Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Amigos de siempre

Hace algunos años Eduardo Becerra nos ofreció una nueva costumbre y, como somos así, consuetudinaristas, nos aferramos a ella con uñas y dientes. Se trata de ir todos los años a la Autónoma, al máster de Edición, para pelearnos en público unos cuantos amigos, con la excusa de una mesa redonda y el firme compromiso de intentar llegar a las manos.

Hemos cumplido cada año, sobre todo Luisgé Martín y yo, que nos insultamos delante de los estudiantes como si nos odiáramos a muerte.

Es divertido.

Este miércoles fuimos y casi nos tiramos ladrillos a la cabeza.

Luego nos fuimos a cenar todos juntos, claro.

 

 

Aquí estamos, de izquierda a derecha: yo, Luisgé Martín, Eduardo Becerra, José Andrés Rojo y Manuel Rodríguez Rivero.

Cuando vi esta foto a la mañana siguiente me quedé pensando que en esa mesa éramos todos amigos desde hace la intemerata.

A Luisgé le conocí cuando los dos nos apuntábamos a un bombardeo y ni siquiera preguntábamos cuánto pagaban: con que pagaran algo, nos dábamos con un canto en los dientes. Así acabamos haciendo cada uno un cuento sobre el mismo edificio, para un libro que editaban unos arquitectos de Barcelona (de dónde si no: ¡varios cuentos con el mismo edifico como asunto!). Luego hemos cenado juntos muchas veces y además yo iba en la Escuela de Idiomas a clase de Alemán con su marido (aunque él sacó mucha mejor nota, de más está decirlo).

Edu Becerra es uno de mis amigos crónicos, con períodos más agudos que otros, pero siempre ahí desde que lo contraje en la Autónoma. ?l sacó mejor nota que yo (de más está decirlo) y sigue allí de profesor de Hispanoamericana.

A José Andrés Rojo me lo presentó hace años Martín Casariego, pero tardé algún tiempo en enterarme de que tal vez nos debíamos de haber conocido mucho antes, porque resulta que su tío Vicente Rojo, médico, hijo del general, era un gran amigo de mis padres, tanto en Colombia como en Madrid, y a quien yo recuerdo con mucho cariño (cuidaba a mi tío José Ramiro, a mi padre y a mis amigos yankis que, nada más llegar a España, se ponían a morir). José Andrés se metió a trabajar en la prensa, sacó mejor nota que yo (de más está decirlo) y ahora es un capitoste de El País, y escribió una excelente biografía de su abuelo, el general Rojo. Además, tiene un blog con el que saca mucha mejor nota que yo con éste, El rincón del distraído:  http://blogs.elpais.com/el_rincon_del_distraido/

A Manuel Rodríguez Rivero le conozco desde que tengo memoria, desde que yo tenía ocho años o así. Teresa y Manolo eran muy amigos de mis padres. Cuando yo era niño y joven, Manolo era para mí un personaje de leyenda: ¡vivía de leer y escribir! De mayor, yo quería ser como él. Para mí fue un descubrimiento: de hacer esas tonterías que a mí me gustaban, resulta que se podía vivir. Luego he trabajado en muchas cosas en la vida, pero siempre tenía como horizonte a Manolo, quería vivir de leer y escribir. Sin mucho dinero, de acuerdo: pero feliz. Gracias a Manolo nunca me rendí y más o menos lo he ido consiguiendo. Me he ido manolizando, pero el auténtico Manolo sacó mejor nota que yo (de más está decirlo) y ahora es en El País una especie de Montaigne, que lee y comenta lo que ha leído.

La mesa redonda fue divertida y, tal y como habíamos prometido, injuriosa: yo insultaba a Luisgé, le llamaba facha y vendido; él me insultaba a mí y me llamaba demagogo y tonto útil; a Rojo yo le decía que a los de El País se les veía el plumero y que si las editoriales sobre Chávez las escribía directamente Repsol; él me criticaba el amarillismo de Público; Manolo y Edu intentaban poner orden y concordia, lo que nos estimulaba a fingir todavía más encarnizamiento.

