ENTREVISTA: BÁRBARA ALPUENTE

Foto de Natxo López.

Hace algunos años conocí a Bárbara Alpuente porque me ofreció un trabajo a pesar de no conocerme de nada. La serie aquella no salió, pero conocí a una escritora inteligente, versátil, divertida y solidaria. Algunos ya sabéis quién es, porque colabora ocasionalmente en este blog, pero por si acaso os diré que ha trabajado como coordinadora y guionista en «Camara Café», entre otras muchas series.

Recientemente ha trabajado en «Doctor Mateo» y ahora prepara un piloto para Hill Valley. Por si fuera poco, es autora de la columna semanal ‘Nadie es perfecto’ de la revista YO DONA, que tiene una legión de seguidores y acaba de publicar «Mas allá de mí«, su primera novela. (En el enlace podéis leer la sinopsis y las primeras páginas.)

-Bárbara, escribir una novela (sobre todo terminarla y publicarla) es el sueño recurrente de muchos guionistas. ¿Qué nos puedes decir desde el otro lado?

Os puedo decir que tal lado no existe. No veo una gran diferencia entre escribir guiones o escribir una novela. Lidiar con tramas, personajes y desenlaces, encontrarte en el vacío absoluto de no saber hacia dónde dirigirte, la soledad ante tus propias palabras y la falta de criterio personal para saber si lo que estás haciendo vale la pena o es una mierda.

-Yo la estoy leyendo y disfrutándola mucho. Está contada desde dos puntos de vista. Me parece dificilísimo ya no sólo encontrar la propia voz, sino desdoblarla. ¿Cómo lo has hecho?

No tengo ni idea. Cuando llevaba escritos unos cien folios entré en crisis y me preguntaba quién me había mandado a mí meterme en tal jardín. Los escépticos no me creerán, pero las musas existen. Me han guiado las voces de personajes que aparentemente no tienen nada que ver conmigo y que parecían moverse por sí solos. En ese sentido ha sido una experiencia mágica.

-Yo, como aspirante a novelista, te pregunto: ¿Qué diferencias hay entre escribir guiones y novelas?

En una novela estás solo, y como guionista, al menos yo, siempre he contado con compañeros que te orientan y te animan (O te hunden, pero de esos no hay tantos) En una novela no tienes ninguna limitación y esa libertad es abrumadora. Puedes hacer lo que te apetezca sin pensar en presupuestos, en sueldos de episódicos o en exceso de exteriores. Y cuando sabes que puedes hacerlo todo, te preguntas ??¿yo qué quiero hacer realmente??

-¿Qué parte de escribir «Mas allá de mí» te ha resultado más complicada?

Vencer la inseguridad, confiar en mi inspiración y mi instinto sin tirarme por tierra cada párrafo justo después de escribirlo. Encontrar el equilibrio para convencerme de que lo que estaba haciendo no era una pérdida de tiempo para los lectores, que tenía algo que aportar, algo que contar y asumir también que estoy lejos de escribir una genialidad.

-Como la narradora cuenta en la novela, ¿escribirla ha sido resultado de un cierto sufrimiento o por el contrario ha sido un disfrute?

Ambas cosas. Muchos días me levantaba eufórica, ansiosa por reunirme con mis personajes y sus historias. Otros me levantaba angustiada, convencida de que no podría encontrar salida para los laberintos en los que me había adentrado tan alegremente. Otros, directamente, no me levantaba, deseando con todas mis fuerzas que los folios restantes se escribieran solos (No ocurrió).

-Me gustan mucho tus reflexiones al cuestionar algo que todos aceptamos sin darle más vueltas, como por ejemplo el trabajo. ¿Estamos aborregados? ¿Nos han atizado con el palo del «sentido común» para que nos olvidemos de nosotros mismos?

