La nieve en mi ventana

Esto es lo que se ve ahora mismo en mi ventana.

No sé qué tiene la nieve que cada vez que la ves es como si fuera la primera. Quizá por eso te hace sentirte inconsistentemente feliz y optimista, como cuando eras niña.

Ademas, la nieve tiene la particularidad de que cuando la ves, haces una pausa, como si pasara un ángel.

La infancia también tiene momentos duros. Recuerdo perfectamente que una vez me puse a llorar en medio de educación física porque no sabía atarme los cordones de las zapatillas. Y recuerdo otra ocasión en la que me puse una batidora en la cabeza, y otra en la que casi me atraganto con una cucharada bien colmada de cola cao en plan comando, sin leche ni agua ni nada. Estuve lanzando nubes de polvo marrón hasta que mi amiga A. me dió un vaso de agua. A A. le debo mucho, ya que también desenchufó la batidora. (Que conste que ocurrió en dos días distintos.) Otra gran hazaña de mi niñez fue hacer un Hi 5 espectacular con una plancha. Mi madre me metió la mano en hielo y no pasó nada.

La primera vez que vi la nieve estaba en la guardería. Los niños nos peléabamos por ocupar unos cajones de plástico azul con los que deslizarnos por el patio.

En aquel momento, la nieve bastaba para hacerme feliz.
Ahora la nieve, no se por qué, me inspira una especie de esperanza traicionera que no sé ni de dónde viene.
Desde arriba, eso seguro.

Frases míticas: I could have been a contender

Seguimos nuestro recorrido por las frases míticas de la historia del Cine. Hoy, día de Reyes, para bajar el nivel de azúcar nos vamos a visitar «La Ley del Silencio» (On the Waterfront), una de las obras maestras de ese vendepiscinas de tanto talento que era Elia Kazan y la gran frase

«I could have been a contender»

Es una de esas frases que se dicen cuando una chica o un chico te hace la cobra, o cuando sientes que te niegan una oportunidad para competir en condiciones. Esta peli, que a mí me encanta, es vista (y no digo que les falte razón) como una apología de la delación.

¿Qué opináis de Kazan? ¿Su faceta de delator os influye a la hora de valorar su obra? O dicho de otra manera, ¿queréis menos a Woody Allen porque se haya casado con la hija de su ex mujer? ¿O menos a Frank Sinatra porque después de casarse con Mia Farrow la abandonó por su rechazo a abandonar el rodaje de «La Semilla del Diablo»?

Si os interesa el tema de la caza de Brujas en la era de Maccarthy os recomiendo el fantástico libro «Tiempo de Canallas» de Lillian Hellman. Yo pienso en Kazan y su actividad en el comité me hace pensar que es una anguila, pero al mismo tiempo nos ha dejado pelis como «Esplendor en la Hierba», «Al Este del Edén», «Viva Zapata» o «Un tranvía llamado Deseo», cuya llamada desgarradora ¡¡Stellaaaaa!! también forma parte de las frases que todos los cinéfagos recordamos con cierta frecuencia.

¿Se puede admirar a un traidor?

El mejor blogger de la historia



Sería Don Ramón Gómez de la Serna. Si estuviera vivo, claro. Ramón fue un escritor original, de esos que decía lo que pensaba con un prisma que fabricaron para él en exclusiva, y le pasó lo que sucede con frecuencia a los que no se casan con nadie: que acaban ignorados por todos. Si metéis su nombre en Google podréis ver que es un gran olvidado. A mí se me hubiera olvidado si Álvaro no me lo hubiera recordado. (Toma pareado burdo.)

Ramón, en un acto de visionario supremo, escribió libros que serían bitácoras platónicas, las bitácoras del mundo de las ideas.

Yo creo que la diferencia entre blogs y bitácoras es la misma que entre dormir y soñar. O entre follar y hacer el amor. Bitácora es una palabra demasiado elegante para algunos blogs. E incluso hay veces que un blogger (o bitacorer) se levanta y escribe con cuerpo de lo uno o de lo otro. Perdón, que me voy del tema. Ramón, indudablemente, escribiría Bitácoras, y en ellas desgranaría el ritmo de sus días y su peculiar forma de ver la vida. Por otro lado, sería una lástima que no acudiera a sus tertulias en el Café Pombo, con sus paredes amarillentas, impregnadas de humo, conversaciones y pensamientos para escribir en un teclado hostil y de plasticorro.

Otra cosa que me gusta de Ramón es que se consideraba un amante de las cosas. En eso también era un materialista anticipado. Seguro que si viviera hoy, además de blogger, tendría un Ipod y un Blackberry. Hace unos años había una exposición sobre él en el MNCARS (el Reina Sofía, en cristiano) y había una reconstrucción del torreón donde escribía. Cuatro paredes de cristal repletas de todo tipo de objetos incongruentes, desde pisapapeles de cristal a extrañas esculturas imposibles, con los muebles forrados de periódicos e ilustraciones. Un horror vacui literario y personal, un mundo donde la realidad se transforma en ramonismo concentrado.

Las greguerías le hicieron célebre, pero son sus textos autobiográficos los que a mí me hicieron «arramonarme» de una vez y para siempre. Me seduce su humor, me pone su talento, me estimula la osadía de no parecerse a nadie ni a nada.

Algunas gotas para curiosos.

«Mis confidencias me aligeran de lastre en mi deseo de ascensión al cielo y a través de mis declaraciones hay una visión cariñosa del mundo y sus pobrezas, pues mi lema es que «vale más tener el corazón alegre que la vida feliz, pues un corazón alegre lo suple todo.» (Prólogo a «Nuevas Páginas de mi Vida.»)

«De los aventureros es el mundo, y yo se lo regalo.»

«Es esta una humanidad que se las pasa esperando que el domingo no llueva.»

«Hay días en que me he salido de la vida.
En mi sueño de anoche se abrían en mis ojos cortinados diferentes que daban a espacios con grises cada vez más claros.»

«Primero se ahorra uno las cartas de cumpleaños y después las de pésame.»

«La literatura no es sólo la obra hecha sino la independencia y la dignidad en que se vivió mientras se hacía, manteniéndose insobornable, que es la única condición que nos asemeja a Dios.

Hay que ser ilusionista de la vida y así tener optimismo, que es no querer acogerse a la comodidad del gusano de tierra, que es arrojarse en brazos del pesimismo.
Hay que tener esperanza, que es lo que tira de la vida hacia el porvenir.»

De Automoribundia.

Más fragmentos, aquí.

La peli de Año Nuevo

Este año he utilizado una sofisticada pasarela entre el 2008 y el 2009. He visto «La Regla del Juego», la obra maestra de Jean Renoir.

Seguro que la habéis visto, yo hace mucho que no la veía y me ha encantado. La peli habla sobre los convencionalismos sociales y sobre como el individuo (o la individua) vive enjaulado por ellas. Sobre cómo los seres humanos nos hemos inventado unas normas para convivir y construir nuestras vidas, pero como dicen, hecha la ley, hecha la trampa. Habla de la necesidad de amar para sentirnos vivos, de la necesidad de la ilusión para darle sentido a la cotidianidad. Todo ello con una penetración psicológica increíble, unos actores fabulosos, un estilo y un vigor asombrosos detrás de la cámara. Y después de esta experiencia, que me ha encantado, aún a riesgo de ser pesada, os deseo un año de buen cine, ilusión, libertad, elegancia y color, armonía y belleza, como en esta escena de otra gran película, «Melodías de Broadway 1955», de otro grande, Vincente Minnelli.