Philip K. Dick

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domingo, noviembre 26, 2006

Crítica de 'Confesiones de un artista de mierda'

A continuación reproducimos por ser un libro no muy frecuentado, la crítica que publicaron en bibliópolis acerca de la novela que el propio Philip K Dick prefería de entre todas las que escribió. Una novela poco apreciada por los editores pero sí por la crítica.



Confesiones de un artista de mierda
Philip K. Dick
Título original: Confessions Of a Crap Artist
Trad. Sara Aguinaco
Col. Avatares nº 4
Valdemar, 1992

Confesiones de un artista de mierda es una de las novelas de Philip K. Dick de literatura general, considerada por él mismo como la mejor de ellas. Escrita en 1959, cuando aún no había producido el grueso de sus mejores obras, no encontró editor hasta 1975. Nada de planetas lejanos, robots humanoides, extraterrestres bienintencionados ni realidades cambiantes y esquivas: la California de los años 50, en concreto una gran casa en un pequeño pueblo, sirve para transmitirnos aquello que Dick transmite en sus mejores novelas de cf.

La narración está enfocada desde las perspectivas de los cuatro protagonistas, alternando primera y tercera persona, lo que permite a Dick profundizar y contrastar sus pensamientos y puntos de vista de manera muy eficaz. El "artista de mierda" del título es Jack Isidore, "una ingenua alma perdida, un ser fascinado por fragmentos de información e incapaz de distinguir la realidad de la fantasía", carente de sentido común, que parece mirar la sociedad desde fuera.

Pero, lejos de realzar por contraste la normalidad de los demás personajes, la cuestiona. Personas que se guían por los deseos de conseguir una vida como han visto en la televisión, con una casa grande, etc., o que se dejan atrapar en situaciones de las que saben que no podrán escapar y que hundirán su vida poco a poco... ¿es eso la normalidad?, se pregunta Jack al final, concluyendo que el mundo está lleno de locos, incluyéndole a él.

Esta novela demuestra -si hiciera falta- que el escenario o el género importa menos en una obra que el tema que realmente trata, la manera de enfocarlo y la habilidad del autor; en esos tres aspectos se asemeja muchísimo a las novelas de género de Dick. Trata de la locura, de nuestra percepción de la realidad y las relaciones personales con sus motivaciones, y lo hace a través de personajes indecisos, abocados muchas veces (en apariencia o realidad) a la autodestrucción, de la mujer dominante, manipuladora, egoísta, incapaz de interesarse realmente por los demás, incapaz quizá de empatía, que para Dick es el rasgo que nos hace humanos, etc., todo ello con un estilo eficaz, rápido, abundante en diálogos, propio de un escritor que conoce su oficio y sabe usar el lenguaje para transmitir lo que quiere, prescindiendo de lo superfluo. Ninguna palabra sobra en las ciento ochenta cinco páginas de la novela y en cada línea de diálogo se profundiza un poco más en el personaje.

Quienes conozcan su obra experimentarán probablemente una sensación de déjà vu, pues Dick empleó los planteamientos de esta novela en posteriores obras de ciencia-ficción, quizá frustrado ante la persistente imposibilidad de publicación. Así, el oficio de Jack Isidore como marcador de ruedas usadas aparece en Nuestros amigos de Frolik 8, un personaje similar responde al nombre de John Isidore en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y la mujer egoísta y manipuladora es uno de los motivos recurrentes de su obra, por ejemplo en obras como Clanes de la luna alfana.

Puro Dick, en resumen. Y de los mejores.

Jorge A. González

domingo, noviembre 19, 2006

Rayos X en la vista

Hace algunos años la niña rusa Natasha Demkina (hoy ya una jovencita) apareció en los medios bajo el titular de que tenía visión de Rayos X. Al igual que otros fenómenos de apariencia paranormal fue sometida a algunas pruebas de fuego. Puesto que había encontrado eco en los diarios sensacionalistas británicos como The Sun, se le expusieron 7 personas y fue capaz de diagnosticar las enfermedades de 4 de ellas, en algunos casos indicando detalles como la posición exacta de una úlcera.

