Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

El ego come de todo

Me encuentro abrumado, como lo estarías tú.

He leído los más de doscientos mensajes y, aunque no puedo responder a todos uno por uno, si quiero dar las gracias. Por el apoyo y el cariño. También por las críticas (facilón, trapisondista, incongruente, ensoberbecido, y de añadidura machista, etc.). Tienen razón, en parte. Pero eso también prueba, precisamente, lo que suelo decir: tú lees mucho mejor de lo que yo he escrito.

Mucha gente ha leído más y mejor de lo que yo escribí.

Porque yo estoy seguro de no haber escrito lo que tú has leído: no he sido ni la mitad de crítico, irónico, inteligente, etc. Lo habré intentado, pero me he quedado a mitad de camino: la otra mitad la ha recorrido tu lectura, ha empujado lo que yo escribí hasta donde yo no supe llegar.

Para mí eso es lo más importante: escribir deja de ser algo privado para ser una discusión pública en la que participan los que leen.

Que alguien piense que yo he escrito así de bien no significa que acierte, sino algo más importante: que hay lectores que leen bien, que necesitan y por tanto construyen a un escritor mejor que el que tienen delante. Que haya muchos lectores que reclamen una palabra en público crítica, inteligente, argumentada y divertida es una muestra de salud. Una esperanza. Con independencia de que, por supuesto, yo no haya sido capaz de decir esa palabra a la altura de cómo me lees tú. Con independencia de que yo sea un escritor inventado, es decir: leído, escrito en parte por ti que me lees mejor.

Es en esa comunidad que usa la razón en público en la que estoy y quiero estar, como lector y como escritor. Lo importante, para mí, es que esa comunidad existe y somos más de los que muchos creen. No importa tanto o sólo lo que diga el que habla, sino lo que le hacemos decir entre todos los que escuchamos críticamente.

Así que naturalmente que seguiré escribiendo. Aquí y en otros sitios (confío). Igual que seguiré leyendo.

Porque sí somos muchos los que buscamos un espacio para hablar y escuchar, y rechazamos el monólogo o monserga que se nos impone.

En eso estamos. Y ahí seguimos.

¿Falsa humildad? ¿Modestia fingida?

Tú sabes que no. Nadie que quiera escribir una novela es modesto, humilde o no siquiera sensato. Un escritor es, por definición, un enfermo de vanidad (aunque disimule más o menos bien), una vejiga hinchada de aire y vanagloria.

Una tarde, a principios de los ochenta, estábamos tres amigos merendando whisky en un VIPS. Teníamos veinte años y «great expectations«. En VIPS entonces había libros de saldo espectaculares: allí compramos, por ejemplo, por dos duros,  las Memorias de un neurópata, de Schreber, y De la psicosis paranoica en su relación con la realidad, de Lacan (un chivatazo: si alguien quiere estudiar y entender bien el núcleo de la narrativa de Antonio Orejudo, es imprescindible que conozca ambos libros).

Tres amigos enfermos crónicos de vanidad, claro está. Uno se llamaba entonces Pepe, a otro entonces le lllamábamos Buda y el tercero era yo.

Nos intercambiábamos diagnósticos de nuestra enfermedad, análisis clínicos, síntomas y hasta radiografías, como si convaleciéramos en La Montaña Mágica.

El denominado Pepe comenzó a presumir, debía de ser su turno.

Nos mostró sus pústulas, su fiebre alta, los eczemas de vanidad que le habían brotado. Había leído tal, había publicado tal, había pensado esotra teoría, había desenmascarado a tal genio que era un impostor, etc.

Como hacemos todos, tras soltar la andanada, orzó a babor para ponerse a cubierto, y decidió quitarle importancia. Una maniobra clásica en las operaciones naúticas de parecer modesto.

-Eso no es nada, no tiene ninguna importancia, es poca cosa en realidad: sólo es alimento para el ego -dijo.

