WORLD WAR Z (Espoilers)

Escogí un mal día para dejar de fumar.

Escogí un mal día para dejar de fumar.

Había oído un poco de todo sobre World War Z. No he leído la novela, ni sabía nada del proyecto. Había visto el trailer y percibido cierta prensa negativa, pero estaba deseosa de ver una peli veraniega en un pantallón y tampoco tenía unas expectativas demasiado elevadas.

Y he de decir que me parece muy buena película. Te mantiene en tensión durante casi dos horas, y de acuerdo, lo hace gracias a un apabullante despliegue de medios, pero lo importante: no solo gracias a los millones de dólares, sino a las buenas ideas. (Espoilers de aquí en adelante.)

Voy a intentar analizar por qué me ha gustado, o por qué creo que funciona, y eso que el nombre «Damon Lindelof» en los créditos, después de Prometheus y de las últimas temporadas de Lost, me da más miedo que un nublado. Quizá me haya equivocado con él, o quizá haya sido cosa de los muchos guionistas de la peli.WWZ empieza de forma muy típica. Por la mañana, en casa de una familia feliz, que van juntos en coche en Philadelphia y… BAM. Se desata la entropía en la ciudad, y la familia unida logra huir a un barco del gobierno gracias a los contactos del padre, un ex investigador de las Naciones Unidas (a quien, todo sea dicho, repartir tortas como panes de pueblo se le da fenomenal), Gerry Lane.

A cambio de su talento como «investigador» se le ofrece asilo a su familia en el barco. Si no participa, serán apeados del portaaviones. Gerry, retirado del servicio, ve que no tiene más opción que enfrentarse a los zombies que campan a sus anchas por todo el planeta. Así que primera diferencia interesante: no lo hace por patriotismo, sino por su familia.

Lane es enviado junto a un experto en virus a una base en Corea del Sur, intentando buscar al paciente cero, el origen de la enfermedad. Pero su viaje es infructuoso y el virólogo muere de forma absurda. Aquí hay un doble efecto «Psicosis». Se cargan a la «media naranja sabihonda» de forma inmediata, y también a un tío duro que parecía destinado a convertirse a ser su escudero (James Badge Dale.) Lane cambia el rumbo a Israel, único país seguro del planeta por el momento, para hablar con un experto en seguridad: al reunirse con él descubre por qué fueron los únicos en preveer la situación (excelente la explicación del «décimo hombre»). Sin embargo, como si Brad Pitt fuera gafe perdido, los zombies superan el muro de las lamentaciones de Jerusalén y el único país que resistía cae en manos de los no muertos.

Acaba junto a una joven soldado israelí (otra idea original: los sucesivos y variados compañeros de viaje) en un avión, que logra dirigir a un centro de investigación de la OMS, donde tiene previsto explorar una idea que le ha surgido observando a los zombies. Otra idea original: no es un arma contra los bichos, sino un camuflaje para los humanos. Y una idea sencilla de explicar: los zombies buscan huéspedes sanos para propagar su enfermedad. La forma de sobrevivir es inyectarse un virus patológico letal (curable) para que los zombies no le perciban a uno.

En algún momento de la trepidante película el personaje de Brad Pitt dice «Joder, todo se complica». Y se complica de forma constante y gradual, y por eso es tan buena; y no sólo eso. Es lo que te esperas, pero no como te lo esperas, a pesar de su inicio y personajes convencionales.

Lo que más me gusta es el tercer acto, que al parecer iba a ser distinto, una cruenta batalla entre zombies y una humanidad liderada por Brad Pitt en Moscú. Celebro que se haya caído ese tercer acto en favor del que ya hay porque me ahorra lo que esperaba: un tedioso tercer acto de casquería y carreritas en el campo de concentración en el que la familia de Lane es refugiada al ser echada del barco cuando dan a Lane por muerto. Casi podía anticiparlo ya: el héroe llega al campo de concentración, y justo cuando está a punto de besar a su niña, resulta que se rompe la piñata y hay que estar corriendo y disparando sandías media hora.