Puede deliberadamente conmutar de visión normal a visión 'médica', aunque
es incapaz de ver su propio cuerpo. Su visión de rayos X se descubrió por
primera vez cuando, a los 10 años, dibujó los órganos internos de su madre.
Cuando se la llevó a un psiquiatra, ella dibujó su estómago con una úlcera
previamente diagnosticada. Su fama se extendió, y se formaron colas a su puerta.
"No puedo rechazarlas", afirma. "No acepto ninguna retribución monetaria. A
menudo estoy exhausta al final del día". La veterana especialista del principal
hospital de Saransk, Irina Kachan, ha hecho un seguimiento del progreso de
Natasha y comenta: "El porcentaje de casos en los que acierta es muy elevado".


Las circunstancias que rodean a este caso son próximas a aquellas de las que Philip K Dick sacaba partido, es decir, con independencia de la imposible capacidad físiológica de percibir rayos X, y dándose la circunstancia de que la condición de la chica rusa no es de plena salud mental, se enfrenta a una facultad que la distingue de forma dramática del entorno. Ve lo que los otros no vemos.

Como la naturaleza imita al arte no podemos hacer otra cosa que referir una de las películas de ciencia ficción más peculiares de la historia del cine: El hombre con rayos X en los ojos, dirigida en 1963 por Roger Corman, con una interpretación notable de Ray MIlland como el doctor James Xavier.

En el territorio del comic podemos encontrar un personaje con similares poderes llamado Hitman, que fue creado a mediados de los noventa.

jueves, noviembre 16, 2006

El futuro ya está aquí

Rescatamos esta reseña crítica aparecida en Teína de una recopilación de artículos que editó Tusquets en 2001 en relación con la película Blade Runner, cuyo éxito popularizó a Philip K Dick en los ochenta. El próximo año habrán pasado ya 25 años de su estreno, lo que es una oportunidad para reflexionar sobre el tema. Quizá pueda parecer un pequeño trecho de tiempo, pero la realidad de la tecnología ha superado algunos hitos en el camino de la construcción de replicantes; por un lado la biotecnología ha posibilitado la secuenciación del genoma humano, por otro se han realizado clonaciones de mamíferos de cierto tamaño; por otro la tecnología informática permite análisis de fotografías digitales de forma similar a lo que se ve en el film, permite también el reconocimiento de voz y los ordenadores actuales tienen una capacidad de cómputo miles de veces superior a los de entonces. Existen sin duda otras cuestiones que vienen cobrando actualidad, aunque quizá lo que permanece es el transfondo esencial del film, quienes somos en realidad y qué sentido tiene la muerte.


Fernando Pellitero

Blade Runner , AA.VV. Fábula Tusquets Editores, Barcelona 2001 138 páginas


Conversación mantenida con el dependiente veinteañero del videoclub de la esquina:
?¿Tenéis Blade Runner??Uh?Esa es vieja, ¿no??Bueno? Más o menos.?¿Es de Schwarzenegger???

