Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

La importancia de las cosas

En el blog de Marta Rivera de la Cruz (  http://blogdemartariveradelacruz.blogspot.com/ )  me he enterado de que La importancia de las cosas ya va por la segunda edición, a los quince días de salir a la venta.

A mí no me sorprende, por mucho que le haya asombrado a Marta.

Leí la novela de un tirón.

En España yo creo que fue Unamuno el que embistió con más brutalidad contra el impulso de leer una novela para saber cómo termina. Los intelectuales de verdad jamás sucumben a esa tentación. Entre otras cosas, porque ellos no leen jamás, siempre releen. Faltaría más. 

Leer para saber cómo acaba se considera chabacano, grosero, ir al bulto, como quedar con una chica para intentar llevársela a la cama. Qué falta de sensibilidad, tío, siempre pensando en lo mismo. Qué rudimentario, cuando lo importante de verdad es comunicarse, comprenderse y leer sin el señuelo fácil de la intriga.

Por mi parte, yo sigo leyendo como a los catorce años, con la misma avidez con la que leía a Salgari. Quiero saber cómo acaba, qué pasa. Quiero irme a la cama lo antes posible. Luego ya tendremos tiempo de comunicarnos, de paladear la construcción narrativa y hasta de sacar conclusiones. Vale, pero me niego a leer una novela sin impaciencia.

Por supuesto: también quiero saber cómo acabo yo (como diría Unamuno). Una novela es un medio de locomoción, te lleva a un lugar desconocido y, cuando llegas, te das cuenta de golpe de que no eres el mismo. Eso es lo que me ha pasado con La importancia de las cosas: una gran novela, un viaje, de las que me hacen echar de menos un catarro de guardar cama, para poder leer más a gusto, de las que te hacen volver a casa convertido en otro.

Hace años, cuando conocí a Marta, no había leído nada suyo. Nos pasamos una semana entera bebiendo whisky a sorbitos y cantando boleros, que es una afición insensata que compartimos. Ella canta mejor, lo admito; pero yo  le pongo más sentimiento, dónde va a parar.

 

 

Aquí estamos cuando entonces, más jóvenes.  Marta parece que va a hablar, ¿verdad? Pues no: al final acabó cantando Si tú me dices ven… Al otro lado tengo a Milagros Frías. Esa coronilla con algo de alopecia sé de quién es, pero mis labios están sellados, para no herir susceptibilidades.  Seguro que tú lo adivinas.

En tiempo de prodigios me gustó mucho, pero La importancia de las cosas es mucho mejor, un acierto indudable: Marta ha sabido crear el misterio, la aventura, en el curso normal de los acontecimientos. No le ha hecho falta nada más. En la vida diaria, hay siempre algo que inesperado que  empuja a los personajes a descubrir, no un secreto enigmático, sino aquello que no sabían ni esperaban ya de sí mismos.

Es, o yo la he leído así, una novela de redención: con nuestra vida siempre es posible construir otra vida distinta, que no nos imponga la resignación.

Si queremos, con los mismos mimbres podemos armar otro cesto.

Yo la he leído como una refutación de aquel (estremecedor) cuento de Truman Capote, Cerrar la última puerta. La importancia de las cosas enseña a abrir la siguiente puerta. O a echarla abajo, si hace falta.

Además, en esta novela, Marta ha ensamblado la emoción con el humor: una historia de redención personal con una ambientación de novela de campus universitario, en la tradición satírica de la novela inglesa (estoy pensando en el Kingsley Amis de Lucky Jim o en David Lodge).

No podía ser de otra forma: es gallega.

Forma parte de la Junta Directiva de la Sociedad Secreta del Humor Atlántico-Cantábrico, que preside Manuel García Rubio. Frente al humor andaluz, el chiste, nosotros proponemos el humor que persigue la sonrisa, no la risotada; el que busca un lector cómplice, no el que pretende imponerse a alguien para que se parta de risa, el que provoca una reflexión alegre, en lugar de una carcajada.

El famoso humor inglés, la retranca gallega, la ironía asturiana dibujan el mapa de ese sentido del humor septentrional que no mira al lector por encima del hombro, sino que le invita a participar.

Marta, con esta novela, presenta su sólida candidatura a Presidenta de nuestra sociedad clandestina.

