David Torres, blog, escritor, literaturaTropezando con melones, David Torres  El primer melón me lo encontré en una playa andaluza, un día de verano. El último lo veo cada mañana al enfrentarme al espejo. ¿Qué me dirá ese tipo hoy? ¿Qué inesperados regalos, qué decepciones, qué frescas dentelladas me tendrá reservadas el día?
  Yo no lo sabía pero eso que mis manos agarraban con el ansia de un talonador de rugby era un melón. Es decir, una réplica más o menos ovoide de mi cabeza, la materialización fáctica de una idea en el mundo de los objetos reales.


El experimento azul (1)

Básicamente la vida consiste en ir cambiando juguetes. Te cambian el sonajero por un triciclo, el triciclo por un madelman, el madelman por una pistola de plástico. Te cambian los tebeos de Mortadelo por un libro de Jack London, a Jack London por Cortázar. Te cambian el chupachup por el cigarrillo, la coca-cola por la cerveza, y todo así, todo parece encaminado al olvido, a esa despiadada y veloz carrera contra una infancia arrinconada que los mayores llaman «hacerse un hombre». Hasta que un día, más temprano que tarde, uno descubre el sexo, el placer definitivo, y comprende que el truco es haber escondido los juguetes bajo la cama, haber guardado en la recámara algo del niño que fuiste. Ojear de vez en cuando los tebeos supervivientes, saborear una Coca-cola, leer un cuento de London y sentir aquel primer estremicimiento que tuviste con pantalones cortos.

  

La gente que de verdad me gusta guarda un niño dentro. Se nota en los ojos. Cuando Fernando Marías me llamó para formar parte de algo que él llama el Experimento Azul sentí lo mismo que cuando un amigo llamaba al portero automático para que bajara a jugar a la calle. Y allí en la calle me encontré con más amigos, Vanessa Montfort y Carlos Salem, en total tres amigos de ésos con los que uno podría montar una Ilíada.

El juguete nuevo, el alma del Experimento Azul, no es un triciclo ni un madelman, sino el Ghost Trick, un nuevo juego de una consola Nintendo DS. Yo había visto a mi sobrino Jaime de cuatro años manejar una consola idéntica haciendo avanzar a un fontanero bigotudo sólo con los pulgares. Era como contemplar un estadio superior de civilización y sentí lo mismo que debe de sentir mi padre cuando me ve bregar con el ordenata. Sólo que el Ghost Trick era considerablemente más complejo que el Super Mario Bros.

El Ghost Trick, como su nombre indica, arranca con una premisa narrativa muy arriesgada: el detective (es decir, tú) ha sido asesinado y debe descubrir no sólo quién lo ha matado sino dónde ha ido a parar su memoria. Es como William Holden en Sunset Boulevard, pero sin recuerdos, con gafas negras y pelo rubio de pincho. En cada escenario puede manipular objetos a través de sus poderes fantasmales e incluso puede hacer retroceder el tiempo para evitar más asesinatos. Hay una chica pelirroja (nada que ver con Vanessa) que no para de meterse en emboscadas mortales, un detective bailarín, unos sicarios malencarados y unos cuantos polis. Hay una narración oculta que se va descubriendo trozo a trozo, una novela a medio camino entre Chandler y Philip K. Dick, y el juego consiste en descubrirla. ¿La iremos descubriendo juntos? ¿La descubriré antes que Carlos y Vanessa? Lo dudo mucho:

http://vanessamontfort.com/blog/ 

http://elhuevoizquierdodeltalento.blogspot.com/

¿A que gana mi sobrino?