El trabajo tiene la importancia que tiene y vivir como si fuera algo de verdad trascendente hace que todo lo demás se torne trivial. Para mí es justo al contrario. Todo lo que tiene que ver con las relaciones humanas es trascendente, ganarte la vida, incluso con un oficio que te apasione, es secundario. Hablar mucho del trabajo, sufrir por el trabajo o creer que el trabajo te define, son cosas a las que nos hemos acostumbrado que nos alejan de lo esencial. Cada uno sabe en el fondo lo que es esencial para él.

-Tu novela habla de una forma alternativa de entender la vida. ¿Es una rebelión contra el convencionalismo o simplemente una llamada a activar nuestro sentido crítico, a saber que las vías trazadas por lo «común» no son las únicas?

Nos aferramos a perpetuar este modelo; este mal llamado Estado de bienestar, probablemente conseguido a costa del malestar de otros. Escuchamos a menudo que ??la vida es así?, que ??es que esto es así?, yo insisto en que las cosas pueden ser de otra manera y en nuestras manos está demostrarlo.

-Háblanos un poco de tu carrera de guionista. ¿Cuál ha sido tu experiencia más satisfactoria?

Mi carrera de guionista empezó en el año 1993 en Canal Plus, escribiendo guiones para programas musicales. Me convencí de que no me interesaba la ficción porque me daba terror enfrentarme a la experiencia. Seguí escribiendo en programas hasta que en 2003 Globomedia me dio la oportunidad de entrar en mi primera serie. Al terminar aquella serie estuve haciendo pruebas muy malas durante casi un año hasta convertirme en una experta en pruebas (en una experta en pruebas muy malas). Tras aquel paréntesis laboral en el que llegué a plantearme que no valía para esto (sentimiento que todavía me visita), todo ha ido rodado hasta hoy. Mi experiencia más satisfactoria probablemente haya sido Camera Café. Era un trabajo divertido en el que escribíamos con libertad y además la audiencia nos apoyaba.

-¿De qué has aprendido más, de los triunfos o de los fracasos?

Imagino que de las dos cosas, aunque triunfos apenas he tenido. Pregúntame en cinco años.

-Aquí viene una pregunta puñetera. Si tuvieras que ser solo guionista o solo novelista… ¿Qué estilo de vida te gustaría más?

Me gusta trabajar con gente, aunque la lucha de egos entre guionistas a veces resulte insoportable (mi ego está guay, el problema son los otros). Por esa parte, creo que soy más feliz como guionista. Pero la intimidad, la libertad y la magia de la novela no la encuentras nunca trabajando para televisión.

-Igual solo me lo parece a mí, pero creo que en los últimos meses hay cierta dificultad para encontrar trabajo como guionista. ¿Es este un mal momento? ¿O simplemente la cantidad de aspirantes excede la demanda? El guión se ha puesto muy de moda.

Yo estoy teniendo suerte y llevo cinco años empalmando series sin tregua, pero sí veo cierta inquietud a mi alrededor que en cualquier momento me atrapará. Confío en que sea un bache, quiero creer que hay sitio para todos.

-Admitámoslo, somos muchos los guionistas que te tenemos envidia por haber escrito una novela y haberla publicado. ¿Qué podríamos hacer para acceder al mundo editorial? ¿Lo ves accesible o es igual de difícil que entrar en el entorno audiovisual para alguien ajeno?

Lo veo inaccesible y económicamente absurdo. Hay que sentir una gran pasión por la historia que se quiere contar porque ni es fácil, ni es rentable. Lo bueno es que siempre puedes escribir simultáneamente tu proyecto mientras te ganas la vida como guionista. Ganarse la vida como novelista si no eres Almudena Grandes es una quimera.

-Sé que estás muy vinculada al movimiento 15-M. ¿Qué presente y futuro crees que le aguarda?