Yo que tú, salía a pisar charcos sin llevar calcetines, para cogerte un buen catarro y poder meterte en la cama a leer todo seguido La importancia de las cosas.

Para saber cómo acaba.

Para saber cómo acabas tú.

Comments (23)

Scott Fitzgeraldabril 8th, 2009 at 9:10

Se necesitaría mucho Photoshop para suprimir ese cabezón cebollino de la foto, maaare mía, vaya cabeza, qué pena de foto. saludos, tomo nota de la recomendación (a pesar del deje del tipo: vaaaaale, Marta, para que me perdones te dedico un post, ya verás, venga, que sí, tonta, que te lo prometo…).

The importance of things, you know…

Más claro, aguaabril 8th, 2009 at 11:22

Estoy, precisamente, con el libro. Esta tarde aprovecharé un largo viaje en tren a Miranda para saber cómo acaba.

Si se anima, mañana estaré en el Avenida tomando unos manchados 😉

Miguel Ángelabril 8th, 2009 at 11:43

Hola, Rafa…
Me gusta lo que dices. Hay sin embargo algo que te he leído ya varias veces acerca de esa especie de sociedad cantábrica del humor, y me doy cuenta de algo: que a veces estoy de acuerdo, otras sólo a medias y a veces nada de acuerdo contigo… No por la sociedad cantábrica en sí, sino por la oposición que haces del humor andaluz: yo entiendo lo que dices y es insoportable el sevillanito gracioso, el gaditano con gracejo, las palmaditas y el chiste fácil y chabacano a lo moranco y su omaíta… Es verdad, lo admito, pero sólo a medias. En los bares sevillanos, a altas horas de la madrugada, uno se topa con un humor mucho más sutil, más cómplice, refinado, y no de me parto y me mondo con este tío tómate algo que eres un figura, que contrasta bastante con el humor facilón que se atribuye a los andaluces (conocidos humoristas beben de esa escuela que tanto éxito tiene entre los borrachos de las barras de los bares: El Risitas y el Cuñao, Paz Padilla, Los Morancos, Celia Villalobos, etc…). Me atrevería a decirte que el humor andaluz tiene más que ver con el surrealismo y el absurdo que con el chiste fácil. Y para el surrealismo y el absurdo hace falta mucha complicidad y tampoco es de risotada sino de sutil sonrisa que te va ganando poco a poco. El caso es que en parte tienes razón, pero esto era algo que yo quería decirte desde hace tiempo porque sacas el tema de vez en cuando. Con estas cosas siempre me vienen a la mente las divisiones climáticas del carácter: viví mucho tiempo en dos lugares, Sevilla y Nápoles, muy dados a esa clasificación climática y que se vanagloriaban de cómo el clima modelaba sus virtudes morales, su carácter, su humor, su forma de estar en el mundo: «nosotros somos calientes, nosotros somos abiertos, nosotros nos somos como los catalanes, o los milaneses, fríos y calculadores, sino cálidos y hospitalarios, siempre alegres, siempre divertidos, siempre con humor a pesar de las adversidades». Siempre me acuerdo de mi amigo Manuel. Se pasó años puteado por una dominicana de la que se enamoró hasta los tuétanos. Ella lo dejó apenas obtuvo un visado. Una noche, en Nápoles, un amigo dominicano sacó el tema de «nosotros los tropicales, abiertos, cálidos y hospitalarios bla bla bla». Mi amigo Manuel, echo una fiera y borracho como una cuba, le dijo que nunca había visto nada más frío y calculador que dominicana que lo puteó durante años. Cálida y hospitalaria una alemana, que cuando te dice te quiero es porque te quiere. Y ya.
…Se me va la olla, qué coñazo te habré dado con este comentario, con el buen día que hace, ¿verdad? Venga, a tomar cervezas…
…Un abrazo, Rafa (y de rebote otro a Marta por la segunda edición)…

Belénabril 8th, 2009 at 12:24

Madre mía, qué ganas me han entrado de leer esta novela. El sábado me la compro.

marijéabril 8th, 2009 at 14:31

Efectivamente, Reig, un libro encantador. ¡ La importancia de las cosas… sencillas !

javierabril 8th, 2009 at 15:03

Es una cuestión de gustos, don Rafael. Yo, por ejemplo, no leo porque me intrigue el final de un libro o de un capítulo o de un párrafo. La lectura me va llevando y si siento que voy a la deriva, aunque en realidad el rumbo sea fijo, me divierto más. Por ejemplo, no he terminado de leer su artículo y aunque me intriga cómo acabará he preferido comentar antes.