Pero no. El tercer acto es el más tenso, pero también el más contenido en términos de producción, y resulta original y muy emocionante. Los que la hayan visto sabrán valorar, como yo, la originalidad de un clímax en el que un hombre enfermo y un hombre no muerto simplemente se miran a través de un cristal; igual que valorar que el auténtico final feliz sea un paseíto entre la marabunta desquiciada y rápida de zombies.

Esas escenas son las que quedan en la memoria, las que hacen que ir a la sala a dejarse casi diez euros siga, pese a todo, mereciendo mucho la pena.

LA CARTA DE KATHRYN BIGELOW

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por Ángela Armero

Traduzco (libremente) esta carta de Kathryn Bigelow publicada por el diario Los Angeles Times por su interés y porque me parece que pone en la mesa temas de debate muy interesantes. La escribió a instancias del periódico Los Angeles Times para que definiera su postura frente a las criticas que suscita su película. Aquí está el original.

Durante mucho tiempo, más años de los que me apetece ponerme a contar, pensé que la película que llegó a ser «Zero Dark Thirty» nunca se haría. El objetivo, hacer una película moderna y rigurosa sobre el combate al terrorismo, en torno a una de las misiones más importantes y clasificadas en la historia de América, era suficientemente atractivo y trascendente, o eso parecía. Pero había demasiados obstáculos, demasiados secretos, y políticos entorpeciendo el camino.

Sin embargo, gracias a la gran tenacidad de mi equipo y una dosis enorme de suerte, hicimos la película y conseguimos socios con la valentía suficiente para estrenarla.

Y entonces llegó la controversia.

Ahora que «Zero Dark Thirty» ha aparecido en cines de todo el país, mucha gente me pregunta si me sorprendió la polémica que levantó el film cuando sólo se había visto en pases contados, y aún así mucha gente con criterio ya la había definido de formas increíblemente contradictorias. El Times me ha pedido que desarrolle algunas de las declaraciones que he hecho alrededor de este tema. No estoy segura de tener nada nuevo que añadir, pero si puedo intentar ser concisa y clara.

Primero de todo: Apoyo la Primera Enmienda que garantiza el derecho de cualquier americano a crear obras de arte y a expresar su opinión sin ningún acoso o interferencia gubernamental. Como pacifista de toda la vida, apoyo todas las protestas contra el uso de la tortura, y simple y llanamente, contra cualquier tipo de tratamiento inhumano.

Pero me pregunto si alguno de los sentimientos que han sido expresados acerca de la película deberían dirigirse en contra de aquellos que han institucionalizado y ordenado esas políticas gubernamentales, en vez de contra la película que los lleva a la pantalla.

Los que trabajamos en las artes sabemos que mostrar algo no es apoyarlo. Si lo fuera, ningún artista sería capaz de pintar prácticas inhumanas, ningún autor podría escribir sobre ellas, y ningún cineasta podría profundizar en los asuntos más oscuros de nuestra época.

Este es un principio importante para un artista, y merece ser repetido. Porque confundir el hecho de mostrar una situación con apoyarla es el primer paso hacia perjudicar la habilidad de cualquier artista americano de arrojar una luz en temas espinosos, especialmente cuando estos temas está ocultos bajo capas de secretismo y ocultismo gubernamental.

De hecho, estoy muy orgullosa de formar parte de una comunidad de Hollywood que ha convertido las películas que cuestionan la guerra en una tradición cinematográfica. Claramente, ninguna de estas películas habría sido posible si directores de otras épocas se hubieran abstenido de retratar las crudas realidades del combate.

En un nivel práctico y político, me resulta ilógico armar un caso contra la tortura ignorando o negando el papel que ha jugado en las políticas y prácticas de contraterrorismo de los EEUU.