Creo que ya no hay marcha atrás, que se ha encendido la pólvora por fin hacia un cambio político y social necesario. También encuentro problemas en cómo se está llevando el movimiento y temo que no sepamos encauzarlo. Pero empieza a brotar una conciencia común con deseos de transformación para este sistema que naufraga y que entre todos podemos reflotar. Tengo fe. Podemos conseguirlo todo en cuanto empecemos a sentirnos parte de la sociedad y a dejar de hablar de ella en tercera persona.

No me gustaría concluir esta entrevista sin recomendaros fervientemente la compra de «Mas allá de mí» y sin preguntarle a Bárbara algo a lo que últimamente le doy muchas vueltas.

-Bárbara, ¿cómo hace un guionista/escritor para conservar la motivación y hacer tantas cosas como tú? Muchas gracias.

La inestabilidad espolea la creatividad (sin llevar esto al extremo? O sí) La motivación, en mi caso, viene del cambio permanente. Trabajar en proyectos distintos con gente diferente te mantiene alerta. Creo que esta es la clave, claro, que también puede ser una gilipollez.

Gracias a ti, Ángela.

LOS ENAMORAMIENTOS, DE JAVIER MARÍAS

La cola de lectores que deseaban que Marías les dedicase sus libros en la feria del libro el pasado domingo era de unos veinte metros de longitud.

Anoche terminé de leer su última novela y yo, que nunca había leído ficción escrita por él, entiendo por qué.

No puedo hacer una crítica de entendida, porque no lo soy, pero sí puedo explicar por qué me ha gustado. «Los enamoramientos» es una novela absorbente y misteriosa que habla mucho más de la muerte que del amor y sin embargo no es triste, pero si irradia una melancolía con la que es muy sencillo identificarse. Es esa clase de novelas (que a mí me encantan) que expresan pensamientos parecidos a los nuestros (o a los míos, no lo puedo saber) de una forma elegante y certera. Esa para mí es una de las comuniones más perfectas entre escritor y lector: la que regala un lenguaje concreto a nuestras intuiciones, a nuestra forma de entender la vida, y lleva nuestros pensamientos más lejos gracias a los suyos. Me gusta sobre todo porque es una novela psicológica ; no podría gustarme por su trama porque, si bien la que hay es muy sugerente, si fuera una serie o una película sería claramente insuficiente.

Pero Marías tiene la capacidad de contar una historia desde el punto de vista de una mujer enamorada y a través de sus ojos desplegar una red de pensamientos, reflexiones y deseos en torno a la situación, a lo que debe pensar el hombre que ama, lo que debía pensar el hombre con cuya muerte se inicia la novela, lo que piensa la mujer que es amada por el hombre al que ella ama.

Me ha encantado entrar en la intimidad de María Dolz y créermela.

Me hubiera gustado leer más sobre el estado de enamoramiento y menos sobre la muerte, pero la relación entre ambos temas es casi de intimidad y en torno a los dos construye una novela que no es perfecta pero sí muy seductora, que se lee con compulsión y que flota dentro de la mente de uno aunque no la tenga en las manos.

FICCI?N

«Let me get this straight», one student said. «You’re telling me that if I say something out loud, it’s me saying it, but if I write the exact same thing on paper, it’s somebody else, right?»
«Yes», I said. «And we’re calling it fiction.»
The student pulled out his notebook, wrote something down, and handed me a sheet of paper that read, «That’s the stupidest fucking thing I ever heard in my life.»
They were a smart group.

«A ver si lo entiendo», dijo un estudiante. «Me estás diciendo que si digo algo en voz alta, soy yo diciéndolo, pero que si escribo la misma cosa en papel, es otra persona quien lo dice, no?»

«Sí», dije, «Y lo llamamos ficción.»

El estudiante sacó su cuaderno, escribió algo y me mostró una hoja en la que había escrito, «Esa es la cosa más estúpida que he oído en mi puta vida».

Eran un grupo muy espabilado.

David Sedaris.
The Learning Curve, Me talk Pretty one day. Back Bay Books, 2001, N.Y.

