Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Quiéreme aunque no quieras

A menudo me imagino a las que me leen. Casi nunca a los que me leen.

Y siempre me imagino a mis lectoras más o menos así:

Está leyendo mi novela

Está leyendo mi novela

 

Qué pasa, así es como me gusta que me lean, algo ruborizadas, excitadas, y que mi libro cancele la realidad, que la remplace.

Por lo que veo en los comentarios del blog, mis lectoras no me leen así, sino más bien entre furiosas e irritadas y con unas ganas vehementes de darme un martillazo en la rótula.

Qué le vamos a hacer.

Escribo, entre otras cosas, para ser querido.

No sé dónde hunde sus raíces la necesidad de ser querido, quizá en la infancia, pero sí sé que todos sentimos el mismo deseo: que nos quieran.

Y si no, lo siguiente que salga. Que nos compadezcan, por ejemplo. La prueba: ¿quién no ha exagerado un dolor? ¿Quién no le ha echado cuento? ¿Qué enfermo no pone peor cara cuando entra alguien a verle?

¿Qué viene luego? Si uno no consigue ni siquiera que le compadezcan, ¿qué hará para dar satisfacción a esa sed insaciable y agotadora? ¿Intentará que le teman? ¿Que le odien? ¿Que deseen su muerte?

O si no puede ser: al menos que lamenten su muerte.

¿Tú no crees que, entre otras cosas, todo suicidio es también, como todo, un esfuerzo desesperado por ser querido? Como si dijera el tipo: te vas a arrepentir de no haberme hecho caso. Vas a lamentar mi muerte. Te vas a quedar de piedra. Ya verás lo que vas a llorar. Etc.

Dice Constantino Bértolo, en un libro que acaba de publicar, La cena de los notables, que escribir es un acto de violencia.

Te recomiendo el ensayo de Constantino.

Y estoy de acuerdo:

La escritura es un acto de desigualdad y, por tanto, un acto de violencia, un acto de invasión, nacido de la voluntad de dominio (…) La literatura, el escribir público, tiene su origen en un acto de desigualdad: yo hablo (escribo), tú callas (lees).

Es un acto de desigualdad, no porque se produzca entre desiguales, sino porque se produce en situación de desigualdad: uno habla y otro calla.

Por eso, lo único que puede legitimar ese acto de desigualdad (entre iguales), es la responsabilidad del que toma la palabra en público. Toda literatura es política, en el sentido de polis, puesto que es pública. Por eso se les puede exigir a los escritores, se les debe decir: no nos interesa lo que nos quieres contar. Es decir: lo que tú cuentas no es suficiente para hacerme callar y que te escuche; a mí no me hables de eso, háblame de esto otro. 

Constantino analiza, a partir de estas premisas, la comunidad literaria y la responsabilidad del escritor, el lector y el crítico.  ¿Compromiso con la propia escritura? Como suele decir Constantino, ¡menuda bobada! Sólo hay un compromiso cuando hay otro que te puede reclamar, que puede denunciar que no lo estás cumpliendo. El compromiso es siempre político, con la comunidad, con los que aceptan callarse para que tú hables, pero pueden interrumpirte y denunciarte si no dices nada que valga la pena, si no dices lo que les interesa escuchar.

Te recomiendo el libro, está en la editorial Periférica.

Escribir es un acto de violencia. De acuerdo, pero ¿no lo es también desear ser querido?

¿No es siempre imperativo: ¡quiéreme!? ¿No es, en el fondo, voluntad de dominio?

Incluso matarse, ¿no es imponerse a los demás? ¿No es un último gesto de violencia contra ellos: os vais a arrepentir, vais a tener que sentirlo?

¿Qué piensas tú?

