…Lo dicen aquí.
El autor de la entrada nos trae el viejo dilema de la autoría de la película. ¿Es del director? ¿Del guionista? ¿Del productor?
Eso me recuerda a mis días de estudiante de cine, cuando esas cuestiones le importaban algo a alguien. Uno de los alumnos de dirección le dijo a una de mis compañeras de guión que los guionistas éramos eso, las putas del cine, o unos tristes, o unos menosmola que diría Ford Fairlane, a lo que mi amiga contestó: «Cállate, X, que hemos visto tus cortos», frase que es, en sí misma, prueba irrefutable del talento como dialoguista de la interfecta. Diez años después de aquel momento, me importa menos que cero quién es el autor de la película en tanto en cuanto me paguen por trabajar en ella. Y así con todo.
Llamadme absurda (¡absurda!) pero creo que la vanidad para un guionista es como unos pendientitos de Tous para alguien que no tiene qué llevarse a la boca: un accesorio tontísimo. (Si tienes qué llevarte a la boca, también lo son, por otro lado.)
La mayoría de los guionistas perdimos la vanidad en una zanja negra y apestosa. Quizá cuando eres aspirante a guionista y no trabajas, y te parece que Robert Towne debería echarte la sacarina en el cortado mientras tú tecleas lo que te van susurrando al oído las musas, entonces tienes vanidad para dar y tomar. Pero en cuanto empiezas a trabajar, la arrogancia está condenada a desaparecer. A fuerza de opiniones demoledoras, audiencias catastróficas, proyectos fallidos, mazazos de toda clase y condición, el que conserva la vanidad intacta es o bien uno de los pocos genios que viven del cine en este país o una persona que no ha trabajado lo suficiente para ver su autoestima convenientemente lacerada.
Lo curioso de todo el asunto es que estoy bastante de acuerdo con el autor de la entrada cuando dice que un guión es una herramienta y que los buenos guionistas deberían ser flexibles respecto a la transformación de su trabajo, como ya dije aquí.
Sin embargo, hay ciertas frases que me sorprenden por su virulencia.
No le tengo mucho aprecio a los guionistas como profesionales. Ellos deberían dirigir sus guiones, y no venderlos a otros. Así podrían comprobar que dirigir no es tan sencillo.
Probemos a invertir los papeles, a ver qué pasa.
No le tengo mucho aprecio a los directores como profesionales. Ellos deberían escribir sus guiones, y no pedírselos a otros. Así podrían comprobar que escribir no es tan sencillo.
Anda, si es una opinión reversible. Como mi gorro.
Un guionista que no dirige sus propios guiones merece lo que hagan con ellos.
Un guionista a quien le dirigen los guiones es un puto crack. Todo guionista sueña con que le pisoteen un guión y se lo destrocen. Porque eso significa que habrá salido de la cienaga milenaria de los guiones que se pudren en un cajón. Una afirmación igual de chunga pero más certera sería «Un guionista que no vende sus guiones se merece morir de inanición», por ejemplo.
Y si (el guionista) quiere dejar de ser una puta, que coja una cámara y aprenda de objetivos y de actores, y que se deje de lloriquear.
Y yo digo: ¿Qué pasa si no queremos dejar de ser unas putas? ¿Y si nos gusta la esquina? ¿Qué pasa si nos gusta escribir en pijama y en pantuflas? ¿Y si pensamos que «Gran Angular» es una colección de libros? ¿Y si la mera idea de hablar con un actor o actriz guapos nos da mareo y ganas de vomitar? ¿Qué pasa si -hecho que el autor no ha considerado- no nos sentimos capacitados para materializar nuestros textos, pero aún así conservamos un sentido crítico (o cítrico, aún mejor) que utilizamos para OPINAR?
Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo. Desempeñamos un servicio público. Protegemos a la sociedad de que haya A?N MÁS DIRECTORES escribiendo solos y sin control.
No la Pantoja, sino la que le dijo al director «Cállate, que hemos visto tus cortos» y tengo que hacer una puntualización, X, el director se giró, cogió una cinta VHS de la mediateca que uno de los guionistas había alquilado y dijo «uy, el apartamento, a ver si así aprendéis» y entonces yo le dije que mejor se callara que habíamos visto sus cortos.