EL TEST DEL BESTSELLER?

por Ángela Armero

Hace muchos años leí un libro llamado «Cómo escribir un bestseller», de Albert Zuckerman, representante de escritores de éxito global como Ken Follett. Supongo que él no sabría escribirlo con sus manitas pero que sí tenía capacidad para observar las características de los super éxitos concebidos por algunos de sus clientes.

Y sí, lo leí porque casi todo guionista alberga la fantasía de convertirse en novelista, pegar un pelotazo y ser millonario y vivir recluido en algún paraíso terrenal, siguiendo el ejemplo de Dan Brown, Arturo Pérez Reverte (cuya valentía para decir siempre lo que se le pasa por las narices en mi opinión tiene mucho que ver con la fortuna que -con justicia- ha amasado con sus libros) o Carlos Ruiz Zafón, del que se dice que es guionista pero en imdb no tiene créditos (miento; tiene créditos como «Himself».) Escribir tus obras, a tu aire, desayunando zumos de frutas tropicales que no sabes ni cómo se llaman, mientras te pasas el año con un bronceado perfecto y alguien, ahí abajo en la ciudad se pelea a muerte por conseguirte los mejores contratos.

Sí, no seáis mentirosillos, todos lo hemos pensado alguna vez. Esta es la variante materialista (me acuso) y luego está la variante intelectual, en la que no te compras una isla en el Pacífico pero te ganas el respeto literario y personal porque escribes novelas y no televisión o cine, que en teoría tiene más lustre pero que es más vilipendiado popularmente por la «opinión pública».

La variante intelectual tiene varias pegas. Al igual que los bestsellers, requiere originalidad, trabajo duro, disciplina, pero también un estilo personal y muchísimo talento. (Con esto no digo que escribir un bestseller sea más sencillo, sino que muchas veces éxito en ventas y calidad no van de la mano).

Y luego hay otra pega que se da de tortas con el sueño del pelotazo: las novelas están muy mal pagadas. En una editorial independiente, un guionista medio cobraría la mitad de su sueldo mensual por escribir una novela. Y no conozco a muchas personas que escriban una al mes. Por eso es imposible vivir exclusivamente de la literatura, si no se es un titán de las ventas como los que he mencionado arriba. Similarmente, me comentan que cada día es más complicado vivir de escribir solo para el cine.

Y por supuesto hay una pega más grande que todas las anteriores: que escribir guiones y escribir novelas son habilidades diferentes. Pero hablar de las diferencias entre uno y otro género corresponde a otro día y a otra persona, porque yo he venido a hablar de las preguntas de Zuckerman (y además no sabría responder).
Para no aburriros con un resumen del libro, me limitaré a consignar las preguntas que hace su autor para determinar si tu material, libro o novela, tiene posibilidades de pegar un pelotazo literario o fílmico. Y no es ninguna tontería. Pensad que algunos bombazos cinematográficos (Parque Jurásico, Alatriste, El Código Da Vinci) empezaron como bestsellers.

PREGUNTAS DE ALBERT ZUCKERMAN

1. ¿Lo que está en juego es algo «monumental»?

2. ¿Tengo personajes «más grandes que la vida», capaces de hacer cosas extraordinarias, como Escarlata O’Hara o Don Corleone?

3. ¿Se puede sintetizar el impulso de mi novela en una pregunta dramática sencilla pero fuerte?

4. ¿El conflicto está articulado con algún «high concept» (según el autor «premisa radical y un poco extravagante»)?

5. ¿El espectador tendrá alguna implicación emocional con algún personaje?

6. ¿Se desarrolla en un ambiente insólito o excitante?

Hagamosle el «test» a la serie «24«, a ver si lo supera.

1. La paz mundial, las vidas de millones de personas, la vida del Presidente de EEUU, según temporada, como la lubina.

2. Jack Bauer es muy grande y desde luego muy capaz de hacer cosas muy asombrosas.

3. ¿Logrará Jack salvar el mundo? (A partir de la segunda temporada añádase la coletilla «Otra vez»?