Evidentemente, Blade Runner (Ridley Scott, 1982) ya no es lo que era. Al menos, ya no significa nada para las generaciones más jóvenes, las que mamaron desde la cuna esta época que a los tres, cuatro años como mucho, da todo producto por extinguido (curiosamente, el mismo tiempo de vida de los replicantes de la película). Sin embargo, Blade Runner se conserva en perfecto estado, como cualquier verdadero clásico. Incluso es más actual aún, ahora que el trecho es menor de aquí al 2019 en que transcurre, que hacia el 1982 de su realización.
Por este motivo es recomendable la lectura de esta compilación de artículos sobre Blade Runner, un libro publicado en 1988 (entonces la película estaba más fresca en la retina y todavía ocupaba un lugar destacado en los videoclubes) y reeditado en 2001. El volumen intenta acercase a la película desde frentes como la filosofía, la literatura, el diseño, la arquitectura, la moda, la antropología, la ciencia, la poesía o la crítica de cine. Para ello, destacadas personalidades de cada campo toman Blade Runner como referencia y escriben libremente lo que les parece... Unos entran de lleno a analizarla en el aspecto que dominan, en otros el acercamiento llega sólo a rozadura y excusa para el texto.
De los aspectos filosóficos que sugiere la película, se encargan Rafael Argullol, Fernando Savater y el antropólogo Alberto Cardín. Argullol tiende puentes con el trágico Esquilo y el cómico Sófocles, y relaciona a los dioses y hombres griegos con los de Blade Runner. Su conclusión es que en el 2019 los hombres han usurpado el papel de creadores; lo que les deja con todas las angustias y ningún consuelo. Por su parte, Savater arremete contra los críticos de cine. Primero se despacha a gusto contra ellos, luego reflexiona sobre el muy humano miedo a la muerte, un miedo que según él convierte a los replicantes en seres muy humanos. Por último, Alberto Cardín habla de los motivos sociales que convierten a Blade Runner en una película de culto y reincide en la idea de la humanidad de los replicantes.
A pesar de las críticas de Savater contra el gremio de los críticos en general, en este libro el punto más alto lo alcanza uno de ellos, José Luis Guarner. Éste en su artículo trata sobre las estas influencias directas y fundamentales de Blade Runner, es decir, Philip K. Dick, su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y la película Metropolis (1927) de Fritz Lang. Y además lo hace con un texto estructurado, bien documentado y redactado con una escritura ágil, lo que termina convirtiéndolo en el mejor artículo de la compilación.
De la estética de la película se ocupan Juli Capella y Quim Larrea, arquitectos y habituales colaboradores en diarios como El País o Avui. Ambos se refieren a la importancia del diseño en Blade Runner ?con especial atención a la robótica? y reflexionan sobre la vida en objetos artificiales (resulta explicativo el título de su artículo: ¿Todo lo que se mueve está vivo?). A ellos dos se suma el diseñador Antonio Miró, quien en una más que posible entrevista a sí mismo (no figura quién la hizo) aprueba sin reservas el vestuario de la película, por creíble... Eso sí, la entrevista resulta redundante y podría haberse sintetizado en un par de preguntas. La última aportación estética viene de la mano del pintor y escultor Eduardo Úrculo, quien compara Los Ángeles 2019 con su pueblo natal asturiano. Según Úrculo ambos sólo se parecen en la lluvia constante y gris, y se diferencian en todo lo demás. No aportan nada ni su estilo ramplón ni el tema que elige (si no encontró paralelismos, ¿por qué escribió sobre ello?). Sin duda, estas dos últimas colaboraciones son las más flojas del libro, por su poca información y el escaso valor de las reflexiones de estos dos referentes en sus respectivos campos.
Distinta es la aportación de Jorge Wagensberg, doctor en Física, que incluye un relato filosófico-científico centrado en la clonación y que está protagonizado por la replicante Rachael y un hipotético nieto de Deckard/Harrison Ford. Aquí, éste mientras experimenta con su abuela replicante y realiza copias idénticas de los seres vivos ?lo que los lleva a poder prolongarse eternamente a modo de replicantes perfectos? enfrenta la duda de si éstos perderán el alma en el proceso. En el desarrollo futuro, las minorías serán seres humanos que se nieguen por motivos morales a copiarse, por lo que irán muriendo indefectiblemente; lo que resulta la vuelta a la tortilla respecto a la película. Esta irónica venganza replicante podría ser una excelente base para el guión de la segunda parte, y resulta junto al artículo de Guarner de lo mejor del libro.
Finalmente, desde la literatura vienen Guillermo Cabrera Infante y Vicente Molina Foix. El cubano juega con las palabras y los símbolos en un estilo cargado y a veces cargante. En este punto hay que hacer una advertencia: los dos primeros textos del libro son los de Rafael Argullol y Cabrera Infante, y resultan con diferencia los más densos de todos. Nada que objetar a la erudición y a los conceptos que maneja Argullol; sin embargo, su pequeño ensayo resulta poco accesible para los no iniciados en disquisiciones filosóficas. Por su parte, el cubano escribe de forma hiperbólica y barroca, sin que se sepa muy bien en ocasiones adónde va a parar. (Habrá sin duda quienes gusten de su estilo, pero avisados quedan los demás: quizá les convenga hojear el libro a partir del tercer ensayo.) Menos abigarrado resulta Molina Foix, quien vuelve a incidir en los paralelismos Blade Runner/Metropolis en un artículo fresco, ágil, agradable y donde demuestra ser un buen conocedor del tema. A modo de prólogo, el argentino Antonio Tello le dedica un poema lleno de lluvia aceitosa al antagonista y jefe de los replicantes Roy.
El volumen se completa con una entrevista de Olivier Boissiére y Dominique Lyon a Ridley Scott y con un texto del director, donde éste da la consabida explicación sobre el nacimiento de la película, cómo llegó la historia a sus manos, cuáles fueron algunas de las particularidades del rodaje, etc. Aunque sea correcto un apéndice así, la entrevista y el artículo resultan demasiado cortos, tanto que es difícil no pensar que están ahí sólo para cumplir con la edición.
En resumen, un conjunto dispar de puntos de vista componen una lectura agradable y llena de nuevas lecturas de la película. Todos coinciden en señalar que Blade Runner es algo más que cine negro futurista por ser la película de ciencia ficción más creíble filosófica, estética y científicamente que se haya rodado, y que ahí reside su grandeza (algo con lo que estoy totalmente de acuerdo). Lo mejor de esta lectura, de todos modos, son las ganas que da de volver a ver un clásico muy vigente. Eso sí, si alguien se anima, mejor que no intente ir al videoclub del barrio; puede ser descorazonador.