Comments (39)

Más claro, aguanoviembre 27th, 2008 at 11:33

No estoy de acuerdo en que escribir sea un acto de violencia. Uno no escribe para «toda» la sociedad mientras a «toda» la sociedad no le queda otra que callar. Uno escribe sólo para quien, libremente, quiera leerle. Y no es cierto que éstos permanezcan callados. Hoy en día hay muchas vías de comunicación para la réplica (en su caso, este blog, sin ir más lejos). Incluso, tras la lectura de un libro que nos molesta, siempre podemos volver a la librería y pedir que nos lo cambien por otro («es que éste me lo han regalado dos personas diferentes» es buena excusa) y olvidarnos para siempre del autor de marras.

Por lo demás, seguiré siendo fiel lector suyo a pesar de no notar rubor en mis mejillas ni tener intención de colocarme implantes mamarios. En el remoto caso de que cambiara de opinión, no dude de que le mandaría foto 😉

anonimonoviembre 27th, 2008 at 11:51

Creo que Bértolo patina de medio a medio. Es el problema de querer aplicar lecturas marxistas a todo cuando está visto que el único Marx que sigue funcionando es Groucho.

elisanoviembre 27th, 2008 at 11:51

Escribir, al igual que matarse, al igual que largarse tirando la puerta en medio de una discusión parece ser un acto desesperado en busca de la posesión de la última palabra. Quizá en los dos primeros casos tiene que ver con una intención de recuperar el poder de otorgar significados a las cosas en un mundo en el que parece que las reglas siempre las hicieron otros que vinieron antes, otros que tienen más poder o credibilidad. Quisiera escribir como un arquitecto construye una casa, tomando elementos existentes en el mundo para dotarlos de una interpretación propia. Pero no como construye Ghery, desde la grandilocuencia y el artificio, sino como un pesacador construye su casa, desde la lógica y la necesidad.

Belénnoviembre 27th, 2008 at 11:53

¡¡Ja, ja, qué tío!! Así que, ¿así es como nos imaginas leyendo tus cosas? Porque yo he leído libros tuyos, pero sobre todo te he leído en internet, incluyendo tus cosas en el «Público». ¿Cómo -o dónde- demonios pretenderías que me colocase el portátil, macho, para satisfacer tus fantasías de autor rijosete (lo cual, por cierto, no tiene nada de malo)?
Dicho esto, sí: a todos nos gusta que nos quieran. Y que nos hagan mimos. Yo hay gente a la que no tengo reparos en hacérselos. ¿Que quieren cariñitos? Los tendrán, se los merecen. Hay en cambio mucha gente a la que más bien deseo que les vayan dando… y por mi parte sólo recibirán malas caras.
En fin, besos y cariñitos, Rafael.
Belén

Los criticonesnoviembre 27th, 2008 at 12:05

Leyendo del baúl de Pessoa, El libro del desasosiego, si hubiera violencia y desigualdad, no se nota, más bien es el lector que mete las narices en un agujero del tiempo donde aquel dejó selladas por sombras sus días y sus cosas. Hay poemas de Pepe Hierro, como Historia para muchachos, que son una caricia, donde el sentido del afecto casi parece invertido: escritor – lector, sin violencia. En La rebelión de las masas, toda la violencia del mundo, la histérica reclamación de atención de un tipo con graves problemas afectivos.

En fin…

ARM

Enoviembre 27th, 2008 at 12:34

Parece que Tito haya cambiado todo el diseño, con el único fin de hacer el marco perfecto, para que cuelgues la foto de tu lectora.

Androxnoviembre 27th, 2008 at 12:36

Si te mando mi foto de como leo tus libros y los del resto de autores que caen en mis manos se te sonroja hasta la almorrana que en mi caso es la que me da el aviso de que llevo demasiado tiempo con el libro en las manos.
Bertolo es un tipo demasiado inteligente para prejuiciosos grouchomarxianos.

davidnoviembre 27th, 2008 at 13:31

Bértolo (que no Bertolo) recupera aquí la relación 1-0 (artista-oyente) por la que Glenn Gould abandonó los recitales de concierto. Precisamente Gould, para igualar la relación, se dedicó a la producción de discos, porque allí el oyente tenía la potestad de bajar el volumen, ecualizar el sonido, saltar los tracks, etc. Por eso mismo creo que la analogía bertoliana no es exacta, puesto que ña relación entre un escritor y su lector es más libre todavía que entre pianista y oyente. Al igual que una partitura, un libro sólo existirá en la medida en que la lectura lo recree. La simbiosis es más parecido a la relación entre compositor e intéprete, digamos a la relación Bach/Gould. Pero esto (claro, como todo) supongo que ya lo habría dicho Borges.

