David Torres, blog, escritor, literaturaTropezando con melones, David Torres  El primer melón me lo encontré en una playa andaluza, un día de verano. El último lo veo cada mañana al enfrentarme al espejo. ¿Qué me dirá ese tipo hoy? ¿Qué inesperados regalos, qué decepciones, qué frescas dentelladas me tendrá reservadas el día?
  Yo no lo sabía pero eso que mis manos agarraban con el ansia de un talonador de rugby era un melón. Es decir, una réplica más o menos ovoide de mi cabeza, la materialización fáctica de una idea en el mundo de los objetos reales.


Con la sangre hasta el borde de la boca

Hace cinco años los madrileños nos despertamos con una masacre. Los políticos, los de ambos bandos, recogieron pedazos de carne en sus picos de buitre: aun hoy siguen hurgando en esa herida atroz, aun hoy siguen haciendo sangre. Recuerdo que aquella mañana salí a pasear por Madrid y que encontré a la ciudad en estado de shock. Algún tiempo después me escribió Eduardo Jordá para pedirme un poema que se sumara a lo que acabaría siendo Madrid, 11 de marzo. Poemas para el recuerdo.

Le dije que hacía mucho tiempo que no escribía poemas, que no se me ocurría nada que pudiera decir sobre aquella matanza. Eduardo me respondió que, si la literatura servía para algo, ése era justamente el lugar y el modo de demostrarlo. No sé si me convenció pero aquella misma tarde me senté y escribí Retrato de familia, el poema que acabaría incorporándose a los noventa y tantos que forman el libro. Lo había perdido junto con otro montón de textos en un desastre informático y ayer, justamente ayer, por esas carambolas de la vida, encontré una copia de seguridad. Lo leí y, entre las cadencias descaradamente celanianas, una amargura de sangre me subió otra vez a la boca. Pensé que quizá merecía la pena compartirlo con ustedes:

          RETRATO DE FAMILIA

 

la muerte le da cuerda al tren

 

 

en la trinchera llena de fango una mujer hurga en su monedero

alguien descuelga la espada de Alejandro mientras los niños

afilan bayonetas con el sacapuntas

no miren a la cámara háganme el favor

como si no fuera con ustedes

 

 

la muerte le da cuerda al tren

 

 

los andamios en las calles forman alambradas

alguien planta los pies sobre la mesa sonríe le sacan una foto

otra foto

por favor no miren a la cámara

den un paso al frente griten griten

más alto no se oye el clamor ahí afuera

 

 

la muerte le da cuerda al tren

 

 

es pequeña no ha aprendido jugar todavía

los políticos ponen pegatinas en los ataúdes

cambian cromos manchados de sangre no se preocupen

hay peritos calculando cuántos muertos

costará la partida cuántas lágrimas cuántos ojos azules      

traigan más café griten más alto no se oye ahí afuera

estense quietos quietos

 

 

la muerte le da cuerda al tren

 

 

un hombre duerme el sueño de los justos

bajo la cama guarda un cubo lleno de ojos humanos

no necesito hielo me traen un cubo de ojos frescos cada día

griten más alto también tengo azules

hace falta estar ciego hace falta tener los ojos metidos en un cubo

para no ver por dónde corre la sangre

la carne en la balanza los gráficos del miedo

compra compra compra vende

los papeles almacenan historias pero sólo sirven para prender

el fuego

 

 

la muerte le da cuerda al tren

 

 

tienen que llevarle la cuchara a la boca

es pequeña no ha aprendido a jugar todavía

te cambio un cromo repe por un ojo azul

tu lápiz por la espada de Alejandro

salgan fuera no miren a la cámara he dicho que no miren

no se muevan ahora griten más alto quietos

no respiren

 

 

 

sonrían