Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Llueve sobre el Retiro

Volví al Retiro el sábado, a firmar libros, por la mañana en la caseta de Tusquets.

Este año a mí me parece que la Feria está muy animada, incluso da la impresión de que se venden libros y todo, y hacia el final de la mañana cayó el chaparrón que tanto echaba de menos, porque para mí una Feria del Libro que se respete debe proporcionar uno o dos días de aguacero, achicando los toldos de las casetas en los que se embolsa el agua, con el olor de la lana mojada de los jerséis, la ropa pegada al cuerpo, el pelo hecho un poema, los tobillos helados de tanto pisar charcos, la penumbra improvisada por las nubes y esa humedad de la hierba y las copas de los árboles que te empaña los ojos.

Llovía sobre el Retiro y daban ganas de leer Isabel viendo llover en Macondo.

Firmar algo firmé, no todo libros míos, por supuesto. Siempre me ofrezco a firmar cualquier cosa que compre alguien, porque sé imitar la caligrafía de los principales autores y sus firmas.

Una chica se fue muy contenta con un libro dedicado por John Connolly, Malvados (que en inglés se titula Bad Men).

From a very bad man for a gorgeous woman, with a tender lasting kiss, Johnnie C.

Eso le puse, tras aplicar el Método de Stanislavski y «meterme» en el sombrío personaje del Gran Autor Irlandés.

Firmaba libros con mala letra de médico, con letra picuda de colegio de monjas, con letra de diario de jovencita enamoradiza, con vocales muy redondas y un corazón como punto de la i, con faltas de ortografía adrede (si se trataba de algún académico) y hasta con la taquigráfica letruja esparramada que uno siempre espera de un tipo que escriba auto-ficción.

La impar Delia Louzán, de Tusquets, se encargaba del avituallamiento, y recorría el pelotón (o serpiente multicolor, también vale decir) de firmantes, arriba y abajo por el Paseo de Coches, para ir llevando bebidas isotónicas a los corredores del Tusquets, al Rey de la Montaña (Fernando Aramburu, con maillot a lunares), a Almudena Grandes (el eterno maillot amarillo, bastante ajustado, por cierto), a escaladores natos con su proverbial capacidad de sufrimiento (Eugenio Fuentes, maillot verde de la regularidad), a los esprínters (Orejudo, el mago del cronómetro, premio a la combatividad), a los escapados en solitario (Luis Landero, Cristina Fernández Cubas), a los grandes rodadores (Gonzalo Hidalgo Bayal,  Juan Cruz), al joven mejor clasificado con su maillot blanco (Ginés Sánchez)… y de vez en cuando se atrasaba a la cola del pelotón, cerca ya del coche escoba, a traernos cervecitas a los gregarios, la oscura gente, siempre acusados de dopaje, sin más momento de gloria que el de obstaculizar lo más posible a los rivales para lanzar a dos del equipo en solitario hacia la meta volante, el ramo de flores y el beso de la linda señorita o el distinguido caballero.

En esas estaba cuando apareció por allí Laura Castañón, amiga de tantos años, imperdible con su pelo rojo, su sonrisa de par en par y esa mirada resplandeciente.

Me dijo que su novela, la primera que escribe, estará a la venta el 3 de julio, así que cuento con los dedos el tiempo que aún tengo que esperar para poder leer Dejar las cosas en sus días.

Cuenta que escribió la novela y no pensaba hacer nada con ella, pero se la dejó a un amigo y éste la envió a una editorial por su cuenta, y lo siguiente que recibió Laura fue una oferta de la editorial.

¿A ti te pasan esas cosas? A mí jamás, hay que fastidiarse.

Casi me da un pinzamiento de vértebras con tal de poder darle un beso, pero valió la pena:

 

 

Después me fui a comer, más bien líquidos, con mis amigos Cristina y Marcos, que habían venido para que les volviera a firmar el mismo ejemplar que les dediqué en 1990.

Lo que ha llovido sobre Macondo y sobre nosotros.

El libro era mi primera novela, Esa oscura gente, que, como indica el título, es muy poco autobiográfica: trata de los demás.

Renové, pues, la póliza de amistad y la lacramos con cerveza, antes de asistir a la reunión con los técnicos del equipo, Delia Louzán, Albert Andreu y Pantaleón Bruguera, que nos dieron un whisky y consejos para la etapa de la tarde, que a mí me tocaba correr en la librería La Buena Vida.

–En la llegada, ya sabéis, ¡sin misericordia! A los del equipo rival, patada a los tobillos, nadie se va a dar cuenta.

–Mariconadas, las menos: abrir los codos todo lo que podáis, a ver si alguno muerde el polvo.

–Los lanzadores, atentos, me lleváis al esprínter arropado, repartís estopa hasta que tenga pista libre y me lo estrelláis contra la meta visto y no visto.

–Se hará lo que se pueda –decíamos Fernando Aramburu, Cristina Fernández Cubas y yo.

El próximo sábado, a las 12 en la caseta (170/171) de La Casa del Libro.

Allí te espero.

Y recuerda: a ver qué dice la novela de Laura.

 

 

 

Comments (7)

Lupitajunio 12th, 2013 at 15:48

Estoy deseando que me firme su libro..LO QUE NO ESTA ESCRITO…y espero que no sea con letra de médico ilegible sino con letra de amante a ser posible jajaja ..solo por curiosidad de ver como escriben los amantes aunque en este caso sea mentira…ya me gustaría a mi ya que fuera verdad jajaja. Besos.

Laurajunio 13th, 2013 at 12:12

Un gusto enorme verle, don Rafael, ya lo sabe usted, con lluvia y sin lluvia, con libros siempre. Mil besos para aliviar el pinzamiento, y mil gracias.

Covi Sánchezjunio 14th, 2013 at 16:54

Bonita forma de contarlo, donde la lluvia parece formar parte de la trama para darle ambiente al comentario.

¡Genial!, esperando la novela de Laura como agua en el desierto. Seguro que es muy buena, como su autora.

Gracias Rafael, un placer leerte, como siempre.

entejunio 16th, 2013 at 21:15

Hola.
Quién tuviera su humor, Reig. ¿Es siempre así o necesita un aditivo?
Me descojono con sus crónicas como cuando tenía 10 años y leía chistes del Gran Vázquez o de Anacleto, agente secreto.
Me cachis, que envidia.
Gracias por hacerme reír.

JC. Alonsojunio 23rd, 2013 at 23:20

Me hace mucha gracia, lo que dice Ud. y el resto de la camarilla de amanuenses eméritos en su pensión Kafkiana. «En la escuela te enseñar a escribir, pero no a crear…» ¡Qué morro que tiene, colega! El escritor nace, el actor se hace. El pintor nace, el torero nace, el cirujano se hace, el vendimiador se hace… No sigo, que me aburro. Tómese algo, a mi salud con lo que saca en los tallercitos. Y Salud, maestro… Un placer pasar por la pensión

María Orejudojulio 6th, 2013 at 20:08

Rafael, querido,
He leído de un tirón (y con el corazón en vilo) Lo que está escrito en el libro que me dedicaste en el Retiro. Me gustó. Y Lo que no está escrito (entre líneas), también.
Otro beso.

rafaelreigjulio 9th, 2013 at 8:48

Y un gran beso para ti, María, gracias.

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