Antonio Pieranoviembre 27th, 2008 at 13:46

Si todo desequilibrio es violencia, aceptaría escribir como animal de compañía. Hasta aceptaría también que lo fuera suicidarse, de por sí violencia en grado máximo. Ambos actos conllevan, a mi parecer, muy altas dosis de egocentrismo y soberbia, por lo tanto significan a la par necesidad de afecto y/o reconocimiento.

Aunque, como bien dice quien abrió estos comentarios, los mundos del blog han aparecido con el objetivo no confeso de limitar al máximo la bien traída desigualdad que señala Bértolo. Aquí escribir provoca respuestas y el lector abandona su papel pasivo para convertirse en escritor en casa ajena, por mucho que su intervención suela resultar inane. No en vano, como bien aprovechaba Moncho Alpuente hace años en aquellos complicados coloquios tras los recitales de Las Madres del Cordero, el que tiene el micrófono tiene el poder. Como cada autor en su blog, sospecho, por poco que intervenga.

christianianoviembre 27th, 2008 at 13:55

¿Igualdad para qué? El arte ha sido, es y será una estructura jerárquica, no democrática. No confundamos peras con manzanas, por favor. Que un tipo lea a Pessoa no lo convierte automáticamente en Pessoa. Que un lector de blog discuta un punto del blog no lo transforma en el autor del blog. Como personas son todos iguales, como elementos en la cadena artística, ni de coña.

Biancanoviembre 27th, 2008 at 15:35

(Lo siento no tengo tildes en mi teclado).
Siempre senti que era algo diferente a las demas personas, con el tiempo cada vez estoy mas convencida. A mi me pasa exactamente lo contrario, no me gusta que me quieran, me agobia, me siento privada de libertad. Para mi no hay sensacion mas liberadora que enfadarme con un amigo y desterrarlo de mi vida, que se mosquee la familia y me dejen libre, terminar un curso y no volver a ver a los companneros. A menudo doy un telefono movil equivocado en una cifra para que no me puedan localizar. Cuando me mudo de ciudad y se que no volvere a ver a los vecinos, al del supermercado, al camarero del cafe. Cuando por fin los vinculos afectivos se rompen me siento, euforica, libre, en paz, con un gran subidon. ?Hay alguien aqui a quien le ocurra lo mismo, o soy una bicha rara?

martinnoviembre 27th, 2008 at 15:53

🙂
….
entonces…. quedamos en contas las lectoras son así?
pero de verdad, de verdad?
y tienen número de teléfono, oiga?

Angelanoviembre 27th, 2008 at 15:57

Yo también escribo para que me quieran. Antes de hacerlo por dinero, lo hacía por amor. Ahora lo hago por las dos cosas, como una prosti poco profesional. Magnífico post.

Sidramarinoviembre 27th, 2008 at 16:04

Yo siempre te leo en top less porque estoy segura de que tú escribes en gayumbos.
El poder es de las lectoras desnudas, que según nuestra voluntad y nuestros deseos, cerramos y abrimos libros, los devolvemos, los quemamos, los despreciamos, los rescatamos, los pintarrajeamos, los abrazamos o los amamos.

creaydestruyenoviembre 27th, 2008 at 16:46

La violencia ya sea verbal o a base de ostias rige esta santa vida. A unos les toca recibir y a otros dar. En la literatura el lector es el que encaja los golpes que un diestro escritor suelta contra su intelecto. A veces se aprende con ello y otras muchas sólo se aprende a que un guantazo duele.

