Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Paseos por la playa

¿Quién no conoce la famosísima dedicatoria al Conde de Lemos?

Ayer me dieron la estremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas mengua y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir.

A mí me gusta más el prólogo en el que un «estudiante pardal» le saluda diciendo:

-¡Sí, sí, éste, éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre y, finalmente, el regocijo de las Musas!

Cervantes le responde:

Ese es eun error donde han caído muchos aficionados ignorantes. Yo, señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las musas, ni ninguna de las demás baratijas que ha dicho. Vuesa merced vuelva a cobrar su burra y suba, y caminemos en buena conversación lo poco que nos falta de camino.

La sencillez de Cervantes conmueve, pero hay estudiosos que hablan de su «legítimo orgullo», de que en realidad le fastidiaba que su obra fuese leída como alegre diversión, y no como aportación trascendental a la cultura. Según algunos, Cervantes aquí estaría algo amostazadado, porque no quiere que tomen sus obras por baratijas, sino por oro de ley.

Manda huevos.

El escritor alegre. Lo mejor que se podría decir de nadie, ¿no te parece?

Déjese de pamplinas, don estudiante, acérquese, pídase algo en la barra y charlemos un rato, le viene a decir Cervantes, con naturalidad y llaneza que admira más aún.

En fin, como diría el amigo Javier Krahe: Yo que soñé con la gloria de Cervantes, heme aquí en la glorieta de Quevedo.

Al menos, alegre sí que soy. Incluso tirando a payaso:

¿Para qué sirven los quesos de bola pequeñitos, esos mini BabyBell?

Todo el mundo lo sabe: para fabricar una elegante nariz de payaso.

El libro, por cierto, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, es entre aburrido e infumable.

Eso sí, me río mucho con las descripciones. A una tal Taurisa la visten. ¿Cómo la visten? Pues «rica y gallardamente», faltaría más. ¿Algún otro detalle? Sí, claro: «al modo que suelen vestirse las nifas de las aguas o las hamadríades de los montes«.

¡Toma ya, pedazo de descripción, Cervantes! Formidable, ahora sí que queda claro. El que no sepa nada de indumentaria de ninfas o de hamadríades que levante la mano.

Por la mañana pasemos por la playa. Hay gente tomando el sol en bañador o con los pantalones remangados. Hay faldas levantadas y muslos de una blancura obscena, o como diría Chavi Azpeitia, dominae cutis candidae ut lepra: mujeres de piel blanca como la lepra. Hay obstinados peatones que recorren el litoral mediterráneo a paso gimnástico, con sus gorras de visera y el pantalón de chándal planchado con raya. Hay niños cabezostas con sus cubitos, su pala y alguno de esos proyecto filosófico-tomistas que concibe la infancia: trasvasar el mar a un hoyo en la arena, entender a los mayores o saber qué es lo que hay debajo de la cama cuando está la luz apagada, cuando ellos no están mirando o en cuanto sale papá de la habitación.

Anusca se da paseos en su bici:

Por el momento, ha sido lo más importante que ha aprendido conmigo: a montar en bici.

La enseñé aquí, en uno de estos caminales entre huertos de naranjos, junto a esas tapias en las que las puertas son somieres herrumbrosos, puestos de pie, atados con cadenas, cerrados con candados. Le di varias vueltas sujetándola por el sillín y luego la solté. Se cayó sólo tres o cuatro veces. La levantaba y mirábamos aquellas armaduras de metal con muelles oxidados que abrían el paso a huertos y sobre las que novios labradores quizá habrían soñado esos sueños bajo los que corre el agua. Volvíamos a intentarlo. Tras dos o tres horas, con sangre en las rodillas, rasponazos en los codos y algún surco de lágrima en los mofletes, mi hija consiguió pedalear, alejándose de mí, sin que la sujetara, libre y a toda velocidad, en equilibrio, y sola.

Me emocioné.

Y encima, volvió.

Sigue volviendo. Y me sigue emocionando.

Quizá sea lo mejor que le he enseñado: a irse sola.

Las ganas de volver las pone ella.

Luego tomamos el aperitivo, como siempre, en el antiguo hotel:

A veces sigo con la lectura. Leí ese libro de Cervantes hace diez años y tampoco me gustó, pero era uno de los más voluminosos que encontré, lo mejor para un viaje en autobus.

Por la noche fuimos a Oliva a ver las Fallas.

Trabajar todo el año en algo y luego pegarle fuego en una sola noche: ¿hay mejor lección para una niña?

Esta noche iremos a ver la cremá.

Comments (19)

Antonio González Fernándezmarzo 20th, 2008 at 8:35

Acabo de saber de la existencia de este blog por la Revista Clarín… He leído las últimas entradas (o salidas)… Me gusta… Incluso me gusta mucho… No he leído ningún libro de este Rafael Reig, pero sí bastantes cositas en periódicos y suplementos… También me han gustado. Algunas incluso las hemos comentado en clase, mis alumnos de 2º de Bachillerato y yo. Como nos descuidemos, a este vivalavirgen de Reig, a este libador liviano, lo vamos a convertir en un clásico.

