Hacía muchos años que no veía la gala completa y aunque he disfrutado con muchos momentos, en general me ha parecido que han faltado chistes, humor, y algo más de atrevimiento. No me ha sorprendido casi nada de lo que he visto, aunque tengo que admitir que las galas de los noventa presentadas por Billy Cristal me parecían hilarantes y en esta ocasión, apenas me he reído. Puede que con quince años tuviera la risa más fácil. No lo sé.
Me quedo con los increíbles montajes que son marca de la casa y con el número del Circo del Sol inspirado en «Con la muerte en los talones.» También con los agradecimientos de Meryl Streep, de Christopher Plummer, la no aceptación del ?scar al mejor guión original por parte de Woody Allen (despachada con profesional hieratismo por parte de Angelina Jolie), el premio a Nader y Simin, la sonrisa perenne de Scorsese, la aparición de Christian Bale y las chicas de Bridesmaids, a pesar de su mediocre texto. Tengo la absurda teoría de que después de que Brett Ratner, director inicial de la gala, fuera fulminado a causa de sus comentarios homófobos y se llevara a Eddie Murphy consigo, Billy Crystal y su equipo tuvieron muy poco tiempo para preparar la 84 gala y el resultado es fruto de esa precipitación.
Oscar especial ex aequo al mejor (o peor) botox lucido por el propio presentador, Gwyneth Paltrow y Tom Cruise. Oscar especial al mayor espantajo a la espléndida actriz Jessica Chastain y al traje de kriptonita de Viola Davis. La mejor vestida, en mi humilde opinión, Emma Stone, seguida de cerca por Gwyneth Paltrow, Milla Jovovich y Penélope Cruz.
En cuanto al palmarés, me encanta «The Artist» pero el señor Hazanavicius me ha parecido un auténtico plomo, igual que Jean Dujardin, que parece estar interpretando a George Valentin constantemente.
Lo que me ha convencido de esta gala, aparte del decorado inspirado en las viejas salas de exhibición, es el homenaje al cine más puro, como demuestra el palmarés, el homenaje a Edith Head o a Hans Zimmer y los estupendos montajes con películas de todos los tiempos. Pero por supuesto, lo que más me gusta de todo es ver cómo gente de todas las edades y de todos los países se emociona al hacer realidad un sueño. Su alegría es contagiosa, y cualquiera que ame el cine puede compartirla.
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