Este fin de semana he estado en dos estupendos festivales de cortos: el de Astorga, donde el jurado nos concedió un premio especial patrocinado por la cámara de comercio, y el Festival de la Plataforma de Nuevos Realizadores en Madrid, donde presenté «Entrevista», y encima vinieron Alba y Luis y un montón de amigos que no lo habían visto aún.
En Astorga ya había recogido un premio para el guión de «La Aventura de Rosa» hace tres años. En aquella ocasión conocí a Isabel de Ocampo y a Vicente Villanueva, y tres años después los dos han estrenado su primera peli con muchísimo éxito (Villanueva con «Lo Contrario al Amor») o están a punto de estrenarla (Isabel está en plena postproducción de «Evelyn», creo.) Eso, por si hubiera alguna duda de que los cortometrajes son la cantera necesaria, la promesa continua del cine español.
En esta edición han compartido el primer premio Victor Carrey y Arturo Ruiz Serrano con «La Huída» y «La última secuencia» respectivamente; ojalá su porvenir sea tan brillante como el de sus antecesores, los galardonados de 2008. No pude ver sus cortos porque fui solo a la clausura, y es un poco raro tanta enhorabuena y tanto brindis sin haber visto el trabajo de los demás.
Aparte de eso, y como casi siempre, lo más interesante de los festivales no son las películas, sino las personas. Tuve la suerte de escuchar a Javier Fesser (que recibió el galardón honorífico) hablar de su trayectoria y de la novela que acaba de publicar, escrita con Claro García, «Los días de colores. Más allá de la película Camino», que supone una profundización en el universo y en los personajes reles que inspiraron el film. A Fesser pude darle las gracias por «El Secdleto de la Tlompeta», en mi opinión uno de los mejores cortos del cine español.
Además estuve un rato charlando con Emiliano Allende, el director del Festival de Medina del Campo. Los que conocen a Emiliano saben que es un hombre estupendo, con una conversación deslumbrante, y que gracias a su trabajo en el festival ha impulsado la carrera de innumerables directores españoles. David Pinillos, que triunfó el año pasado con Bon Appetit, hizo su primer corto gracias a su festival. En otra liga bien distinta, mi primer corto también nació al amparo del premio de Proyectos del festival, que ahora prepara su próxima edición. Aparte de cinéfilo, Emiliano es un gran melómano, un hombre amabilísimo, culto y cariñoso, pero sobre todo es un gran contador de historias y yo le aprecio un montón; en tiempos tan cínicos como éstos siempre es maravilloso encontrar a un entusiasta del ser humano como él.
De vuelta en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, «Entrevista» formó parte de un pase de cortos estupendo, con títulos que me gustaron un montón, como «Aunque todo vaya mal», un musical muy divertido de la actriz Cristina Alcázar y «El Premio», de Elías León Siminiani, que me pareció brillante.
Los festivales de cortos suelen ser excusas estupendas para conocer gente afín, para vivir anécdotas surrealistas y para degustar productos y caldos de los pueblos de España, y para recordar que participar en el cine es un enorme privilegio.