La Puerta del Cielo: Plegarias atendidas

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Todo artista sueña con alcanzar un éxito que le permita ser reconocido, pasar de ser un putito a un putito caro, y así poder entrar en el restringido Olimpo de la libertad creativa, escoger mejor los proyectos, impulsar ideas propias, replicar ante las restricciones «eso se lo dices a otro, yo soy un genio». Todo artista sueña con ser tan grande que le dejen hacer lo que le da la gana. Ese éxito para Michael Cimino fue «El Cazador», de 1978, película con la que sedujo a crítica y público por igual, cosechó 5 ?scars y que convenció a los señores de United Artists para que le dieran «barra libre» en cuanto a dinero y decisiones creativas.

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«Final Cut», un libro escrito por Steven Bach, uno de los productores de ese proyecto, «La Puerta del Cielo», que iba a ser inicialmente un western de bajo presupuesto sobre unos habitantes de un pueblo que defienden su tierra, cuenta detalles sobre cómo la peli se convirtió en uno de los mayores batacazos de la historia del cine, llevando a United Artists (compañía que había sido creada en 1919 por Charles Chaplin, Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D.W. Griffith) prácticamente a la bancarrota; fue vendida a la MGM poco después. El film pasó de tener un presupuesto inicial de 7,5 millones de dólares a superar los 40.
Al parecer, esto ocurrió por la obsesión de Cimino por la perfección. Hacía construir decorados enteros y después los tiraba. Despedía semanalmente a varios técnicos y contrataba otros. Para usar una locomotora de la época, la tuvo que transportar por tren a través de todo el contienente. Se rumorea que sólo la batalla final duraba lo que una película completa. El montaje del director duraba 5 horas y 25 minutos; durante la postproducción, Cimino tenía a un guardia armado en la puerta de la sala de montaje para que los ejecutivos no le interrumpieran. Los prebostes de la UA tantearon a Norman Jewison y se dice que incluso a David Lean para largar a Cimino y poder terminar el desaguisado. El director rodaba unas 50 tomas de cada escena, y durante el rodaje se grabó material para pasarse 9 días viéndolo de forma ininterrumpida. Tan mal iban las cosas que el quinto día ya llevaba cuatro días de retraso en el plan.

La película tuvo un primer estreno en Nueva York con una duración de 219 minutos (los ejecutivos le obligaron a cortarla) con críticas muy negativas. Cimino, y no la UA como se ha dicho, ofreció la posibilidad de remontarla y volver a estrenar una versión que gustara más al público. Seis meses después la peli volvió a aparecer con una duración de 149 minutos, pero el daño ya estaba hecho. Masacrada por la crítica de EEUU, reconocida como una obra maestra maldita por algunos medios europeos, la película acabó con la carrera de Michael Cimino.

En el estreno, según cuenta Bach, el director estaba muy sorprendido de que nadie se estuviera bebiendo el champán que se servía en la sala. «Porque odian la película, Michael», le dijeron. Michael Cimino no volvió a trabajar hasta cinco años después, su carrera nunca se ha recuperado, y sin que tenga una relación directa con todo lo anterior, ahora es una mujer, se llama Elizabeth, se dedica a la literatura y vive en París. Es ella:

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Esta es la versión catastrófica y hollywoodense de las palabras de Santa Teresa de Jesús: se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que aquellas que quedan por atender. O como lo puso ?scar Wilde, que decía que hay dos tragedias en la vida. La primera no conseguir lo que se desea, y la segunda, conseguirlo.