una conciencia incorpórea, busco cuerpo de escritor para ganar premios, y demostrarme a mí misma que el escritor es lo de menos si la conciencia es valiosa, es igual que sea un esmirriado escritor o feo de cojones, pero si puede ser cuerpo femenino con un par de tetas bien puestas, seguro me llevo todos los premios.

Pepe Goicoecheajunio 8th, 2013 at 23:29

Aviso del premio charcutería fina, para escritores que despiecen bien con afilados cuchillos, y hagan lonchas finas y transparentes las ideas más pegadas al hueso jamonero. Un jurado experto en charcutería, probará las lonchas, y otros subproductos derivados del escritor porcino ibérico, y tras deliberación, habrá un merecido ganador. Vayan inscribiéndose, y usted Rafael no nos falle, es experto en fiambres literarios de buen sabor.

pedrojunio 9th, 2013 at 10:53

«Todo lo que era sólido» ¿cuando algo fue sólido? sólo el morro de algunos lo era. El superhéroe lúcido parecía que no se enteraba. A eso se le llama buena conciencia. Como cuando afirmó que él no conocía el problema palestino (él, que sabe tanto de tantas cosas), por eso iba con su buena conciencia a recoger el premio a Jerusalem, ciudad ocupada. Conocí a otro escritor que decía que él escribía desde la mala conciencia. Pero a ese no le dan premios institucionales.

Cleopatrajunio 10th, 2013 at 22:40

Si se diera premio al escritor inteligente y atractivo, se lo deberían dar a usted Señor Reig, sin dudarlo. Besos de su admiradora, Cleopatra, Cleo para los amigos.

rafaelreigjunio 11th, 2013 at 8:35

Gracias, Cleo,prefiero sus besos antes que cualquier premio.

Microalgojunio 11th, 2013 at 10:09

Y si es que son de justa literaria, procure vuesa merced llevar el segundo premio; que el primero siempre se lleva el favor o la gran calidad de la persona; el segundo se le lleva la mera justicia; y el tercero viene a ser segundo, y el primero, a esta cuenta, será el tercero al modo de las licencias que se dan en las universidades (Miguel de Cervantes Saavedra: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha).

En mi opinión, de Muñoz Molina, El Jinete polaco o Plenilunio, sí, y La noche de los tiempos, no. Los premios, allá cada cual. No sabría decirle. Para qué plasmar la opinión de un ignorante en el tema.

Y para relatos, los de Félix J. Palma. Que de premio no opino, pero la literatura va en el gusto, y ahí cada uno tiene el suyo, como cualquier órgano vital e impar.

Chim-pón.

Edujunio 14th, 2013 at 2:42

Podría, por favor, don Rafael, explicar también los motivos de su premio Tusquets o de los premios Lengua de Trapo concedidos a escritores que ya habían publicado en esa editorial o habían estado en Hotel Kafka??? Desde luego, esto es ver la paja en el ojo ajeno…

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