Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

La calle de la Amargura

Un día, hace unos meses, estaba en una conferencia sobre edición y habló Juan Cerezo, mi editor en Tusquets, y entre otras cosas dijo ésta (con mejores palabras), cuando le preguntaron sobre la relación con los autores:

-Bueno, y luego está lo que en el sector llamamos el síndrome del tercer mes.  Todos los editores lo conocemos. Cuando un libro se publica, se hace un esfuerzo de promoción y el autor va y viene, atiende a la prensa, le invitan a cenar y toma algunas copas gratis, y a lo mejor hasta alguna admiradora le sonríe. La cuestión es que, por mucho que se venda el libro, por famoso que sea el autor, eso dura tres meses. A los tres meses desaparece todo, incluido el libro de los anaqueles de las librerías. El autor, al que se le retira de golpe su droga, entra en barrena: es el síndrome de los tres meses. Le quitas su dosis de promoción y de inmediato se le declara el síndrome de abstinencia. Es muy duro. Da pena verlos. Algunos se vuelven chiflados de remate. Empiezan a hacer cosas raras, tienen conductas inexplicables, en ocasiones delictivas, por lo común simplemente idiotas. Llaman a la editorial cada quince minutos con las excusas más peregrinas, recorren librerías en las que efectúan falsos pedidos de su propio libro, mandan cartas a los periódicos y comentan en todos los blogs de internet alabando su novela con algún seudónimo (que suele ser bastante chusco, por cierto). A algunos les cuesta el matrimonio. Otros contraen tics muy aparatosos, algunos empiezan a tartamudear, a todos les tiemblan las manos, se les pone ronca la voz y les brillan los ojos con una nostalgia abrasadora de cuando salían de vez en cuando por la tele. Se sienten gusanos, ya nadie les quiere. ¡Un día entero sin que les entrevisten: no pueden soportarlo! Vivir sin salir en prensa no es vida, se dicen entre sollozos. Añoran incluso las críticas más venenosas, lo que sea, pero que alguien resucite su libro. En fin, todo un cuadro clínico. Ya estamos acostumbrados, claro.

Esto contó Juan y entonces, en mi ingenuidad, creí que estaba haciendo una gracia. 

Publiqué un libro en marzo y, desde junio (a los tres meses), he comprendido que tenía razón: tengo síndrome de abstinencia.

El legendario mono.

Iba por las calles, harapiento, mirando de través, extendiendo la mano:

-Deme algo, por humanidad, una simple entrevista cortita, lo que sea. Es muy triste tener que pedir, pero es mejor que de robar. Estoy de la droga, necesito algo, lo que sea, aunque sea calderilla… ¡con una simple mención en twitter me conformo!

Tan mal me vi, tan bajo había caído, que decidí llamar a Juan Cerezo en busca de ayuda profesional.

-Juan, tronco, estoy con el mono, ¿qué hago?

-Lo más importante es que has admitido que tienes un problema: eso ya es el inicio de la curación.

-No jodas, Juan, que esto es muy duro.

-Tranquilo, Reig, tú puedes superarlo, tranquilo: respira hondo. Así, muy bien. Cuenta hasta diez. Inspira, expira… ¿lo ves? ¿A que no pasa nada?

-Tío, pero si me dan calambres. Tengo sudores fríos. Cada vez que veo un suplemento literario me voy al baño a vomitar. ¡Esto es muy duro, Juan, muy duro! ¡Llevo semanas sin ponerme! ¡Ni una sola entrevista aunque sea en Libertad Digital!

-Lo sé, lo sé, no pierdas la calma. Y olvídate de Libertad Digital, eso es veneno. No te puedes meter eso en el cuerpo. Bebe mucho zumo. Haz gimnasia.  ¿Tienes chándal?

-No, qué va, ni chándal ni chaqué.

-Compra un chándal. El mono hay que pasarlo en chándal, es la costumbre, ya lo sabes. Camitas individuales y chándal, no hay otra forma.

–¿Y no podíamos conseguir que me inviten a dar el pregón de las fiestas de Villagodino de Enmedio?  