anónimonoviembre 27th, 2008 at 18:29

«¿Tú no crees que, entre otras cosas, todo suicidio es también, como todo, un esfuerzo desesperado por ser querido? Como si dijera el tipo: te vas a arrepentir de no haberme hecho caso. Vas a lamentar mi muerte. Te vas a quedar de piedra. Ya verás lo que vas a llorar. Etc.»

clap clap clap… la muerte aplaude y se mea de risa

Don Marionoviembre 27th, 2008 at 18:31

¿Que nos recomiendas a quién?. Me recuerda a Vilas Mata disfrutando de citar a escritores que ni me suenan, página tras página, inagotablemente, en el Dietario Voluble. Que dan ganas de enviarle por correos un libro de Galdós, para que se joda y no pueda decir que lee lo que todo el mundo.

Yo, Rafa, a veces te leo un bar cutrísimo que hay en la esquina de mi barrio.

Luis Amezaganoviembre 27th, 2008 at 19:33

El que lee se tira a escribir, que puestos a que nos quieran, mejor mandar dónde, cómo y cuándo.

emmanoviembre 27th, 2008 at 22:04

Escribir es tambien dar amor, no solo pedirlo. Yo quiero, por ejemplo, contar una historia que ilumine el verano a un adolescente que se siente solo, o nada me gustaria mas que hacer reir a una joven como la Colometa o que alguien se quede en suspenso, con la boquita abierta y feliz al leer una historia rara, apasionada, que transcurre por ejemplo en la casa de la vecina. Escribir es dar palabras por amor a la humanidad porque de algo han de servir los escritores, digo yo.

Antonionoviembre 27th, 2008 at 23:07

Yo no he leído a Constantino, líbrenme los cielos de textos tan abstrusos y elucubrantes. Pero a juzgar por la breve muestra que aquí se ofrece, yo diría que Constantino es un junta-palabras, un lengua-floja, uno de esos sub-filósofos que algunos encuadran en la llamada «French Theory» o «French Thinking».

O sea que sí, que «La escritura es un acto de desigualdad y, por tanto, un acto de violencia», pero igualmente podría decir «la escritura es la némesis de la rebeldía sometida», o quizás «la escritura es la dilución del yo en un solvente deletéreo, el convencionalismo verbal», y aún «la escritura es el epifenómeno ligado a una hiperfuncionalidad neuronal mórbida». Total, ¿por qué no?

En todo caso, la escritura es gratuíta, de eso no hay duda, y ahí están las consecuencias.

El llegidor pecadornoviembre 27th, 2008 at 23:13

Pues déjeme decirle que de «La cena de los notables» sólo he leído, de momento, el último capítulo sobre la defenestración de I. Echevarría en Babelia, y es que uno es, por encima de todo, un cotilla al que le puede más la Vida Literaria que la Literatura. ¡Que el premiado Marsé me perdone! Porque yo no puedo.

helenanoviembre 28th, 2008 at 0:19

Me ha gustado mucho el post, y para que te sientas un poquito más querido, te lo voy a decir, que yo soy de las que suele escribir sólo para protestar :). Estoy de acuerdo en que hay un desequilibrio, o desigualdad, entre el que escribe y el que lee, y que puede ser que algunos lo que buscan al hacerlo sea ser queridos (a otros más bien les gusta ser odiados), pero no sé si eso podría considerarse un acto de violencia… En cualquier caso me encanta cómo escribes, especialmente en días como hoy. Besos

Martanoviembre 28th, 2008 at 10:44

PEro vamos que el desequilibrio entre el que lee y el que escribe no es muy diferente de el que la mete y el o la que la recibe. Se supone que en ambos casos escribir y meter son actos supuestamente placenteros y recibir y leer lo mismo. Más violencia hay cuando no te lee ni Dios o no lees ni a dios (más que el marca o el hola)o cuando no metes o te la mete ni dios.
A mi Bértolono me parece un tipo siempre interesante, ahora que violento lo que se dice violento no lo creo.
¿que le pregunten a gracita morales aguirre que le parece más violento leer «Vegüenza» de Salman Rusdi o salir a cuatro patas del hotel de lujo dón destaba pintando la mona? ¿apostamos? yo creo que para la admiradora de SAra Mago es mucho más violento leer a Rusdi.

