Petros Márkaris
El otro día hablé con mi jefa en el suplemento cultural de ABC, Laura Revuelta. Le pedí permiso para colgar los artículos aquí, ya que en la web del periódico son inencontrables.
Que sí, que claro, que bien entendido que con posterioridad a su publicación.
Por supuesto, sólo nos faltaba que se vendiera menos y nos quitaran más páginas, que ya nos van reduciendo bastante.
Bien, así que, aquí pongo el último artículo, que se publicó el 20 de noviembre en ABC. Luego comentaré algo, digamos que lo que se me quedó en el tintero y no pude encajar en los 4.750 caracteres con espacios de los que dispongo.
Como un DVD del artículo, con algunos extras, entrevistas, la música que oía mientras lo escribía y esas cosas.
LITERATURA EN EL EXILIO
Como decía Galdós, ??la verdad es que existe un mundo de novela?. Muy pocos de nosotros conocemos a un comisario ya mayor, con una vida familiar apacible y que lee al llegar a casa el diccionario de Dimitrakos, como tampoco conocemos a su amigo forense ni a su hija recién casada con un médico. Y sin embargo, los reconocemos, porque ese mundo de novela existe. Es donde suceden las novelas, claro está. Por ejemplo, las de Galdós, llenas de hijos perdidos, conversaciones oídas desde el interior de un armario y otros recursos folletinescos, propios del mundo de novela de su época. Por ejemplo, Con el agua al cuello, de Petros Márkaris, que sucede en el mundo de la novela policíaca, que tan bien conocemos ya todos.
El problema, para decirlo como Marianne Moore, es que una novela debe ofrecernos ??imaginary gardens with real toads in them? (jardines imaginarios con sapos de verdad en ellos). Si los sapos también son de mentira, entonces apaga y vámonos.
Márkaris pone a un policía de novela, Kostas Jaritos, a investigar varios asesinatos en un paisaje real, el de la crisis en Grecia. Vemos a los banqueros, a los tipos de las agencias de calificación, a los directores de esa prensa libre que se debe a sus anunciantes y a su empresa (o al banco que la financia), y vemos sobre todo el impacto real de la economía en la vida cotidiana: esa madre que le llena la nevera a su hija, pero intenta evitar que su yerno se ofenda. En palabras de Galdós: ??la sociedad presente como materia novelable?.
Así tituló don Benito su discurso de ingreso en la Academia y, al releerlo ahora, me parece que ya hablaba de personajes como los de Márkaris cuando miraba hacia ??esta muchedumbre consternada, que inventa mil artificios para ocultarse su propia tristeza?.
En mi opinión, la novela de Márkaris, tiene sapos de verdad, apoya un pie sobre la sociedad presente, mientras mantiene el otro en ese mundo de novela que todos reconocemos.
Vale la pena citar por extenso a Galdós, en su certero artículo de 1870, Observaciones sobre la novela contemporánea en España (por cierto, tanto daño no haría una reedición de los formidables Ensayos sobre crítica literaria, de Galdós, que recopiló Laureano Bonet en Península): ??La verdad es que existe un mundo de novela. En todas las imaginaciones hay el recuerdo, la visión de una sociedad que hemos conocido en nuestras lecturas; y tan familiarizados estamos con ese mundo imaginario que se nos presenta casi siempre con todo el color y la fijeza de la realidad, por más que las innumerables figuras que lo constituyen no hayan existido jamás en la vida, ni los sucesos tengan semejanza ninguna con los que ocurren normalmente entre nosotros?.
A mí me da la impresión de que la mayor parte de la novela española actual está en el exilio.
Ha abandonado el país para solicitar asilo narrativo en ese mundo de novela. Parece que trate de la realidad, porque ese mundo la verdad es que existe, y nos parece real porque lo recordamos, pero, como dice Galdós, no es más que el recuerdo de otras lecturas. Ejemplo: la mayoría de las novelas sobre la guerra civil. Ejemplo: la generación Nocilla, que es novela en el exilio. Una gran parte de los novelistas no se atreve a poner ni siquiera un pie, como ha hecho Márkaris, en la realidad. Se han naturalizado y son ciudadanos de ese mundo de novela tan acogedor. Para ellos, la sociedad presente no es materia novelable, sino un simple decorado en el mundo de novela, nostalgias del destierro, como esa foto del puente romano de Cangas de Onís que adorna todos los bares asturianos de Madrid.
