VENDEDORES DE ILUSIONES

Publicado antes en Bloguionistas

Llevo cierto tiempo trabajando en la creación de nuevas series en lo que podríamos llamar cariñosamente Development Hell, Development??s Kitchen, o Arrested Development. Es que un trabajo tan bonito como frustrante, porque es muy difícil dar con la formula del éxito.
Como dice William Goldman NADIE SABE NADA, si la gente (ya sean productores, directores o escritores) supiera cómo se fabrica un éxito todo el mundo tendría uno; es muy complicado materializar una serie, al igual que pasarse un tiempo invirtiendo tiempo y esfuerzo en un proyecto que se moverá por las cadenas en un ciclo de dos o tres meses para, en la mayoría de los casos, quedarse en el papel. Esto mismo sucede casi siempre con las películas; es como si lleváramos un año o dos ahorrando y en una noche de casino nos lo jugáramos todo. Podemos ganar, pero estadísticamente es más fácil perder.
En la vida cotidiana de casi todo guionista existe una carpeta, ya sea de cartón, informática o cerebral en la que vamos apuntando todo lo que responde a la etiqueta de ??ideas nuevas?, para una serie, para una película, para cualquier cosa. Nuestra mentalidad creativa nos habla de historias y personajes, y a veces otra parte de nuestra mente, la pragmática, nos puede sugerir elementos que ayuden a vender la serie, como por ejemplo, ser familiar, ser barata, ser reconocible a la par que original, contar con el apoyo de un actor o una actriz que vendan mucho, tocar un tema de actualidad o una tendencia (histórica, fantástica, etc). Pero aún así, la fórmula del éxito sigue siendo esquiva.

El otro día estaba viendo un capítulo de ??The Big Bang Theory? y pensé que quizá había otra forma de pensar en qué es lo que el espectador quiere, como en un ejercicio de ??ingeniería inversa? de todo a cien. Es decir, ¿qué es lo quiero yo como espectador? ¿Qué es lo quiero yo, casi como persona?

Quiero vivir dentro de ??Friends? y de ??The Big Bang Theory?.
Quiero ser joven para siempre, no preocuparme de nada, vivir con mis amigos y tener a mi ?love interest? en la puerta de enfrente.

Quiero ser libre.

Quiero vivir en una nebulosa temporal sin cargas familiares ni problemas demasiado graves.

Quiero estar rodeada de gente que lanza chistes brillantes cada dos frases y que nunca se enfada en serio conmigo.

Quiero estar en un universo en el cual ni la salud ni el dinero parecen condicionar las vidas de las personas.

Quiero vivir la década de los veinte, una y otra vez.

Y entonces pensé, que aparte de buenas historias, buenos personajes, medios de producción suficientes, buenos profesionales y todos esos aditamentos que ayudan a vender y consolidar una serie, quizá la ilusión sea un factor infravalorado.
Puede que el mayor imperativo a la hora de construir esos universos más o menos estables en los que volcamos la ficción (sobre todo en las sitcoms) debiera ser crear un mundo del que nos gustaría formar parte.

Tampoco digo que eso explique el éxito de todas las series, pero creo que este ?ingrediente x? parcialmente sí contribuye al de estas dos que menciono y que a mí me encantan (y al mundo entero.)
Está muy bien vender zapatillas, móviles, escenas de sexo y de violencia pero la ilusión de ser libre, de vivir un amor apasionante, de ser eternamente joven? eso no tiene precio.

Bazinga!!! from erkamaj on Vimeo.

Vota CATACLISMO

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¿Sabes esa persona que a veces te parece ver en el metro y te recorre un escalofrío? ¿Ese ser insoportable que maldices haber conocido (y a toda su familia)? ¿Esa persona que conoces hasta la saciedad, a pesar de que hace años que no la ves -ni ganas? CATACLISMO habla de que ocurriría si en el final del mundo, te vieras aislado con la persona a la que más detestas: tu ex. Si quieres ver cómo CATACLISMO se convierte en una web series, entra, visiona y vota. Yo ya lo he hecho.

Flashforward (Sin spoilers)

La sorpresa, estos días, va muy cara, al menos en la tele. Por eso me sentí tan feliz cuando ví el primer episodio de «Flashforward». Tanto, que me ví el segundo a continuación. Sólo pienso desgranar aquí la misma información que habréis podido leer en cualquier artículo de prensa sobre su estreno, y aún diré más, puede que no «desgrane» esa información, puede que simplemente la escriba.

