Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Club de Lectura: Martín Casariego

 

CLUB DE LECTURA HOTEL KAFKA:

TOMA I. La Jauría y la Niebla, de Martín Casariego.

 

Los blogs de Hotel Kafka se reúnen para  inaugurar un Club de Lectura a través de la web. Con el objetivo de compartir distintas lecturas sobre un mismo libro nuestros autores leerán y comentarán una novela, un libro de cuentos o de poemas con cierta periodicidad. La primera lectura compartida es ??La jauría y la niebla? última novela de Martín Casariego.

 

En el Hotel Kafka han montado un Club de lectura. Bueno, vale, venga. Se trata de leer juntos, y comentar el libro entre todos.

El Hotel se ha llenado de lectoras. Ávidas, aunque parezcan lánguidas, testarudas, reconcentradas y con los ojos brillantes, se amontonan por todas partes leyendo La jauría y la niebla.

?ste es el aspecto que presenta el Hotel:

 

Deplorable, ¿verdad?

Cuando veo a tantas mujeres (peor aún si son jóvenes) dedicando sus pensamientos a Martín Casariego, ganas me dan de vomitar o de pegarle al mencionado Martín Casariego un puñetazo en la mandíbula, te lo juro.

¿Que lea y comente yo una novela de Martín? ¡Vamos anda! ¡Qué voy a decir yo de una novela de Martín, si es mi amigo hace años y le veo todas las semanas!

La primera vez que conocí a Martín, borrachos como cubas los dos una noche en un andén de tren, acabamos a patada limpia, y yo no hacía más que llamarle cabrón, porque me había entusiasmado una novela suya.

En lugar de eso, de leer y comentar la novela de Martín, lo que hice fue darme un paseo por el Hotel, a ver cómo lo leían (y en qué postura) las chicas del Club de Lectura.

La primera con la que hablé me dijo que le encantaba el libro.

-Sí, pero tu amiga se ha quedado roque, ¿no? -dije yo, siempre en favor de mi amigo, je, je.

 

-No es verdad -dijo-. Cierra los ojos para concentrarse mejor.

-Eso es -confirmó la otra, con voz empañada de sueño (o de emoción, sería).

Luego me dijo que lo que le gustaba era que La jauría y la niebla era una novela realista, donde no se decían las cosas, no se contaban, sino que sucedían delante de la lectora. Una novela, decía, en la que a los personajes les pasan más cosas por fuera que por dentro, y donde las cosas que les pasan por fuera son las que determinan las que le pasan por dentro…

-Sí, sí, sí, claro -la interrumpí, siempre intentando ayudar a mi amigo-, pero me han dicho que hay un personaje que es escritor… Menuda pamplina, ¿no? A estas alturas, un escritor que escribe sobre cómo se escribe y patatín patatán.

-Nada de eso, no tienes ni idea. Es un escritor de cosas para niños que visita un colegio. No escribe un renglón en toda la novela y jamás dice nada sobre cómo se escribe. Es un hombre casi anciano. Es el contrapunto perfecto: a él, al matrimonio de ancianos, les ha ocurrido algo en el pasado. A los niños que protagonizan el otro lado de la historia les va a ocurrir algo en el futuro. Hay dos hilos que tiran de la narración en direcciones opuestas, pero complementarias, ¿me explico?

-Bueno, más o menos.

La dejé por imposible. Ya la conozco de otras veces. Se llama Adela, vive en Gaztambide y es dentista o protésica dental o vendedora de dentaduras de sengunda encía, que sé yo, algo así. Adela es partidaria de los postres y tiene tendencia a acatarrarse. Estornuda como si estuviera expresando una convicción personal muy profunda, con apasionamiento y a menudo con demasiada insistencia. 

En un pasillo del Hotel encontré a otras dos con su «lectura compartida».

 

 

La que lee se llama Teresa y la que escucha, Cristina.

Cristina, que trabaja en una agencia de viajes, me dijo que la novela le parecía estupenda. Así: estupenda. Que sospechaba que las dos historias, la de los niños en el colegio y la del escritor que visita el colegio, no llegarían a entrar en contacto, porque la vida es así (eso dijo Cristina, la mosquita muerta): las cosas suceden al lado unas de otras, pero como si estuvieran separadas por un tabique: oímos conversaciones, ruido de muebles contra el suelo, grifos que se abren… nos imaginamos cosas: pero casi nunca acertamos, no sabemos lo que pasa al otro lado de la pared ni somos capaces de abrir la puerta y entrar para verlo.

