Tropezando con melones – Blog de David Torres » Blog Archive » Justicia de fogueo

David Torres, blog, escritor, literaturaTropezando con melones, David Torres  El primer melón me lo encontré en una playa andaluza, un día de verano. El último lo veo cada mañana al enfrentarme al espejo. ¿Qué me dirá ese tipo hoy? ¿Qué inesperados regalos, qué decepciones, qué frescas dentelladas me tendrá reservadas el día?
  Yo no lo sabía pero eso que mis manos agarraban con el ansia de un talonador de rugby era un melón. Es decir, una réplica más o menos ovoide de mi cabeza, la materialización fáctica de una idea en el mundo de los objetos reales.


Justicia de fogueo

Javier Krahe cantaba en broma que él prefiere la hoguera pero Javier Krahe nunca se ha visto en la tesitura de enfrentarse a su propia ejecución. Ronnie Lee Gardner eligió el pelotón de fusilamiento pensando que era más rápido y más limpio que la inyección letal y se pasó dos minutos enteros agonizando. Encogió el brazo izquierdo y cerró la mano como si quisiera llevarla a su corazón acribillado, justo debajo de una pegatina con una diana pintada para facilitar la puntería.

No fue una agonía de dos minutos sino de veintitantos años, los que tardó en cumplirse la sentencia de muerte entre recursos, apelaciones, súplicas y todo ese encantador papeleo con que gobernadores, jueces y abogados se juegan a los chinos la vida de un hombre. Veintitantos años minuto a minuto, que son un montón. Ha habido ocasiones en que el gobernador de turno ha decidido descolgar el teléfono y aplazar la ejecución en el último momento, cuando ya el condenado se había despedido para siempre de los suyos, cuando lo habían sacado a rastras del corredor de la muerte, encadenado de pies y manos, rumbo al matadero. Como en un guión de Hollywood. Y vuelta a esperar.

Es cierto que Gardner también mató pero si la justicia suprema consiste en el ojo por ojo entonces todo el tinglado de la civilización se nos ha ido a tomar por culo. El país más adelantado del mundo, la cuna de las libertades, ha vuelto por enésima vez a las cavernas, a las hogueras medievales, al circo romano, al paredón. Toda la libertad para Gardner consistió en elegir entre la horca, la silla eléctrica, el veneno y el paredón. Elegir entre pollo y pescado el regüeldo de su última cena. Elegir entre blanco y negro, entre Obama y McCain.

Los familiares de las víctimas de Gardner aplaudieron su muerte y brindaron con champán. Hay algo profundamente erróneo, algo malsano y podrido en la naturaleza humana si se sintieron al fin en paz, si no vieron que una ejecución no arregla nada. Dos décadas confundiendo venganza con justicia, esperando el desquite, saboreando por anticipado un chorro de sangre culpable en la boca. La venganza es un plato que se sirve frío y en Utah, paraíso mormón, ultracongelado, con plomo en lugar de perejil.

Le dispararon desde siete metros y uno de sus verdugos â??nadie sabe cuálâ?? llevaba munición de fogueo, para disipar la responsabilidad. Los verdugos siempre han llevado la cara tapada, no tanto por vergüenza sino porque debajo de la máscara también miran los ojos del juez, del policía, del presidente, los ojos de usted. La cuenta atrás de Gardner inaugura de nuevo la Edad de Piedra, como si alguna vez la hubiéramos abandonado. Vivimos en un mundo con una justicia de fogueo y balas de verdad.