La inseguridad social
I. LLÁMENLO COPAGO
No me hagan mucho caso pero a mí esto del copago me recuerda una vez que quedé con unos amigos para coger una borrachera, hicimos fondo común, cada uno pone mil pelas y cuando vamos camino de la bodega el jefe de la banda dice que hay que acoquinar otra vez, que se lo ha pulido todo en vino. ??Para ir ganando tiempo? dice.
Lo del copago es un hallazgo único, uno de esos eufemismos cojonudos con que nuestros amados caciques nos persuaden de pagar otra vez por un servicio que ya hemos pagado con creces. Que echemos una mano al Estado, como si el Estado fuese un señor ricachón que va por ahí repartiendo billetes y no ese monstruo impersonal que acapara la mitad de nuestro sueldo para fundírselo en aeropuertos posmodernos, diputaciones provinciales, sueños olímpicos y demás verbenas. Copago es un poco como decir: ??Paga tú, que a mí me da la risa?, un logro semántico con que los políticos intentan ordeñar ese impulso tan generoso y tan español de echar mano a la cartera todos a la vez cuando el camarero trae la cuenta. Venga, pagamos todos y no se hable más. Pagamos cinco veces y así, si sobra, hacemos otro aeropuerto en Albacete y un club náutico en Zamora.
Denunciaba ayer en estos mismos papeles la moda de esos cursis y pedantes que atornillan prefijos para distraer al personal y vienen los políticos a darme la razón, a calzarle compañía al verbo ??pagar? para que no vaya solo. ??Copagar? es un verbo que no existe correspondiente a un concepto que tampoco existe inventado por algún asesor gramatical que no debería existir. Pagaremos los de siempre, como siempre. Pensábamos que el equipo de Zapatero había alcanzado el Everest de la frivolidad charlatana y viene Montoro y se descuelga con lo de ??gravamen sobre activos ocultos? en vez de decir que va a hacer borrón y cuenta nueva con un montón de morosos, lo cual es un malabarismo genial, como llamar ??reserva extra de sangre? a una almorrana.
Hace ya tiempo que los políticos desistieron de cambiar la realidad, incluso de intentar un apaño o una chapuza, y ahora se pasan el día rellenando crucigramas. Llamar ??repago? al copago hubiese sido un poco feo, algo así como admitir que sí, que todo ese ingente dineral que nos han estado saqueando mes a mes en concepto de impuestos no ha ido a parar a la Seguridad Social sino a la saca de Urdangarín, a la de Matas y a la de otros Reyes Magos. Además hay que dejar varios prefijos pendientes para cuando las arcas públicas queden vacías de nuevo, en un futuro no muy lejano, y el salvapatrias de turno tenga que echar mano del ??requetepago?. Para ir ganando tiempo.
II. NOMBRES CHUNGOS
Creía que el viejo Jüng exageraba cuando hablaba de un fenómeno psicológico denominado ??compulsión del nombre?, mecanismo que explica cómo ciertos apellidos pueden influir o determinar el destino de algunas personas. Atribuí al azar el hecho de que un banquero omnipotente extendiese cheques con la firma de Botín o de que el más belicoso de los jerarcas socialistas respondiese al grito de Guerra. Pero la cosa empezó a inquietarme cuando un día, al abrir el periódico, me tropecé con un asesino que había violado y matado a navajazos a una muchacha y descubrí que se llamaba Manuel Rajo Rodríguez. De ser cierta la teoría onomástica de Jüng, no parece muy buena idea poner al frente del Ministerio de Sanidad a una señora apellidada Mato.
Que la Sanidad española padece de mala salud ya lo sabíamos. En España no sólo hemos estado viviendo décadas por encima de nuestras posibilidades sino que también hemos enfermado más de la cuenta y no nos hemos muerto tanto como debíamos. Dicen que somos unos hipocondríacos incorregibles que nos pasamos el día del ambulatorio a la farmacia y de vuelta al ambulatorio. Además nuestro espíritu derrochador nos empuja a invitar a marroquíes, peruanos y alemanes para que no dejen el país sin ir gratis al quirófano, con lo que antes éramos el paraíso de las playas soleadas y el tinto con casera y ahora el no va más del ibuprofeno en camilla ??salvo Ibiza, donde los ingleses siguen yendo por la música.
Como hipocondríaco profesional me siento amenazado por tanta competencia desleal y tanto aficionado a la caza. Nunca estuvo muy claro que tuviéramos derecho a una vivienda digna ni a una plaza de hospital; lo único que garantiza la Constitución en su artículo 56 es que el rey siempre podrá hacer lo que le dé la real gana, de manera que nunca le falte un cirujano para curarle sus percances cinegéticos. El consejero de Sanidad José Ignacio Echániz ha dicho que el copago de los pensionistas no es para tanto, que equivale tan sólo a 4 cafés, una unidad de medida sumamente útil en alta política y cuya equivalencia en euros depende. También podía haber dicho que el copago sanitario equivale a un aeropuerto en Castellón, a 3 o 4 urdangarines, a varias visitas del Papa o a las prejubilaciones e indemnizaciones de una docena de presidentes de cajas de ahorros lastimosamente sanos, jóvenes y hambrientos.
Echániz no quiere decir nada pero si Rajoy se apellidase de segundo Mato, no habría nada más que explicar y para sacarnos de la crisis, en vez de presupuestos, el gobierno pondría en marcha un plan general de eutanasia. Menos mal que el ministro de Economía sólo se llama De Guindos.