?ltimamente me ha dado por verme desde fuera.
No sé si es un viaje astral de baja intensidad, uno que en vez de llegar a las estrellas llega al techo, rebota y se queda flotando haciéndole mimos a la lámpara, como esos globos de gas que adoptan un aspecto tan estúpido cuando se quedan aparcados de lado.
Creo que era mi admirado Ramón Gómez de la Serna que en Automoribundia escribía:
«Hay días Luisita en que me he salido de la vida».
Pues algo así. Y perdóname si la cita es un poco chunga, pero si me pongo a buscarla puedo tardar otra semana y quizá hasta en otro libro, y sí, quizá le faltan comas. Si alguien lo sabe, agradeceré el dato.
Como la semana pasada me atravesó de lado a lado y no me enteré de nada, esta he intentado agarrarla bien, y para ello me he puesto a observarlo todo con, como dirían los estultos, «curiosidad de entomólogo». Es como si todo a mi alrededor fuera a cámara rápida y yo estuviera en el techo, pegada a la lámpara, de lado, con cara de mema, intentando entender algo. Gracias a V. por el vídeo.
Ayer sábado presenté mi corto «La Aventura de Rosa» en el Festival de Humor de Navalcarnero, donde coincidí con mi amigo Coté Soler y he disfrutado de su corto «Avalancha». Llegué tarde y tuve que entrar en el auditorio y del tirón subir a decir unas palabritas.
«Bueno… es un canto a la espontaneidad».
Dije, entre otras cosas.
Que alguien me detenga. ¿Cómo puedo decir esas cosas en público? Y lo peor de todo, ¿cómo puedo decirlas en la semana de los viajes astrales de bajo rendimiento? Quizá ese tópico dañino y picajoso de «dime de qué presumes y te diré de lo que careces» sea cierto después de todo. El martes 21 de Octubre creo que presentaré mi corto en el Festival de la Boca del Lobo y tendré ocasión de acercarme un poco más a la verdad.
«Mirad, es un canto a la espontaneidad, pero yo no soy nada espontánea y la verdad es que canto como el culo.»
Mi amiga Estíbaliz anda estos días rodando su segundo corto con Alegría Collantes. No os perdáis su blog y su primer corto, «Bichos Raros». Me ha contado tremendas historias de ansiedad y nerviosismos. Estoy segura de que será un gran corto y espero poder colgarlo pronto en este blog para que veáis qué amigas me gasto. Pero claro. Hay que montarlo, sonorizarlo, y mil historias más.
En el cine y en la vida, todo es esperar.
Sobre todo en el cine.
Hay que ser muy paciente y pensar que el mundo, como profetizaba San Malaquías, no se va a acabar. Para saber si se acaba o no, hay que leerse «La Púrpura Negra», de Luis Murillo. (Yo todavía no me lo he leído, pero me parece una cuestión que merece toda mi atención, así que me lo leeré en cuanto pueda.)
En esta segunda semana, sigo con la manía de buscar conclusiones. Si el mundo efectivamente llegase a su fin, sería mucho más sencillo apresar el sentido de la vida en plan «huele las flores… juega con los niños… hornea pan integral.»
Yo de momento, sin tener noticias del cese temporal de la convivencia entre el planeta y la vida humana, me pondría a esperar al fin de todo con Obama. Le he estado viendo y oyendo y me he enamorado. Qué pasa.