Con la sangre hasta el borde de la boca
Hace cinco años los madrileños nos despertamos con una masacre. Los políticos, los de ambos bandos, recogieron pedazos de carne en sus picos de buitre: aun hoy siguen hurgando en esa herida atroz, aun hoy siguen haciendo sangre. Recuerdo que aquella mañana salí a pasear por Madrid y que encontré a la ciudad en estado de shock. Algún tiempo después me escribió Eduardo Jordá para pedirme un poema que se sumara a lo que acabaría siendo Madrid, 11 de marzo. Poemas para el recuerdo.
Le dije que hacía mucho tiempo que no escribía poemas, que no se me ocurría nada que pudiera decir sobre aquella matanza. Eduardo me respondió que, si la literatura servía para algo, ése era justamente el lugar y el modo de demostrarlo. No sé si me convenció pero aquella misma tarde me senté y escribí Retrato de familia, el poema que acabaría incorporándose a los noventa y tantos que forman el libro. Lo había perdido junto con otro montón de textos en un desastre informático y ayer, justamente ayer, por esas carambolas de la vida, encontré una copia de seguridad. Lo leí y, entre las cadencias descaradamente celanianas, una amargura de sangre me subió otra vez a la boca. Pensé que quizá merecía la pena compartirlo con ustedes:
RETRATO DE FAMILIA
la muerte le da cuerda al tren
en la trinchera llena de fango una mujer hurga en su monedero
alguien descuelga la espada de Alejandro mientras los niños
afilan bayonetas con el sacapuntas
no miren a la cámara háganme el favor
como si no fuera con ustedes
la muerte le da cuerda al tren
los andamios en las calles forman alambradas
alguien planta los pies sobre la mesa sonríe le sacan una foto
otra foto
por favor no miren a la cámara
den un paso al frente griten griten
más alto no se oye el clamor ahí afuera
la muerte le da cuerda al tren
es pequeña no ha aprendido jugar todavía
los políticos ponen pegatinas en los ataúdes
cambian cromos manchados de sangre no se preocupen
hay peritos calculando cuántos muertos
costará la partida cuántas lágrimas cuántos ojos azules
traigan más café griten más alto no se oye ahí afuera
estense quietos quietos
la muerte le da cuerda al tren
un hombre duerme el sueño de los justos
bajo la cama guarda un cubo lleno de ojos humanos
no necesito hielo me traen un cubo de ojos frescos cada día
griten más alto también tengo azules
hace falta estar ciego hace falta tener los ojos metidos en un cubo
para no ver por dónde corre la sangre
la carne en la balanza los gráficos del miedo
compra compra compra vende
los papeles almacenan historias pero sólo sirven para prender
el fuego
la muerte le da cuerda al tren
tienen que llevarle la cuchara a la boca
es pequeña no ha aprendido a jugar todavía
te cambio un cromo repe por un ojo azul
tu lápiz por la espada de Alejandro
salgan fuera no miren a la cámara he dicho que no miren
no se muevan ahora griten más alto quietos
no respiren
sonrían