Los expertos no se ponen de acuerdo en torno a los hechos y particulares de la caza de la inteligencia militar, y sin duda ese debate va a continuar. En cuanto a lo que yo personalmente creo, que ha sido objeto de preguntas, acusaciones y especulación, pienso que Osama Bin Laden fue encontrado gracias al ingenioso trabajo de investigación. Sin embargo, la tortura, como todos sabemos, fue empleada en los primeros años de su búsqueda. Eso no significa que fuera la clave para encontrar a Bin Laden. Significa que es parte de la historia que no podemos ignorar. La guerra, lógicamente, no es bonita, y no estamos interesados en retratar esta acción militar como si estuviera libre de consecuencias morales.

En ese mismo aspecto, creo que no deberíamos descontar y que nunca deberíamos olvidar los miles de vidas inocentes perdidas en el 11S y consecuentemente los ataques terroristas. No deberíamos nunca olvidar la valentía de esos profesionales en las comunidades militar y de espionaje que pagaron el mayor precio en el esfuerzo de combatir una grave amenaza en la seguridad de nuestro país.

Bin Laden no fue derrotado por superhéroes que bajaron volando del cielo; fue derrotado por americanos normales que lucharon con valentía al tiempo que a veces cruzaban líneas morales, quienes trabajaron intensamente y que se entregaron en cuerpo y alma, tanto en la victoria como en la derrota, en la vida y en la muerte, en la defensa de esta nación.

Personalmente me gustan mucho las dos obras bélicas de la directora (escribí esto sobre «The Hurt Locker») y creo que su afán es idéntico en las dos: mostrar hechos trascendentes y deliberadamente ocultos por políticos y medios en la historia reciente de EEUU y contextualizar el rol del individuo en esos actos y mostrar cómo afectan a su vida.

Bigelow dice que su intención era hacer una película rigurosa y moderna sobre el contraterrorismo en la América post 11 de Septiembre. Los hay que encuentran la propuesta patriotera, propagandística o también antipatriota o antiamericana; si se molesta a tanta gente es señal de que se ha sido bastante imparcial. Pero eso no quiere decir que ella haya querido hacer un documental. (Tampoco hubiera podido.)

Por supuesto no se le puede pedir a Bigelow que ella cuente su historia desde un punto de vista ya no belicista o antibélico, sino no-americano, puesto que no esperaríamos, como decía Javier Marías en este artículo, que un chino cuente una historia desde un prisma que no sea el suyo, desde su país, su cultura, sus vivencias; no se puede esperar que no sean sus víctimas las que más le duelan y sus profesionales o soldados los que más tiempo e interés le merezcan.

Hay otro ángulo que me gusta en esta carta y en Bigelow, y que parece llevarle la contraria a todas las piezas periodísticas que últimamente le dedican: que no le da ninguna importancia al hecho de ser mujer, ni ve nada peculiar en que una mujer haga películas sobre la CIA capturando a Bin Laden o sobre la guerra de Irak. Por supuesto también creo que cuenta muy bien lo duro que resulta hacer una película y especialmente una que retrata temas tan sensibles como éstos.

Hay quien ve las pelis de Bigelow como propaganda. Yo las veo como muestras de talento y valentía, y no sólo en la elección del tema, sino en la forma de llevarlo a la pantalla.

¿Y vosotros?

Publicado originalmente en Bloguionistas.

FRANKENWEENIE

El trailer de este viernes es el de Frankenweenie (2012), la nueva peli de animación de Tim Burton.

Aunque en este caso a lo de «nueva» habría que ponerle comillas. Está inspirado y en buena parte trasliterado del mediometraje del mismo título que Burton rodó hace casi treinta años, en 1984, con una duración de 29 minutos y un abultado presupuesto de un millón de dólares. Cuando yo era super fan de Burton oí hablar mucho de este film, pero claro, en aquella época no había youtube y no he podido verlo hasta ahora. Con ustedes, Frankenweenie (1984), el germen en acción real de su remake animado.