Tuve una inspiración súbita y respondí:

-¿Así que alimento para el ego, eh? Lo sorprendente es lo grandes y saludables que tenemos los egos, con las porquerías que les echamos de comer.

Ya digo, fue una iluminación súbita, en la que sigo creyendo.

El ego es carroñero, se alimenta de basura, cualquier desperdicio le engorda, come cadáveres y rebusca en vertederos, y de todo saca partido. El detritus le hace crecer, le robustece. Al final, como todas las simas, los cráteres, los abismos, se alimenta sólo de sí mismo y sin embargo no para de crecer.

Todo lo que el ego considere nutritivo es en el fondo carroña. Hay que evitarlo. Eso creo desde aquella tarde en VIPS.

Los tres chavales que así conversábamos éramos, además de yo, Antonio Orejudo, al que entonces aún llamábamos Buda, y José María Ridao, al que entonces aún llamábamos Pepe.

 

 

Aquí estamos poco después de aquella (para mí) memorable merienda, en 1985, en un viaje a Huelva.

De izquierda a derecha, varios robustos egos alimentados de inmundicias: José María Ridao, novelista, diplomático, colaborador de El País, etc.; yo, profesor y novelista; Antonio Orejudo, profesor y novelista (aunque en la foto tenga pinta de poeta sensible); Francisco Castañón, poeta; Agustín Carlos López, poeta; Maurilio de Miguel, poeta, periodista en El Mundo, escritor.

Unos robustos egos.

Comments (30)

Sebastián Martínnoviembre 6th, 2009 at 14:30

Si había algún día que no faltaba a mi cita con Público en el quiosco, ése era el viernes. Las restantes ocasiones lo compraba por una suerte de obligación cívica, como expresión de gratitud ante el valor de poner en circulación ideas y autores sistemáticamente postergados y hasta silenciados. Tal ha sido mi decepción con su marcha –una depuración ideológica en toda regla, a juzgar por lo que conozco– que hoy he faltado a esa cita, y probablemente siga haciéndolo

He acudido a la web, por si daba la feliz casualidad de que a Monteira le hubiese dado por la transparencia. Ante la decepción de comprobar que sigue con su política de hechos consumados, le he dejado, junto a otros, algunas palabras sin importancia, que por fortuna no me han censurado:

«Tenía la esperanza de leer hoy en su sección los motivos que le condujeron a prescindir de Reig (o a ofrecerle una propuesta que iba a rechazar). ¿Por qué le ha infligido ese daño al diario que dirige? Ojalá lo remedie, si no, me temo, se resentirán hasta las ventas? Un saludo»

Sí que he acudido, quizá con mayor frecuencia que de costumbre, a mi cita en Hotel Kafka. La verdad es que estaba algo ansioso por leerle y comprobar que se encontraba bien, con ánimos y con la misma contagiosa energía de siempre. Y me he encontrado con un apunte hermoso, que vuelve a demostrarme hasta qué punto la cultura es indisociable de la política y, en el terreno más personal, cómo siento nostalgia de unos años y una atmósfera que no llegué a vivir, pero que me resultan mucho más atractivos, humanos y osados que los que me han tocado en suerte.

Un saludo muy afectuoso precisamente desde Huelva, donde siempre será bienvenido.
Sebas

Silgonoviembre 6th, 2009 at 15:38

¡Oh, precioso regalo para nosotros, los lectores!

Tú concepción sobre la escritura y la lectura es muy estimulante, cosa que no abunda entre todos los egos.