Saludos y abrazos.

Anónimoabril 8th, 2009 at 16:03

Tienen que tener ustedes mucho tiempo además de valorarlo poco para perder lo que hay de vida fuera de esta pantalla.

Maribelabril 8th, 2009 at 17:10

Como decía el otro: ??qué cosa sea leer y cómo tiene lugar la lectura, me parece ser todavía una de las cuestiones más oscuras?. Y a mí.

¿En las cosas del humor también hay norma, Rafael? Me parece que no, pero si se empeñan habrá. Yo sonrío unas veces y otras me parto de risa, a carcajadas. Nunca pienso si es humor de un tipo u otro, ni que alguien imponga nada. No me gustan las distinciones (en la práctica tampoco); intento vivir con buen humor, nada más. La importancia de las cosas, supongo.

Y en cuanto al libro, mmmm? lo pensaré. Es lo que tienen los blogs?

Besos

Anónimoabril 8th, 2009 at 19:14

Lo del humor altántico-cantábrico y el humor andaluz es una soberana, soberana, muy soberana y sublime gilipollez.

aratiabril 8th, 2009 at 19:54

Vaya, Rafa, si alguna vez escribo algo… ¿se te puede contratar de agente?

Tengo una lista para la librería que excede en muchísimo mi magra partida presupuestaria «librería».

Pero añado también éste, claro. ¿como no hacerlo después de leerte?.

Si es que a algunos nos gusta leer. Mírate que bello anuncio de una editorial que no mencionaré han hecho con ese lema, en Youtube: Me gusta leer

http://www.youtube.com/watch?v=oX1LM9HIk_s&

rafaelreigabril 9th, 2009 at 8:00

Scott, usted no conoce a Marta ni por el forro. Ni ella me pediría nada, ni yo haría nada de eso. Y no sé usted con sus amigos, con los míos funcionamos de otra manera: no tenemos deudas.
PUes me animaría, Más claro, pero ahora mismo estoy en la playa de Piles… ya me contará qué le ha parecido el libro.
No sea susceptible, Miguel Ángel, cuando se dice «humor andaluz» todos entendemos de qué hablamos. Por supuesto que no es la única forma de humor que existe en Andalucía y bla, bla, bla… pero es fácil entenderse. Y claro que hay catalanes generosos, madrileños antipáticos o vascos sofisticados, pero los tópicos están ahí para usarlos (con moderación y cuidado) y entendernos con más facilidad y en línea recta.
Pues espero que te guste, Belén.
Bueno, sencillas o complicadas, Marijé. No hay nada sencillo. Como aquel verso de Claudio Rodríguez: Cualquier cosa valiera por mi vida esta tarde/ cualquier cosa pequeña, si alguna hay.
Bueno, en efecto, es una cuestión de gusto y yo creo que se saca el mismo provecho leyendo de cualquier manera, siempre que sea a gusto.
Mmmm, pues piénselo, Maribel.
Bueno, Arati, espere a que salga en bolsillo o sáquelo de una blblio. Yo casi todos los libros los leo de la biblioteca. Y sí, se puede hablar de contratarme… ¿cuánto pagaría? Je, je.

Gokoabril 9th, 2009 at 15:36

Reig, espoleado por usted compré ayer el libro… y acabo de terminarlo. No había leído nada de Marta Rivera, y confieso que le tenía cierta aversión por prejuicios planetarios – ya entenderán ustedes – pero «La importancia de las cosas» me ha gustado mucho y la he leído de un tirón. Yo no soy un crítico, sólo soy un lector, pero cn este libro me lo he pasado en grande.