sábado, noviembre 04, 2006

ADIÓS, VINCENT


Philip K. Dick



Prólogo


La pequeña historia que sigue, deliciosa e inédita, y que finaliza la colección «The Dark Haired Girl», originalmente escrita como una carta a Linda Levy, me sorprendió porque nunca la había visto antes, no me había percatado que estaba ahí escondida entre las copias de la correspondencia de Dick hasta que comencé a compilar este libro. El título es mío. La copia al carbón de la historia en los archivos de Dick comienza «Querida Linda» y finaliza «Con amor», aparte de ello el texto es exactamente como aparece aquí. No hay fecha, pero indudablemente fue escrita en mayo de 1972. La canción «Vincent» fue escrita por Don McLean; fue un éxito en los Estados Unidos en el verano del 72, está dedicada a Vincent Van Gogh, y es citada por Dick en otra carta a Linda.

Paul Williams
Glen Ellen, California

Julio 1988





El otro día estaba caminando rumbo a la Universidad y un tipo con un Mustang realmente nuevo me dio un aventón. Ninguno de los dos dijo nada durante un buen rato ?ustedes saben como es el Universo? y entonces, percatándome de un pequeña y linda muñeca de plástico que tenía junto al túnel de transmisiones a su lado, comencé una de esas conversaciones sin forma, la clase de conversaciones que no tienen finalidad alguna sino mantener a raya el silencio. Le pregunté por la muñeca. Era una chica, con el cabello negro y corto, una cara plena, cálida y amistosa, bonita, dulce, con una corta minifalda... la muñeca tenía largas piernas, se veía sexy, la clase a la que las niñas le compran diferentes estuches de ropa para vestirlas de una u otra manera. La clase de muñeca a la moda y con estilo que preocupa a la mayoría de ellas todo el día, mientras se sientan sobre el piso frente al televisor.

?Esa es una muñeca Linda ?dijo el tipo?. Hecha por Levy. Habrás visto su edificio al lado de la autopista cerca de Los Angeles. Están apenas por detrás de Mattel, y con el tiempo llegarán a superarlos. Esta muñeca tiene más personalidad en su rostro que la Barbie.

?Me gustaría conocer una chica real que se viera como ella ?dije?, quiero decir, en la vida real. No una muñequita como esta, ¿sabes?

