EDDIE MURPHY PARA LOS OSCARS: A FAVOR O EN CONTRA

Ya es oficial. Eddie Murphy va a presentar los ?scars y la controversia no ha tardado en llegar. Quizá el nombre del director de la ceremonia, Brett Ratner, padre de criaturas como «Hora Punta 2» e incluso «Hora Punta 3» ya despertaba algunas reticencias, pero su apoyo a Murphy ha sido el pistoletazo de salida de muchas críticas.

Yo lo digo claramente. Estoy totalmente a favor de que Eddie Murphy presente la gala. Ya veremos si es gracioso o no, pero con poco esfuerzo tendrá más salero que los sosainas del año pasado. Es verdad que en los últimos años la carrera de Murphy no está en su mejor momento, pues ha interpretado a Norbit y ha puesto la voz al burro de Shrek, pero hace no tanto Murphy fue uno de los reyes de Hollywood; el Will Smith de su momento. Probablemente los que cargan contra él son demasiado jóvenes para haber visto ese clásico para mí imprescindible que es «EL PRÍNCIPE DE ZAMUNDA»,

la fábula moral bienintencionada «ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO», la gran aventura «EL CHICO DE ORO» o la clásica «LÍMITE 48 HORAS». Hay que remontarse a 1999 para rescatar el que para mí es su último trabajo decente como protagonista: la comedia de culto «BOWFINGER», dirigida por Steve Martin, que contiene un momento de los mejores que yo recuerde. Este:

No sólo creo que Murphy sea grande (o lo fuera hace no tanto y por tanto se merezca una segunda oportunidad) por sus bombazos de los ochenta, sino porque antes de ser una estrella de Hollywood era un grandísimo stand up comedian. Y aquí está la prueba, los vídeos de su show «Delirious», una auténtica maravilla que no os podéis perder (es buenísimo el fragmento entre el minuto 12 y el 18, en el que habla de varios cantantes, e imita a Michael Jackson, Elvis Presley o James Brown). Vale, está también el Eddie Murphy del Vampiro de Brooklyn y el de Pluto Nash, pero creo que esta ceremonia puede ser el Tarantino que el Travolta que hay en Murphy necesita.

Si es que eso tiene algún sentido.

¿Y vosotros qué opináis?

LAS PELIS ESPA?OLAS QUE QUIERO VER

Después de un verano lamentable en el que he odiado intensamente el cine, parece que el otoño trae películas y encima españolas que me apetece ver. (Todos los trailers son vía Trailers y estrenos.)

La que más me llama es «NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS» el esperado nuevo trabajo de Enrique Urbizu.

También me interesa mucho la futurista EVA, de Kike Maíllo:

Por supuesto, y aunque me da mucho miedo lo que he oído, acabaré viendo «LA PIEL QUE HABITO», porque Almodóvar es un grande.

Y en último lugar, pero not least, tengo muchísimas ganas de ver «EL SUE?O DE IVÁN», que se estrena el próximo 21 de Octubre, de mi amigo el director y guionista Roberto Santiago. Por cierto, Roberto estará el día 25 de Octubre en el Hotel Kafka, en el club de lectura de guiones, desgranando los secretos del guión de su última película, escrita por él y por Pablo Fernández. Más información, aquí.

POR QU? COMEMOS TANTAS PALOMITAS

Las palomitas me ponen ansiosa. Me siento en el cine, y si he comprado, empieza a comerlas a puñados como si no hubiera mañana. A menudo, se me acaban antes de que empiece la película. Y es curioso, porque el sabor no me encanta, y nunca las como fuera de la sala. Así que hay algo raro en ellas. Algo perverso.

Por eso me ha llamado la atención este artículo. Según explica, un estudio de la Universidad del Sur de California sugiere que los espectadores no se pueden aguantar. Que es superior a sus fuerzas. Que mientras dura la película, lo más habitual es que coman y coman palomitas, independientemente del hambre que tengan o de que les guste su sabor.

En el estudio, a un grupo de espectadores les dieron por un lado palomitas frescas y otras que tenían una semana. La cantidad de palomitas ingeridas era exactamente igual entre los que tenían hábito de comerlas yendo al cine.

¡De una semana!

También se demostró que la ingesta tenía mucho que ver con el entorno. A otro grupo le dieron un cubo de palomitas para asistir a la proyección de una peli en una sala de conferencias, e incluso los más fans del palomiteo comieron muchas menos. Ese mismo estudio recogió otro trabajo anterior en la que se mostró la película Payback a unos espectadores; a algunos les dieron unos enormes cubos de palomitas rancias y a otros, unos recipientes medianos. La prueba demostró que los que tenían el cubo más grande comían un 54% más de palomitas rancias.

Es decir, parece que la adicción a las palomitas es un condicionamiento borreguil más. Un aro más por el que saltamos en nuestros hábitos de consumo. Yo reconozco que aunque no me pirran, el sabor salado en los labios siempre me recuerda al cine a oscuras, no ahora cuando voy mucho menos y las pelis no me suelen gustar tanto, pero sí a cuando era pequeña o adolescente y ver un film en una sala a oscuras era la mejor distracción posible.

Otros datos alucinantes de las palomitas es que un cubo grande (gigante) y una coca cola grande tienen las mismas calorías que tres hamburguesas de cuarto de libra del MacDonalds y doce porciones de mantequilla. Aleluya, hermanos. Y además, representan un 40% de los ingresos de las salas comerciales.

Resumiendo, que comemos palomitas como unos posesos porque estamos habituados a hacerlo, porque lo asociamos a ir al cine, porque oímos como los demás las comen, porque tragamos y tragamos mientras la película nos distrae.

Nos hipnotizan para que comamos kilos y kilos de palomitas. Nuestra voluntad no tiene nada que ver en el proceso. Así que la respuesta a la pregunta es: «Como palomitas porque no estoy habituado a pensar por mi cuenta.»

No sé vosotros, pero yo la próxima vez me pienso llevar unas crudités.

Por cierto, que en Hotel Kafka estamos muy ocupados preparando cursos nuevos como el de Bloguionistas, el curso Fundamentos de Guión o el Club de Lectura de Guiones, en el primer mes van a estar Ignacio del Moral con «Los Lunes al Sol» y Roberto Santiago con «El sueño de Iván». Seguiremos informando, y si queréis saber más, pinchad aquí.