Terra Sacra Time Lapses from Sean F. White on Vimeo.
por Ángela Armero
Me encanta la técnica fotográfica conocida como time lapse y desde hace algunos años soy una fanática-pero-lamentablemente-amateur realizadora de timelapses bastante cutres, pero me da igual, porque me divierte mucho experimentar con ellos. Los he hecho de varias formas: con una cámara compacta, con el teléfono móvil, de cenas, de atardeceres, de nubes, de personas, de pingüinos. Esta forma de crear vídeos, como seguro que casi todos sabéis, consiste en «en la captación de imágenes fijas que después son reproducidas a una velocidad mayor a la que fueron tomadas», según la wikipedia, es muy estética y además me recuerda al trabajo del guionista.
Un timelapse no es más que una selección de imágenes, de momentos, para contar algo, generalmente en torno a un objeto, paisaje o persona fijo mientras el fondo o propio sujeto cambia. Nuestro trabajo también consiste en escoger los momentos que mejor y de forma más concreta (y a poder ser artística) narran una historia. De hecho, un timelapse se parece mucho a una escaleta en tanto en cuanto se elige el marco temporal y el espacio concreto para tomar cada fotografía y se ordena esa sucesión de vistas para contar algo.
Lo que me encanta de esta técnica es que ofrece una forma alternativa y sin embargo real de observar el mundo. Del mismo modo que en la vida real la «observación del natural en directo» es engañosa, el tiempo ofrece, con el paso de los años, una perspectiva mucho más acertada (si dejamos aparte las traiciones de la memoria, por supuesto.) El timelapse, como muchas buenas películas, ofrece un nuevo punto de vista que sería inaccesible a nuestros ojos.
Porque si es difícil ver cómo crece un árbol, también lo es asistir al desamor de una pareja o entender la corrupción en una empresa a menos de que se disponga de tiempo y de la atención para señalar los «hitos» más significativos en esas historias.
Por eso es imprescindible manejar el tiempo en nuestros guiones, porque sin tiempo no hay historia, y conviene ser meticuloso en este diseño temporal. Una vez más, los manuales tienen razón cuando exigen al autor de un guión decidir o planear en cuánto tiempo transcurre la narración como parte de una preparación básica, y que debería quedar establecida en la escaleta. El tiempo lo es todo, es más importante que la identidad, porque la identidad cambia con el tiempo.
El tiempo lo es todo, porque define la historia y muchas veces el género («A la hora señalada» y «24» son dos historias pioneras en la narración en «tiempo real» y las dos son thrillers), y porque nuestra peli cambia mucho según donde escojamos poner el punto final. Puede ser una comedia romántica si acaba en boda (como tantos miles de ellas) o un drama descorazonador si contamos lo que pasa después de ese momento feliz en por ejemplo, «Kramer contra Kramer». «Million Dollar Baby» podría ser la típica película sobre superación a lo Billy Elliott si finalizara con el triunfo de la chica, pero su desenlace cambia completamente la perspectiva e incluso el sentido de la narración. ¿Dónde cortamos el relato? y ¿Cuánto tiempo le damos, dentro de la ficción y fuera de ella? son preguntas que van unidas y que hemos de poder responder. Eso es lo que diferencia al cine de otras artes que se experimentan de forma más personal o subjetiva: la obra sucede ante tus ojos cada vez que le das al play, y por eso el tiempo es una herramienta más del cineasta.
Es tedioso pensar en días y en horas y en meses y semanas, pero es necesario y aunque cuesta, casi siempre suele venir en nuestra ayuda, ya que todo lo que nos ayude a conseguir aspecto de realidad dará como resultado una obra mejor. ¡Qué grandes momentos da el tiempo!, o como dicen las madres, ¡la vida da muchas vueltas! (Vídeo del final de Doctor Zhivago. Ojo, espoiler.)
Me gustaría escribir guiones que fueran como un buen time lapse. Me gustaría poder contar una historia como lo hace esta técnica: mostrando la vida secreta de las cosas, los lugares y las personas.
Antes de despedirme, me voy a marcar un «por cierto». Mi curso para aprender a escribir guiones de televisión comienza el 8 de Octubre en Hotel Kafka, y el de Bloguionistas, el 24 de Octubre. Más información en los enlaces.
Publicado originalmente en Bloguionistas el 7 de Septiembre de 2012.