«Se me ha quedao la sangre pará».
Eso ha dicho Falete, confesando sus sentimientos al enterarse de que su novio fingió su secuestro por un móvil económico. También ha admitido que deseó autolesionarse.
«Estuve media hora dándome bofetadas frente al espejo y diciéndome tonto, tonto y otras cosas que no son bonitas de repetir.»
Falete me fascina. No sé si comprarme un disco suyo o reírme de él hasta que la capa vuelva a estar de moda. No sé nada de coplas, pero me parece que tiene mucho talento y que sabe peinarse mucho mejor que yo. A pesar de mi ignorancia, creo que le sobra lo que yo más admiro en un intérprete: sinceridad. Además, las palabras con las que ha explicado su decepción me han conmovido.
Ole, Falete.
Resulta fácil reírse del extraño coplero rechoncho que se maquilla como la Jurado, cruce de pequinés y muñeca repollo, a quien su novio espigado de veintitantos engaña y humilla ante la vista de todos. Pero, ¿Quién no ha sentido esa sensación de vértigo, al descubrir una traición, una mentira?
¿Quién no ha puesto un pie en el vacío al escuchar unas palabras articuladas con cobardía y mezquindad al otro lado de la línea telefónica?
¿Quién no ha sentido alguna vez que una mano invisible le arrancaba el corazón, todavía caliente y húmedo, bombeando con inquietud entre los dedos helados de la persona a la que le entregamos sin depósito lo mejor que teníamos?
Si no lo has sentido, no sabes la suerte que tienes. Y los que lo hemos sentido alguna vez, por lo menos podemos contarlo, que es el único consuelo de los viajes que salen mal.
Este alucinante vídeo de Gnarls Barkley, «Who’s gonna save my soul now?» cuenta esa sensación mejor que nadie, mejor que muchas pelis, mejor que muchas novelas, por supuesto mucho mejor que cualquier cosa que pueda escribir aquí. No os perdáis este tesoro.
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Os dejo la transcripción por si no habéis nacido princesa como yo y no sabéis idiomas. Je, je.
Ella. Necesito espacio. Necesito espacio para saber quién soy. No eres tú, de verdad, soy yo, y el momento en el que ha ocurrido esto. Necesito tiempo para saber quién soy. Y no puedo hacerlo si al mismo tiempo estoy intentando pensar quién eres tú.
?l. (Al camarero.) ¿Me puedes traer otro plato, por favor?
Ella. Creo que lo hemos intentado, pero deberíamos… seguir adelante con nuestras vidas.
El chico se clava un cuchillo en el pecho y extrae su enorme y sanguinolento corazón y lo deposita, aún latiendo en el plato.
?l. (Acercando el plato con su corazón a la chica.) Para tí.
Ella. Te das cuenta de que estoy rompiendo contigo, ¿verdad?
?l. Si, eso es lo gracioso. Mi corazón es tuyo ahora. No sé por qué pasa esto, pero nunca podré olvidarte, así que desde ahora cualquier chica que conozca será meticulosamente comparada contigo, y por desgracia ninguna podrá igualar lo que tuvimos.
Ella. A lo mejor puedo quedármelo (tu corazón) por algún tiempo, y usarlo, ya sabes, para cosas pequeñas, como cuando haya tenido un mal día, o necesite hablar con alguien, o si necesito ayuda para mover algo muy pesado, y oye, en algún momento te lo puedo devolver, cuando los dos encontremos a otra persona.
?l. Por desgracia, eso no va a ser así.
Ella. ¿Por qué no?
?l. Bueno, ahora que tienes mi corazón, aquí dentro sólo tengo una cavidad vacía. A falta de un término mejor, soy un tío sin corazón. Ahora trataré a cada mujer que conozca con una mezcla de desprecio pasivo-agresivo que logrará arruinar una relación tras otra en los años venideros.
El corazón del chico campa a sus anchas por la mesa, coge un brócoli micrófono y canta preguntándose por todo el dinner quién salvará su alma. El corazón se clava a su vez un cuchillo y de su centro saca la cabeza de él, quien de repente vuelve de su ensimismamiento y mira desorientado a la chica.
Ella. Realmente valoro tu amistad… ¿Me estás escuchando?
?l. No.
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Genial, ¿verdad? A pesar de todo, a pesar del dolor de Falete, de los platos combinados de vísceras que todos hemos servido al enemigo en algún momento de nuestras vidas, hay que seguir adelante, como dijo Falete en su rueda de prensa, y confiar en que la sangre siga fluyendo. ¿No?