EPITAFIOS

Por Ángela Armero

Dentro de (casi) cada guionista late un deseo (casi) inconfesable: ser el mejor, o si no el mejor, al menos un buen guionista. Pero no vale con que lo sepa tu madre, o tu novio, o tu vecina, tiene que saberlo todo el mundo. ¿Qué hay detrás de esta pulsión constante en muchos de nosotros? Por un lado está la clásica vanidad que todos los creadores tenemos y por otro, un mero deseo de supervivencia: cuanto mejor sea mi reputación, más posibilidad de conseguir trabajo tengo. Si consigo que crean (contra mis propias creencias) que soy bueno o buena, entonces me llamarán, y podré seguir viviendo de esto. Esta doble motivación es una combinación letal.

Puede que no lo admitamos y que no hablemos de ello, pero creo que la mayoría de los guionistas estamos preocupados por a) ser considerados buenos guionistas b) lograr un trabajo que haga que nuestro perfil mejore. Por ejemplo, cuando tenemos un proyecto interesante entre manos pensamos: «Ya no sólo seré el guionista de «Mengano goes ballistic» y «Mengano vs Predator», sino también el de «Apocalypse Mengano», que ya es otro nivel».

Luego, y como sucede muy a menudo, el proyecto «Apocalypse Mengano» se cae y vemos que, a pesar de que hemos escrito algo que considerábamos una progresión en nuestra trayectoria, seguimos estando en el mismo sitio y con el mismo currículum. Nuestra exposición a la frustración es doble: primero porque tenemos que conseguir escribir un buen material que pruebe de una vez por todas lo que nuestras madres ya sabían, y por otro, que se ruede y todo el mundo lo sepa, especialmente los que deciden, los señores y señoras que pueden darnos trabajo. Querríamos lograr un epitafio que diese constancia de nuestros logros:

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JUAN GARCÍA

Escribió «Apocalypse Mengano» y se murió. Descanse en Paz.

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¿Adónde conduce esta obsesión? Al miedo a perder nuestra forma de vida.

Como dice Yoda, el miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira. Y la ira al sufrimiento.

Reconozco (y no seré la única) que de trabajo en trabajo, y sobre todo, esperando a que lo que he escrito se convirtiera en algo bueno, o en algo que simplemente se rodara y emitiera o estrenase, en ocasiones he estado más pendiente de mi carrera de guionista que de todo lo demás. Nunca he pensado que fuese lo más importante, pero sin embargo sí he dejado que el sentido o la falta de él de este trabajo me afectara demasiado o malgastara demasiadas de mis energías.

Por eso hubo una frase en el fantástico documental «Tales from the Script» que me provocó un gran alivio. No es una cita particularmente ingeniosa ni inteligente, es de hecho una tremenda perogrullada, pero creo que alguien tenía que decirlo (lástima que no recuerde cuál de los asombrosos guionistas que intervienen en el documental lo dice). No recuerdo las palabras exactas, pero era algo parecido a esto: Ser buen guionista es igual de importante que ser un buen padre o buena madre, un buen hijo o hija o un buen hermano o hermana. Es decir, que no sólo podemos ser recordados por nuestra valía o falta de ella como escritores. Lo que hagamos como personas es igual de importante o mucho más.

Diréis, vale, sí, pero la calidad humana no queda para la posteridad. ¿Entonces qué pasa con Elia Kazan? Fue un genio de talento indiscutible, creador de un puñado de obras maestras como «La Ley del Silencio», «Esplendor en la Hierba», «América, América», «Un tranvía llamado Deseo» o «Al este del edén». Y sin embargo, su nombre siempre estará manchado por la delación que hizo de sus colegas en el seno del Comité de Actividades Antiamericanas. Cuando recibió su ?scar honorífico en 1999, muchos compañeros se negaron a aplaudir o a ponerse en pie. Nunca se lo perdonaron. En este vídeo de la ceremonia se puede ver la división entre los actores (algunos, como Meryl Streep aplauden a rabiar; otros, como Ed Harris o Nick Nolte permanecen inmóviles como estatuas. De todas formas, el protagonista absoluto del clip es el gato que hay en la cabeza de Robert De Niro, misterio sólo comparable a la densidad de las cejas de velcro de Martin Scorsese.)

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AQUÍ YACE ELIA KAZAN. SU GENIO SOLO ERA IGUALADO POR SU VILEZA.

