Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Tchaikovsky el chocolatero

Ando en Piles, escribo y leo.

Mi novela de espías, Fuego amigo, la terminé hace ya más de un año. Vendí los derechos de edición a una institución cultural extranjera (quizá la CIA o el FBI, vete tú a saber),  cobré la pasta, me la gasté, y ahora sigo esperando a que decidan publicarla. No parece que tengan mucha prisa, han estado un año traduciéndola a varios idiomas y veremos cuándo se deciden. La editorial española está esperando, pero le hacen el mismo caso que a mí: el caso del tipo que solemos llamar omiso.

Mientras tanto, se me ha metido en la cabeza escribir otra cosa, una novela que se titula Todo está perdonado.

Tengo ya varias carpetas azules, con gomas, en las que pone TEP, llenas de hojas manuscritas o a máquina.

Lo que pasa es que soy un auténtico vago. Con tal de no trabajar, hago lo que sea, incluso grandes esfuerzos.

Con TEP tengo dos maniobras de distracción clásicas:

a) Me documento

b) Resuelvo problemas de estructura.

Lo que sea, con tal de no escribir.

TEP es, por supuesto, la unión de dos leyendas, porque es «La Gran Novela Americana de la Transición española«.

Para aumentar mis posibilidades de vaguear sin mala conciencia, me he puesto algunas dificultades gratuitas y obstáculos innecesarios: todo para poder concentrarme en (a) y (b). 

Como no sé una palabra de fútbol y no he visto en toda mi vida un partido, he tomado como eje de la novela las dos Eurocopas que ganó España, la de 1964 y la de 2008.

Así tengo abundante trabajo de «documentación», je, je.

Y como no tengo oído ni pastelera idea de música, me he empeñado en que tenga una estructura de sinfonía. Con cuatro movimientos, tema y variaciones, etc.

Recuerdo con emoción el libro de Vernon. A. Chamberlin: Galdós and Beethoven: Fortunata y Jacinta, a Symphonic Novel.

Lo leí en Long Island. Si leía sentado, veía el jardín cubierto de nieve. Si me ponía de pie, alcanzaba a ver el agua de la bahía, detrás de los árboles. Me avituallaba con una insólita, pero deslumbrante combinación de whisky y patatas asadas (te la recomiendo). Acababa de leer, por tercera o cuarta vez, Fortunata y Jacinta; y leía el libro de Chamberlín mientras escuchaba una grabación de la Tercera de Beethoven. Tenía la partitura también, pero más que nada por enredar, porque mi capacidad de leer música es incluso inferior a mi habilidad para hacer el pino-puente.

Chamberlin compara la estructura de la novela y la de la sinfonía, los cuatro movimientos y las cuatro partes de la novela; el tempo de cada movimiento y de cada parte de la novela; y luego analiza el texto y la partitura en detalle, siguiendo cada capítulo y cada nota, la exposición de cada motivo y su reaparición con otros instrumentos, etc.

Me lo pasé en grande.

Total, que me ha dado por que TEP tenga una estructura sinfónica, qué pasa. 

Como soy analfabeto en música, no sabía muy bien cómo hacerlo.

Me fui por el camino fácil (faltaría más).

Hace más de un año que es rara la semana en que algún día no oigo, durante el desayuno, la Quinta de Tchaikovsky, así que me dije: ¡Albricias! ¡Habrá cosa más sencilla! Sigues la partitura de la Quinta todo recto y no tiene pérdida.

Al fin y al cabo, creo yo que esa sinfonía sólo trata de la fragilidad del destino (¿o era el carácter?).

Hace poco leí una noticia de ésas que recorto y pego en un cuaderno: «La música de Tchaikovsky traspasa los muros de la cárcel de Soto del Real», titulaba El Economista (29 nov 2008).

¿Qué dirías tú que eligió la Joven Orquesta Nacional de España para tocar ante más de 200 reclusos?

¡Bingo! La Quinta de Tchaikovsky.

Ostras-pedrín, me comenté a mí mismo, y luego añadí, no sin regocijo: ¡Todo ayuda al convento! (como suele decir mi amigo Manuel Fernández-Cuesta).

Lo que ya me vendría de rechupete (díjeme) es que, entre esos reclusos, estuviera Mario Conde.

Por más que leía y leía no lograba saber si estaba o no. ¿Estaba aún en la cárcel en esa fecha? No recuerdo. Mejor: así tengo más trabajo de documentación, je, je, en lugar de escribir.

De todas formas, yo pienso poner a Mario Conde ahí, oyendo la Quinta entre rejas, con su chándal planchado y su ecuanimidad zen. Me parece formidable para lo que yo quiero hacer.