-Créeme, no es solución. Sería peor. Recaerías. Vuelta a la espiral de la droga. Te lo haría más difícil. Mira, tienes que irte al campo, ya sabes, el contacto con la naturaleza y esas cosas. Siempre con tu chándal. Y una botella de plástico de agua mineral, hay que beber muchos líquidos.

-¿Es que hay otra opción? ¿Acaso podemos beber sólidos?

-No seas quisquilloso, Reig, los médicos hablan así, ya sabes cómo son. No tienen capacidad para hablar normal muy seguido. Pero tú, mucho líquido y mucha gimnasia. Abdominales y flexiones, como los presidiarios y como Aznar. El tatuaje es optativo. Y sobre todo deja de ver a la gente de la movida: ¡apártate de los antiguos amigos! Ahora sólo te recordarían el asunto. Ahora son malas compañías. No vuelvas a ver a los que te metieron en esto, con los que te ponías. No pises el Cock ni Tipos Infames ni sitios así.  No vayas a presentaciones, te daría mucho más  fuerte el síndrome. A los dos días vuelves a ponerte. Tienes que aislarte, con tu chándal y tu cantimplora, machacarte el cuerpo y limpiarte, ¿oquéis?

-Oquéis, Juan, oquéis.

-Ánimo, tú puedes. Tú eres un campeón, Rafita. Cualquier cosa, mándame un mail.

-¿Un mail? ¿Lo ves, tío? Nadie me hace caso ya.

-Vale, vale: llámame al móvil, ¿de acuerdo? A la hora que sea.

Así que me metí en casa, en Cercedilla, con mis deportivas y un botijo.

Intentaba distraerme.

Jugar al ajedrez es, para mí, lo más resplandeciente de la vida, me aislo de todo, me concentro sólo en el tablero.

Aquí estamos, en casa de Virginia y Borja, jugando en la mesa piñonera (así la llamamos en mi familia, porque ahí, con una piedra de granito, partíamos los piñones), mientras Vir se pone o no se pone de parto.

Mientras no rompa aguas, nosotros seguimos moviendo.

Borja no sé qué enredos le hace a Vir en los dedos de los pies, serán lo que se suele denominarse carantoñas, cosas propias de parejas que se queiren, a mí que me registren. Alberto Olmos juega con Eugenia.

La cosa era que el que perdía se levantaba y dejaba el sitio a otro. Jugamos Eugenia, Borja, Alberto y mi hija Anusca, que fue campeona del torneo entre colegios a los seis años.

El que estuvo más tiempo sentado fue Alberto, me fastidia decirlo.

Anusca también calentó bastante la silla.

¿Qué pasa? Pues que todos, todos, todos eran gente de la espiral de la droga. Autores, editores, correctores, profesores de literatura. ¿Así cómo se me iba a pasar el síndrome de abstinencia? Fue peor el remedio que la enfermedad. No hacían más que evocar en mi cabeza los «dulces recuerdos del placer perdido» y «aumentar la ansiedad y la agonía de este desierto corazón herido».

No podía más.

Quería inyectarme ruedas de prensa en vena, esnifar entrevistas aunque fueran sin foto y por teléfono, tragarme píldoras azules y rosas de bolos en ciudades remotas, compartir hongos alucinógenos con lectoras sin depilar y sin sujetador, y con gafas de alta graduación, ponerme hasta las trancas de falsos halagos… ¡el síndrome de los tres meses me llevaba por la calle de la Amargura!

Tal que así:

 

Aquí estoy en la calle de la Amargura, perpendicular a la mía, la de La Solana.

Tuve que llamar otra vez a Juan Cerezo:

-No funciona, tío. Esto es un SOS. Necesito droga, mucha, muy rápido, mucha droga de repente.

-Respira hondo, Rafita, respira hondo. ¿Has hecho la gimnasia?

-Sueca, tío, gimnasia sueca he hecho.

-¿Y los líquidos? ¿Tus verduras frescas y tus líquidos?

-Que sí, coño, pero no me sabe a nada. Ando amargao, Juan, colgao del todo.