La premisa de Flashforward es tan ambiciosa como sencilla. La humanidad sufre un desmayo colectivo que dura poco más de dos minutos. Al despertar, la mayoría de los seres tienen visiones de dónde estarán el 29 de Abril de 2010, en seis meses. Es decir, que han visto un retazo de su futuro. Y, aunque sólo han tenido acceso a un instante, eso condiciona su realidad, y van observando como el futuro se va instalando paulatinamente en el presente. Futuros dramáticos, pero también felices, sorprendentes o inexistentes.

Y eso es lo que me parece magistral (o bueno, igual no me parece magistral, pero bien podría ser «cojonudo») de Flashforward, la transformación, la esclavitud que supone para sus personajes el haber entrevisto el día de mañana. Todos vivimos, en mayor o menor medida, muy condicionados por nuestras experiencias pasadas. Por lo que aprendimos, por los palos que nos llevamos, la experiencia nos hace más libres, pero también nos llena de miedos y de asunciones erróneas. En otras palabras; si no teníamos carga suficiente con el pasado, en esta serie se añade el futuro a nuestro equipaje vital.

Con este argumento, Flashforward se convierte en una habílisima (por no decir que muy buena) propuesta que mezcla géneros, desde el thriller apocalíptico, a la intriga, al melodrama y por supuesto, con grandes dosis de acción. Y por si fuera poco, creo que esta serie es especial porque al margen de entretener, a mí me ha generado algo parecido al desasosiego.

Veremos si en seis meses sigo pensando lo mismo. Prol ha tenido una visión y entre otras cosas, dice que acaba guay.

Cómo perder la cordura con la televisión digital

Por fin me he pasado a la televisión digital y que tengo un montón de canales que antes no tenía. No sólo veo canales del servicio que he contratado, sino que también veo (por fin) la Sexta, varios canales autonómicos y teletiendas extrañas.

Dado que me encantan las pelis y las series, sí que hay ventajas evidentes. Sé que siempre hay algo que ver, y si me apetece lo puedo ver en versión original (eso sí, sin subtítulos.) Hacer zapping se convierte en una experiencia tan absorbente como agotadora. Hay algo de ese refrán de «mejor lo malo conocido…» porque con sólo seis canales es fácil tener rutinas de ver programas o dejarlos de fondo, aunque sean una basura infame.

Sin embargo, tiene su lado oscuro. Se supone que la libertad es tener varias posibilidades u oportunidades de elección. Pero cuando tienes tantas opciones, la libertad se convierte en coacción. Te coaccionan para que te quedes sentado, pero al mismo tiempo no ves nada, porque eres incapaz de elegir y cada repaso por la parrilla puede durar media hora.

Primera forma de perder la razón con la tele digital.
Hacer zapping.

Segunda forma de perder la razón:
Elegir un programa, serie o película. Si lo consigues, tendrás la sospecha de que hay algo mejor en otro sitio.

Tercera forma de perder la razón:

Mientras ves tu tele digital, escucha una tele analógica en el mismo canal, y oirás el desfase de varios segundos entre ambas. ?ste es uno de los caminos más rápidos.

Cuarta forma de perder la razón:

Buscar una forma eficaz de controlar la programación. Si alguien conoce una web fiable y completa, que me lo diga.

Quinta forma de perder la razón:
Averiguar qué capítulo es ese que están echando de Miénteme o de Prison Break, ya que en Fox los repiten, y van a su aire, y luego los echan en la Primera o en la Sexta, o en Cuatro. Es como meterse en un cine de sesión continua del que no sales nunca.

Sexta forma de perder la razón:
Intentar ver todas las series que merecen la pena, cueste lo que cueste, amigos, hobbies, luz solar y paseos incluidos. Yo de momento me estoy preparando para el advenimiento de la séptima temporada de «Curb Your Enthusiasm», con reunión del reparto de Seinfeld incluida. No somos dignos.

Prometo que en la primera noche que pasé con el TDT me desperté a las seis de la mañana con un ataque de ansiedad que solucioné viendo un documental de National Geographic. Pero no pienso dejar que la presencia de tantos nuevos retos me amilane, pienso lanzarme a la experiencia, y por qué no, disfrutar de la televisión. Otra cosa que llama la atención es que la mayoría de las series españolas se ofrecen en horarios nocturnos y alevosos. Admitámoslo, era una necesidad oculta y latente ver «Médico de Familia» a las seis de la mañana.

Ya sé que dije hace poco que cada vez veía menos la televisión. Pero esto no es la televisión, amigos, es el futuro, y yo personalmente no tengo muchas cosas mejores que hacer.

