Mira al joven de la foto. Es tan desgraciado que no puede permitirse ni una montura de oro blanco para su último par de pendientes de diamantes tallados a mano por el Dalai Lama. Este verano, en vez de un megayate, tuvo que conformarse con un superyate. Algunos dicen que se le ha visto abrir él mismo la puerta de su mansión en la Moraleja y conducir su propio carrito de golf. Ha conseguido un caddie en el mercado negro y ya sólo le llega para cerrar medio reservado en el Buda.Y por si fuera poco, ha tenido que cancelar su merienda en la estación espacial internacional.
Puede que Cristiano sólo sea un nombre, pero esa tierna carita es la imagen de cientos de miles (bueno, quizá solo sean unos veinte) futbolistas extranjeros de élite que solidariamente deciden prestar la magia de sus botas a esa pequeña y deficitaria industria que es la liga española. Por si fuera poco, su generosidad y su talento, recompensado tan solo con unos exiguos millones de euros al año, están siendo amenazados por unos desalmados que sugieren que tributen lo mismo que los ciudadanos españoles de a pie. ¡Hábrase visto semejante despropósito…! Pensar que haya quien diga que es injusto que un ciudadano español que gane unos sesenta mil euros anuales tiene que dejarse en impuestos un 43% de su sueldo mientras que estos seres -estos filántropos, estos valedores del progreso- que ganan unos tristes millones de euros tributen al 24%… ¿Estamos locos o qué?
Si hay alguien que merezca librarse del azote de los impuestos, nadie mejor que los futbolistas de élite. No hay más que ver los chamizos en los que viven, los pedazos de hojalata con ruedas con los que se desplazan a sus maratonianas jornadas de entrenamiento, los licores clandestinos destilados de patata que toman en el guetto acompañados de las mujeres más feas y desdentadas del extrarradio para entender el alcance de su sencillez y de su amor al fútbol.
Unamos nuestras voces para decir que no a la derogación de la Ley Beckham. A ver si se van a enfadar, van a tener que aprender a leer y escribir y nos vamos a quedar sin liga.
Pobres futbolistas pobres, necesitan ahorrar que su carrera es corta, no todos podrán luego ser entrenadores o comentaristas deportivos y cuando cumplan los 40 y quieran borrarse con láser los teicientos tatuajes no les llegará el dinero.
Un drama, vamos.
¡Jopelines! Yo quiero un par de pendientes de diamantes tallados a mano por el Dalai Lama. Si no me los compran voy a dejar de respirar. A la de tres: una…dos… ¡y tres!
Cáspita, has reventado mi ironómetro!
yo empezaría por hacer una colecta, cambiemos los sobres del Domund por unos de la LFP!!!
Pobre gente… Ya me has dado el día, jodía. Que despropósito, que atropello, que falta de respeto…
Deberíamos montar YA un grupo en feisbu en contra de la derogación de la ley Beckam, por favor. O mejor aún, uno para que no tengan que pagar impuestos de ningún tipo. Y que si te los cruzas por la calle estés obligado a hacer una reverencia. O que se destine el 0,7% a comprarles cosicas monas.
A los futbolistas hay que tratarlos a patadas. Que es lo suyo.
Ahora llego yo y os caigo mal 😛
Na, sólo que a los futbolistas esa cuestión del IRPF se la trae al pairo. Vamos, que C. Ronaldo y demás van a seguir cobrando sus millonadas, porque los que pagan el IRPF son los clubes, ellos negocian en neto.
Por eso, la protesta no ha sido del colectivo de jugadores, si no de los clubs, que amenazaban con hacer huelga. Porque claro, en el resto de Europa se cotiza al 43% y en España, gracias a la pirula esa de la Ley Beckham, al 24% lo que permitía a los clubes ofrecer un sueldo mejor a estos jugadores porque tenían que pagar muchos menos impuestos. Que no es lo mismo ofrecer 3 kilos netos al año si sólo pagas un 24% más en impuestos que ofrecer 3 kilos netos al año y pagar un 43%.
Vamos, que Cristianín va a cobrar lo mismo al final. Los pringaos serán los clubes. Y oye, a mi me parece cojonudo, basta ya de privilegiar a esos gañanes.
Claro, los clubs son los únicos en quejarse, aduciendo que «es el fin de la liga de las estrellas». Es el fin de costear el salario de una superestrella del bolsillo público, que lo paguen ellos. En cambio, todo el mundo se escandaliza con las subvenciones. En fin…