Alimentemos este espacio, pues. (?am, ñam)

Mª Doloresnoviembre 6th, 2009 at 14:40

Profesor Reig ¿para cuando un hotel Kafka en Valencia? Si no tiene hotel ,le presto mi hostal ¨Hostal loli¨. Un beso.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXInoviembre 6th, 2009 at 15:47

Siempre lo he pensado. Quien escribe lo hace por vanidad, para que le quieran, para que nos quieran. Después viene todo lo demás… que si necesidad expresiva, necesidad vital, que si sufrimiento, dinero, vocación…
Ahora, justo ahora, leyendo tu entrada me he acordado de «El mono» , un texto de José Ángel Valente de su libro «El fin de la edad de plata» que leí hace años, que me fascinó, pero al que no conseguí encontrar el significado.
Ya sé quien, o qué es «El mono».
Quién me hubiese dicho entonces, que un día, leyendo el blog de un tipo llamado Reig, entendería un texto de Valente.

Bárbaranoviembre 6th, 2009 at 15:54

Recuerdo esos libros de saldo de VIPS, yo tengo algunos de fotografía y de cine estupendos. Eso sí, en inglés.
Encontré un rato para escribir algo sobre el «affaire Public». Pínchame el nombre para leerlo.
Besos.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXInoviembre 6th, 2009 at 16:41

Por cierto, ¿quién hizo la foto?

Diosnoviembre 6th, 2009 at 23:55

Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.

Jaimitonoviembre 7th, 2009 at 1:16

Algunas resacas producen eso. La floreada ternura y la foto de hace más de 20 años le sirven para seguir dándole de comer a ese inmenso ego. Lágrimas nocturnas, voces acalladas, tristezas inconsolables. ¡Que pérdida más grande, Señor!

Deleites, gozos, impaciencias por sus nutritivos escritos que faltan en el diario menú. No tarde mucho en servirles que los platos fríos suelen producir acidez gástrica y probables complicaciones digestivas. Y tal como está la sanidad pública no es cuestión.

Flyingcircusnoviembre 7th, 2009 at 2:28

¡óle!

Jesúd Espasandín Lópeznoviembre 7th, 2009 at 4:56

Te transcribo la nota que envié hace unos días como carta al director de Público y despues como carta de lector, ambas contestadas con el silencio, con un elocuente silencio por parte de alguien tan enamorado de él que se calla cuando le preguntan y hace callar a quien tiene algo importante que decir. Un verdadero profesional del periodismo.

¿Merecemos explicación?

La desaparición de la columna de Rafael Reig me exige pedir una explicación a quien corresponda. No es una cuestión que pueda aceptar como un simple reajuste en el periódico por dos motivos: el primero porque considero su calidad un incentivo principal para la compra diaria de Público; el segundo y principal es mi temor a una deriva del diario hacia su total servidumbre mediática al aparato de poder del PSOE, intransigente con voces críticas como la de Reig. Es patente la evolución habida desde su nacimiento, con el aumento de múltiples páginas dedicadas a la crítica del PP, que no por bien merecidas dejan de provocar hartazgo por su repetitividad y extensión. Hasta ahora se compensaba con la excelente capacidad crítica e independiente de la plantilla de comentaristas y humoristas, columna vertebral del periódico. Entre ellos y en primera línea estaba Reig, capaz de sintetizar en su diminuta ??Papelera de reciclaje? algunas críticas imprescindibles al PSOE cuya ausencia en el periódico era notoria. Por eso su desaparición aumenta el creciente desequilibrio entre la conciencia crítica e independiente y la servidumbre política, ya muy dañada con la muerte de Javier Ortiz. ¿Pueden aclarar sin ambigüedades el caso Reig?
Jesús Espasandín López

Anónimonoviembre 7th, 2009 at 5:32

Elke, «dé», en su forma de imperativo del verbo dar, se escribe con tilde: dé.

Y por cierto, un poco gorrina sí que eres.