Ya Galdós se lamentaba de que éramos unos ??idealistas desaforados?, de que ??el lirismo nos corroe?, y que seguíamos escribiendo, todavía en 1870, ??como si no estuviéramos en el siglo XIX y en un rincón de esta vieja Europa que ya se va aficionando mucho a la realidad?.
Han pasado casi 150 años y ahora sabemos sin duda que don Benito era demasiado optimista. Un verdadero iluso. Basta ver una película de Almodóvar o leer una novela contemporánea (casi cualquiera vale) para constatar que la afición a la realidad sigue siendo entre nosotros una extravagancia, mucho más rara que la numismática o la filatelia. Ya debe de haber en Facebook un grupo de ??aficionados a la realidad?.
Sin duda en el exilio, en el mundo de novela, se vive con más comodidad (y muchos más aplausos).
Por eso mismo se agradece que de vez en cuando alguien intente repatriar a la novela, devolverla a la realidad.
Es lo que intenta hacer, en otro rincón de Europa, Petros Márkaris: agarra de las solapas a un personaje de novela, un comisario parecido a Maigret, y lo arrastra a la Grecia actual, donde no hay nadie que no se alegre del asesinato de un banquero y no lo considere un acto de justicia.
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Hasta aquí el artículo de ABC.
Tengo que entregar estos artículos los jueves (antes cada jueves, ahora, con las reducciones, cada dos jueves) y siempre los escribo el jueves por la mañana.
Es una regla.
Cuando empecé a escribir artículos de prensa siempre hacia borradores, los corregía, me tomaba tiempo… ¡y me salía al final un churro!
Hasta que descubrí que lo que a mí me funciona es pensar en ellos, sin escribir una línea, y luego ponerme a la máquina cuando sólo dispongo de unas pocas horas para entregarlos.
Un profesor mío solía decir: en un soneto sólo cabe una idea, así que, si tienes dos ideas, ¡escribe dos sonetos, por amor de Dios, no seas avaricioso!
Pienso igual de los artículos de prensa: dos ideas los estropean.
Una sola y pa’lante.
Así que es mejor no tener tiempo y no darle a la segund idea la oportunidad de asomar la cabeza y embarullarlo todo.
Leí el libro de Márkaris y me gustó.
Nunca había leído nada de este autor, pero tenía oído que el comisario Jaritos aparece en varias novelas. Eso ya me la sabía, como Maigret o como Sam Spade, eso nos lo sabemos de memoria, el comisario con sus costumbres, su vieja chaqueta con coderas y su tablero de ajedrez en el que estudia partidas de Capablanca.
Entonces fue cuando pensé en «el mundo de novela», ése en el que nos sentimos tan cómodos (lectores y escritores), ese universo consabido y ordenado, y recordé el discurso de Galdós. Bueno, recordé sobre todo esa frase tan brillante: la verdad es que sí que existe un mundo de novela.
Conozco, de hecho, a muchos adultos que no han salido de él y allí siguen tan panchos.
Ahí fue donde me embarullé, claro.
Esos discursos de Galdós los conozco muy bien y los utilizé mucho en mi tesis doctoral, pero en casa no tengo ni el libro ni mi tesis, nada.
En la biblioteca no estaba.
Otro día te cuento la tragedia de las bibliotecas españolas y, sobre todo, en Madrid.
Recordé que mis sobrinos creen, con la fe del carbonero, que en internet «se encuentra todo«.
Ja.
Ja, ja.
¡Naranjas de la China!
Como mucho un pdf casi ilegible, y muy subrayado, de la antigua edición de Península.
A ratos dudaba si no sería mi propio ejemplar, subrayado por mí.
Lo que la Biblioteca Virtual Cervantes llama «obras completas» de Galdós es como para tirarse a reír hasta el día del Juicio por la tarde: tienen más agujeros que un colador.
Llamé a Eduardo Gómez de Enterría, mi librero, a ver si lo tenía.
Me mencionó las mismas naranjas, pero un buen librero para todo tiene arreglo.
-Te llevo mi ejemplar, si me invitas a una copa.
Eso hicimos y releí a Galdós, aunque no sin antes echar unas partidas con Eduardo.