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¿Por cuántas piscinas venderías tu alma?

Y aquí se plantea la cuestión. ¿Como queréis ser recordados? ¿Es más importante ser buen guionista o buena persona? Yo estoy empezando a ver otras opciones aparte de firmar grandes obras (que todo sea dicho, cada vez está más difícil). Por tanto, habría otros epitafios posibles, como éstos, repletos de dignidad y calidad humana.

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MARINA UTRERA

Escribía escaletas en un culebrón vergonzante, pero era una fiera en la cama.

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NICOLÁS PANDEDIOS

Sus personajes eran una mierda, pero hacía unas torrijas de quitar el hipo.

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PERICO GÁLVEZ

Sus diálogos hacían vomitar a un loro, pero siempre acompañó a su abuela al dentista.

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LUISA SOMOZA

Sus tramas parecían pesadillas de Paco Arrabal, pero clavaba el Moonwalker.

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Si digo todo esto es porque creo que llega un momento en la vida de todo guionista profesional en el que afloja el pie del pedal y dice: escribir me encanta, escribir me llena, me permite pagar las facturas y me hace ser el centro de atención en las bodas, pero… lo más importante es vivir.

¿O no?

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Sin que tenga mucha relación con lo anterior: si queréis ver guionistas que son buenas personas en acción, os recuerdo que el día 14 de Marzo comienza la segunda edición del curso Bloguionistas. Bueno, quizá no seamos buenas personas, pero sí limpios y trabajadores.

Publicado originalmente en Bloguionistas.

OSCAR 2012

¿Un pez Fugu? No, Billy Crystal

Hacía muchos años que no veía la gala completa y aunque he disfrutado con muchos momentos, en general me ha parecido que han faltado chistes, humor, y algo más de atrevimiento. No me ha sorprendido casi nada de lo que he visto, aunque tengo que admitir que las galas de los noventa presentadas por Billy Cristal me parecían hilarantes y en esta ocasión, apenas me he reído. Puede que con quince años tuviera la risa más fácil. No lo sé.

La hija predilecta de Talavera de la Reina iba guapísima.

Me quedo con los increíbles montajes que son marca de la casa y con el número del Circo del Sol inspirado en «Con la muerte en los talones.» También con los agradecimientos de Meryl Streep, de Christopher Plummer, la no aceptación del ?scar al mejor guión original por parte de Woody Allen (despachada con profesional hieratismo por parte de Angelina Jolie), el premio a Nader y Simin, la sonrisa perenne de Scorsese, la aparición de Christian Bale y las chicas de Bridesmaids, a pesar de su mediocre texto. Tengo la absurda teoría de que después de que Brett Ratner, director inicial de la gala, fuera fulminado a causa de sus comentarios homófobos y se llevara a Eddie Murphy consigo, Billy Crystal y su equipo tuvieron muy poco tiempo para preparar la 84 gala y el resultado es fruto de esa precipitación.

Milla Jovovich.

Oscar especial ex aequo al mejor (o peor) botox lucido por el propio presentador, Gwyneth Paltrow y Tom Cruise. Oscar especial al mayor espantajo a la espléndida actriz Jessica Chastain y al traje de kriptonita de Viola Davis. La mejor vestida, en mi humilde opinión, Emma Stone, seguida de cerca por Gwyneth Paltrow, Milla Jovovich y Penélope Cruz.

En cuanto al palmarés, me encanta «The Artist» pero el señor Hazanavicius me ha parecido un auténtico plomo, igual que Jean Dujardin, que parece estar interpretando a George Valentin constantemente.

Emma Stone.

Lo que me ha convencido de esta gala, aparte del decorado inspirado en las viejas salas de exhibición, es el homenaje al cine más puro, como demuestra el palmarés, el homenaje a Edith Head o a Hans Zimmer y los estupendos montajes con películas de todos los tiempos. Pero por supuesto, lo que más me gusta de todo es ver cómo gente de todas las edades y de todos los países se emociona al hacer realidad un sueño. Su alegría es contagiosa, y cualquiera que ame el cine puede compartirla.

Lejos de Los Ángeles, pero con el mismo derecho a soñar y a contar historias, os cuento que en el Hotel Kafka el curso de Bloguionistas comienza el 14 de Marzo. Más información, aquí.

GOYAS 2012

Everybody loves a winner.

