INVICTUS

En estos días tan deportivos he visto «Invictus», dirigida por Clint Eastwood y basada en el libro «El factor humano» de John Carlin. Me ha gustado mucho. La peli como sabéis trata de la celebración en Sudáfrica del mundial de Rugby en el contexto del primer mandato de Nelson Mandela.

A pesar de que no es una visión en profundidad y se la puede tachar de edulcorada como hace Escrito Por, a mí me gana porque es una historia sobre los símbolos, y sobre la mejor parte del ser humano: la capacidad para tolerar la diferencia, la habilidad para perdonar (encarnada en el mismo Mandela) y sobre el cambio de un país. Me gusta porque sin explosiones, ni  amoríos absurdos, ni objetivos rocambolescos ni grandes clímax deportivos me ha acercado una parte maravillosa de la historia reciente.

Creo que es algo fantástico poder hablar de cosas grandes utilizando elementos concretos y sencillos. Hablar de política y de historia de forma tan clara, con detalles pequeños: un capitán de un equipo de rugby invitado a merendar por su presidente. Dos hombres hablando en un despacho. Ni siquiera los diálogos de François Pienaar (Damon) son muy ocurrentes, ni se nos cuenta qué problemas tiene con su chica, ni si su personaje evoluciona, ni se casca una arenga digna de Julio César en los vestuarios. Es un señor que juega al rugby. También se ve el efecto de las semanas en las que Mandela decide conservar los colores, el himno y la bandera de los Springboks (equipo de Rugby del país, todos blancos salvo uno) para fomentar la unión de las razas de su país en el equipo de guardaespaldas del presidente. Una vez más, con pocas escenas y pocas palabras, se observa el cambio, la progresión de la nueva situación entre las dos razas.

Contar lo grande a través de lo pequeño, he ahí lo que me gusta de verdad. Ya sé que salen estadios a reventar y que eso no es muy pequeño, y es que justo es ese fragmento el que me sobra y el más prescindible del film. El rugby. Por otro lado era un tránsito inevitable al que no se le puede dar suspense (todo el mundo conoce el desenlace del evento) y al final del partido se encuentra el clímax narrativo de la película, un momento emocionante por su magia y su simplicidad: el apretón de manos entre Mandela y Pienaar tras coronarse campeones del mundo. Este es el momento real:

Yo me la juego y digo que ese saludo (en el 07:30 aprox) es la razón de que Eastwood haya rodado la película: sólo para poder mostrar ese momento tan maravilloso.

?ste es el trailer.