Y de regalo, una minimalista season preview de la esperada séptima de CYE.

En el final de «El Ala Oeste de la Casablanca»

Después de despedirme de «The Shield», «Los Soprano» y «The Wire» (y de otras, pero que me han dado más igual) le llega el turno a «The West Wing», que empecé a ver allá por el año 2001 hasta ahora. Esta serie, que como sabréis narra las andanzas de Jeb Bartlet, un presidente demócrata de los Us and A -que diría Borat- durante dos legislaturas. Creada por el nunca suficientemente ponderado Aaron Sorkin, el Ala Oeste es una serie complejísima, abrumadora, tan magistral en algunos capítulos como soponciera e inaccesible en otros, emocionante muchas veces, pero siempre inteligente y original.

¿Por qué me gusta tanto?

1. Porque técnicamente es perfecta. Esos recorridos frenéticos por el pasillo, con Josh, Sam o CJ discutiendo asuntos complejísimos a toda velocidad son una marca de identidad de la serie.

2. Porque tiene un grupo de personajes maravillosos. Leo, Josh, Cj, Donna, Toby… es imposible no quererlos. Lógicamente, esto es obra no sólo del guión, sino del increíble grupo de actores que le han dado su pellejo. (También hay actores que no me han gustado nada, y por alguna razón son dos novias de Josh, Moira Kelly y Mary Louise Parker; tampoco me convence Joshua Malina, uno inaguantable y repelente a más no poder de las últimas temporadas.)

3. Porque a pesar de lo complejo de las tramas y del asunto en general, consigue llegar como la serie de un grupo de personas que quieren mejorar la vida de la gente, mientras sus existencias son un completo desastre. Eso es «The West Wing.»

4. Por lo ingeniosos que son los diálogos. Normalmente, si entrarámos en una sala de trabajo y todo el mundo pareciera tan ingenioso como una hibridación entre Sócrates, Confucio, Groucho Marx, Woody Allen y Oscar Wilde, probablemente pensaríamos que es del todo inverosímil. En cambio, al ser la Casa Blanca y ser Sorkin, pues cuela.

5. Porque no escamotea prácticas políticas impopulares, como invasiones preventivas, derrocamientos de gobiernos, y errores de todo tipo.

6. Porque retrata a una clase política que es digna de admiración. Y eso me parece muy difícil de conseguir sin caer en un retrato hagiográfico de la presidencia de Estados Unidos.

7. Porque aunque muchas veces no sepas de que están hablando, con tanta sigla y tanta palabra técnica, logra acercarte al funcionamiento de la Casa Blanca.

8. Porque en cada capítulo hay uno o dos dilemas. (Como mínimo.)

9. Porque habla de gente idealista y entregada a su trabajo.

10. Porque resulta visionaria en algunos asuntos. Santos, el candidato democráta a suceder a Bartlet, es latino y está obsesionado con la educación y la sanidad. ¿Le suena a alguien?

Esas son las razones más o menos objetivas. Luego está el motor de este post, ñoño a más no poder. Está el lado personal, lo que ocurre detrás de las cámaras. John Spencer, maravilloso actor que interpretaba a Leo Mac Garry, jefe de gabinete de la Casa Blanca, falleció de un infarto antes de poder concluir la serie. Irónicamente, su personaje padecía un episodio cardíaco en un memorable episodio que no desvelaré, pero lograba superarlo. Se nota, por la escritura de su personaje, que su marcha pilló completamente desprevenido al equipo de guionistas; (Spoiler leve: MacGarry se postula como vicepresidente de la candidatura de Santos.)

Lo que me ha resultado muy emocionante es ver como, tras la muerte de Leo en la ficción y en la realidad, los restantes personajes reaccionan ante su pérdida. Quizá me haya sugestionado, pero su tristeza es sobrecogedora, parece que en esos planos actor y personaje se funden en cada uno de los miembros del reparto. Incluso el plano que recoge a Kristin Chenoweth (otra novia rara de Sorkin, que al parecer inspiró a la rubia religiosa de Studio 60) entrando alarmada en la habitación de Leo, que acaba con un larguísimo travelling de alejamiento por el pasillo, está cargado de realidad. Y en este punto no me resisto a poner el vídeo en el que John Spencer recoge un Emmy.