Anoche, y como viene siendo habitual en mi vida desde que puedo recordar, vi los Premios Goya en buena compañía, hice una merendola, y me senté delante de la tele a ver el espectáculo, que históricamente suele ser largo, tedioso y sonrojante. También es tedioso y largo comer las doce uvas en Nochevieja y esa tradición también la observo con el mismo rigor.

Sin embargo, y digan lo que digan mis compañeros de Bloguionistas yo creo que la del día 19 fue una de las mejores celebraciones de los últimos años. Me reí muy a gusto y me lo pasé muy bien. He de decir que me sorprendió positivamente Eva Hache. Estuvo muy graciosa y cómoda en el escenario, y que sus clips «dentro de las películas» eran buenísimos. El speech de Santiago Segura (que estaría escrito por los guionistas de la gala, como todo lo demás) fue de lo mejor de la noche. Y la gala, agradecimientos soporíferos aparte (la mayoría) tuvo humor y buen ritmo.

Por supuesto también tuvo «enemigos del ritmo», cada uno tiene su Rey o Reina del sopor. El mío me lo reservo. De los agradecimientos me quedo con los emotivos de Elena Anaya y José Coronado y con la reaparición de Silvia Abascal, guapísima y emocionada. Da gusto ver a la gente feliz, siempre y cuando no se acuerden de sus antepasados los que vivían en las Cuevas de Altamira, a quienes ya les gustaba contar historias guarreando en las paredes.

El rap del Langui me gustó aunque yo lo hubiera dejado en un duo con el genial Javier Gutiérrez y me hubiera ahorrado a tanta banda en el escenario. De la canción inicial no me enteré porque estaba muy ocupada con las patatas y los ganchitos, pero hubo algo raro por ahí. Casi tan raro como el espontáneo que subió con la Coixet y que tuvo unos cuantos segundos para pedir dinero para rodar westerns en Extremadura antes de ser empujado por Daniel Sánchez Arévalo, y como el miembro de Anonymous que pasó por delante del escenario saludando al personal; raro como la forma que tuvo Nadia de Santiago de pronunciar el apellido del director de «The Artist» o raro como los mitones estilo Mad Max de Isabel Coixet, que valientemente reafirmó su apoyo a Garzón.

Me hubiera gustado que la gente del cine se hubiera mostrado algo más crítica con la (mala) situación del audiovisual, pero aún así creo que fue una muy buena gala y un muy vistoso escaparate del cine español… ahora que necesita, más que nunca, inspirar confianza como producto. Esperemos que este desfile de vestidos, joyas, peinados y sonrisas no quede como la última cena de gala del Titanic sino como una proyección del futuro de nuestro cine.

La más elegante (para mí)

La más princesa

El más guapo.

NADER Y SIMIN. UNA SEPARACI?N.



Nader y Simin: una separación
es una de las mejores películas que he visto en bastante tiempo. Es a la vez local y universal, conjuga sentimientos y conflictos con maestría, posee una estructura lineal pero magistral, los personajes son complejos y absolutamente reales, y a pesar de que es una historia familiar posee el mismo brío que un thriller y contagia la misma empatía que una peli de Pixar. No os la perdáis. (No os fiéis de la sinopsis de imdb; solo presenta el contexto.)

CICLOS

Las nuevas noticias en torno a la televisión y puede que, próximamente en el cine, hacen preveer que buena parte de los parásitos que nos dedicamos a contar historias vamos a tener que darle al botón de pausa este año, al menos en cuanto a materializar nuestras historias se refiere. Esto es triste, ya que normalmente es muy difícil lograr que lo que escribamos llegue a algún sitio, y que a muchos nos pilla en proyectos con los que ya llevamos uno, dos años de espera; por desgracia, hay muchos que han perdido el trabajo o que ven cómo se complica acceder a su ocupación vocacional.

El ambiente es bastante cenizo y si nos dejásemos impregnar por la atmósfera mortuoria que hay en el gremio probablemente tiraríamos la toalla, o nos mudaríamos a Portugal, donde tirar la toalla carece de significado porque tienen muchas y muy baratas. En esta situación, creo que es más necesario que nunca seguir creyendo, seguir escribiendo, porque nadie tiene derecho a detener nuestro porvenir ni nuestros sueños. Mientras tanto, debemos intentar aguantar, y quizá podamos disfrutar de un breve paréntesis de melancolía y aceptar, como canta Sinatra, que la vida está hecha de ciclos.

«So I’ll think I’ll stay around and see if some dreams come true.»