Carlosnoviembre 28th, 2008 at 13:06

El mundo es violento: se nos impone por los ojos. Y por la nariz. Y el oído y el tacto y el gusto. El mundo es una impostura. Pero siempre nos queda la lectora ideal, la camarada de tu foto. Y el idealismo hegeliano marxista. Y ser malos para que nos hagan caso, como en las novelas de Dostoievski.

náufrago digitalnoviembre 28th, 2008 at 13:29

jarl, hacía tiempo que no venía por aquí y ha cambiado el aspecto. Se lee mucho mejor, cullons! Y que tías más buena, abierta de páginas. Ya leeremos luego.

Bárbaranoviembre 28th, 2008 at 15:39

Jajaja, tus libros desplazan a la realidad, se abren paso a codazos pero no pretenderás en serio, que con este biruji, te leamos así?
Ya dijo Lorca que escribía para que le quisieran. Fue una lástima que algunos no lo oyeran.
Lo de la rótula seguro que eran golpecitos cariñosos para ver si andabas bien de reflejos?

náufrago digitalnoviembre 29th, 2008 at 12:00

Interesante la visión bertoliana del escribir. Sí, todo escritor tiene algo de francisquito franco que se sube a una peanilla para mandar a su antojo; todo libro es una pequeña dictadura totalitarísima que se basa en esa relación de dominación. Pero en la dominación puede haber amor; tu te callas para que te diga estas cosas que te van a hacer bien, como hace el padre con el hijo al que quiere.

Sobre lo de que toda escritura es política hay un bonito libro de George Orwell llamado Why I write.

Pabloiseguronoviembre 29th, 2008 at 12:33

En el libro Doktor Glas de Hjalmar Soderberg hay una frase al respecto: Queremos ser amados, en su defecto…….. Perdí el libro y no puedo acabar la frase, para los que entiendan el sueco aquí está el libro:http://runeberg.org/drglas/

Pabloiseguronoviembre 29th, 2008 at 12:36

Gracias a google he encontrado la frase, en inglés:

We want to be loved; failing that, admired; failing that, feared, failing that, hated and despised. At all costs we want to stir up some sort of feeling in others. Our soul abhors a vacuum. At all costs it longs for contact.

Anónimonoviembre 30th, 2008 at 11:41

Vamos a ver:

Escribir es una cosa; publicar, otra.

Aunque los autores más profusamente publicados suelen quejarse de que en España se publique «demasiado», imagino que la proporción entre los manuscritos y los libros que ven la luz a través de la industria editorial será del orden de un millón a uno. Poca violencia, por tanto, en quien guarda un diario sin un fin demasiado específico, o en quien escribe un poema de amor a su ser querido.

Decir que la literatura es una forma de imposición o violencia implica, a mi juicio, banalizar la violencia. No jodamos, hombre. Escribir es proponer. Estoy de acuerdo con quien ha dicho que la propuesta literaria no se completa si el receptor no cierra el circuito de la conexión, el «contrato». Lo que sí pide el autor es que le dediquen tiempo y atención a su creación. De ahí la pedantería esa del «compromiso» con la literatura, que interpreto no como una bobada, sino como la voluntad de ofrecer algo mínimamente valioso a cambio del tiempo que se demanda del lector. Dicho esto, no creo que a estas alturas nadie ponga en duda el hecho de que publicar un libro es una actividad con, también, matices políticos.

