Ficción

«A ver si me entero», dijo un estudiante. «Lo que tú dices es que si yo digo algo en voz alta, ese soy yo diciéndolo, pero que si escribo esa misma cosa en un papel, es otra persona, ¿no?»
«Sí», dije, «y lo llamamos ficción».
El estudiante sacó su cuaderno, escribió algo y me pasó una hoja de papel en la que pude leer: «Es la cosa más estúpida que he oído en mi puta vida».
Eran un grupo listo.

David Sedaris.
«La Curva de Aprendizaje», relato de «Mi Vida En Rose»,
Mondadori, 2003, Barcelona.

David Sedaris (Nueva York, 1956) es escritor, humorista, comediante y una estrella radiofónica. En su primera juventud, fracasó estrepitosamente en el mundo de las artes visuales y la escena alternativa (hacía performances), y fue acumulando toda suerte de trabajos absurdos, como por ejemplo, elfo a tiempo parcial en los grandes almacenes Macy’s, empleo que inspiraría el relato que se convertiría en uno de sus éxitos más celebrados «Diarios de Santaland.» Si pincháis aquí podéis escuchar cómo lo leyó en 1992 (en inglés) en la emisora NPR, momento que supuso un punto de inflexión en su carrera.

«Tuve buena suerte, todo comenzó con aquella pieza en la radio. Si no fuera por eso, seguiría trabajando de criada, limpiando apartamentos en Nueva York.»

Después de dejar la universidad de Kent, se fue a estudiar Arte a Chicago, y fue descubierto por un presentador de radio leyendo sus diarios en un club cómico. Aquello cambió su vida. Publicó «Barrel Fever», y después «Naked», publicados en España por Mondadori. Del segundo afirmó que va de un hombre que lleva un diario, y que «no es él, pero se le parece un montón». Quizá porque se tomó la molestia de escribirlo en un papel.

«Cuando la profesora me preguntó si podría entrevistarse con mi madre, toqué la superficie del pupitre ocho veces con la nariz.
-¿Debo tomar eso como un «sí»?- preguntó.
De acuerdo con los cálculos, aquel día yo había abandonado mi asiento en veintiocho ocasiones .
-Te mueves más que una mosca. Te pierdo de vista un minuto y ya estás allí, con la lengua pegada al interruptor de la luz. Tal vez eso sea habitual en el sitio de donde vienes, pero aquí, en mi clase, no nos levantamos para lamer los interruptores cada vez que nos viene en gana. Ese es el interruptor de la señorita Chestnut y a ella le gusta tenerlo seco. ¿Te gustaría que me presentara en tu casa y me dedicara a pasar la lengua por tus interruptores? ¿Eh, qué te parecería?
Cuando intentaba imaginármela en acción, oí la llamada de mi zapato. «Sácame -susurraba-. Apoya mi talón contra tu frente tres veces. Hazlo ahora, nadie lo notará.»

Del relato «Una plaga de tics». David Sedaris, Cíclopes, Ed. Mondadori.

Aquí lee «Jesus Shaves», en el festival literario Flip, en julio de 2008. Está en inglés, pero merece la pena.

Y hablando de todo un poco, si te apetece, puedes leer mi columna en ámbito cultural si le das una patadita a esta palabra.

5 thoughts on “Ficción

  1. El trozo de los tics, como dice un amigo mío, «me parece más grande que la vida».

    Creo que tomaré la recomendación como recompensa por haberte recomendado a Ford (y ya estás tardando).

  2. Sedaris es un crack. Me encanta el debate que se abre en «Jesus Shaves» entre americanos y franceses sobre qué es mejor para traerte chocolate en Semana Santa, si un conejo (EEUU) o una campana que viene volando desde Roma (Francia). «¿Cómo sabe una campana donde vives?» «Bueno, ¿y cómo lo sabe un conejo?» «El conejo al menos tiene ojos».

  3. Pues a mí no me hace ni p*** gracia.
    Para literatura humorística, me quedo con Tom Sharpe, Roald Dahl o incluso Eduardo Mendoza.

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