Manolo contó sus labores de editor nada menos que con Juan Benet. Los estudiantes se emocionaron….

¡Hasta que llegó Luisgé con su jarro de agua fría!

-Bueno, bueno, no te embales, Manolo, tío. No os lo creáis. Eso puede pasar, claro, pero hay más cosas. Yo también soy editor, por ejemplo. Lo último que he editado, para que os hagáis una idea, son unos fascículos sobre dedales. Con cada número regalábamos un «dedal de colección».  Hay que «trabajar» con los autores los textos sobre historia de la costura. Es fascinante, como os imaginaréis, ¿verdad? Lo que os quiero decir es que hay muchos trabajos de editor: ¡no todo va a ser tomar whiskies con Juan Benet!

Hablamos de editores y edición, de libros y lectores, y luego nos fuimos a cenar, a cotillear, a poner de hoja de perejil a los ausentes y a discutir, whiskies mediante,  la ideología, armamento, estrategia, víveres y munición de las distintas facciones de El País (el mantillismo o el blanquismo, de Ruiz Mantilla y de María Luisa Blanco).

Por cierto, me acabo de leer la última novela de Luisgé: Las manos cortadas. Te la recomiendo. Otro rato te cuento.

Comments (8)

Más claro, aguafebrero 20th, 2009 at 20:00

En la foto se os ve como difuminados…

¿Eso es por lo antiguo de vuestra amistad? ¿Son los efectos colaterales de los alcoholes ingeridos? ¿Es el síndrome de Dorian Grey? ¿Es una gasa sobre la lente para disimular el paso de la edad? ¿Seré yo, maestro?…

😉

Mateo de Pazfebrero 22nd, 2009 at 2:34

Querido Rafa: todo esto me suena a la cadencia viejuna de los que miran el pasado con nostalgia y pulcritud. ¿No hay nada en esos tiempos que no me hagan pensar a mí al leer tu post en los versos manriqueños de cualquier tiempo pasado fue mejor? Es como si echaras de menos el pelo.
Por cierto, con agua fría o sin ella la de Luisgé con sus dedales me parece la intervención más oportuna. Tiene los pies en la realidad. Tanta biografía de Benet y tanta biografía de Luis Martín Santos a los novelistas os devoran los sesos. Monotema, vaya.
Saludos,
Mateo.

Juan Negrofebrero 22nd, 2009 at 8:43

Hola Rafel Reig,

Leyendo tu post me ha venido a la memoria el prólogo que escribí para el libro Literatura y fin de siglo, senda hacia la subjetividad, de mi buena amiga la profesora María Valverde (editorial Amagrama mil novecientos noventa y pico; no recuerdo exactamente el año de edición, y me disculparás que no me ponga ahora a buscar el volumen. Tengo la sana costumbre de no mantener ningún criterio de ordenación en mi biblioteca, lo que posibilita que determinados libros queden no solamente olvidados sino perdidos). Curiosamente es la tercera vez que me viene a la memoria ese texto, la primera fue hace un par o tres de semanas, después de leer una columna de Espido Freire, que pensé, ??Querida, tendrías que leerte mi prologo…?, y la segunda hace unos días, después de leer la entrada del blog El blog del editor que lleva por título Mixomatosis, que pensé, ??Señor editor, tendría que leer el libro de María Valverde?. (Ese prologo lo firmo como Eduardo Noriega, y en calidad de editor, cosa que por supuesto no soy, no he sido y no tengo el menor interés de ser; pequeña broma que nos permitimos María y yo.) Eduardo Noriega, en ese prólogo, eleva la labor del editor a la de verdadero creador, metacreador, según sus propias palabras, no digo más :).)

Pero esta mañana, si estoy aquí, es porque tenía ganas de comentar a un par de tus comentaristas. Este comentario tendría que seguir el hilo de tu anterior post, pero me permitirás que lo deje aquí.

