Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Cómo era… la fiesta de Tusquets

Me desperté y estaba a oscuras.

Qué raro, porque a mí me intranquiliza despertarme en la oscuridad: siempre dejo la persiana subida y las cortinas abiertas.

Me dolía la cabeza, y estaba desnudo y empalmado.

A tientas encontré el interruptor de la luz, que estaba en el lado contrario.

¿Dónde rayos me hallaba?

Cerré los ojos y encendí la luz.

Hotel Avenida Palace, Barcelona, habitación 752: recordé al abrir los ojos. La fiesta de Tusquets. Gracias a la generosidad de Beatriz de Moura, de Toni López y de Juan Cerezo, el trío calavera, Chavi Azpeitia, Orejudo y yo habíamos podido ir.

Habíamos montado todos los escritores en un autobús rumbo a la fiesta. En el primer asiento iba Juan Cruz, como si fuera el monitor del campamento.

-Cuando dos aviones se cruzan en el aire, en los dos va Juan Cruz -me explicaron.

A mí me tocó con Landero, que no hacía más que chinchar a Aramburu, riéndose de su costumbre de escribir siempre con la persiana bajada.

Fue una fiesta espectacular. Luego fuimos a una discoteca.

Había salido de la discoteca ya de día, a las siete de la mañana, pero no recordaba cómo había conseguido llegar al hotel. ¿Abducido? ¿Teletransportado en platillo volante? ¿En un vulgar taxi?

Por el suelo rodaban, vacíos, todos los botellines del mini-bar: coñac, anís, whisky… ¡hasta el abominable pacharán había sucumbido! Con decir que sólo quedaban dos benjamines de cava.

En la mesita de noche había un paquete de Marlboro. Qué raro: hace más de quince años que no fumo Marlboro.

Rescaté el pantalón del suelo y vi que tenía el botón arrancado, pero no encontré el mechero. Estaba en la guayabera, a la que también le faltaban todos los botones.

Fumé, contemplativo: la sábana estaba desgarrada. Me toqué la espalda y tenía unos arañazos. La sangre estaba aún fresca. 

Entonces oí el ruido de la cadena del váter.

¡Maldición! No había llegado solo al hotel.

¿Quién habría tras la puerta cerrada del cuarto de baño?

¡Con tal de que no sea Ramiro Pinilla! impetré sotto voce a alguna potencia o Ser Superior (¿Herralde? ¿Toni López? ¿José María Ridao?).

Como todo el mundo sabe que Barcelona es mil veces más cosmopolita que Madrid, entré en pánico, caí en picado: en la ciudad condal la bisexualidad debe de estar a la orden del día. ¿Me habrían poseído Ruiz Mantilla o Altares, aprovechando mi estupor etílico? Ítem más: Ruiz Mantilla y/o Altares, como escriben los periodistas.

Oí un grifo abierto. Sería la ducha. O el de la bañera. 

Ante mi impresionable retina iban desfilando, cual lúgubres revenants, los espectros lascivos de tanto escritor como había conocido en la fiesta.

Aquello era como una reválida de bachillerato: veías a todos los que habías estudiado en BUP. Vi a Juan Marsé y a Eduardo Mendoza, soltando salaces risotadas. Vi a Vicente Gallego y a Carlos Marzal haciendo cabriolas de íncubos y danzando a mi alrededor. Vi a Fernando Aramburu y a Luciano Egido, abalanzándose sobre mí a una señal convenida. Vi a Blecua y a Paco Rico intercambiando etimologías (espurias) y gestos procaces (quizá fingidos, o serían fictos).

¿Ocuparía quizá mi baño en esos mismos momentos Jacobo Siruela? Le recordé bailando lo que parecía un twist, como un ye-yé de Concha Velasco. Parecía que hubiera practicado mucho en alguna academia de bailes de salón: se agachaba como si fuera a empezar a correr y, pisando sólo con el tacón, giraba el zapato al ritmo del vertiginoso bailable. La única expresión que le hacía justicia sería algo del año Pun (o de Maricastaña):

-Mira, Jacobo ya está moviendo el esqueleto.

-Se habrá tomado más vidrios de la cuenta.

Como suele suceder, me di cuenta de que, más que empalmado, me estaba meando.

No podía aporrear la puerta a las voces de:

Luis Landero, sal de ahí, que me meo!

O tal vez:

Castellet, coño, que es para hoy!

O incluso:

-¡Acaba ya, Semprún, que me hago pis!