?Ese tiempo ya ha pasado ?dijo el tipo de manera sombría mientras conducía su Mustang?. Quizá una vez, si lo que dicen es cierto. Acerca de los orígenes de la muñeca Linda. Podrías haberla conocido entonces, si realmente hubieras tenido suerte, pero no ahora. Aquellos deben haber sido tiempos maravillosos, por lo que he oído. Había realmente una Linda. Esa es la leyenda, de cualquier modo. Lo que en Levy dejaron salir, sin embargo, puede que no sea toda la verdad; tendrás que hacerte una idea con las pistas que han soltado de vez en cuando, usualmente en las respuestas a cartas que las niñas escriben. De cualquier manera, evidentemente había una chica llamada Linda, en efecto ?en la vida real, como nosotros? y la gente de Levy consiguió una fotografía de ella o alguien en la fábrica la conocía... originalmente ellos trabajaban con carros usados, o algo así; no recuerdo. Así que verás, esta chica Linda, la real, era llamativa. Como la muñeca. Sólo que más aún. Realmente no puedes imprimirle a una muñeca todos los matices sutiles que encuentras en alguien en la vida real.

?Eso sí que es cierto.

?La gente solía verla vagando por los alrededores, perdida y triste, pero con esa maldita sonrisilla llena de diversión. Con sus ojos negros chispeantes. Llena de vitalidad y energía y así, realmente activa y alerta, diciendo cosas divertidas, zumbando por el pueblo y sobre la autopista en su Camaro.

?¿Tenía nombre el Camaro?

?George

?¿Y tuvo un padre?

?Desde luego, el padre de George era... bueno, no lo creerías. Así que no te contaré sobre eso. Probablemente ahora es sólo un mito. Pero de cualquier modo, Linda creía en vivir la vida, pero era muy original... nadie nunca sabía lo que iba a decir o a hacer a continuación. No era predecible. Cuando contestaba el teléfono ?la gente de Levy dice que era una operadora telefónica a veces? y entonces decía cosas extrañas y confusas. Y la mitad de las veces la gente que llamaba se enfurecía y colgaba. O quizá se reían. Todo dependía de si tenían sentido del humor. O, también, de si estaban vivos o no.

?Sí, dependiendo de dónde esté tu propia cabeza será la forma en que reacciones ante alguien super vivo.

?Sí, eso era lo que ella tenía; estaba super viva. Siempre estaba corriendo haciendo cosas, como un pequeño electrón. Pero gradualmente llegó a sentirse muy cansada. Comenzó a desgastarse. Ahora, se puede remplazar una muñeca. Siempre hay más en la línea de ensamblaje día tras día. Pero en el caso de una persona, sólo hay una. Así es como es esto. Creo que por eso la gente de Levy estaba tan ansiosa por duplicarla, de mantenerla lejos de...

?Hay una luz roja delante.

?Gracias. ?El tipo frenó su Mustang hasta detenerlo, detrás de una camioneta VW?. Así se cansó mucho y empezó a sentir dolor por las noches, y ahí en su habitación tenía a todas estas muñecas, les pedía ayuda.

?¿Qué hacía sus muñecas?

?Hacían lo que podían. Trataban de ayudarla. Nadie lo sabe de seguro, aparte de ella misma. En esas noches estaba sola ahí en la habitación con ellas.

?¿Nadie más la ayudó? ¿No conocía a nadie más? ¿Alguien que la quisiera y le brindara una maldita ayuda, que se preocupara por ella y se preguntara cómo estaba de vez en cuando?

?Esa parte está empañada por la leyenda y el mito. Algunas veces los folletos de la gente de Levy parecen implicar que varios individuos de toda clase la amaban. Pero ella tenía muchas preocupaciones. Como andar sin sostén.

?¿Perdón?