4. Hay un high concept clarísimo: la narración en tiempo real.

5. Jack es en varios momentos marido, amante, viudo, vive cómo su hija está en peligro, las novias le duran solo un día, también pasa por una adicción a la heroína, le acusan injustamente, le inoculan un virus mortal, se lo llevan los chinos en un barco, matan a amigos suyos, por su trabajo ha de renunciar a su vida personal y a veces a su identidad… Como para no empatizar con él en algún momento.

6. Sí, ambientes cercanos al poder militar y político o al terrorismo internacional, entornos normalmente vedados al común de los mortales, donde los secretos, las traiciones y las conspiraciones están a la orden del día.

«24» no surge de una novela, sino de las mentes de los guionistas Joel Surnow y Robert Cochran y lleva años cosechando un éxito planetario. Ya va por la octava temporada, que creo que es la última. En mi opinión, cumple todos los requisitos de Zuckerman. No creo que nadie deba tomarse muy en serio el test, salvo quien realmente desee escribir un bestseller mundial; pero sí creo que esas preguntas dan una orientación sobre aspectos fundamentales que pueden ayudar a mejorar un guión con vocación comercial: incluir un high concept, manejar una premisa clara y potente, tener un protagonista con el que sea fácil empatizar, estar emplazado en un entorno fuera de lo común. Por ejemplo, estas cuatro condiciones las reune una de las pelis españolas más exitosas de los últimos tiempos: CELDA 211.

Espero que las preguntas de Zuckerman os sirvan de algo; si es para escribir un bestseller, por favor acordaos de quién os las sopló.

Los hombres que no amaban a las mujeres y eso

He tardado meses en leer «Los hombres que no amaban a las mujeres». Al mismo tiempo, mi amado S.O. me ha dicho que últimamente hay mucha letra en este blog. Así que voy a condensar mi opinión en una lista en torno a la novela y su autor, Stieg Larsson.

1. Sin haberme leído las otras dos partes de la trilogía Millenium, puedo entender y entiendo el éxito de la saga.

2. Los puntos fuertes del libro (o de Larsson como escritor en lo que llevo leído) son la originalidad, y su riguroso conocimiento periodístico/policial/informático/económico, es decir, su capacidad para describir un entorno tan realista como intrincado y de crear un sofisticado argumento en su interior.

3. Si se piensa con detenimiento, lo sofisticado en LHQNAALM es la investigación, no la construcción del crimen original, y creo que eso es otro acierto. Me encanta la reconstrucción psicológica a través de las fotografías.

4. Lisbeth Salander es un personaje tan atractivo como increíble.

5. El punto débil, dicho desde todo mi respeto y admiración por Larsson, es la historia de amor.

6. El libro está plagado de diálogos brillantes, situaciones realmente bien planteadas y resueltas, el argumento está meticulosamente construido y desarrollado, los personajes están muy bien trazados y se lee con avidez -sobre todo superadas las primeras doscientas páginas-, pero hay una frase realmente horrenda, que es la siguiente:

«Repentinamente comprendió que el amor era ese momento en el que el corazón quiere salirse del pecho.» (p. 659)

¿Mala traducción? ¿Mal estilo? Lo que creo es que Larsson habla (o hablaba, por desgracia) con mucha más seguridad de hechos violentos y fraudes empresariales que de sentimientos. Lo que me lleva al siguiente punto.

7. Lisbeth Salander es una fantasía masculina. Anoréxica pero sexy y llena de fuerza y energía, 24 años, andrógina pero seductora, superdotada, sexualmente traumatizada al tiempo que le gusta llevar la iniciativa en la cama, va por ahí zumbando en su moto cuyo motor arregló ella misma para que fuera más rápido, es independiente pero frágil, sólo confía en el personaje del escritor, quien tiene la llave de convertirla en un ser integrado en la sociedad… Pues eso. Dependencia disfrazada de radicalidad, rebeldía y una chupa de cuero. Una fantasía masculina sofisticada, pero una fantasía.