Miguel Ángelnoviembre 7th, 2009 at 9:53

…Rafael, te vuelvo a recomendar «encarecidamente» (que no sé si viene de «encarar» o de «caro») el libro «El traductor», de Salvador Benesdra (ahí va cierta información sobre el autor, un tipo muy raro: http://www.elinterpretador.net/26NoraAvaro-SalvadorBenesdraElGranRealista.html), está en Ediciones de la Flor (se puede conseguir más o menos fácilmente en la librería Santa Fé de Buenos Aires, por internet). Es la historia de un tipo que trabaja en la redacción de «Página 12» (periódico que creo que ha servido de inspiración a «Publico») y cómo poco a poco descubre las contradicciones y las mezquindades de una redacción de un periódico «muy de izquierdas» y la forma de actuar que tienen. Sólo te digo que el tipo inicia una relación con una adventista frígida. De verdad, creo que pasarás un buen rato con él, y no he podido pensar en ese libro cuando me enteré de lo que te ha pasado en «Público»…
…En cuanto al ego alimentado de fast-food, la verdad es que es una imagen interesante, habrá que pensarla un poco…
…Un abrazo…

marinanoviembre 7th, 2009 at 13:02

Eso está bien, Rafael. Un ego robusto.
El mío siempre me ha parecido bastante enclenque, aunque he descubierto que, como el bambú, soporta la riada. Ahora, con una bodhisattva cámara al cuello, tiemblo cada vez que se le enciende la bombilla. Y es que no sé si todo eso afectará demasiado a mi yo-sin-yo.
He pensado mandarte una foto para que veas por dónde va mi ego. Voy a intentarlo.

¿Schreber y Lacan para entender a Buda? Lo miraré.

Besos.

Nynaevenoviembre 7th, 2009 at 13:18

Pues qué quieres que te diga, llámalo Ego o llámalo X… que tú no escribes tan bien, sino que nosotros te leemos mejor…

Habrá muchos en cambio que te leeran de puta pena… pero te siguen leyendo y eso sí que tiene que engordar la X 😀

En fin, que lo que digo es que lo importante, es no perder ese sentido de humor, era ironía, que de verdad a muchos nos conseguía poner una sonrisa en la boca y empezar el día con energía (después alguno se dedicaba a escuchar a Losantos y la sonrísa todavía era mucho más ancha… porque aunque todo se trate de opinión, constatarlas es ya un ejercicio para «locos»)…

Así que, tú escribe y nosotros te lo engordamos…

Un fuerte abrazo…

Pulitzernoviembre 7th, 2009 at 14:44

Reig,

la foto, premio Pulitzer ya. No sé como no la han expuesto en el CCCB este verano con el resto de quinquis. Viva el calcetín blanco. Lo más fuerte: el Ridao frecuentaba tu grupo salvaje de vitelloni..? Dios mío, os imagino en el Vips: hay que reescribir la historia de la transición en este país. Quizás tu podrias hacerlo.

Salud.

Nos vemos en el Maracaná con Landero.

Mexicananoviembre 7th, 2009 at 20:07

Pinta de pijos, no? Meriendas en el Vips? Guau, qué trasgresores!

skimonoviembre 7th, 2009 at 21:05

Hay que ver lo que cambian las fotos,segun los ambientes y amigos .Me recuerda una que mandamos a la revista Lib para ver si la ponian en una seccion especial de fotos de gente normal, con poca ropa o haciendo el animal (nosotros en pelotas)…no solo de cultura vive el hombre.
No me creo la estampa de buenos y cultos chicos.

uvelacknoviembre 7th, 2009 at 22:51

Lo que está bastante claro es que, quien a nosotros nos hubiera gustado que fuera buen lector de tus colaboraciones, no ha sabido leerte como director de un periódico, sino como simple delegado de la empresa, porque nos ha hecho una buena faena.
Sí: los blogs, la ‘prensa’ virtual, etc… Pero donde se corta el bacalao (empezando por la pasta de la publicidad), la auténtica palestra y el escaparate es el papel prensado, el que te llevas a leer donde se para el tiempo (la biblio, el banco del parque o el retrete).
Bonito homenaje, como siempre, a quien hoy se ha jugado su colaboración semanal en impar y bien a la derecha de la página, donde se ve mejor. A ese Buda tan parecido de joven a un poeta sensible como a Amenábar.
Animo, Rafa. Rezo (al modo pagano) todos los días para que alguien sea un poco sensato, te ofrezca volver y que tu ego se trague un justificado desquite (música de happy end, please).