Merece la pena ver el original por puro amor al pasado. Sin ser una obra maestra, es un homenaje al cine clásico y tiene varias estrellas que seguramente te recuerden a tu infancia tanto como a mí. Shelley Duvall hace de la mamá de Victor, el niño que devuelve a su perro a la vida, electrizándole como Victor Frankenstein a su criatura. Este niño es Barret Oliver, el protagonista de «la Historia Interminable», que nunca volvió a ser tan famoso como lo fue entonces. También está Jason Hervey, al que recordaréis de (otro viaje al pasado) «Aquellos maravillosos años». Y la sorpresa absoluta es la niña que fuerza a su Barbie a hacer ejercicio: Sofia Coppola.

Puede que ahora mismo la historia de un niño que revive a su perro de entre los muertos sea original, pero Burton, cansado quizá de hacer películas bastante anodinas (es mi opinión) desde Big Fish, ha vuelto a sí mismo, a su primera etapa, para extender un corto de hace la tira de años. Puede que sea crisis creativa, puede que volver a su pasado sea lo mejor que puede hacer. Puede que para cambiar de vez en cuando haga falta recordar. No lo sé. Habrá que ver la peli para opinar.

El corto y la película tienen en común el amor por el cine clásico, y más concretamente, por los títulos míticos del cine de monstruos en blanco y negro, con partituras abigarradas y fotografía expresionista.

Imagen de Frankenweenie.

Elsa Lanchester en "La Novia de Frankenstein".

Me encanta la idea de que un corto rodado en los ochenta traiga sensaciones de los años cuarenta, y también que una película del 2012 evoque a su vez a ese corto y a los clásicos del cine de horror. Estas dos obras comunican a los espectadores que estábamos hace treinta, veinte años, con los nuevos, con los que seguimos aquí, y también con los que ya no están. Historia del Cine.

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LA SEMANA

Hemos encontrado estos butacones en la calle.

LUNES: Empecé la semana constatando lo buena que es la serie Isabel en televisión española. Es muy difícil armonizar contenido e historia, es decir, construir tramas y personajes atractivos y que sean, al tiempo, respetuosos y coherentes con la realidad. Además la producción acompaña y los actores están francamente bien. Hay alguno que no me convence pero Michelle Jenner y Ginés García Millán están realmente bien. Un estupendo referente para las series históricas españolas. Espero que siga así de bien.

MI?RCOLES: Pensando que sólo vería «La Voz» cinco minutos, me lo tragué entero. Es un programa muy divertido. Admito que empecé a verlo con la única intención de reírme y de ver, como decía oyejuan en facebook, esto:

Pero ver a cuatro artistas consagrados peleándose por los favores de un desconocido o desconocida me gustó mucho. Es una especie de zoco donde los «couches» se venden y se «pisotean» con bastante gracia, y donde la realidad del formato (las audiciones y actuaciones son a ciegas) admite concursantes con peor pinta de lo que solemos ver en televisión. Y aunque siempre me ha caído como un trueno Melendi, de repente me pareció encantador, con su pelo de pin y pon todo.  ¿Lo vistéis? ¿Qué os pareció? (El programa. Melendi. Lo que sea.)

JUEVES: Vi «Imperium», que me gusta mucho, y el documental «Se busca cómico para película», y me lo pasé muy bien con los dos. Siempre me gusta escuchar a los actores de comedia, especialmente los que vienen de programas de sketches, porque su forma de ver el mundo es muy lúcida, peculiar y no se toman tan en serio a sí mismos (en general) como los actores más serios.

FIN DE SEMANA: Lo único que he hecho hasta el momento ha sido comer como si no hubiera mañana. Os recomiendo el japonés Miyama, en Paseo de la Castellana, 45, (Madrid). Lo mejor, aparte de la comida el sumiller. «Pues sí que tomaron, eh», nos dijo. Viva el sake y viva España, y viva el Rey. Y Honduras también.