Abrazos.

náufrago digitalnoviembre 30th, 2008 at 16:08

Toda obra literaria (dejamos a un lado Harry Potters y demás) acaba siendo política, por muy apolítica que presuma serlo. Lo dice Orwell en su librito, en la mera elección de unas palabras, de unas imágenes, de un contexto, hay ya una propuesta estética y eso es ya una postura política, por invisible que resulte.

oyananoviembre 30th, 2008 at 18:12

¿Qué pienso yo?
Pues pienso que escribir es un acto íntimo. Que no se escribe exclusivamente para ser leído, sino por el placer de escribir.
Si escribes en un foro público, como este, deseas que te lean, porque, como bien dices, tenemos absoluta necesidad de ser amados. No se puede vivir sin amor. Pero, Rafael, no hay que poner ni la identidad ni el amor propio en lo que uno crea o produce (los libros, los blogs) porque entonces, si no eres suficientemente leído, puedes pensar que no eres suficientemente querido.
«A tí sólo se llega por ti», que decía aquel.
Yo te leo vestida, lo siento.

Jack Celliersdiciembre 1st, 2008 at 10:37

Según un escritor argentino que se llama Dalmiro Saenz, «el artista es un traidor». Tiene que serlo si quiere crear, ya que crear es traicionar, deshacer los compromisos con lo que hemos hecho y generar nuevos compromisos… que también serán traicionados. Cuanto mejor el artista, más traidor: patea el tablero con más fuerza.

Hacer es deshacer y ser fiel es cambiar. Decir la verdad es engañar y ocultar las cosas es revelarlas.

enriquediciembre 1st, 2008 at 18:12

Sr. Reig,

me había perdido con el cambio de maquinaria que mueve su blog, por el camino ha cambiado la URL del feed y los que le leemos por ella nos hemos quedado atascados en «Cuarenta años después».

Aunque casi que ha valido la pena, la impresión de la fotico esa que ha puesto cuando he venido a ver por qué no actualizaba el blog ha sido doble por doblemente inesperada.

Por cierto, me gusta más este nuevo estilo.

Por si le interesan los detalles técnicos: yo que estaba suscrito a la variedad atom de su feed, antes usaba la URL http://hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/atom.xml y ahora he tenido que cambiar a http://www.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/?feed=rss2. Igual podría poner un aviso en la antigua para redirigir a las nuevas al resto de navegantes no tan impacientes.

rafaelreigdiciembre 2nd, 2008 at 12:52

Pues espero la foto, más claro agua, si cambias de opinión, je, je.
Pues sí, Elisa, pero las dos cosas son ciertas, creo yo.
Gracias por los mimos, Belén, y en cuanto a lo de rijosete, qué quieres, a mi edad sólo se puede ser un viejo verde. Besos.
Bueno, lo de Pessoa es un inédito. Hablaba yo, es decir, Bértolo, de escribir como tomar la palabra en público.
Tienes razón, E.
Ja ja…. sí, todo lo ha dicho Borges ya….
Cierto, don Antonio, cierto, qué le vamos a hacer.
Blanca, creo que a todos nos ocurre lo mismo y lo contrario: somos así de raros e intermitentes.
Un beso, Sidramari.
Claro que tienen número de teléfono, Martín. Otra cosa es que se lo den a usted. Abrazo.
Un beso, Ángela.
Otro, Bárbara.
Otro a todas, abrazo a todos. Otra vez me tengo que ir pitando. Prometo contestar de poco a pocos, para contestar todos.

Beléndiciembre 2nd, 2008 at 13:15

Viejo verde, viejo verde, más negro vas que la tinta… ¿Te acuerdas?
(Oyes, que sólo tienes algunos años más que yo. Haz el favor, que se puede ser rijoso/a y a mucha honra sin haber cumplido siquiera los cuarenta.)

Mata-Haridiciembre 3rd, 2008 at 14:27

Yo sólo leo – perdón, por las letras-.

ártabrodiciembre 16th, 2008 at 2:47

¿Y si escribir es decirse, lo que no tenemos la valentía de decir en público?
Cuando se me ocurra matarme, te lo cuento.

Pepe Pardomayo 26th, 2012 at 0:35

¡Cómo me gusta la foto!

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