-Vale, vale. ¿De que trata la novela? -le pregunté a Teresa.

Teresa vive en la calle Ponzano y trabaja en una ferretería. Sabe de tuercas y tornillos, de calibres, de llaves inglesas y herramientas en general, y es resignada: se deja piropear por sus clientes, la mayoría de los cuales va a comprar con mono azul puesto.

-Pues de lo que dice Cristina: trata de las cosas que ya sabíamos, pero hacia las que preferimos no abrir la puerta. Por ejemplo: que los niños tienen mucho miedo. Miedo a la muerte y miedo a la vida. Que están solos y tienen miedo.

Me despedí como pude y dejé aque Crisitna siguiera acariciando el cabello de la lectora y dependienta de ferretería.

Al lado de la puerta del despacho de Edu Vilas, sin apartar la vista de la novela de Martín, estaba Marta, una estudiante repetidora de primero de Caminos, que vive con sus padres en Manoteras y viene hasta el Hotel en una Vespa de segunda mano:

 

-Pero, chiquilla, ¿qué haces ahí sin parar de leer?

-Qué pasa, tío, me mola.

-¿Te mola? -pregunté, algo resentido, porque Marta jamás ha conseguido acabar una novela mía.

-Pues sí. Cuenta una historia sencilla, como un estanque, transparente, pero en el fondo se ve el agua turbia, el cieno, un reflejo de una misma que yo preferiría no ver. Es una novela inteligente y no sabes lo que se agradece eso: inteligencia. Hay mucho gracioso, mucho moderno, mucho prosista con halitosis…

-¿Con halitosis? -la interrumpí.

-Sí, esos que se creen que tienen «aliento poético». Este hombre, Casariego, es inteligente y da por hecho que el lector también. Nunca te mira por encima del hombro; cuando escribe, busca un interlocutor, no una admiradora ni alguien a quien convencer. La historia sucede en un colegio, que por supuesto es la sociedad entera a otra escala, y trata del miedo, de la violencia, de la explotación y el abuso… ¿tú lo conoces al autor?

-¿Yo? No lo he visto en mi vida -mentí.

-A mí me gustaría conocerle.

-No creo, Marta. Me han dicho que está loco, que vive en un cuchitril asqueroso en la calle Farmacia, como un salvaje, y que come todo con los dedos y nunca usa jabón. Dicen que tiene el síndrome de Diógenes: junta cartones, almacena periódicos, rebusca en las basuras y lleva un cordel en lugar de cinturón. No te gustaría, Marta, encanto, hazme caso, te lo digo por tu bien.

-O sí me gustaría, ¿no?

Había que joderse con el Casariego. ¡cómo le iba a gustar!

O sea, que el tío había escrito una buena novela.

Vale: incluso muy buena.

Bueno ¿y qué?

A mí qué me cuentan. Qué me importa. Un rábano, eso es lo que me importa.

Alguien tiene que escribir buenas novelas, vale, de acuerdo. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Sin embargo, ¿por qué rayos tiene que ser un amigo mío quien escriba una buena novela? Incluso muy buena, como esa novela, La jauría y la niebla: una novela que se lee y te deja intranquilo. Una lectura que nos interpela.

Seguí paseando por el Hotel hasta que, tras recorrer todo el inmueble, conseguí encontrar a una lectora a la que no le estaba gustando la novela.

-Es horrible… ¡Da tanta tristeza! Dan miedo y pena esos niños que sufren. Dan miedo y pena esos niños que hacen sufrir a otros niños. Da miedo y pena ese tío viejo que no sabe como resolver su vida. Da miedo pensar que puedan parecerse a nosotros, ¿no te parece?

-Ni idea. Pero a ti no te gusta, ¿verdad, Isabel?

-¿Quién ha dicho que no me gusta? ¡Me encanta! Pero me parece horrorosa, ¿lo entiendes?

