Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

¡Enamócciate!

Este tipo ya es como de la familia. Federico Moccia, digo. Es un individuo que tiene mi edad, pero va vestido como un repetidor de bachillerato, con una gorrilla que al parecer no se quita ni para mear y collares y sortijas. No he leído nada de él, pero consiguió algo que parecía milagroso: que mi hija Anusca se pasara tardes enteras leyendo. Antes, cuando le preguntaba a Anusca qué quería para su cumpleaños, solía responder:

-Cualquier cosa, menos un libro.

Ahora está terminando el Diario de Ana Frank y se compró en la Feria un libro de mitologia griega, pero tengo que admitir que quien la convenció de que leer era divertido no fui yo, sino ese sujeto, el tal Moccia.

Gracias, Federico, pídete lo que quieras en la barra y di que me lo apunten.

Le eché un vistazo al primer libro de Moccia quue leyó y me pareció un clásico adolescente, nadie me comprende y los mayores son poco sinceros, algo estilo Salinger, pero con Vespas y muchos más besos con lengua.

-Cuando te lo acabes, déjamelo, que lo quiero leer -le dije a mi hija.

-¡Papá, tú no puedes leer esto! -se escandalizó.

Eso fue lo que más me gustó. Le parecía que al leer ese libro estaba entrando en un lugar de acceso restringido, un mundo al que a tipos como yo no nos dejaban pasar, un sitio oculto y creado sólo para ella y sus amigos.

Al fin y al cabo, un buen libro es un escondite pefecto.

En Sant Jordi vi al tal Moccia, que tenía pinta de aparca-coches espontáneo, y gracias a Delia Louzán conseguí un libro dedicado a Anusca por él.

Fue la primera vez que mi hija me dio las gracias por algo.

El otro día, el fin de Feria salió redondo: por allí andaba el tal Moccia con su gorrilla y, qué casualdiad, mi hija y yo íbamos paseando y fuimos a la caseta de Antonio Machado a saludar a los amigos. Mary Paz, generosa como siempre, se empeñó en presentarles.

Aquí están Anusca y Federico Moccia, tan campantes y tan contentos. El que sonríe sarcástico y cómplice detrás es Carlos Pardo.

Después de este encuentro autor-lectora ya podíamos decir que la Feria había sido un éxito y celebrarlo con una cervecita. O dos.

Mi último día de firmar fue el sábado. Por la mañana estuve en Antonio Machado, donde me lo pasé muy bien. De compañero de celda me tocó Enrique González Duro. Luego me fui a ver la presentación de los libros del máster de edición de la Autónoma, el Taller de Libros, en el cual hacen como trabajo final unos libros que están muy bien.

Habían preparado un pic-nic en la hierba del Retiro y allí estuvimos tumbados, comiendo empanada y filetes rusos, bebiendo vino tinto y sacudiéndonos insectos de los tobillos.

Antes de firmar por la tarde pasé por un bar a administrarme un Cutty Sark, que uno no está ya en edad de revolcones ni de dejeuner sur l’herbe.

Por la tarde firmé en Muga, con el amigo Pablo. Los de Muga, como siempre, me regalaron un libro, se ve  que se han propuesto convencerme.

Ojalá consigan que yo también encuentre mi escondite perfecto.

Como Anusca.

Aquí te dejo una foto que me ha mandado Aramburu:

 

Lidia Lahuerta, Juan Cerezo, Aramburu, Violeta y yo, Pantaleón Bruguera, Almudena Grandes, Eduardo Mendicutti, Luis García Montero y Antonio Orejudo, (haciéndose el Borges, al parecer).

En fin, se acabó la Feria y la verdad es que me lo he pasado muy bien. Anusca y yo volvimos a casa en metro. Ella llevaba una gorra amarilla con el lema: ¡Enamócciate! En el vagón había una chica de unos dieciesiete que llevaba una camiseta amarilla donde también exigía en imperativo que alguien se enamocciara de ella.

Me lo estuve pensando un rato.

Luego decidí que era otro lugar al que a mí no me iban a dejar pasar.

Otro escondite secreto.

Comments (9)

GHBjunio 14th, 2011 at 8:22

Pues yo leí la otra tarde ‘Sangre a borbotones’: no digo más.

don vito andolinajunio 14th, 2011 at 13:46

Hola compañero,lo importante es que Anuska lea, con el paso del tiempo ya irá deshechando, y se dará cuenta, eso esperamos, de lo bueno y menos bueno,espero que no siga tus influencias…mal camino llevaría…y es que hasta repites foto…me refiero a la del grupo de amigos,con fotos así poco o nada podrá emocionarse….pero como sobre gustos no hay nada escrito, adelante que la suerte os acompañe a ambos dos….
Gracias, buen día, besos de esperanza….lectura incluida..

Más claro, aguajunio 14th, 2011 at 14:05

«Un buen libro es un escondite perfecto».

Me ha encantado esta frase. Enhorabuena a Anusca por inspirarla y a ti por darle forma.

Gonzálezjunio 14th, 2011 at 16:32

A los pequeños habría que advertirles, como prevención sanitaria, que leer produce enrojecimiento de la conjuntiva y, a largo plazo, también de las posiciones políticas.

Joseluisjunio 15th, 2011 at 9:28

Pues yo estoy leyendo ahora «Sangre a borbotones»: «Tres de las cuatro mesas del Instituto Anatómico Forense estaban ocupadas…… : no digo más.

Benito Olmojunio 17th, 2011 at 9:40

En la feria del libro de Sevilla, tambien hizo acto de presencia Federico Moccia, e imaginate. La cola de adolescentes le daba la vuelta a toda la feria, la mayoría chicas que gritaban enfervorizadas como si estuvieran viendo al protagonista de Crepúsculo. en fin, lo importante es que ha conseguido, como tu dices, que un sector de la población que antes sentía pánico por los libros, al menos ahora lea alguno que otro.
http://milcosasquenotedije.blogspot.com/

jaramillajunio 17th, 2011 at 15:29

Me enterneció eso de «Anusca y yo volvímos en metro»

Francisco Arroyojunio 21st, 2011 at 0:53

Mucho mejor escrita la foto enviada por Aramburu, tienes razón.

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