?De acuerdo a uno de los folletos, ella manejaba una ambulancia o algo así... de cualquier manera, estaba manejando su ambulancia un día, sin su brassiere, y los policías de Los Angeles la hicieron polvo. No recuerdo los cargos exactos. «Operar un vehículo de emergencia sin el debido respeto» o algo así. Y otra vez la atraparon vendiendo boletos para una autopsia. Cinco centavos por ver, diez por tocar... y cosas por el estilo. En cierto sentido, Linda era bastante peculiar. Pero la gente la amaba. Tenía una forma peculiar y melancólica de gritar, dicen. Cuando ponías tus brazos a su alrededor, ella gritaba de la manera más cautivadora y encantadora. Aunque dicen que siempre estaba rompiendo lo preestablecido.

?Aunque suena como si no fuera muy feliz.

?Pero seguro que lo intentaba. Nunca dejó de intentarlo, sin importar lo que pasara. Cuando se emborrachaba...

?Oh, ¿bebía?

?Siempre que era posible. En cada ocasión. Excepto, desde luego, en su trabajo. Particularmente en su último trabajo, el cual se tomó muy en serio. Pulir lápidas.

?¿En serio?

?Le dieron un pequeño equipo, con piedra pómez y un trapo y cosas así. Y cada día en el camino de ida de Green Pastures en el Valle Feliz, ella haría su trabajo, untando piedra pómez en las lápidas y luego lijando y frotando y dando brillo industriosamente, día tras día, las pulía hasta que se veían más y más viejas. La gran ambición de Linda era envejecer todas las lápidas del mundo, empezando en el área de Los Angeles y trabajando hacia el norte.

?¿Y así es como se marchó?

?Así es como se fue. Puliendo su camino hacia el norte, siendo empleada en todos los cementerios y panteones oficiales y también trabajando en las capillas funerales detrás de las estaciones de gasolina Chevron y detrás de las Pizza Huts, donde quiera que las encontrara. Linda hizo un buen trabajo; Linda siempre hizo un buen trabajo en todo aquello que intentó. Algunas veces, sin embargo, su ingenio salvaje daba lo mejor de sí, en esos casos pegaba un letrero en la tumba después de trabajar envejeciéndola, cosas como «Elección U.S.D.A.» Pero eso le ocasionó problemas con el Departamento de Agricultura, así que después de eso de vez en cuando colocaba etiquetas en las que se leía: «Frágil. Manéjese con cuidado». Finalmente, se volvió su marca. Indicaba que Linda había estado ahí. Podrías seguir sus pistas por todo California, así, y finalmente llegarías hasta Oregon y un poco más al norte. En algún lugar sobre la línea, evidentemente, se le terminaron las etiquetas. Y de cualquier modo, el rastro se acabó.

?Y ahora las tumbas han dejado de envejecer.

Dando vuelta hacia la derecha, el conductor del Mustang aparcó en un espacio en el estacionamiento, frenó y se detuvo. Permaneció sentado por un momento, luego estiró su mano y levantó la pequeña muñeca Linda dejándola descansar junto a él.

?Creo ?dijo?, que todavía anda por ahí. Esperamos eso, cada uno de los que poseemos una muñeca Linda de la gente de Levy. Y, demonios, hay millones de nosotros... aunque creo que la mayoría son niños. Lo cual está bien. Seguro que es bonita, ¿verdad? ?Sostuvo la muñeca y ambos la miramos.

?Hola, Linda ?dije yo.

?Hola, Vincent ?respondió la muñeca Linda.

?«Vincent» ?protesté?. Mi nombre es Phil, no Vincent.

?La muñeca llama así a todo el mundo ?dijo el conductor del Mustang mientras me abría la puerta?. Aquí está la Universidad. Buena suerte. Nadie sabe por qué la gente en Levy programó su muñeca para dirigirse a todos llamándolos «Vincent». Es uno de esos misterios que no puedes desentrañar, creo. Quizá había un Vincent en la vida real de Linda. O quizá por la canción...

?Parece triste ?dije mientras salía del carro.

?Cuando retiren a Barbie del mercado se sentirá mejor ?dijo el conductor del auto?. Está aguardando eso. Dile adiós a Phil, Linda.

?Adiós, Vincent ?dijo Linda, la muñeca.





FIN