Patricia Colónabril 10th, 2009 at 9:37

Hola Rafa.
¿Como estas?
El otro dia me encontré en Facebook a tu amigo Eduardo Cruz,me llamó la atencion que tuviera una frase tuya en su perfil y en su blog, le pregunté si te conocía y bueno intercambiamos algun mensajillo sobre ti.
Yo honestamente te sigo cuando puedo.
Tengo un Blog desde hace unos meses (como creo te dije),tiene muchas visitas (o por lo menos a mi parecen muchas).
Se llama QUERIDO FACEBOOK,sé que no tiene nada que ver contigo,pero si un día te pasas y lo miras te lo agradecería.Yo te tengo linkeado desde el príncipio.Sabes que te quiero.

……..Tenemos pendientes unos besos y unas whiskys¿sí?

pascual quieraabril 10th, 2009 at 18:16

Yo lo siento, pero cuando veo a alguien que escribe un comentario para publicitar su blog como si nos fuera a enseñar sus partes pudendas me da mucha vergüenza ajena. ¿La gente tiene tanta necesidad de exhibicionismo? Yo no lo comprendo, me parece una actitud infantil y vanidosa (valga el pleonasmo).

Reig, estoy leyendo tu manual para caníbales y me está gustando mucho mucho. Ya te contaré cuando lo acabe, pero ya te adelanto que la idea me parece cojonuda y el «trotemiento» cruzado entre la realidad (histórica) la ficción y la poesía es meticuloso y perfectamente proporcionado. Intentaré encontrar cosas desagradables para que no se te suba la «vanicresta» de escritor… pero no prometo encontrarlas.

Burkiano a topeabril 13th, 2009 at 16:32

Hola, soy Burkiano a tope, lerdo profesional: ¿alguien me echaba de menos o todo el mundo me ignora tanto como yo me temía?

científico hippieabril 13th, 2009 at 23:37

no sé burkiano yo sólo me acuerdo de las chicas.

Una másabril 14th, 2009 at 9:47

¡Qué guapo estabas sin bigote hombre! ¿No has pensado en quitártelo?

El libro de Marta Rivera me ha gustado y también me lo he leído de un tirón y eso que no pude con otros de la autora.

Y donde esté el humor del Sur…

Albertoabril 16th, 2009 at 16:48

Pascual. El Manual para Caníbales es cojonudo, hasta que lees que hay el capítulo sobre la época republicana quizás se parece demasiado a un libro de Orejudo. Aún así Rafael, un gran libro.

Lectora anonimaabril 16th, 2009 at 22:39

Nadie va a invitar a Rafael a que escriba una nueva entrada????

rafaelreigabril 17th, 2009 at 10:11

Me alegro, Goko. Yo también tengo muchos prejuicios, me encanta tenerlos. Pero también me encanta destruirlos.
Claro que sí, Patricia, besos y whisky, buena combinación. Sí, sé lo de tu blog. Me meteré. Lo linkearé, si aprendo cómo hacerlo (que ya no sé, desde que cambiaron el formato). Un beso enorme.
Bueno, Pascual, no es lo que usted cree. Patricia y yo somos viejos amigos y es un mensaje más bien personal, no quiere publicitar nada. Gracias por leer el Manual y ya sabe, si quiere, haga reclamaciones. Abrazo.
¿Tú crees, Una más? Yo me veo mucho más guapo con bigote. Pero, en fin, lo consideraré.
Hombre, sí, cómo no se va a parecer a Orejudo. Orejudo y yo echamos juntos los dientes literarios. Aparte de eso, en ese libro le copio muchas cosas, como reconozco en el prólogo. A mí me parece que Antonio es uno de los grandes y hay que aprender de los mejores.
Ya la he hecho, lectora. Lo siento, es que estaba en un no parar. Un beso.

Xavi Perelloabril 27th, 2009 at 11:04

El Caganer a la Fira Santa LLuçia

En aquest blog podreu votar els caganers de l’any, axí com fer sugeriments de quin hauria de ser un bon candidat per plasmar-lo en caganer.

Ángelmayo 4th, 2009 at 15:35

Rafa te pareces a Juan Diego en esa foto, jeje.

Maríaseptiembre 15th, 2010 at 23:35

Voy a leer la importancia de las cosas y reiré si me hace reir y sonseiré si me hace sonreir. Las emociones auténticas no hacen distingos ni saben de miseria.

Un saludo a todos los que leéis y disfrutáis leyendo.

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