David Torres, blog, escritor, literaturaTropezando con melones, David Torres  El primer melón me lo encontré en una playa andaluza, un día de verano. El último lo veo cada mañana al enfrentarme al espejo. ¿Qué me dirá ese tipo hoy? ¿Qué inesperados regalos, qué decepciones, qué frescas dentelladas me tendrá reservadas el día?
  Yo no lo sabía pero eso que mis manos agarraban con el ansia de un talonador de rugby era un melón. Es decir, una réplica más o menos ovoide de mi cabeza, la materialización fáctica de una idea en el mundo de los objetos reales.


Moreno sin muñecos

Reconozcámoslo: José Luis Moreno cae gordo. Es uno de los personajes con peor fama fuera y dentro del medio televisivo y sobre él circulan tantas anécdotas, tantos rumores y tanta bilis que parece mentira. Si uno escribe su nombre en Google, el buscador termina la frase así: ??José Luis Moreno no paga?. Tiene fama de tirano, de trolero, de moroso y de vengativo (por no hablar del mal gusto) hasta tal punto de que en un ranking de popularidad sólo le ganarían, por los pelos, Teddy Bautista y quizá Bin Laden. Muchos que han trabajado con él preferirían ir a cenar con el doctor Lecter, aunque fuese de primer plato. Cuando unos vándalos asaltaron su casa y le rompieron la cara, muchos en el fondo de su corazón se alegraron. Alguien llegó a escribir, imaginando la muchedumbre de admiradores que harían cola frente a su casa para continuar la paliza: ??Por favor, un hachazo por persona?.

A la cola de admiradores acaba de sumarse ahora Luis Velasco, quien asegura que presenció un soborno de un cuarto de kilo de euros a Jaume Matas. Velasco balancea otra vez el hacha pero Moreno se defiende diciendo que detrás de todo esto sólo hay una venganza personal, una larga historia de agravios. La tentación de sumarse al linchamiento es enorme pero hay que recordar todas aquellas ocasiones en que el odiado Moreno logró esquivar el hachazo. Por ejemplo, en el homenaje a Gila, cuando le acusaron de haberse quedado con todo el dinero recaudado y destinado a la familia del humorista, y al final se demostró, papeles en mano, que muchos de los artistas que colaboraron en la gala (empezando por los altruistas Ana Belén y Víctor Manuel) lo hicieron cobrando a tocateja.

El problema del ventrílocuo profesional es que termina por confundirse con sus muñecos y uno ya no sabe si en el estrado está Moreno, Rockefeller o Monchito. Moreno sobreactuaba en las presentaciones de sus galas con tanto entusiasmo y tanta saña que aquel ectoplasma histriónico ha acabado por poseerlo. Fue el personaje que Segura le pidió que interpretara en Torrente 2: Misión en Marbella: ??Haz de Moreno, Moreno?.

Dicen que su currículum de superdotado (neurocirujano, tenor, traductor simultáneo) en realidad se lo robó a Macario. No sabemos cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en la infame biografía de Moreno pero ya se sabe que, desde John Ford, en los periódicos se suele imprimir la leyenda. Lo que lamentaríamos de verdad, si se demuestra que no hubo tal soborno, es quedarnos sin la estampa de Matas al lado de Monchito y Rockefeller, con la voz impostada, la mandíbula tronchada, las pestañas pegoteadas de rímel, las piernas colgando de un atril y un brazo metido por la espalda.