Traducción:
«Mirad a mis compadres, se alegran tanto por mí… Y eso lo dice todo sobre «El Ala Oeste.» Estamos ahí, trabajando muy duro al servicio de esa escritura tan brillante. Yo estoy al servicio de la genialidad y el arte de Aaron Sorkin, uno de los grandes escritores de todos los tiempos. Un actor es tan bueno como el material que recibe, y a nosotros nos dan oro, semana tras semana tras semana… y no sé cómo lo hace. Un reparto extraordinario, todos y cada uno de ellos me hace mejor de lo que soy… Maravillosos directores, Tommy Schlamme (director de la serie), John Wells… Sabéis, nunca quise hacer otra cosa que actuar. Salvó mi vida, es la razón por la que me levanto por las mañanas, es mi opiáceo. Mi premio siempre era conseguir un siguiente trabajo, para que yo pudiera seguir haciendo esta cosa maravillosa que me encanta. Así que este premio, amigos míos, es deliciosamente redundante. Gracias.»

Soy incapaz de ver este vídeo sin pensar que es una suerte escribir y actuar, dirigir, crear ua obra de ficción en equipo, sobre todo cuando se hace así de bien. Sé que es imposible, que nosotros no somos así, que no hacemos series así, que aunque tuviéramos la capacidad nuestra clase política está dominada por la mediocridad, pero aún así hay que desear alcanzar la excelencia que esta serie ha conseguido a lo largo de sus siete temporadas.

Para aquellos que no la hayan visto (y si se fían de mi criterio), les recomiendo especialmente las tres primeras temporadas y los episodios «Dos Catedrales», «Bartlet for America» e «Isaac e Ishmael». Y ya puestos a recomendar, por favor visitad esta entrevista que le he hecho a Daniel Sánchez Arévalo para Ámbito Cultural.

La gente miente

-¿Está fresca esa cola de rape?

El tío bajó la vista y dijo que sí, que estaba fresca.

Luego la cociné, y aunque no era venenosa, no estaba fresca, y la verdad es que nada más hacerle esa pregunta ya sabía que estaba mintiendo. Aún así pagué y me la llevé y me la comí. ¿Por qué? Porque muchas veces los instintos nos generan sensaciones que nos desasosiegan o que pueden ponernos en una situación embarazosa. Podría haberle dicho:

-Has bajado la vista justo al responder, así que no hace falta ser mago para saber que mientes. Dame otra cosa, y más te vale que estuviera nadando hace unas horas.

Lo cierto es que una respuesta así podría dar con mis huesos en el calabozo del supermercado. Ayer estuve viendo la serie «Lie To Me«, protagonizada por Tim-Señor-Rosa-Roth, y me encantó. No porque sea buenísima, sino porque una serie sobre un detector de mentiras humano me parece tan seductora como útil. Lightman, el prota, te diría que en la respuesta del pescadero hay dos señales que indican la mentira: la repetición innecesaria «está fresca» y el hecho de bajar la mirada. Lo malo es que no sabemos si conocer la verdad de los otros nos haría ser los reyes del mundo o personas increíblemente desgraciadas. ¿Vosotros qué creeis?

A mi, cuando era pequeña, ya os lo he contado en alguna ocasión, mi madre me decía que si me portaba mal me mandaría con Mamá Sarita, que no es otra que Sara Montiel, y claro, con el asco que me han dado a mi los puros de siempre, yo me lo creía y me daba mucho miedo. Tradicionalmente me he creído grandes chorradas en mi vida, ahora mis amigos han dejado de tomarme el pelo, pero yo me caracterizaba por creer las tonterías más gordas y estrambóticas, or ser cándida y tener mucha fe en las mayores bobadas. Con los años he tenido mi dosis de personas manipuladoras de las que he aprendido mucho sobre cómo maquillar la realidad, y sumado a que me gusta observar a la gente y analizar sus comportamientos, creo que ya no es tan fácil tomarme el pelo. Sobre todo, porque ahora que no me fío ni de mi padre. (De mi madre, a veces.) Esta es la espectacular promo de la serie.

?ltimamente creo que la gente no sólo miente, sino que a veces dice (decimos) lo contrario de lo que pensamos. La pregunta es si estamos mintiendo a la persona que nos escucha o a nosotros mismos. La finalidad es diversa, pero se podría resumir en lo siguiente: hacernos la vida más fácil.

Creo que un guionista despierto podría llegar a ser un buen socio de Cal Lightman. Estamos acostumbrados a crear situaciones y a explicar por qué un personaje actuaría de una manera o de otra. Y es que, como dicen en la serie, hay algo más importante que conocer la mentira, y es conocer el por qué.