Y ya no voy a escribir nada más por hoy, porque mi S.O. se me duerme y pierde el interés. ¿Qué opináis vosotros?

Y hablando de amor, y porque me apetece, vídeo de «Magnificent», una de las mejores canciones de U2 en mucho tiempo.

Salinger y la propiedad intelectual

Pensaban que era un viejo tarado que pasaba de todo. Se equivocaron.

Su ataque judicial ha sido una forma de decir, «No sólo tendrás que esperar a que me muera, sino que encima tendrán que pasar 60 años».

Después de cuatro décadas de silencio editorial, de tres sin conceder ni una sola entrevista, J.D. Salinger ha salido de las sombras para demandar al autor y a la editorial de la secuela «El Guardián entre el Centeno (The Catcher in the Rye)», titulado oportunamente «Coming through the Rye».

De Salinger se dicen muchas cosas. Que se levanta y se bebe su orina. Que estuvo en la Cienciología. Que casi nunca tenía sexo con la madre de su hija. Que es budista. Que sale a cazar y apunta a los extraños con su escopeta.

Eso es lo que pasa cuando permites con tu silencio que los demás hablen por ti. A la gente le encanta hablar.

El 1 de Enero de 2009 Salinger cumplió 91 años. Como dice el interesante artículo, esa es la única certeza. Esa, y su demanda contra el autor, un tal J.D. California, y la editorial sueca Nicotext.

No sé que se les pasa por la cabeza a esta gentuza que pretende hacer una segunda parte de esta obra maestra como si tal cosa. Probablemente pensaron que un viejo que lleva treinta años intentando ocultar su rostro, viviendo con el mismo disimulo que un difunto, pasaría totalmente de reivindicar sus derechos, y que probablemente estaría demasiado ocupado respirando a través de una cánula para darse cuenta de que hay un grupo de gente que pretende explotar su novela y sus personajes sin ningún tipo de escrúpulo.

Me parece estupendo que Salinger les haya puesto firmes. En este mundo en el que las mentiras repetidas se convierten en verdades, y en el que los plagios se permiten por ser lo más común, creo que hacía falta que alguien con la autoridad de Salinger saliera a decir que no, que no da igual. El patrimonio intelectual de un escritor es tanto como su misma integridad. ??Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi placer?, le dijo en una entrevista al New York Times en 1974.

Creo que en ocasiones así, todos deberíamos ser un poco como este abuelo gruñón y tarado. Inspirarse, leer, homenajear… vale. Fusilar, no. Es una canallada al autor del original, y también un agravio contra el resto de la gente que intenta hacer su trabajo sin muletas. El plagio es una especie de dopaje intelectual, y nadie debería competir en esas condiciones. Otra forma de verlo es que todo el mundo se dopa, igual que todo el mundo se «inspira». Supongo que es una cuestión de grado. Estamos en el mundo; leemos, vemos, escuchamos. Es imposible que las obras no tengan referentes o parecidos. Pero cuando la fusilada es tan meridiana, es o debería ser un escándalo.

Salvando las distancias, me he acordado de este libro, del que Manuel Hidalgo coordinó la edición. «Otro final» reunió a varios escritores para escribir en forma de relato corto un nuevo desenlace para obras emblemáticas de la historia del cine, como «Casablanca» o «El Ladrón de Bicicletas». No lo he leído y está muy abajo en mi lista. Hay dos formas de verlo. Como una propuesta graciosa, original e interesante, o como una forma banal de sacarle dinero y promoción al esfuerzo intelectual de otros.

Creo que si hay algo que caracteriza a las obras maestras es que no necesitan que nadie las versione o las enmiende. Supongo que todo depende de lo que se considere «homenaje» y de a quién se le rinda ese supuesto tributo.

Ahí tenemos a ese viejo malencarado que le dice al mundo que se meta el homenaje por el culo.