Michael Jackson y Steve Jobs deben estar haciendo algo realmente gordo ahí arriba.
Creo que a su manera, los dos eran grandes «entertainers».
Sé que hay mucha gente que detesta a Jobs y a Apple, pero a mí me da igual. Yo soy una admiradora convencida y desde hace muchos años. Incluso desde la época en la que realmente no era demasiado práctico tener un mac en vez de un Pc. Mi padre me regaló este ordenador (bueno, uno como éste) con 17 años y en esa máquina escribí mis primeros textos profesionales, también los de la escuela de cine.
En ese primer mac también pasé horas en el messenger (qué vintage), escribí emails trascendentales (para mí lo eran) y sobre todo, me conectaba a Internet a través del router telefónico que parecía emitir una ruta misteriosa de contraseñas guturales, distinta cada vez, un proceso que a veces fallaba, como si fuera el lanzamiento de un cohete especial. Casi quince años después, estar conectado es algo tan natural como respirar.
A ese mac le han seguido varios. Unos han durado mucho tiempo, otros menos. Mi madre ha heredado uno que milagrosamente aún dura. Tengo un Ipod, tengo un Iphone y me regalaron un Ipad. En casa tengo dos ordenadores Mac. Supongo que ese inventario me convierte en una adicta, pero para un guionista un ordenador es un objeto con el que establecemos una relación muy íntima y más vale que te guste, si tienes que llevártelo a casa, llevártelo de viaje, vivir momentos de triunfo y otros de derrota.
Lo mejor que ha hecho Apple por mí es poder incorporar la belleza a mi vida diaria.
Y creo que eso no es algo superficial. De una forma o de otra, nos pasamos la vida persiguiéndola y a mí por ejemplo me disgusta bastante el Pc de la oficina. Porque es viejo, funciona mal, es feo, el ventilador no cesa nunca, sólo permite mantener dos ventanas abiertas en el navegador y se cuelga varias veces al día. Con esto no quiero decir que el sistema sea malo, ni que un PC moderno y bueno no pueda ser estupendo. Pero si puedo comprarme un mac, lo siento, no me lo voy a llevar a casa.
«Ese es uno de mis mantras: concreción y simplicidad. Lo simple puede ser más complejo: tienes que trabajar muy duro para depurar tu pensamiento y hacerlo simple. Pero merece la pena, porque una vez lo consigues, puedes mover montañas», dijo.
Aparte de lo que Apple ha hecho por mí (y pensándolo bien, lo que yo he hecho por la marca), Jobs también dio vida a Pixar, comprándosela a George Lucas cuando no era nada. Invirtió mucho en ella hasta convertirla en lo que es ahora. Además, creo que Jobs era un magnífico orador, una persona capaz de inspirar y motivar a millones. Esta es una época cínica en la que se reverencia una forma de fama estúpida y pasajera. Evidentemente, Jobs es un icono del consumo pero también de la belleza y la innovación. Ya había visto su discurso de Stanford, pero me parece magnífico.
Decía cosas como éstas:
«No puedes conectar los puntos mirando hacia delante; sólo puedes hacerlo mirando hacia el pasado. Así que tienes que confiar en que los puntos, de algún modo, conectarán en el futuro. Tienes que confiar en algo- tus instintos, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque jamás me ha fallado y ha marcado una diferencia fundamental en mi vida.»
Este es el vídeo, que supongo que ya habréis visto, si no es así, lo recomiendo.
Requiere mucha valentía vivir obedeciendo a tu voz interior, y supongo que hacerlo sin cierta dosis de talento o de confianza ciega en uno mismo, o ambas cosas a la vez, es una temeridad. Pero es admirable que alguien pase en la tierra 56 años y haya cambiado e inspirado las vidas de tantas personas.
Que cansinez
Gracias. Maravilloso el texto.
Yo estoy con los que piensan que este señor era un gran empresario y un tipo muy listo, pero ya. Y como Orejudo lo explicó mucho mejor, que hable él:
http://blogs.publico.es/ruidodefondo/241/steven-jobs-ruega-por-nosotros/