Quedamos a comer y estas cosas se sabe cómo empiezan, pero no se sabe cómo acaban. Violeta hizo un caldo gallego que estaba para aplaudir, Eduardo y Ana trajeron whisky, había orujo gallego también…
Aún era de día cuando empezamos a jugar, fumar, beber y charlar, todo a la vez.
Aún hay sol en las bardas, me dije, como Sancho.
Sin darnos cuenta, seguíamos igual cuando ya era noche cerrada y hubo que bajar las persianas para que no entrara el frío.
Ahí seguíamos, Eduardo y yo jugando, bajo la tutela de Ana, mientras Viole le preparaba la cena a las niñas.
¡Si no fuera por estos ratos!
Y me quedaba aún el libro por leer.
Pero no se lee a Galdós impunemente, es imposible dejarlo, me leí los dos discursos que buscaba… ¡y treinta más!
Así que, leyendo leyendo, me embarullé más todavía.
El jueves me levanté a las 5, como siempre, y desayuné escuchando Radio Clásica y leyendo a Graham Greene.
Luego me puse.
A las diez ya tenía el artículo listo, lo adjunté a un mail, le di a «enviar» y crucé los dedos.
A mí el cultural del Abc era el que más me gustaba, pero ahora que veo que todo el mundo se lleva cuatro estrellas menos el Olmos y el Zafón me da un poco de tufillo. Qué se le va a hacer.
El Olmos y el zafón no se llevan cuatro estrellas porque no se las merecen. Con dos y media van que arden. Lo que hay es mucho autobombo.
Sr. Reig:
Hace unos días leí en su «Manual de literatura para caníbales» una referencia al Café de Levante y a su «legendaria tertulia de ilicitanos». Busqué en Internet hasta aburrirme y no encontré nada (mi hermano también afirma que en Internet está todo). ¿Sería usted tan amable de indicarme donde diantres podría conseguir más información sobre esa legendaria tertulia? A no ser,claro, que sea tan cierta como legendaria y no le quedase más remedio que inventársela.
Oye, léete Komatsu PC-340 de Javier Mestre, que estoy harta de escuchar que en este país no se escriben novelas sobre la realidad, pero si, encima, las pocas que hay, y en este caso a mi parecer muy buena, son silenciadas por los medios y los críticos no les hacéis ni caso…
Hazte una idea escuchando a Constantino Bértolo y al autor:
http://komatsupc-340.blogspot.com/
Pues no te leí el artículo en el ABC, aunque el libro de Márkaris me gustó, y mucho. Lo sigo desde que lo descubrí, hace ya algunos años. Tu artículo está bien.
Gracias por conseguir colgar tus artículos, es cierto que eran imposibles de encontrar.
Encima con los extras que incluyes puedo disfrutar de las costuras de cada idea.
De nuevo gracias, es un regalazo!
un placer renovado el poder leer sus artículos de abc. gracias
No sé si Galdós, tan insigne como peñazo en sus episodios, dijo algo de esto, pero nunca he entendido el afán de los escritores por arrimar el concepto-ascua de novela que tienen a la sardina de este género (uff, qué feillo esto). El resultado, siempre, es la reducción misma del género. Tuvimos novela realista hasta reventar, por décadas, luego es normal que ahora, tras la espantá postdemocrática al mundo novelado, la mayoría de escritores no sepamos qué hacer muy bien con la realidad. Pero todo es novela, buena o mala.
A mí la Gopegui me parece que tiene más realidad que mucho de lo visto en aquellas décadas, porque es «real, real» (por cierto, habría que ponerse de acuerdo sobre qué es lo real, claro). Ya te digo.
No quiero pensar que aquí se confunde realidad con costumbrismo, con el que por cierto no tengo nada en contra, se añora su escasez y aquí, en este blog, hay mucho de ese costumbrismo bien entendido, afortunadamente. La falta de pompa, las pantuflas, el sempiterno wisky y cigarrito, dan mucho relax, amén de polémicas.
Me interesa mucho lo una idea por artículo. Creo que algo de cierto hay, en mi justo y limitadísimo entender, y que define la grandeza y la limitación de ese medio-género-expresión.
Se esperan nuevos artículos con nuevos extras, please, y visto que tenían el Youtube durante la partida (cotilla que soy con las fotos), no es tan mala idea meter un enlace con una canción o música del momento. ¡Sería el colmo de realidad!
Menudo truño de artículo, me recuerdas a Bridget Jones intentando improvisar algo