¿A que soy súpermaja?
Totalmente de acuerdo (contigo). Creo que Adrian gusta de escribir posts que no dejen indiferente al personal, un poco porque sí, y si bien tiene reflexiones interesantes, también las tiene un tanto extravagantes y extremas como las que comentas.
Tratar de acotar y dictar sentencias tan absolutas sobre algo tan libre, personal y misterioso como es la creatividad me parece absurdo. Tan válidas son las pelis de nuestro querido Woody (guionista, director y actor de muchas de ellas). Como las basadas en un buen libro, reconvertido en guión, y llevado a la pantalla, inmiscuyendo en tal proceso a tres personas-creadores (más todos los que aportarán en las ramificaciones del proceso) como sucede por ejemplo en «La lengua de las mariposas» (Rivas- Azcona- Cuerda).
Pos eso. Y un beso desde otra esquina.
Es cierto que somos las putas de la profesión audiovisual. Y muchas veces hasta ponemos la cama, seguro.
Pero todos los golpetazos, los comentarios indignados, los «la culpa es del guión»… Todo eso desaparece cuando algo sale tal y como lo veías en tu cabeza, cuando algo sale BIEN.
¿A mí que me importa de quién es la autoría? Si quiero reconocimiento, si quiero que alguien me diga lo buena y guapa que soy, sólo tengo que llamar a mi madre 🙂
Más que como puta, uno prefiere verse como vientre de alquiler.
Me extraña que una chica como tú les de bola a unos menosmenosmola como los de blogdecine. Pero muy bien el post.
Pingback: El guionista es la puta del cine (no lo digo yo)
Pingback: Tweets that mention El guionista es la puta del cine (no lo digo yo) | Ángela Armero en Hotel Kafka -- Topsy.com
Desde mi humilde punto de vista «autor» es un concepto que no existe.
¿Quien crea un cuadro? ¿el pintor? pero y… ¿el maestro del pintor? ¿el que invento ese sistema de pintura? ¿el que hizo el lienzo? ¿las referencias? ¿las referencias de esas referencias ad infinitum? ¿el que fabrico los colores?
todo es una cadena, todo piezas.
Todos estamos echos de muchas cosas, «autor» es un ejercicio de ego destinado a discutir sin llegar a conclusiones no subjetivas, lo que me interesa mas es:
¿quien se ha esforzado mas? ¿quien consigue mas beneficio de los resultados? ¿tiene importancia? ¿para quien… y, por cuanto tiempo?
No se si analizar es una forma de crear, pero si no se aplican los resultados de lo analizado, yo lo dudo, crear debe funcionar a niveles, una cosa es la importancia que se le da a un eslabón de la cadena, y otra la importancia que esta realmente tiene.
Mu grande, Angela.
Leí ese artículo hace tiempo y me dio taaaaaaaaaaaaaaanta pereza que ni lo comenté en el blog (aunque tuve tentación). Pero no sé, me daba que era como comentar un artículo de Enrique Dans o de Periodista Digital, ¿sabes? Que ya piensas que son casos perdidos de estupidez.
Y ya leído este post, me alegro porque no habría sido ni la quinta parte de guay que es el tuyo. Que gran verdad.
Y que puta manía de esta gente de creerse que «guionista» es como un meritorio de dirección, de verdad.
good post!
De acuerdo en todito todo menos en lo de que los guionistas no tienen vanidad. ¡Eso no es cierto! ¡Eso es un mito! He conocido y conozco guionistas con mucha vanidad. Y la vanidad no tiene por qué ser mala. Es lo que es. Seguro que también habrá unas cuantas putas vanidosas por ahí.
Dijo Truffaut en una ocasión que las ideas son mucho menos interesantes que las personas que las tienen…¿por qué no dejar, como bien dices, que modifiquen tu idea, que es menos interesante que tú, si al fin y al cabo lo va a hacer una persona bastante más interesante que su propia modificación?
Y después de esta incomprensible reflexión que no me atrevo a releer, he de decir que me ha hecho tremenda ilusión ver un fotograma de Irma la Dulce presidiendo este post que para mi, que soy un humilde amante del cine con una vida diaria dedicada a menesteres bastante diferentes, está en el Top 5