Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Una de fantasmas

A la hora de la siesta, en verano, a nosotros nos mandaban a dormir la siesta, faltaría más. Con las persianas bajadas y la puerta cerrada hasta que dieran las seis. Teníamos la piel ardiendo de picaduras de mosquitos, eritemas solares y escozores propios de la edad y de la cercanía de las primas, porque siempre había abundancia de primas en aquellas familias numerosas. No pegábamos ojo, por supuesto: leíamos a Salgari o novelas de El Coyote, escribíamos en cuadernos o jugábamos en silencio a las chapas sobre la sábana.

Nos aburríamos como ostras ¿y qué? Nuestros padres jamás nos habían dejado creer que entre sus obligaciones o responsabilidades estuviera la de entretenernos. Ni mucho menos: si no éramos capaces de aprender a divertirnos solos, ahí nos las dieran todas.

-Papá, me aburro -ésa es una cosa que mi hija rara vez dice, entre otras cosas porque sabe que, como mucho, obtendrá una respuesta como:

-Pues hay que ser tonto para aburrirse. Aburrirse es pecado. Peor: es una idiotez.

Así que, si se aburre, al menos no piensa que alguien tiene que hacer algo al respecto. Que no es justo. Que no se lo merece. Etc.

Yo sufro, alguien tiene que tener la culpa: esa idea de bombero es el origen de todos los males (decía Nietzsche).

Que de mayor no se vuelva una acreedora, una de esas personas que piensa que el mundo, los demás, la vida, el destino, todos le deben algo.

O una de esas personas que se sienten obligadas y con derecho a ser felices.

Como decía Germán Cano en un artículo que me interó leer, «El imperativo de la felicidad» (aquí se puede ver):

Ironía de las buenas intenciones: ¿no somos nosotros los primeros seres humanos de la historia que empezamos a ser infelices por no ser felices?

De modo que, mi novia y yo, a las niñas las mandamos, sin contemplaciones, a dormir la siesta.

¿Que no tienen sueño? Pues que lo pinten. A todo color, si les da por ahí.

Al atravesar el pasillo uno siente la tentación de abrir la puerta, para mirar a ver.

No lo recomiendo, no cedas jamás a ese impulso.

Se puede uno encontrar, pongamos, que hayan decidido divertirse poniéndose una mascarilla dizque de belleza, tal que así:

¿De dónde habrían sacado ese emplasto diabólico? ¿Habrían gateado hasta la cocina a escondidas para hacer un engrudo con harina y arena de la huerta? ¿Sería dentífrico? ¿Habrían usado espuma de afeitar?

Mejor no preguntar. Lo dice la Biblia: cuando crece el saber crece el dolor.

Ya que estábamos, les dije que fueran los dos fantas-micos a darle un susto a Violeta.

Uuuuuuuh-uuuuuuh…. qué miedo.

De verdad te lo digo: francamente terrorífico, ¿a que sí?

Después de merendar hacen cualquier cosa, incluso jugar a la rayuela en el patio, hasta el punto de que nos preguntamos, con no poca angustia,  si no serán niñas de una película francesa o algo peor, mucho más grave, de una serie española sobre los años setenta (¡Dios no lo permita!):

Y así, por fin, llega la hora litúrgica, el momento sagrado en que nos decimos, como esos marineros de agua dulce que somos:

-¡Ya hay sol sobre la verga del trinquete!

Es decir: por fin podemos tomar la primera copa, como los marinos ingleses, que empezaban a darle al frasco a mediodía, a partir del momento en que ya se veía el sol por encima de la verga del trinquete.

Y así pasamos los días.

Y si somos felices será sin querer, sin darnos cuenta y sin que se note.

Felices de carambola, sin habérnoslo propuesto.

Comments (5)

la loliagosto 17th, 2010 at 20:10

Felicidades por esa familia que teneís y se nota que estaís enamorados y felices porque estaís muy guapos . Feliz verano.

Javieragosto 20th, 2010 at 9:08

Pues Rimbaud decía que la felicidad era la última espina que debíamos sacarnos; y tambien se ponía tibio con licores como metales fundidos.
¡Si al final todo, la vida incluida, no será más que una carambola! En fin, aun me queda una hora para el mediodía. No feliz verano feliz.

la loliagosto 20th, 2010 at 14:16

Astrológicamente hablando la hora de la siesta es perfecta para el sexo,es cuando la energía sexual está en su punto de apogeo,asi que ahora es el momento de la venganza de aquellas siestas aburridas de la niñez. Me extraña que no hayan comentarios debe ser porque la gente está de vacaciones o porque te tienen mucha envidia.Feliz verano.

RPVagosto 21st, 2010 at 16:29

Un abrazo Rafael, en la hora de la primera copa. Qué cierto todo, gracias por las ninfas asesinas y por todo. No dejes de hacer pipas.

Tu nombre (required)agosto 23rd, 2010 at 3:36

no hay comentarios porque este blog aburre a un caballo. Reig, estás acabado, asúmelo hombre. vuelve a Jazztel y deja de agonizar literariamente hablando.

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