Carmennoviembre 8th, 2009 at 6:06

¿Que la porquería robustece los egos? Creo que no.
La fortaleza va de la mano de la paciencia y de la sencillez. Y de estar atentos; y de rectificar interiormente cuantas veces sea necesario. Y en esas estamos todos…
Los egos alimentados con bazofia se rompen con facilidad, les falta fundamento.

rafaelreignoviembre 8th, 2009 at 10:09

PUes un abrazo y nos vemos en Huelva, Sebastián.
Se lo voy a proponer hoy mismo a Edu Vilas, lo de Valencia, digo. Gracias.
Gracias a todos por el apoyo y el cariño, de nuevo.
No se preocupe, Daniel, que seguiremos en la brecha. En los medios que dice o en otros.
Me leeré el libro ese, ok.
Claro, en el Maracaná, con Miguel y Luis, a jugar unas partidas de ajedrez.
Bueno, Carmen, mi punto de vista es que el ego tiene poco que ver con la fortaleza. Creo que hay de disolver el ego, más bien.
Besos, abrazos

rafaelreignoviembre 8th, 2009 at 10:27

Muy atinado, Marcos, como es propio de ti. Tu comentario entró mientras yo escribía el mío, por eso respondo ahora. Con respecto a que mi agradecimiento a los lectores tenga ribetes demagógico-raphaelescos, pues lo sé, pero mi opinion es que el cariño merece agradecimiento, por muy tosca que sea su expresión o muy desenfocada que sea su visión. Con respecto a mi rechazo a lo que se me proponía (o se me pretendía imponer), poco más puedo decir. Mi pregunta era y es: ¿por qué tengo que salir de Opinión? Como no recibí una respuesta satisfactoria, no tuve más remedio que sacar mis propias conclusiones. No tendría yo ni tengo inconveniente alguno en escribir en Cultura, en cualquier medio, pero no lo acepto si eso se hace con el solo propósito de que no escriba en Opinión. No sé, pero creo que me explico, ¿no?
Por lo demás, no veo contradicción entre opinar y escribir novelas. También son una opinión. Y no diría yo que «no se me conoce trayectoria política previa». Incluso mi tesis doctoral puede que sea puro activismo marxista. Vale, pero eso no visible. Mis artículos (en La Razón o en La Voz de Asturias) siempre han sido políticos. Y como sabes siempre he estado muy implicado en política (si bien, lo admito, en la parte más sórdida y menos visible de la política).
Ahora en broma, mi primera novela (que tú tan bien conoces, desde su manuscrito inicial) fue recibida como una novela política. Cierto tipo la presentó (sin leerla) y aseguró que era «la primera revisión seria del papel de la ultraderecha en la transición española». Casi me caigo de la silla del susto.
En fin, eso, bromas aparte.
Y un fuerte abrazo, Marcos.

marcosnoviembre 8th, 2009 at 10:02

No sé, Rafael.

Me parece esclarecedor lo que dices sobre el ego como motor principal de quienes escribís. Pero no lo veo muy distinto del motor del resto de las actividades humanas. En general, lo que más nos motiva es la búsqueda de reconocimiento, de afecto, de admiración: desde el bebé que le hace cucamonas a su madre hasta el vejete del asilo que le espeta a la monja un piropo pasado de moda, queremos que nos quieran, que nos aprecien, que alimenten nuestros egos.

También me ha gustado cómo te refieres a la vieja idea del lector como coautor. En efecto, el autor propone un texto, en realidad un pretexto, que quien lee completa cerrando el círculo de la «comunicación literaria» (buf).

