No me llamo Ángeles

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El otro día mi amigo Dani me envío un mensaje. «Lo tuyo con los créditos da para escribir un libro. ¡REIVINDÍCATE!» y aquí estoy.

A  pesar de que no tengo un nombre muy extraño (no como Miren Amiano Desnudo o Amparo Loro Raro), desde que empecé con esto de firmar cosas he tenido varias canciones. (Aunque por otro lado, ojalá fueran de ese pelaje los problemas de los guionistas…)

En el caso de «El hombre del saco», el primer corto que coescribí con su director Miguel Ángel Vivas en la Ecam, directamente no había crédito de guionista. Daba la sensación de que el guión se había autoescrito una noche y se había enviado por correo a todos los miembros del equipo. Me puse hecha una hidra, me encaré con el productor, que tras disculparse, me dijo que como el nombre del guionista no estaba en la orden de trabajo, por eso no se habían acordado de ponerlo. Creo que como excusa no sirve ni para el abogado más torpe del tribunal de los Pitufos. Escribí una carta al jefe de estudios, que me dijo que en la copia a DVD se rectificaría. Nunca me molesté en comprobarlo. Sí, la verdad es que antes tenía mucha más energía.

En aquella época, al mismo tiempo, quise rodar y rodé un corto ultra amateur con mi amiga Estíbaliz (ella lo niega, pero estaba allí también) en la misma Ecam. Nos dejaron aparatos y le pregunté a un alumno de dirección si nos permitía utilizar un pequeño decorado que él iba a emplear en su corto. Lo hice con la máxima amabilidad, dejándole un mensaje en su móvil. Al poco me lo encontré en la escalera de la Ecam, muy nervioso, muy de mala leche, diciéndome que «De ninguna manera, Ángeles.» Hubiera comprendido perfectamente que no quisiera (yo tampoco me lo dejaría a mi misma), pero su agresividad me puso a silbar la olla expréss. En ese momento yo alcé mi dedito Bin Laden, hecho que no sucede casi nunca, porque si bien suelo ser bastante educada y tranquila, las malas maneras me sacan de quicio, y señalándole un espacio entre ceja y ceja como si quisiera indicar el destino de una bala le dije: «No me llamo ÁNGELES».

Después pasé mucho tiempo escribiendo (y cuando digo mucho tiempo, creedme, es mucho tiempo) sin que me sirviera para otra cosa que no fuera ganarme la vida, que ya está bien, hasta que llegaron MIR y 18, la serie. En el primer capítulo de 18 que escribí, justo salió una mancheta con autopromoción de la cadena encima de mi nombre. Después, le regalé a alguien la segunda temporada de MIR en la que había participado, y esta vez nos habían tongado a todos: en la caja figuraban los guionistas de la primera temporada.

Esta semana, aunque no son créditos, se han dado algunos datos de «Alfonso, el Príncipe Maldito», la tv movie que he escrito en los últimos meses, cuyo rodaje ha comenzado, y aparezco en algunos sitios como Ángela Fernández Armero. No es que me parezca mal, en serio lo digo, pero si lo que se trata es de ocultar mi identidad, de protegerme de las iras de aquellos que encuentren mi trabajo detestable, debería adoptar un nombre mucho más carismático e impenetrable, como por ejemplo, yo que sé, Burgundófora Smith, nombre muy común en ese pueblo conocido por su afición a los nombres raros: Huerta del Rey.

Sirva esta entrada para reivindicar los derechos de todos aquellos que tenemos la excéntrica afición a ser llamados por nuestro nombre, y como espacio para denunciar los atropellos verbales. ¿Os han llamado Ángeles alguna vez?

7 thoughts on “No me llamo Ángeles

  1. jajaja. muy bueno el post, Angélica!

    te entiendo perfectamente porque yo soy siempre Javier, Alex, Axel, Chavié o como mucho XaBier…

    gente dura (de oido)!!

  2. No sé de qué corto me hablas, Ángeles…

    A mí me han llamado: Estivalid en el carné de socia de la piscina de mi pueblo, Estibalix las facturas de Endesa, Elisabet los dentistas como gremio y la gente a la que me acaban de presentar y que, después de 5 minutos me pregunta algo como: ¿llevas hora, e… elisabet? Y lo que ponían los chinos en el recibo para el revelado de un carrete fotográfico no te lo quiero ni contar. Menos mal que llegó la era digital.

    Seguro que me he dejado algún otro nombre…:
    http://nuestroprimercortochispas.blogspot.com/2008/12/thats-not-my-name.html

  3. Doña Ángela, y resto de comentaristas, lo que ustedes cuentan tiene una explicación bien sencilla. Se trata de un fenómeno muy común pero que no ha sido estudiado profundamente, tiene que ver con lo que unos llaman bilocación, otros Doppelgänger, etc….ya saben de que les hablo, y les aseguro que no tienen de que preocuparse por este tipo de misterios.

    guionista de I. Jiménez.

  4. Jeje. A mí me llaman Flor muchas veces.

    Pero lo peor que te puede pasar es que no te llamen.

  5. Pero qué mala suerte, joer! Te acompaño en el sentimiento.
    A mí me pasó con mi primer capi de Yo soy Bea, que era la primera vez que mi nombre iba a salir en la tele y me hacía una ilusión tremenda. Mandé sms a un montón de amigos y familiares y salió el nombre de otra dialoguista de la serie en vez del mío. Snif. Parece ser que estos errores son de lo más común en las series, yo… flipo.

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