Anoche, y como viene siendo habitual en mi vida desde que puedo recordar, vi los Premios Goya en buena compañía, hice una merendola, y me senté delante de la tele a ver el espectáculo, que históricamente suele ser largo, tedioso y sonrojante. También es tedioso y largo comer las doce uvas en Nochevieja y esa tradición también la observo con el mismo rigor.
Sin embargo, y digan lo que digan mis compañeros de Bloguionistas yo creo que la del día 19 fue una de las mejores celebraciones de los últimos años. Me reí muy a gusto y me lo pasé muy bien. He de decir que me sorprendió positivamente Eva Hache. Estuvo muy graciosa y cómoda en el escenario, y que sus clips «dentro de las películas» eran buenísimos. El speech de Santiago Segura (que estaría escrito por los guionistas de la gala, como todo lo demás) fue de lo mejor de la noche. Y la gala, agradecimientos soporíferos aparte (la mayoría) tuvo humor y buen ritmo.
Por supuesto también tuvo «enemigos del ritmo», cada uno tiene su Rey o Reina del sopor. El mío me lo reservo. De los agradecimientos me quedo con los emotivos de Elena Anaya y José Coronado y con la reaparición de Silvia Abascal, guapísima y emocionada. Da gusto ver a la gente feliz, siempre y cuando no se acuerden de sus antepasados los que vivían en las Cuevas de Altamira, a quienes ya les gustaba contar historias guarreando en las paredes.
El rap del Langui me gustó aunque yo lo hubiera dejado en un duo con el genial Javier Gutiérrez y me hubiera ahorrado a tanta banda en el escenario. De la canción inicial no me enteré porque estaba muy ocupada con las patatas y los ganchitos, pero hubo algo raro por ahí. Casi tan raro como el espontáneo que subió con la Coixet y que tuvo unos cuantos segundos para pedir dinero para rodar westerns en Extremadura antes de ser empujado por Daniel Sánchez Arévalo, y como el miembro de Anonymous que pasó por delante del escenario saludando al personal; raro como la forma que tuvo Nadia de Santiago de pronunciar el apellido del director de «The Artist» o raro como los mitones estilo Mad Max de Isabel Coixet, que valientemente reafirmó su apoyo a Garzón.
Me hubiera gustado que la gente del cine se hubiera mostrado algo más crítica con la (mala) situación del audiovisual, pero aún así creo que fue una muy buena gala y un muy vistoso escaparate del cine español… ahora que necesita, más que nunca, inspirar confianza como producto. Esperemos que este desfile de vestidos, joyas, peinados y sonrisas no quede como la última cena de gala del Titanic sino como una proyección del futuro de nuestro cine.