Querida Elke,

Creo que no me entendiste bien. Leer Justicia y Sangre a Borbotones a la vez no se debe a que estuviera haciendo un ejercicio de literatura comparada (no sé como se hace eso, la verdad, no he estudiado filología) sino a que soy bastante despistado y desordenado y muy a menudo se da el caso de que empiezo a leer un libro y luego le pierdo la pista, por lo que, en el ínterin, acostumbro a comenzar otros sin ánimo alguno de comparar ni establecer competencias. (Lo de mi despiste y desorden podría parecer un dato en contra de mi actividad como Investigador Privado, pero he descubierto que no, que, al contrario, esas perdidas transitorias muchas veces ayudan a aposentar o sedimentar ideas, a madurar razonamientos, lo que, modestia aparte, suele jugar a mi favor y acaba poniéndome casi siempre en la pista adecuada, por lo que, finalmente, incluso es un hábito que vengo fomentando.) En lo de Mortadelo y Filemón estoy de acuerdo contigo, es una lectura muy recomendable (yo al menos los devoré en su momento, y en mi recuerdo están íntimamente asociados a placenteras tardes merendando bocadillos de mortadela y fuagrás. Lo del telediario no va a ser posible porque no tengo tele. Lo de ??divina de la muerte? a mí personalmente me parece una expresión que huele a pescado pasado, lo mismo que ??mundo mundial?, que no sé si usas, pero que podrías usar perfectamente. He leído alguno de tus comentarios y considero que escribes bien, así que, por favor, vigila que no se te cuelen según que cosas, que te afean el estilo, o, peor aún, hace que se puedan establecer vínculos con escritores/as con los que quizá no quisieras que se te comparara. ¿O sí? También me pareces inteligente, así que recomienda alguna lectura -no todo va a ser meterte con Rafael Reig, que está claro que no te gusta-, a ver qué es lo que te gusta a ti. (Anita anda un poco perdida y ya tiene novio.)

Querida Una lectora defraudada,

Déjeme trasmitirle mi experiencia personal, que quizá pueda serle de utilidad. (Si piensa que no, no siga leyendo. Esto vale para todos.)

En la pensión en la que viví mi adolescencia había una vieja que todo el tiempo andaba repitiendo ??El hombre propone y Dios dispone?. (Je, un poco más y me pongo a hacer literatura a su costa; disculpe.) En síntesis, que el escritor es sólo un hombre, muchas veces un hombre pobre, y el lector es Dios.

Mire, en mi formación como lector hay novelas que considero fundamentales de escritores de los que jamás volveré a leer una palabra. No se corte, deje de leer a los escritores que ya no le interesan o comienzan a aburrirle, por mucha reverencia que les haya profesado. Incluso abandónelos en mitad de un libro, le dará mucho más gusto.

Un saludo,

Juan Negro, Investigador Privado

Juan Negrofebrero 22nd, 2009 at 11:45

Hola Rafel Reig,

Leyendo tu post me ha venido a la memoria el prólogo que escribí para el libro Literatura y fin de siglo, senda hacia la subjetividad, de mi buena amiga la profesora María Valverde (editorial Amagrama mil novecientos noventa y pico; no recuerdo exactamente el año de edición, y me disculparás que no me ponga ahora a buscar el volumen. Tengo la sana costumbre de no mantener ningún criterio de ordenación en mi biblioteca, lo que posibilita que determinados libros queden no solamente olvidados sino perdidos). Curiosamente es la tercera vez que me viene a la memoria ese texto, la primera fue hace un par o tres de semanas, después de leer una columna de Espido Freire, que pensé, ??Querida, tendrías que leerte mi prologo??, y la segunda hace unos días, después de leer la entrada del blog El blog del editor que lleva por título Mixomatosis, que pensé, ??Señor editor, tendría que leer el libro de María Valverde?. (Ese prologo lo firmo como Eduardo Noriega, y en calidad de editor, cosa que por supuesto no soy, no he sido y no tengo el menor interés de ser; pequeña broma que nos permitimos María y yo.) Eduardo Noriega, en ese prólogo, eleva la labor del editor a la de verdadero creador, metacreador, según sus propias palabras, no digo más :).)