Maribelmarzo 20th, 2008 at 11:08

Los estudiosos son así. En mi opinión, necesitan más paseos por la playa y unas cuantas cervezas. Sólo así dejarían de decir memeces.
El escritor alegre, sí. No me atrae la imagen del sufridor en la escritura ni en ningún otro campo. ¿Para qué tanto sufrimiento? ¿A quién le importa lo duro que sea? A mí desde luego que no. Pero entiendo el poder de la tradición y es muy fácil comprobarlo en estos días.

A mí también me conmueve la sencillez de Cervantes. Me encanta la indumentaria de ninfa de las aguas porque es muy cómoda y además no deja marcas, Rafael.

Y a tu hija le has enseñado ??el más difícil todavía?: irse sola. En las ganas de volver tienes parte del culpa, no lo dudes.

Besos.

Martamarzo 20th, 2008 at 18:45

Rafa, estoy en Madrid peleándome con mi novela y deseando leer el borrador de la tuya. Marcial acaba de marcharse y te manda abrazos, espero que castos.
Por cierto, tenemos pachucho al tercer mosquetero. Nada grave, pero parece que nos estamos haciendo viejos. No sé qué es lo que nos dan en el Colby, a lo mejor es eso…
Anusca está enorme. Parece que fue ayer cuando protestaba porque quería que la llevásemos en una carretilla…
Cuídala, cuídate y vuelve pronto

Pedro de Pazmarzo 20th, 2008 at 20:09

Afortunado usted que enseñando a su hija a marchar, ella sola decidió aprender a volver. Le deseo que dicha tesitura se mantenga per secula seculorum. Amén.

Abundando en la gracieta, le trasladaré el comentario de un augusto familiar mío, famoso por su filosofía de barra de bar y sus sentencias patibularias colmadas de retranca pero no exentas de cierta perspectiva clarividente: «El problema de tener hijas es que cuando son pequeñas, tienes que andar al cuidado de que no se caigan y cuando son mayores, de que no se las tiren»

Un fuerte abrazo,
Pedro de Paz

Ramon_the_3rdmarzo 20th, 2008 at 22:30

Igual me pegas, pero yo el quijote, cuando me lo mandaron en clase, me bajé un resumen de internet.

Hace ya unos años…

Que opinó Anusca de la cremá? es por saber si a mi ya no me gustan por que crecí o por que son mas cacas cada año… Ya me contarás!

estherpg86@...marzo 21st, 2008 at 0:52

Estoy segura de que has enseñado a Anusca mucho más que a montar en bicicleta.

Tú lo sabes, y ella, si no se ha dado cuenta aún, lo sabrá. Y te estará eternamente agradecida por ello, como yo lo estoy a mi padre ahora que soy una Estherusca grande.

Alberto Mmarzo 23rd, 2008 at 15:56

Comiendo minibabibeles no vas a crecer, Rafa.
Yo tengo un colega en el pueblo que se los come con lo rojo.

Anonymousmarzo 23rd, 2008 at 18:39

Hola Rafa (permíteme que te llame así, como en clase, hace ya más de veinte años)
Descubrí tu blog por casualidad, aunque ya hace años que te sigo como escritor (Sangre a borbotones, Manual de literatura…) y me encantaron, me reí mucho. También he leído a Azpeitia y a Orejudo (que, por cierto, una becaria me dijo que había sido alumna suya en Almeria y le adoraba).
Quizás si me vieras te acordarías de mí, no estoy segura de que por el nombre me reconozcas.
Disfruto mucho leyéndote y no sabes qué nostalgia cuando cuentas cosas de aquéllos tiempos y veo fotos de tuyas y de los compañeros (antiguas y actuales, algunos habéis cambiado, otros menos). Me alegra que al menos algunos hayáis sido capaces de seguir adelante con el sueño que otros muchos teníamos…

Javier Divisamarzo 23rd, 2008 at 18:43

Hay eróticas ninfas pecando tras las rocas de las calas, nalgas de agraciada naturaleza firmes como los deseos de atraparlas en la siesta, magnífica hora para fornicio, camisetas mojadas y melenas salvajes…En algún lugar de todas las playas, para aliviar un poco la visión de los chandals, las pantorrillas, los niños y las pelotitas…Digo yo…

Emmamarzo 23rd, 2008 at 20:05

No hay mejor leccion para una niña, pero yo la aprendi mas tarde, a quemar las cosas, los apuntes de la carrera de derecho, las fotos de los novios, a cortarme el pelo despues de tanto tiempo dejandomelo largo, paseos por la playa sin destino y sin pensar en nada trascendente, la vida que se va y que vuelve,como las olas. Lo aprendi despues, pero lo entendi antes. Siempre me pasa lo mismo, felices vacaciones Rafael!