-Comprendo -comprendió Juan, y luego añadió algo que sonó como: mmmmmm.

-Mmmmm… ¿qué?

-Déjame pensar… espera. Hay una solución infalible. Hay algo que puedes hacer, pero es bastante duro.

-Escúpelo, tío, no aguanto más. Estoy dispuesto a todo.

-Pues escribe otra novela. Es la única metadona que te mantendrá vivo hasta que puedas volver a drogarte a gusto. Te quitará el mono y luego, si la acabas, a lo mejor te la publicamos. A lo mejor. No te prometo nada, pero la leeremos con cariño. Repito: no des nada por hecho. ¿está claro?

-¿Y entonces todo volverá a ser como antes, como esos tres meses de adicción sin freno y droga a tutiplén? ¿Habrá entrevistas, bolos y saraos? ¿Habrá periodistas que no han tenido tiempo para leerse mi libro, pero…? ¿Habrá cócteles y esas chicas intermitentes, como la luz de un faro, que aparecen a lo lejos en la oscuridad de los cócteles?

-Si la publicamos, si la acabas, si hay suerte… ya sabes. Puede que sí, puede que haya todo eso. Repito, no te prometo nada.

-Hecho. Me pongo a la máquina. Gracias, tío, gracias de verdad.

Y así fue como empezé otra novela.

Supongo que la mayoría de los escritores siguen escribiendo por el mismo motivo: por el terror ante el síndrome de abstinencia, ese síndrome de los tres meses que tan bien conocen los editores.

 

Y aquí estoy, gracias a los consejos de Juan Cerezo, superando el síndrome.

Esta es mi camita indivual donde lucho en chándal contra la abstinencia.

Con vómitos, sí; con temblores, sí; con delirios, sí… pero con una débil esperanza.

Con la máquina de escribir que fue de Chavi Azpeitia, en la que tecleó su primera novela y su Miedo a perder la memoria. Un orgullo usarla ahora yo (y un desperdicio, según se mire).

Con mi chándal, mi novia y mi hija (que tanto me ayudan en estos duros momentos, etc.), mis botes de «líquidos para beber» y un poco de tabaco de liar.

Aguantando el tirón.

Comments (24)

Palimpjulio 6th, 2011 at 17:23

¡Eres un crack! ¡Ánimo!

yo mismajulio 6th, 2011 at 18:17

Ya sabes pues… ¡¡¡A por la siguiente!!!! Venga que tú puedes.

Benito Olmojulio 6th, 2011 at 21:58

Ánimo, estoy seguro de que superaras tu adicción… y si no lo haces, pues volverás a tener tu dosis diaria en cuanto termines lo que tienes entre manos. Si esta clar que esta profesión no es para gente normal…

Juanjulio 6th, 2011 at 22:33

Muy bueno el texto, y es lógico ese bajón después de no parar durante tres largos meses.
Ah, otra cosa: ese «empezé» hace daño a los ojos!!! 😉

jesúsjulio 6th, 2011 at 23:03

Impresionante el post 😉

¡Ánimo! ¡A por la siguiente! …y en chándal 😉

[…] El síndrome de abstinencia de los escritores http://www.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/2011/07/la-calle-de-…  por jm.agras hace 2 segundos […]

Blasjulio 7th, 2011 at 0:00

Cómprate una bici, el sábado empezamos suave por los pinares y el domingo hacemos una crono-subida y marcha-cochinillo hasta Segovia. El último paga.

Sergiojulio 7th, 2011 at 1:36

Como ya le dije en la Feria del Libro cuando me firmó mi adorado ejemplar de «Todo está perdonado», es usted mi ídolo, y si yo cumplí gracias a esa novela con el deber de la alegría diaria, espero poder ayudarme de la siguiente para el cumplimiento de ese deber.
Sufra usted escribiéndola, pues suya es la teoría, así nosotros podremos gozar, es un poco egoísta, pero a nosotros nos queda la parte de sentir, como diría Pessoa (ya sabe usted también).
Un abrazo y ánimo. ¡Unión! ¡Disciplina! ¡Por el socialismo!, decían los buenos.
Y gracias por el goce.