Isabel trabaja en la inmobiliaria de la calle Fernando VI y lee moviendo los labios, como si pronunciara en voz muy baja lo que lee. Cuando la ves leer, piensas que no puedecomprender del todo las cosas, que no se entera bien, como si algunos obstáculos voluminosos le taparan la mitad de la página, como si se interpusieran entre sus ojos y el libro, y le taparan la mitad de los renglones.

 

-O sea, que al final te gusta, ¿no?

-Tú estás loco, tío: ¡claro que me gusta!

Me fui dando un portazo, salí a la calle Hortaleza sin mirar atrás, sin volver la cabeza hacia las lectoras de Martín Casariego.

¡Lectoras de Casariego, dulces y acaloradas, cándidas y extraviadas criaturas llenas de buena voluntad y ligeras de ropa!

Y tú, ¿has leído ya La jauría y la niebla? ¿En qué postura, con qué ropa puesta, pensando en qué?

¿Te ha gustado?

Cuéntamelo al oído.

Comments (25)

Sergiomarzo 2nd, 2009 at 11:56

Ya te digo yo que la lectora de la última foto no está leyendo. No puede estar leyendo porque parece que hay una zona de sombra donde no llega la señal visual.

Más claro, aguamarzo 2nd, 2009 at 16:08

Y estos Clubs de Lectura, ¿qué tienen en la entrada? ¿una bombilla roja?, ¿la bufanda de Valle Inclán?, ¿un James Joyce a cuatro patas al estilo del toro de Osborne?…

😉

Especiesmarzo 2nd, 2009 at 17:12

Yo diría que sí está leyendo la de la última foto, pero sólo puede leer el romancero, la pobrecilla, porque los octosílabos son lo único que le cabe en el canalillo.

Miguel Ángelmarzo 2nd, 2009 at 21:15

…Creo que le he pillado: usted va a los clubes de lectura a pillar cacho, pero podía contenerse un poco, habrase visto (¿o habría que decir más bien ábrase vista?): este blog lo leen algunos menores y con esas fotografías que usted pone, ¡qué barbaridad! se ponen los menores como motos. Me consta que en los colegios públicos se está corriendo la voz (en sentido literal) entre los chiquillos, y que a los concertados ya está llegando un tímido rumor: «mi papá lee un blog de un tío con bigote que pone tías en pelotas». «¿Y tu papá es un pervertido o qué?». «No, qué va, le gusta la literatura». Señor Reig, se va a cargar usted la educación de este país como siga llevando este blog por estos derroteros…
…Mire que le van a llamar la atención en ABC: «que si el pervertido bloguero y comunista tal y cual», «que si es tal Reig es el Valerio Lazarov de la literatura», «que si los rojos son unos enfermos obsesionados y les ponen hasta los desnudos de los años veinte»… Mire que en Intereconomía van a prohibir las películas de Charlot después de lo suyo con la literatura,… Y, además, yo no digo nada, pero se está sorteando una reprimenda por sexista y machista y creo que tiene usted bastantes papeletas para que le toque la tómbola y aquí, en su propio blog; que en la red saltan las liebres cuando uno menos se lo espera y la señora Aido le va a declarar persona «non grata»…
…Yo se lo digo por su bien, pero usted, como don Andrés Octogenario: «erre que erre»…
…Un abrazo…

Juan Negromarzo 3rd, 2009 at 9:32

Que lleguen a tachar a Rafael Reig de machista a mí tampoco me extrañaría nada. Pero imagino que él ya lo habrá previsto y medido las consecuencias. Ahora bien, pido que hagamos el siguiente ejercicio. Imaginemos la reseña de R. Reig ilustrada con fotos de jóvenes varones (igualmente desnudos y de cuerpos moldeados por el ejercicio físico) en actitud interesada en el libro de Martín Casariego. Imaginémoslo, digo, y no perdamos de vista que no estamos en la Grecia clásica. ¿Qué lectura podríamos entonces sacar de la reseña? ¿Y sería ésta la pretendida por RR y la deseada por MC? Imagino que no. Más bien al contrario. Mas bien al contrario, pienso que lo que pretende Reig (y aprobará MC, y creo que todos nosotros) es establecer un vínculo entre la belleza del cuerpo y la belleza de las ideas con el afán, elogiable, de que el deseo de una nos llevé a la consecución de la otra. ¿Y por qué mujeres y no hombres? Bien, creo que se aceptará que el cuerpo femenino (si no todos sí una inmensa mayoría) es icono de belleza. Eso o el mueso del Prado (y casi todos) está lleno de la obra de pintores machistas y babosos, que dirían algunos. ¿Diremos de Goya, aun pudiendo haberlo sido, cuestión que desconozco, que era machista por pintar mujeres desnudas? ¿El paso siguiente será exigir que saquen su obra de la pinacoteca? En fin, yo cuando veo la reseña de Reig veo la atracción de la belleza por la belleza, el reconocimiento de iguales, el transito de lo uno hacia lo otro. Y el resultado es que entonces me entran unas enormes ganas de ponerme a buscarla. Y a falta de Martín Casariego me pongo con el teorema de Gödel, enteramente bello, albergando el deseo de que mi vecinita Laura venga a comentarme cualquier cosa del último libro que le he prestado.