Pero esta mañana, si estoy aquí, es porque tenía ganas de comentar a un par de tus comentaristas. Este comentario tendría que seguir el hilo de tu anterior post, pero me permitirás que lo deje aquí.

Querida Elke,

Creo que no me entendiste bien. Leer Justicia y Sangre a Borbotones a la vez no se debe a que estuviera haciendo un ejercicio de literatura comparada (no sé como se hace eso, la verdad, no he estudiado filología) sino a que soy bastante despistado y desordenado y muy a menudo se da el caso de que empiezo a leer un libro y luego le pierdo la pista, por lo que, en el ínterin, acostumbro a comenzar otros sin ánimo alguno de comparar ni establecer competencias. (Lo de mi despiste y desorden podría parecer un dato en contra de mi actividad como Investigador Privado, pero he descubierto que no, que, al contrario, esas perdidas transitorias muchas veces ayudan a aposentar o sedimentar ideas, a madurar razonamientos, lo que, modestia aparte, suele jugar a mi favor y acaba poniéndome casi siempre en la pista adecuada, por lo que, finalmente, incluso es un hábito que vengo fomentando.) En lo de Mortadelo y Filemón estoy de acuerdo contigo, es una lectura muy recomendable (yo al menos los devoré en su momento, y en mi recuerdo están íntimamente asociados a placenteras tardes merendando bocadillos de mortadela y fuagrás. Lo del telediario no va a ser posible porque no tengo tele. Lo de ??divina de la muerte? a mí personalmente me parece una expresión que huele a pescado pasado, lo mismo que ??mundo mundial?, que no sé si usas, pero que podrías usar perfectamente. He leído alguno de tus comentarios y considero que escribes bien, así que, por favor, vigila que no se te cuelen según que cosas, que te afean el estilo, o, peor aún, hace que se puedan establecer vínculos con escritores/as con los que quizá no quisieras que se te comparara. ¿O sí? También me pareces inteligente, así que recomienda alguna lectura -no todo va a ser meterte con Rafael Reig, que está claro que no te gusta-, a ver qué es lo que te gusta a ti. (Anita anda un poco perdida y ya tiene novio.)

Querida Una lectora defraudada,

Déjeme trasmitirle mi experiencia personal, que quizá pueda serle de utilidad. (Si piensa que no, no siga leyendo. Esto vale para todos.)

En la pensión en la que viví mi adolescencia había una vieja que todo el tiempo andaba repitiendo ??El hombre propone y Dios dispone?. (Je, un poco más y me pongo a hacer literatura a su costa; disculpe.) En síntesis, que el escritor es sólo un hombre, muchas veces un hombre pobre, y el lector es Dios.

Mire, en mi formación como lector hay novelas que considero fundamentales de escritores de los que jamás volveré a leer una palabra. No se corte, deje de leer a los escritores que ya no le interesan o comienzan a aburrirle, por mucha reverencia que les haya profesado. Incluso abandónelos en mitad de un libro, le dará mucho más gusto.

Un saludo,

Juan Negro, Investigador Privado

rafaelreigfebrero 22nd, 2009 at 11:58

Puede ser lo que dices, je, je… pero yo creo que está difuminado porque la cámara, que es la de mi teléfono, manejada por la camarera china, es una cámara bastante mala cuando hay poca luz.
Claro que sí, Mateo, a mí no me molesta nada la nostalgia. Y sí, la intervención de Luisgé fue la más brillante a mi modo de ver, por eso la señalo.
Pues don Juan, no conozco su prólogo, pero sin duda lo leeré.

Verofebrero 22nd, 2009 at 15:00

Buenas
Muy entretenida la mesa redonda, si señor, aunque no abrieramos mucho la boca.
La lástima es que no se haga alguna más 🙂

Me pongo al tema que me estoy formando para vender dedales,jaja.

Un saludo

p.m.marzo 1st, 2009 at 1:26

Rodríguez Rivero me alegra los sábados

Almumarzo 5th, 2009 at 17:40

Yo estaba sufriendo por Luisgé… vaya cachondeíto con los dedales. Estoy por hacerme la colección.

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