Pero no me ha gustado ese elogio indiscriminado de tu público. Me ha recordado no a Rafael, sino a Raphael: «me debo a mi audiencia», «ustedes sois los más grandes que habéis»… Pues no sé qué decirte. El elgogio desinformado es, entiendo, parte del «detritus» que también el ego aprovecha para alimentarse; pero algunos de los comentarios que he leído son de una pobreza que asusta, aunque se hayan escrito en tu apoyo.

Y echo de menos más información sobre tu salida del diario. ¿Por qué consideraste una oferta inaceptable tu traslado a Cultura? ¿Suponía que reducían tu espacio para opinar? ¿Quisieron imponerte consignas sobre qué podrías o no decir en el nuevo cometido? ¿No es la cultura tu «terreno natural» -al menos es de donde procedes, porque no se te conoce trayectoria política previa? ¿Qué es lo que hace a un «comentarista político»? ¿Experimentaste una especie de epifanía desde tu condición de novelista -ya sabes que, en mi opinión, el mejor de cuantos ahora escriben en España- hasta convertirte en un opinador? Me parece que al personal le faltan elementos, lo que no impide lamentaciones de gran calado sobre una maquinación ideológico-empresarial en la que se mezclan la muerte de Ortiz, la «obvia» connivencia de Roures con ZP, la ilegalización de Gara y otras hierbas…

Un abrazo.

Isabelnoviembre 8th, 2009 at 13:01

Hola Rafa,
Busqué tu columna, como siempre y pensé que estabas enfermo, como yo. Pero no, ya no escribes en ese periódico, ya no tiene aliciente seguir comprándolo.
Salud y suerte.

Ciberculturalianoviembre 8th, 2009 at 13:24

No se dan cuenta los censores en papel, que podemos encontrarte en otro tipo de soporte. Porque lo que buscamos no es un medio, sino la persona que está detrás de las palabras, de los pensamientos.
Ya te seguía en Público y ahora lo haré con mucho gusto a través de tu blog
Un beso de una bloguera que te ha seguido disciplinadamente
Carmenari

Ciberculturalianoviembre 8th, 2009 at 13:26

Por cierto no se porque ha salido «Carmenari»
Soy Carmen. Solo Carmen
Más besos
Chao! y buen domingo

Josénoviembre 8th, 2009 at 14:39

Publico , o cualquier otro diario sobre papel perdieron, hace tiempo, en mi un lector , pues la dinamica de lectura y comentario entre mas en el campo de mis gustos.
Sigo encontrando conocidos entre los comentaristas, y creo poco en las casualidades. Por cierto
la foto es digna de ser analizada por un experto en lenguaje gestual,

Carlos J.noviembre 8th, 2009 at 20:24

Mi opinión sobre tu salida del diario Público: http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2009/11/rafael-reig-y-el-diario-publico.html

Ordetnoviembre 12th, 2009 at 9:36

¿No hay posibilidades de que vuelvas al periódico, entonces? ¿Interpretas que te querían silenciar políticamente hablando con el traslado a Cultura?
Sigo sin poder creerme la torpeza del director. Hay que ser burro.
¡Vuelve, Rafa!

Ouletnoviembre 12th, 2009 at 10:16

Me ha hecho gracia el comentario de que es usted un «casposo». Absolutamente de acuerdo, un completo casposo en todos los aspectos.

yo mismadiciembre 10th, 2009 at 18:36

jejeje…

Absolutamente de acuerdo con tu teoría del ego.

Estoy contigo. Y a un nivel de anonimato y sólo y únicamente para satisfacción o ego propio, me decido a escribir a veces más y otras menos, unos simples comentarios.

Por ejemplo y sin ir más lejos, como éste.

Cierto es que hay algo al plasmar las letras en la pantalla que te hace vibrar, sobre todo si piensas en que alguien, seguro, debe estar leyéndolas.

Así pues, que en cierto modo vengo a decirte al final, que quizás no se trate de ego, sino de amor a las letras y en definitiva quizás un poco también, a los demás.

Saludos.

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