Y si no, me lo invento. Siempre he dicho que me puse a escribir novelas por eso: porque así, cuando no sé qué poner, me lo invento todo y me quedo tan campante.

Esto decía el periódico:

Al finalizar su presentación, calificada luego de «emocionante» por Mielgo (el director de la orquesta), los reclusos dejaron una pregunta en el aire: «¿la Quinta Sinfonía es la ilustración de una victoria o de una derrota?» La escuchó, entre otros asistentes, la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo

Caray con los reclusos: lo que a ellos se les escape.  ¿Es la Transición la ilustración de una victoria o de una derrota?

La tal Gallizo les dio la callada por respuesta, al parecer, y la pregunta se quedó donde (según el periodista) la habían depositado los presos: en el aire.

Seguía la noticia:

El silencio que guardaron los reclusos durante la sinfonía, se rompió con los aplausos finales, los «bravo», «bravo» y los gritos de «otra», «otra». «Total, si tenemos todo el tiempo del mundo», decía un interno.

El ambiente se relajó con «La boda de Luis Alonso», la primera de las tres «propinas» que regaló la orquesta. Pero fueron «Amparito Roca» y «Paquito el chocolatero» los que terminaron de caldearlo y pusieron en pie a los internos, que seguían como nadie el ritmo de los famosos pasodobles.

Formidable, ¿o no?

Así que en ésas estoy, «resolviendo problemas estructurales», que queda bien decirlo, cuando lo único que haces es vaguear.

¿La Quinta de Tchaikovsky para acabar con «Paquito el chocolatero»? ¿A que no es mala idea? Es un excelente resumen de la Transición.

Lo que pasa es que esa Quinta es demasiado lírica, para mi gusto, algo patética y romántica, algo subrayada y efectista.

Lo peor, encima, es que me temo que eso le va bastante a mi estilo literario.

Preferiría la Tercera de Beethoven, la Heroica, como Galdós, no te jode, sobre todo por ese segundo movimiento de marcha fúnebre.

Así que estudio (es un decir, je, je) sinfonías (no descarto algo de Schubert, que siempre ha sido mi compositor favorito) y también algo más fúnebre, porque me apetece más (y cada vez que escucho ese segundo movimiento de Beethoven, más aún).

Mi tío Ramiro dejó aquí en Piles cincuenta o sesenta discos (como a mí, también le estorba casi todo en casa) y, entre ellos, encontré una cosa que no conocía: Ein Deutsches Requiem, de Brahms.

Lo oímos hace poco Violeta y yo y nos quedamos de piedra, sobrecogidos, casi aturdidos por la delicadeza de los coros.

Ahora llevo una semana oyéndolo y me está entusiasmando: ¡también me vale! ¡De ahí también lo puedo copiar todo!

Después del verano, eso sí, me apuntaré de oyente (sordo y sin sentido musical) al curso de Composición de Hotel Kafka, con Nacho Mastretta. A ver si me entero de algo.

Así paso los días, buscando cualquier desvío para trabajar lo menos posible en TEP, esta misa de Réquiem con forma de sinfonía.  Con el pasodoble Paquito el chocolatero como desenlace, que no estaría mal. De hecho, creo recordar que hubo alguna propuesta (más o menos seria) de convertir Paquito el chocolatero en el himno nacional.

Lo tengo que comprobar y documentarme, je, je.

Por la mañana, a partir de las cinco, escribo, o leo y enredo, oyendo a Brahms. Luego almuerzo y nos vamos a la playa y a tomar el aperitivo. Comemos y después de la siesta nos cogemos las bicis Anusca y yo y nos disponemos a ejecutar alguna misión especial, pedaleando por los caminales entre naranjos. A veces Anusca se va con sus amigas y me quedo en el bar de Delia y Quique, bebiendo whisky, con mi cuaderno, poniendo cara de intenso esfuerzo. Por la noche, casi siempre acabamos en el cine, con una mochila con bocatas:

 

 

A veces vienen amigos, y entonces puedo vaguear todavía más.

Esta semana han venido María y Fernando López Murcia, con los niños. Como no me decidí a ir a verlos a Damasco, han tenido que venir ellos.  

 

 

¿Qué hemos hecho? Pues lo que hacen los progenitores responsables: montar de inmediato un programa de intercambio cultural.

Carmen se ha quedado unos días con Anusca y conmigo y ahora Anusca se ha ido con Carmen a Valencia y a Enguera.