PARA LOS AMANTES DEL CINE CLÁSICO

Aviso especial para los amantes de las pelis antiguas y caducas: El día 20 de Marzo a las 20 h. en Cortos con Eñe (Bar La Escalera de Jacob, Lavapiés, 11) programan un film del lejano 2008. Se llama «La Aventura de Rosa» y fue el primer cortometraje que dirigí y escribí. ¡Qué tiempos! Alba Alonso, Fran Perea, Javier Gutiérrez, Nacho Vigalondo y el simpar Antonio Esquivias. ¿Os acordáis?

Gracias a José Luis Mora por escribir esta crítica tan inmerecida como encantadora.

Y si nos remontamos al pasado cercano, al momento en el que empecé a hacer cortos, ¿qué hubo al principio? Pues un cartel parecido a éste:

Y es que la semana próxima se celebra la vigesimoquinta edición del Festival de Medina del Campo y volveré a estar allí. Pero de eso ya hablaré en otro momento. Como no todo va a ser darme pisto, os dejo con el trailer de una peli maravillosa que ví ayer: Blackthorn.

JUVENTUD, DIVINO TESORO (O NO)

The Wild Bunch.

Ayer vi la campaña Madrid Oro Collection de Loewe. No me lo podía creer, así que la volví a ver. «Idiotas con maletas», dijo Daniel Castro en su facebook, y la línea resultaba muy sugerente como para no ver el anuncio de tres minutos y medio en la que unos jóvenes bastante excéntricos se pasean con bolsos de Loewe por el Retiro, hablan de todo un poco, y todo esto con un montaje que recuerda a la Naranja Mecánica.

Se supone que son una panda de it girls e it boys. Lo malo es que si despejas la ecuación el «it» se convierte en un insulto. Me parece que el anuncio ha pasado el límite que casi toda la publicidad de moda bordea: una solemnidad que esconde muchas veces un tremendo vacío y que en esta ocasión desemboca en una enorme estupidez. Las comparaciones con Zoolander (una comedia dirigida e interpretada por Ben Stiller que satiriza la estulticia del mundo de la moda) no se hicieron esperar.

Para mí estos jóvenes son como personajes de los cuentos de Fitzgerald (guapos, jóvenes, adinerados, artistas, vagamente aburridos, melancólicos) pero pasados por el tamiz de la Pandilla Basura. Me preocupa, porque como algunos de ellos son proyectos de artistas, dará munición a los de siempre para abonar su teoría de que la gente que se dedica a profesiones creativas son unos estafadores. Ahora bien, también creo que el vídeo lo ha montado su peor enemigo y que quizá sean personas encantadoras o al menos normales.

Me parece muy estimulante demostrar qué hace la juventud española del 49% de paro: se compra un bolso de mil euros y se va a pasear al Retiro. ¿Quién no lo ha hecho? «Mucho bueno vino», claro que sí.

Si de marcas se trata, yo soy más de Coca Cola, pero no entiendo el afán de Loewe en manchar su buen nombre. Que alguien me ayude a entenderlo:

a) Quieren conectar con un público joven, y para eso no se les ocurre otra cosa que llamarles descerebrados.

b) Es un anuncio autoirónico, posmoderno y canalla, cuya unica motivación es ser trending topic aunque eso suponga que todo el mundo te deteste.

c) Alguien realmente pensó que mostrar una juventud candorosa y fresca era una buena idea. Se equivocó en la forma.

d) Es una campaña de sabotaje de Louis Vuitton.

No voy a fingir que me indigno porque por desgracia hay temas mucho más graves que éste y mucho menos divertidos. Y además dicen unas cuantas verdades como puños:

«Es un rollo hacerse mayor», «Spain is different», «estar enamorado es guay».

Estoy de acuerdo en todo. Sobre todo en lo último. Es guay estar enamorado.