O en el colmo de la audacia (o del fatalismo):

Paco Brines, Paco Brines, ¿va para largo? ¿Es pis o pon?

¿Y si luego resultaba que el ser humano que se había encerrado en el baño no era ninguno de ellos, ni siquiera uno de los nueve novísimos o una de las nueve vírgenes vigilantes, o mejor todavía, una de las vírgenes necias? ¿Y si no acertaba? O peor, mucho peor todavía: ¿y si acertaba?

Me transmití la orden de tranquilizarme. No te atormentes, Rafita, alma de cántaro. Vamos a ver, seamos serios: de haber tenido trato corporal con un señor, ¿no lo recordarías acaso? Me respondí que por supuesto. Es más: puede que me hubiera traumatizado y todo, que hubiera hecho añicos mi psique, que es de las que explotan como un vaso de duralex. Con una tía, no sería la primera vez. Que no recordaba ni torta, me refiero. Pero ¡con uno de los autores más destacados del actual panorama literario! Eso por fuerza te tiene que dejar alguna huella, ¿no crees?

Aun así, no las tenía todas conmigo.

El grifo sonaba con ensoberbecimiento, como si «lo-que-ocupaba-el-baño» sintiera un desproporcionado orgullo sólo por enjabonarse a conciencia y a primera hora.

A los pies de la cama encontré un paquete de Drum y dos papelillos arrugados. Me lié un cigarrillo.

Entonces lo descubrí encima de la tele y me hinqué de hinojos, en acción de gracias con Rubén y los de Palacagüina:

Jesús, incomparable perdonador de injurias,

óyeme; Sembrador de trigo, dame el tierno

pan de tus hostias; dame, contra el sañudo infierno

una gracia lustral de iras y lujurias.

Dime que este espantoso horror de la agonía

que me obsede, es no más de mi culpa nefanda;

que al morir hallaré la luz de un nuevo día,

y que entonces oiré mi «¡Levántate y anda!».

 

Era un sujetador. Lo que había en los cuernos de la antena, tendido como un harapo, digo. A juzgar por el volumen de las copas (talla ochenta y algo mínimo) coincidía con mis preferencias globulares, casi ecuménicas.

Había una tía en el baño. ¿Quién sería? De momento sólo estaba abocetada, como dibujada a lápiz con mano temblorosa:

 

A imitación de Pulgarcito, intenté recorrer el camino de vuelta, la noche marcha atrás (¿o era boca arriba?). Le había tirado los tejos a todas. Había bailado con Beatriz de Moura. Agarrado, arrimando cebolleta. Había coqueteado con Carmen Romero. Había tomado un whisky con Natalia, de Tusquets. Había abrazado a Almudena Grandes. Había compartido taxi con Cristina Fernández Cubas.

Por la talla de la dulce prenda por mi mal hallada, no podía descartar a ninguna.

Ni a otras docenas.

Qué zozobra.

Me di cuenta de que hacía un rato que el grifo engreído ya no sonaba.

Oí abrirse la puerta.

Ahí estaba y, ya que estábamos: tómate una copa, le dije, de esos benjamines de champán que quedaban en la nevera.

 

Brindamos.

¿A que no adivinas por qué brindamos?

Con alivio, comprobé que, de tanto no mear, seguía empalmado.

En la penumbra no conseguía verle la cara: aún no sabía quién era.

¿Tú ya lo sabes?

¿Sí?

¡Pues ni una palabra a mi novia!

Comments (70)

Anónimojunio 25th, 2009 at 9:50

si argien qiere lana llo tengo pa bendela y varata y si son departeddde donnacio le dejo mejor precio .

ovidio cejudojunio 25th, 2009 at 9:52

soi ovidio ma equivocao ya salio el anomino

Benanciojunio 25th, 2009 at 10:23

Qué jodio eres, machupichu.
¿Vas a mandar la evidencia o no? Pero no vayas a mandar una del año sancatapún. La queremos vivita y coleando.

ovidio cejudojunio 25th, 2009 at 12:09

pero donnnacio aonde iceque mimbita?

Gustavojunio 25th, 2009 at 12:52

Aquí Gustavo, el reportero más dicharachero. Y no como el Arturín-tin-tin ese que desde que se cayó de la nube y lo sentaron en la silla, no ve ni tres en un burro. Sólo fantasmas rojos, comunistas…Huuuu qué miedo.
Don Ignacio, no haga caso a Benancio. Es más o menos como su Ovidio, así que no hace falta que mande la evidencia, ya nos la imaginamos.
Ha sido superdiver pero el deber me llama. Quién sabe, lo mismo nos vemos por ahí. Y cuidado con los blós (de los otros), doctor, que enganchan.