Es como una beca de ampliación de estudios, ya que los niños aprenden sin parar, mejor que con el Plan Bolonia, con más movilidad y más becas disponibles.

Así Anusca va a un hogar donde se coman verduras, por ejemplo, y constatara con sorpresa que hay padres que se lavan los dientes después de las comidas.

Le viene muy bien.

A su vez, Carmen se asombraba de verme permanecer en pijama durante varias horas, sentado mirando a las musarañas y con un folio metido en la máquina de escribir.

-¿Eso es lo que haces? Estás loco del todo -me decía.

Luego los padres nos intercambiamos información, contrastamos datos y nos quedamos de una pieza:

-¿Me estás diciendo que mi hija ha desayunado melón?

-Te lo juro, Fernando.

-No me lo creo. ¿Sin chillar? ¿Sin dar patadas ni reclamar habeas corpus y galletas de chocolate?

-Como una campeona, como si lo hiciera todos los días.

-Joder.

Y cuando vuelva Anusca, mañana o pasado,  me enteraré de que ha repetido de judías verdes, seguro, tan contenta, fingiendo lo que los políticos llaman «normalidad absoluta».

Los críos, con tal de fastidiar, lo que sea.

Aquí están, jugando a ritos funerarios a la orilla del mar:

 

 

Anusca y Mar están enterrando a Carmen.

Ostras-pedrín, te quería comentar, me dije de sopetón: ya lo tienes, pazguato. Niños que se entierran vivos.

Es que tengo escrito un capítulo en el que un chaval le cambia a escondidas las medicinas a la abuela. Luego se muere la abuela y el chico se convence de que la ha asesinado.

No quedó mal, y me viene bien para lo que yo necesitaba, que era escribir sobre la inocencia culpable. Claro que, bien pensado, también me gustan estos solemnes enterramientos infantiles con fondo de oleaje, al atardecer, en ese charco de luz tan frágil y tan escasa que apenas salpica los tobillos al meter los pies. 

O por lo menos, di la tarde por bien empleada y los papás nos fuimos, tan contentos, a tomar el primer whisky en el patio de casa, mientras las niñas se quitaban la arena con la maguera.

Comments (56)

ovideo cejudojulio 19th, 2009 at 2:36

DON nacio no sabia quea pasao vacanciones en un campo delasandivias, ami megustananque amargen un poco i estoi con la s ovajicas pa cuidarlas por la noche y entoavia no me duermo,porque son como mi fqamilia y meduermo en verano a la temperie con ellas,me pongo la boina pa bajo y asin no me dal relente en el cabezo,y melio una manta y pongo paja enel suelo y miro las estrellas acostao con mis ovejicas. a paryir daora ya no vendo a ninguna no quiero matalas les sacare la lana y la leche y asin seran felices y yo tamien son como familia y nunca voy a vendelas pa carne ,lo prometo pa siempre porque seria como matar a mi padre o ami madre,me debvoestar enviejecio porque yo noera asin ,nose porqueeeeeelas quiero tanto. A las negras comosi sonblancas igualmese da. Aqui ai mas estrellas que en su pueblo,vengase paca undia a dormir conmigo y con mis ovejicas,y vera que esto es mejor que lodelasmenldivias.

Juliánjulio 19th, 2009 at 12:35

Dos recomendaciones por lo visto en el post y los comentarios:
-por lo sinfónico, el último disco de Extremoduro, «La ley innata». El primer movimiento y partes del tercero son memorables.
-por lo Elkiano, la parodia de Pérez Reverte en la sección «Celebrities» de Muchachada Nui (se puede encontrar en la web).
A seguir disfrutando el verano.

ovideo cejudojulio 19th, 2009 at 22:03

pa lanomino le digoque sidonnacio nesecita qqe le meta eldedo se lo meto pero ati noteloariapor artipatico

Anónimojulio 20th, 2009 at 15:35

Le preguntaré a tu prima, no creo que ponga pegas. Y tranquilo, se escribe «me».

Belénjulio 22nd, 2009 at 12:50

Oye(s), ¿por qué no buscáis un sitio más privado para insultaros, por favor? La red es infinita, andad y sed libres de sacaros los ojos en la intimidad.

Fran G. Matutejulio 22nd, 2009 at 20:43

Sí, «White Noise» también me gustó mucho. Decía lo de «Submundo» porque pretende ser la Gran Novela Americana y su historia sigue la de una pelota «perdida» de un mítico partido de béisbol allá por los 50… me ha recordado a lo del fútbol, pero vamos, poco más… Si te soy sincero, no te recomendaría «Submundo» porque es un buen tocho y a veces es brillante pero otras muchos un tostón…

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