LUIS AM?ZAGAmarzo 24th, 2008 at 19:17

Qué lejos está todo esto de las novelas de espías 😉

Portorosamarzo 25th, 2008 at 7:22

Déjese de pamplinas, don estudiante, acérquese, pídase algo en la barra y charlemos un rato, le viene a decir Cervantes, con naturalidad y llaneza que admira más aún.

Te pego ese texto a modo de chantaje, Rafael, pero tú no le hagas mucho caso, que de chantajes emocionales yo estoy ya muy harto y seguro que tú también has tenido lo tuyo.

He leído tu «Manual…», lo acabé la semana pasada, y me gustó mucho. He disfrutado mucho y he, creo, aprendido no poco.

Me gustaría, la verdad, comentarte alguna cosa del libro con un poco más de calma, e incluso ponerle alguna pega. Mi dirección de correo es (en minúsculas, claro) LORDHWOOTON@HOTMAIL.COM. Si tienes la gentileza de prestarme oídos, pues me dejas ahí la tuya y yo te escribo. Pero, por supuesto, entenderé perfectamente que estés hasta el gorro de las opiniones de tus lectores, o, en general, de las opiniones de los demás sobre tus libros, y que no te apetezca en absoluto recibir una más. Lo comprenderé y me parecerá bien.
En ese caso, repito: he disfrutado mucho con el libro. Así que gracias.

Un saludo.

Belénmarzo 25th, 2008 at 8:48

Pues vuelvo de Ámsterdam y estoy deseando ir a Valencia… No sé por qué exactamente, tal vez por la luz, o por la playa de Mareny-El Perelló. ¡Cómo me gustaría estar ahora tomando un café en la plaza de Sueca! Besitos, Rafa y Ana.

Portorosamarzo 25th, 2008 at 9:46

Por cierto, está muy bien eso de enseñarle a irse sola, a Anusca.

Es duro (para mí lo es, al menos, porque los necesito (creo que más que ellos a mí)), pero está muy bien.

Un saludo.

scousermarzo 25th, 2008 at 10:28

que bien suenan tus vacaciones, con sol, playita y cervecita… las mías han tenido más granizo, lluvia y frío de lo que me habría gustado, pero han estado bien.
qué tal va la novela? cuando podremos leerla?

Marmarzo 25th, 2008 at 16:29

Vaya, como he estado de vacaciones llego tarde a los palíndromos, pero no me resisto a dejar de plasmar el mío:
«Háblala al alba»
Sí, ya sé que hay un acento que desentona y también que sobra una hache, pero al fin y al cabo es muda y si lo lees en voz alta suena igual desde el principio que desde el final ¿no?, espero que valga o que al menos encuentre acomodo en la categoría de «atípicos». Y si no, pues nada, siempre nos quedará nuestro «amor a roma».

Abrazo de Mar

xavalinmarzo 25th, 2008 at 17:47

Patatas fritas (papas) Lolita, hechas en la vecina Bellreguart. Antiguamente, aparecía la misma Lolita (Lolita herself), pero luego se hizo mayor…

Rafael Reigmarzo 26th, 2008 at 9:24

Ja, ja, ja…. pues a ver si es verdad, don Antonio. Y gracias. Y bienvenido.
Pues cuando quiera, Maribel, me encantaría pasear con usted vestida de ninfa de las aguas. Besos.
Pues el jueves, Marta, te lo paso. Un beso enorme, encanto. Y a Marcial, abrazotes.
Sí que suena a barra de bar, sí, don Pedro. Abrazo.
Le encantó la cremá. Otro día pongo unas fotos. Lo pasó como nunca. A mí me parece estupendo no leer el Quijote, no pasa nada. Un abrazo.
No mucho, Esther, no mucho. Y tú estás preciosa. Un beso.
Ese colega sí crecerá, sí… Abrazo, Alberto.
PUes, como no me dices, el nombre, no sé. Seguro que si te veo te conozco, a lo mejor el nombre también. Yo creo que todos seguimos con los mismos sueños, ¿no? Y que sigamos así. Un beso enorme, que yo también me acuerdo mucho de aquellas fiestas, del bar de Juanjo y de los viajes, como el que hicimos a Cáceres.
Vale, bien, Javier.
Gracias, Emma, y a ti lo mismo.
No crea, don Luis, que ya la he terminado de corregir (casi).
Amigo Portorosa, escríbeme a reig@hotelkafka.com Gracias por leerte el Manual y estaré encantado de conocer tu opinión, por crítica que sea. Un abrazo.
Qué bonita es esa plaza, sí. Besitos, Belén.
Bien, Scouser, va viento en popa. Abrazo.
Admitido pulpo como animal de compañía, Mar. Beso.
Sí, lo sé, ahora es cuando debería salir en las papas, ¿no? Seguro que está estupenda.

Portorosamarzo 26th, 2008 at 9:46

Muchas gracias.

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