Juan Negro, Investigador Privado

Blasmarzo 3rd, 2009 at 21:04

Salvo excepciones veo, amigo Rafael, que nos ha dejado a todos mudos con tanta beldad. Vuestra elocuencia es tal que, aun si enmudecierais, nos ha desarmao.

Blasmarzo 3rd, 2009 at 21:48

…Mudo y manco no he podido ni terminar dignamente la anterior frase. Pretendía decir que es tanta vuestra elocuencia que aun mudo venceriais, querido Rafael.
Por si el resto de los entendimientos transitoriamente han sido igual de trastornados que el mío, corregido queda.

Albertomarzo 4th, 2009 at 7:59

Estimado profesor Reig,
Es verdad, a ver cuándo para de que le echen fotos mirando los escotes de las chicas, todas de candidez, en esas calles cochambrosas y desamparadas por las que pasea buscando, sin interrupción, la siguiente víctima.
Alguien tenía que decirlo.

Por lo demás, un abrazo. Perp pare ya de una vez.

PD: ¿La novela de Martín Casariego, viene con lectora?

otoskimarzo 4th, 2009 at 9:40

Yo con permiso Reig te voy a mandar una foto encontrada en internet de un colega empalmao en cuya tranca se sujetan abiertos por su mitad el Quijote de Cervantes primera y segunda parte en edición ilustrada por Doré y el de Avellaneda, y el angulo que la estaca forma con sus piernas no cede los noventa grados.
Ahora que no tiene la gracia de la Megavinxsen de Rus Meyer porque el autor de la fotografía ha tenido a bien el tapar el megaprepucio del retratado con un capuchón para cabezas de alcón cetrero de considerable tamaño.
!viva el sexo, la lectura -aunque elke no de su aprobación canónica- y el «vino en bota y la mujer en pelota» que decía un aguerrido pariente lejano, nada leído pero contan buen fondo como casi todo el mundo!

Miguel Ángelmarzo 4th, 2009 at 11:49

…¿Os imagináis que Elke fuera Rafa Reig o un personaje creado por él para animar el blog y la gente pica en el anzuelo?…
…Igual es una tontería, pero lo digo porque Reig es asturiano, y los asturianos dicen los diminutivos terminados en «ín» o «ína», y como Elke ha dicho «monina», pues igual es porque es un personaje asturiano de Reig…
…Pero vamos, no me hagáis mucho caso…
…Yo sigo a lo mío, sin meterme en problemas, un saludo a todos…

bluemarzo 4th, 2009 at 12:00

Rafael,
A mí no me importa que me mire con disimulo las tetas. Es un tipo de comunicación sin palabras que me resulta excitante. Y espero que a usted no le importe que le mire con disimulo el paquete.

pascual quieramarzo 4th, 2009 at 12:47

Después de leer este post dan ganas de… ¿ponerse a leer el libro de Casariego? ¿Ir corriendo al hotel Kafka para hacer una comprobación in situ de lo relatado? ¿Consultar la página http://www.historicerotica.com?
Pues un poco de cada, digo yo, y alguna cosilla más.

Albertomarzo 4th, 2009 at 13:36

Bueno, Miguel Ángel, coincido con tu teoría totalmente. No como una imaginación sino que daba por hecho que Elke era Rafael o, a lo mejor, al revés. Si es así, Elke, probablemente, diría que no es así, y si no es así, pues creo que, probablemente, también puede ser que lo diga.
Bueno, pero te hago caso en lo de no hacerte caso. También sigo a lo mío.
Un saludo a todos.
Y Rafael, se agradece que nos cuentes sobre una novela, que hacía ya bastante. Un abrazo.