Hostal mi lolijulio 7th, 2011 at 2:09

Iba a decir justo lo que te ha dicho yo misma,¡¡¡¡adelante machote!!!!! que tú puedes¡¡¡¡

Abstinencia | sigueleyendo.esjulio 7th, 2011 at 9:22

[…] colega, sólo a ti se te ocurre pasar el mono jugando al ajedrez con Alberto Olmos. […]

don vito andolinajulio 7th, 2011 at 12:54

Hola compañero, que de hambre tiene el ego, que duro es alimentarlo, es insaciable, implacable,no lo entretienes con nada,cambia el chandal, vístete con las ropas de la humildad,escribe si pero para detener el tiempo, para eso se escribe….
Mucho ánimo, que la fuerza del Cutty te acompañe…..buen día, besos sediciosos…

Microalgojulio 7th, 2011 at 14:30

Pues ánimo. Mi novia se está terminando «todo está perdonado» , y estoy yo esperando que deje caer el libro para trincarlo.

Así que esperamos el siguiente…

Y lo del editor (ese «a lo mejor, si hay suerte») es una pura falacia. Claro que se lo van a publicar, lo que pasa es que no quieren que se les venga Usted muy arriba. Ya sabe.

¿Juega al póker, Usted?

enriquejulio 8th, 2011 at 8:49

pues a mi lo que más me ha gustado es lo de la mesa piñonera.
me ha traido muchos recuerdos, y lo mejor es que en el campo,
cuando vivía mi abuela (que es a lo que me recuerda), no teníamos mesa
piñonera. pero es que varios tíos y primos míos podrían haberla bautizado así
ferpectamente.
es una tontuna, si, pero muy auténtica.

Más claro, aguajulio 8th, 2011 at 10:15

Mover piezas de ajedrez tiene su encanto, pero nada comparado con masajear los dedos de los pies de tu chica. Me gusta la foto, precisamente, por ese paralelismo entre ambas parejas 🙂

Por lo demás, y aunque no le sirva de consuelo, amigo Reig, los lectores también sufrimos ese «mono» cuando terminamos una de sus novelas y queremos más…

Pazjulio 10th, 2011 at 23:00

¡Pedazo de post!

Felipejulio 13th, 2011 at 7:05

Me fascina la calva de Alberto Olmos.

Legionariajulio 14th, 2011 at 9:05

a mí que Olmos me recuerda a Javier Cámara
creo que estoy jodida de lo mío

sallyjulio 14th, 2011 at 11:08

Es el segundo «empezé» que le leo a este gran escritor, en su blog.

Me parece bastante impúdico que nos traiga aquí sus regalitos, incluidas sesudas traducciones del inglés, para terminar con….

***** «EMPEZ?»

Legionariajulio 15th, 2011 at 12:57

olmos se parece a javier cámara

Legionariajulio 15th, 2011 at 12:57

que sí, que es verdad

pablo (ex maracaná)julio 26th, 2011 at 2:00

querido Rafa! muy bueno el blog y el post, ahora bien, que en la foto parece que estás esperando que la placa de la calle de la amargura te caiga tal cual guillotina y te corte la cabeza! no lo esperes tan a gusto que ese cuello no se corta facilmente y tienen que caer mas de mil placas para recién hacerle brecha…. un abrazo!

Maytejulio 27th, 2011 at 9:01

Muy bien el texto, el blog, todo… no suelo comentar pero es que esta vez te has ganado un currito de los que hacen chichón… ¿qué es eso de «inspira, eXpira»?

Abrazo, ya volveré cuando termine de leer «Todo está perdonado».

Juanoctubre 2nd, 2011 at 18:03

Oye, y este señor que habla de libertad digital ¿Quien es?

Nada otro rogelio amargado.

CHEMARUBIOVnoviembre 8th, 2011 at 15:32

BUSCABA BUSCABA Y sin querer me topé con la AMARGURA, pero que bonita tu calle SOLANA , decia mi abuelo JOSBEL, a la solana , vamos a la solana, y ya eras que bien nos lo pasamos trillando.

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