Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Que se acabe el mundo, pero tú te quedas

Dudo mucho que el mundo se vaya a acabar hoy, sólo porque lo hayan dicho unos mayas. Pero ¿y si se acaba?

Por si acaso se acabara el mundo esta noche, lo más sensato es tomar precauciones.

Lo grave del fin del mundo es que te pille, por ejemplo, lavándote los dientes antes de acostarte, en calzoncillos, mirándote al espejo y con la boca llena de pasta con flúor. A eso sí que no hay derecho. ¿Que se acabe el mundo, ¡bang!, justo cuando tú estás ordenando el armario? ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Que se acabe el mundo, de acuerdo, pero hay que tomar precauciones, no sea que te pille fregando los platos, enhebrando una aguja o comiendo verduras.

A mí, desde luego, no me va a sorprender el último día del universo pasando la escoba ni cambiándole las pilas al transistor en el que oigo Radio Clásica.

Aquí en Cercedilla somos sensatos y precavidos, así que los amigos Esther y Pedro han organizado una Gran Fiesta del Fin del Mundo en Peña Pintada.

No nos va a pillar desprevenidos, ya verás.

Como cantaban Chavela Vargas y Joaquín Sabina: que el fin del mundo te pille bailando.

A nosotros nos va a pillar bailando, bastante arrimados, riéndonos y tan distraídos que es posible que no nos demos cuenta.

Tampoco me habría importado el fin del mundo el otro día, con los amigos de la pandilla «Re: Qué vida más triste».

Así llegan los correos con los que tres o cuatro veces al año logramos reunirnos.

Así acabamos nosotros a los postres.

A mi lado Gerardo, luego Chema, Eduardo y Antonio.

Como ves, somos muy tolerantes: nos da igual que alguien tome whisky o gin & tonic. Aunque de vez en cuando Eduardo y Chema protesten, míralos:

Gerardo y yo en cambio nos conformamos con cualquier cosa, incluidos nosotros mismos:

¡Y que se acabe el mundo!

También en Logroño se podía haber acabado el mundo, cuando el otro día fui a hacer algo insólito (para mí): apadrinar un número de la revista Fábula.

Llevé los puros, como buen padrino, y luego repartí anís o coñac, según el gusto de cada uno.

Tuve que dar una charla, que es la excusa que siempre ponemos para tomarnos unas copas:

Aquí estoy, entre Carlos Villar y Eugenio, intentando encontrar algo que decir.

Sí, si que vino alguien a oírnos, sí:

Y luego, por precaución, nos fuimos a cenar como si al mundo le quedaran unas pocas horas:

Hay que tener cuidado.

Los mayas creo que no daban ni una, que no acertaban ni por casualidad, pero ¿y si esta vez aciertan?

A nosotros, en Cercedilla, no nos van a pillar rezando el rosario, eso te lo garantizo.

This is the way the world ends

This is the way the world ends

This is the way the world ends

Not with a bang but a whimper.

Eso decía Eliot: Esta es la forma en la que se acaba el mundo, bis, bis, no con una explosión, sino con un gemido.

En el poema («The Hollow Men») es un quejido, un gemido lastimero.

En Cercedilla ya te digo yo que no: que será otra clase de gemido.

Así que podré cantarle a Violeta, con voz de José Alfredo Jiménez: que se acabe el mundo, que se acabe todo, pero tú te quedas.

-Pero, Rafita, si se ha acabado el mundo…

-Pero tú te quedas. De aquí no te mueves. A mi lado.

Y tú, ¿estás tomando precauciones para que el fin del mundo te pille en una buena postura y en buena compañía?

Si no, ya sabes, vente con nosotros a Cercedilla, a la casa rural Peña Pintada.

 

Comments (3)

brunodiciembre 21st, 2012 at 11:49

O se acabó el mundo o yo he bebido demasiado y veo tu entrada repetida bajo la entrada, en un bucle, como si estuviera en el más allá pero riéndome. Un abrazo.

Francisco Migueldiciembre 29th, 2012 at 2:09

Me apunto, claro, cómo no. Me confirmas que el fin del mundo no es sino una excusa que va y viene para remodelar nuestras vidas, temblar por ellas, o irse de fiesta – que es tu caso-. A mi me gusta esta propuesta, igual que la de la canción Eros y civilización, de Krahe, recordáis? A mí el fin del mundo me pilla tarde, no me va a asustar, por ahí lo he escrito. Pero no había caído en algo: la postura en que te pille es importante.

Jorgeenero 2nd, 2013 at 7:26

Con todos mis respetos, yo creo que es mejor que el fin del mundo te pille follando.

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