Ezequielmarzo 4th, 2009 at 16:30

En este caso, estoy de acuerdo, Martín Casariego es buen escritor.
Pero por lo general me hincha los cojones gastame 20 euros por un libro que un escritor recomienda y descubro que es una mierda. ¿Por qué lo recomienda? Basta con investigar un poco: porque es amigo suyo o, aún peor, porque es de su misma editorial.
Pasa mucho, demasiado, entre los escritores patrios.
Y, repito, me jode mucho

John Holmesmarzo 4th, 2009 at 18:00

Yo creo que Elke es una ex de Rafael, tirando a gorda y a fea, deprimida y paleta, más plana que una mesa y con gafas de culo de vaso.

Si estuviera buena, ¿iba a perder el tiempo como lo pierde comentando estos lamentables posts llenos de carne lujuriosa?
Si supiera leer, ¿no estaría leyendo?

Belénmarzo 4th, 2009 at 20:15

¡Pero niño! ¡Nos estás regalando parte de tu literatura! Gracias, me parece cojonudo, con perdón. Esas foticos, sin embargo… nen, ¿esto qué es? ¿Qué descoque es éste? Ja, ja. Me encanta que seas así. Eres un regalo.
Besos,
Belén

Belénmarzo 5th, 2009 at 9:35

Oye, por favor, id a discutir a otra parte. Un poco de respeto para lo demás, ya está bien.

Anónimomarzo 5th, 2009 at 13:15

http://www.elkecole.com

La encontré

llorençmarzo 5th, 2009 at 13:32

Qué bueno, Rafael, cómo me he reído. Aunque no sé si más por los comentarios que por lo que has escrito. Hay que ver las pasiones que desatas. Me extraña que estas mujeres lectoras se estén tan panchas así, leyendo, pasees a sus veras y no te ataquen voraz y lascivamente.
Una abraçada.
Por cierto, Elke, métete conmigo, anda, que en la variedad está el buen gusto.

Anónimomarzo 5th, 2009 at 14:17

Está un poco mayor, pero parece un personaje de Le Carre

oyanamarzo 5th, 2009 at 16:11

Hacía mucho que no andaba por aquí y he pasado un rato divertido, tanto con tu texto como con los comentarios. ¿De dónde sacas esas fotos? Menos la última, todas son geniales.
Un beso, Rafael

ponciomarzo 6th, 2009 at 12:26

Me han dicho en mi parroquia que De Prada ha ganado este año el premio a la «Innovación en sexo para católicos prácticantes» por añadir con su «Paja sobaquera depradiana» cierto morbo y capacidad de experimentación a sus muchas lectoras/admiradoras/seguidoras, practicantes al dictado machamartillo de su confesor el método ogino.
El tribunal compuesto por las más altas autoridades eclesiásticas y los padres y madres de las familias más numerosas de toda la europa católica (mínimo 16 hijos por pareja) han tenido a bien otorgarle dicho galardón por su contribución: » En la mejora de la vida sexual de los matrimonios católicos dentro de su propio ámbito, porque el Vaticano ha confirmado que intruducir el «pene» en el angulo formado por un sobaco femenino no depilado, no puede ser considerado vivicio nefando contrario a la ortidoxa práctica sexual cristiana. Eso si el sobaco tiene que ser femenino y nunca masculino.»

John Holmesmarzo 6th, 2009 at 15:02

Yo sí lo sé. Tú sí que eres inventado y mediocre. Y no tienes competencia.

Belénmarzo 7th, 2009 at 8:56

Qué cosas pasan en este blog, tú.

rafaelreigmarzo 7th, 2009 at 11:31

Bueno, Ezequiel, yo he dicho desde el principio que Martín Casariego es amigo mío. No engaño a nadie. A mí me gusta mucho su última novela, pero advierto que es muy amigo mío. ¿Qué más quiere que haga? ¿No puedo hablar, también, de lo que escriben mis amigos?
No, no soy Elke, gracias a Dios.
En fin, gracias, besos y abrazos.

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