Nacho, ánimo con la tesis

Bye.

Sherlock Holmesjunio 25th, 2009 at 13:08

Don Rafael Reig ,le pido disculpas , y puede salir de viaje si lo desea ya que no será requerido por la justicia . Tras hacer la necrópsia a la finada del hotel,hemos encontrado que lo que parecía un crimen ,ha sido una muerte accidental tras una noche de abuso de alcohol y sexo por parte de la finada que ya no tenía edad para esas cosas y tuvo una parada cardio respiratoria. Debía ser admiradora suya porque tenía en la mesita un libro suyo (Sangre a borbotones) . Lo que nadie sabe es el porqué tenía cerrado el puño derecho, con un botón en su interior.

pacojunio 25th, 2009 at 20:39

Hola, Rafael!
Necesitaría contactar contigo para plantearte un tema que no tiene nada que ver con tus últimos escritos, pero que igualmente te puede resultar interesante. El caso es que no consigo tu email. Si lo ves conveniente, me lo facilitas.
Saludos y gracias por tus perlas negras.

INSOMNEjunio 26th, 2009 at 0:27

Murió Michel Jackson D.E.P .Fué un genio loco. Lástima.

xxjunio 26th, 2009 at 2:16

Esto esta hoy muy solitario y yo más. Necesitaría un amigo que viva en Valencia y con sentido del humor. Que no pase de los 50. Mi teléfono es 65568719. el punto es un número que tú tienes que descubrir. Mi nombre te lo diré cuando aciertes el número que falta.

Espía secretajunio 26th, 2009 at 10:12

Según mis fuentes a Michael Jackson le han asesinado ,al igual que hicieron con Marilyn ,etc. Estaba arruinado y así han creado un mito , una leyenda y lo más importante siguen ganando pasta.

xxjunio 26th, 2009 at 17:35

Soy la de más arriba, resulta que no tengo tiempo para nada ,así que lo de que necesito un amigo olvidarlo no me llameís que no tengo tiempo, perdonar las molestias ,además me pita el oído izquierdo y eso no es buen augurio.

marjunio 26th, 2009 at 18:26

Joder, cada vez que entro esto está mas bizarro…ahora con anuncios de contactos incluidos.

Por lo demas, la entrada estupenda. O al menos a mi me ha gustado mucho: mantiene la intriga hasta despues de haberla acabado de leer.

Antonio Gonzálezjunio 26th, 2009 at 22:45

Me gusta bastante más el Rafael Reig canalla que el Rafael Reig progre. Por eso disfruté mucho hace un par de meses con el Manual de literatura para caníbales; y ahora con esta entrada.

Espía secretajunio 27th, 2009 at 9:36

Para Antonio Gonzalez ,acabo de leer tú «El buen Matías» ¿verdad que te recuerda a alguien de este blog?

Más claro, aguajunio 27th, 2009 at 17:19

La dama boba… No tengo ni idea… Supongo que un día estaba estaba escribiendo en su blog, vio que no tenía tabaco, bajó al bar de la esquina, se olvidó las llaves de casa y desde entonces no ha podido volver a entrar… Para meterte en mi blog sólo tienes que pinchar en mi nombre… El señor Bill Gates hace el resto… 😉

Taroterajunio 27th, 2009 at 19:21

Más claro ,ya te dije que no me mandaras amigos raritos,me han venido 2 con capuchas y con el calor que está haciendo no me han parecido muy normales,los he visto por la mirilla y no he abierto. Ya sabes estoy mal de pasta ¿no tienes amigos normalitos?

Mª Doloresjunio 28th, 2009 at 2:09

Rafael, te voy a decir algo de corazón ,me hubieras gustado para padre de mis hijos . Cuídate mucho que tienes que vivir muchos años,aparte de por tí ,por tu hija .Besos.Te admiro.

Más claro, aguajunio 29th, 2009 at 11:06

Tarotera, en cuestión de amigos, lo más normalito que tengo es «Cien años de soledad», no te digo más… 😉

Taroterajunio 29th, 2009 at 17:19

Pero qué listo eres,esa de normalita nada que la conozco bien, que te voy a decir que tú no sepas.

Cómo era? la fiesta de Tusquetsjulio 22nd, 2009 at 18:33

[…] Cómo era? la fiesta de Tusquetswww.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/?p=409 por anduin hace pocos segundos […]

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